Horacio Ferrer
Cloquea su putodia de largo ministerio
con voz encorsetada. Y va, de contrapunto,
-detrás de los exangües y lacios hemisferios
del pecho- un son postrero de nalgas y de untos.
Y en tanto monologa falópicos asuntos
con ojos apagados de sándalo y de mica,
celebra herejemente, su risa de difuntos
o da su avemaría, llorando, a unos maricas.
A veces, arrastrando la elizabetardente
careta embadurnada de heroicos ingredientes,
su orgullo busca un poco de alcohol o de pelota;
y pasa la ortopedia procaz de su alegría
mostrando, entre ls mesas, como una demasía,
la inútil y erudita vejez de su derrota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario