Translate

jueves, 27 de septiembre de 2018

Metafísica del tango

    En este país de opositores, cada vez que alguien hace algo (un presupuesto, una sinfonía o un plan de viviendas mínimas), inmediatamente brotan miles de críticos que lo demuelen con sádica minuciosidad.

   Una de las manifestaciones de este sentimiento de inferioridad del argentino (que se complace en destruir lo que no se siente capaz de hacer) es la doctrina que desvaloriza la literatura de acento metafísico: dice que es ajena a nuestra realidad, que es importada y apócrifa y que, en fin, es  característica de la decadencia europea.

   Según esta singular doctrina, el "mal metafísico" sólo puede acometer a un habitante de París o de roma. Y, si se tiene presente que ese mal metafísico es consecuencia de la finitud del hombre, hay que concluir que para estos teóricos la gente sólo se muere en Europa.


                             
Eernesto Sábato y Aníbal Troilo

   A estos críticos, que no sólo se niegan a considerar su miopía como una desventaja sino que, por el contrario, la usan como  instrumento de sus investigaciones, hay que explicarles que si el  mal metafísico atormenta a un europeo, a un argentino lo debe  atormentar por partida doble, puesto que si el hombre es transitorio en Roma, aquuí lo es muchísimo más, ya que tenemos la sensación de vivir esta transitoria existencia en un campamento y en medio de un cataclismo universal, sin ese respaldo de la eternidad que allá es la tradición milenaria.

   Cómo será verdad todo esto que hasta los autores de tango hacen metafísica sin saberlo.

   Es que para los críticos mencionados la metafísica sólo se encuentra en vastos y ocuros tratados de profesores alemanes; cuando como decía Nietzsche, está en medio de la calle, en las tribulaciones del pequeño hombre de carne y hueso.

   No es éste el lugar para que examinemos de qué manera la preocupación metafísica constituye la materia de nuestra mejor literatura. Aquí queremos señalarlo, simplemente, en este humilde suburbio de la literatura argentina que es el tango.

   El crecimiento violento y tumultuoso de Buenos Aires, la llegada de millones de seres humanos esperanzados y su casi invariable frustración, la nostalgia de la patria lejana, el resentimiento de los nativos contra la invasión, la sensación de inseguridad y de fragilidad en un mundo que se transformaba vertiginosamente, en no encontrar  un sentido seguro a la existencia, la falta de jerarquías absolutas, todo eso se manifiesta en la metafísica tanguística, Melancólicamente dice:

  Borró el asfaltado de una manotada,
  la vieja barriada que me vió nacer...

   El progreso que a marcha-martillo impusieron los conductores de la nueva Argentina no deja piedra sobre piedra. Qué digo: no deja ladrillo sobre ladrillo, material éste técnicamente más deleznable y, como consecuencia, filosóficamente más angustioso..

                                 


   Nada permanece en la ciudad fantasma.

   Y el poeta popular canta su nostalgia del viejo Café de los Angelitos:

   Yo te evoco, perdido en la vida,
   y enredado en los hilos del humo...

   Y, modesto Manrique  suburbano, se pregunta:

   ¿Tras de que sueños volaron?...
   ¿En qué estrellas andarán?
    Las voces que ayer llegaron
    y pasaron y callaron,
   ¿donde están?
   ¿por qué calles volverán?

   El porteño, como nadie en Europa, siente que el Tiempo pasa y que la frustración de todos sus sueños y la muerte final son sus inevitables epílogos. Y acodado sobre el mármol de la mesita, entre copas de semillón y cigarrillos negros, meditativo y amistoso, pregunta:

 ¿Te acordás, hermano, qué tiempos aquellos?

   O con cínica amargura dictamina:

   Se va la vida, se va y no vuelve.
   Lo mejor es gozarla y largar
   las penas a rodar.

   Discepolín, horaciano, ve vieja, fané y descangallada a la mujer que en otro tiempo amó. En la letra existencialista de sus tangos máximos, dice:

   ¡Cuando manyés que a tu lado
   se pueban la ropa
   que vas a dejar...
   te acordarás de este otario
   que un día cansado
   se puso a ladrar!

                              


   El hombre del tango es un ser profundo que medita en el paso del tiempo y en lo que finalmente ese paso nos trae: la inexorable muerte.

   Y así un letrista casi desconocido murmura sombríamente:

   Esta noche para siempre
   terminaron mis hazañas.
   Un chamuyo misterioso
   me acorrala el corazón...

   Para terminar diciendo, con siniestra arrogancia de porteño solitario:

   Yo quiero morir conmigo,
   sin confesión y sin Dios,
   crucificao en mis penas
   como abrazao a un rencor.

                                                                                               ERNESTO SÁBATO


  

martes, 25 de septiembre de 2018

BIEN MILONGA

                Mientras solloza el tango y estás conmigo
                será como ninguna la noche de hoy,     
                te queda tan pintado ese vestido
                que estás resplanceciente en el salón.
                Tu andar y tu sonrisa me han embrujado
                dejame confesarte lo que sufrí,
                pensando en este baile tan esperado
                sabiendo que estarías cerca de mí.

                                 Leopoldo Díaz Vélez


Y... sí, como te lo cuentan en algunas letras de tango, lo vivís en la milonga. Son experiencias vitales y sanguíneas, ¿viste? Y esta noche BIEN MILONGA te recibe para que pases una noche así, llena de emociones. Ya lo decía el gran García Jiménez: "Emoción hay una sola / y es llorar de bandoneones /fraseando acordes de Arolas...". Es de El Baile de los domingos, y nosotros lo repetimos en el de todos los martes.

Estamos como siempre en la Casa de Aragón de Madrid y milongueando senza pausas desde las 21 a las 0 horas con una selección impagable, entre los que se cuentan -obviamente- tangazos de Arolas, como batía el poeta citado.

                                 
Y me voy de tournée  por distintas pistas tangueras europeas, para ver en acción milonguera a algunas parejas que lo bordan. Arranco por Bruselas, allí podemos junar en La Tanguería, a Melisa Sacchi y Crisatian Palomo. Que se lucen interpretando el tango Cachirulo, por la orquesta de Aníbal Troilo "Pichuco.




La siguiente parada es en Hamburgo-Alemania, donde celebran su Festival y donde disfrutamos de Eleonora Kalganova y  Andrés Sautel que giran con las ondulaciones de este valsecito: El aeroplano, por Juan D'Arienzo y su orquesta.

                                        

Y cierro el periplo viajero en la ciudad de Lodz-Polonia  donde también gustan del tango. En este caso es la pareja integrada por Sebastián Achával y Roxana Suárez, que se mandan con esta milonga: No hay tierra como la mía, que ejecuta en forma instrumental la orquesta rusa Solo Tango.

                                      
Y ahora regreso a Madrid porque esta noche me espera BIEN MILONGA. ¡Qué talco!

lunes, 24 de septiembre de 2018

Osvaldo Pugliese

                         

Grabaciones realizadas por la orquesta del maestro Osvaldo Pugliese, entre 1945 y 1946.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Ángel Villoldo

Fue consagrado como "El Papá del tango" por sus creaciones que lo muestran como un gran adelantado a su tiempo, aunque si nos basáramos sencillamente en El choclo, uno de los  más conocidos en el mundo entero, solamente opacado por La cumparsita, podríamos calificarlo como "El Profeta del tango".  Y vale la pena tener en cuenta que Villoldo lo pergeñó en 1903, cuando la música popular porteña recién estaba buscando sus formas.

Villoldo pulsaba la guitarra y se acompañaba con la armónica, adosada a la viola por dos varillas,. Una noche que venía de tocar en una especie de tabladillo, se encuentra en el lujoso Restaurante Americano, de la cortada Carabelas con su amigo,  el músico José Luis Roncallo que dirigía ahí una orquesta. Villoldo lo lleva a la trastienda para hacerle escuchar "un tango que acabo de componer".

                                   
Ángel Gregoio Villoldo

 Roncallo se entuisiasma con el mismo y le pide que lo traslade al papel de inmediato. Y ya escrito el tema, comienzan las dudas. Tocar un tango y en semejante sitio... Entonces a Villoldo se le ocurre otra idea:
-¿Y si la presentamos como danza criolla?
A Roncallo le pareció muy inteligente la idea, y esa noche  de noviembre de 1903, sonó por primera vez El choclo en la Cortada Carabelas, sin imaginar sus protagonistas todo lo que representaría en la historia futura del tango. Dos años más tarde sería editado y consagrado para siempre. Lo han tocado y grabado orquestas de todo tipo en el mundo, incluso cambiándole el ritmo y hasta Louis Amstrong lo cantó y registró con su conjunto y una letra distinta.

Villoldo nació en el barrio de Barracas , el 16 de febrero de 1861, en el seno de una humilde familia. Para ayudar a los suyos y luego como subsistencia propia, hizo de todo. Fue cuarteador, ese oficio tan de su época, que consistía en ayudar a los tramways tirados por caballos a subir cuestas de mucha dificultad. El cuarteador iba montado en su caballo, ataba con una soga a la que llamaban la cuarta, a  uno de los caballos o al hierro que sostenía sus anclajes y atizaba dos talerazos a su monta para que tirara. Así lo hacía generalmente en la Calle Larga (Hoy Montes de Oca).

                                   


También fue tipógrafo en el diario La Nación y en la  Editorial Peuser, resero en mataderos, clown de circo y a la vez estudió guitarra, armónica, una vez dejado el colegio, y más tarde también bucearía en violín y piano. Fue muy festejado y aplaudido en las Carpas de la Recoleta, que festejaban a la Virgen del Pilar, donde solían asistir obreros, empleados y todo tipo de rufianes y hampones. Allí estrenaba sus tangos y en 1903 comenzó a conocer el éxito cuando la cantante Dorita Miramar estrenó su tango El porteñito, en el varieté Parisiana de la calle Esmeralda.

Su figura, su estro, la capacidad para cantar coplas propias, versos pícaros acompañado por su viola payadora, le granjeó muchas simpatías y lo seguían muchos noctámbulos. Incluso publicaba versos en revistas y periódicos. Especie de showman, como se lo calificaría hoy,  va enhebrando obras como Chiflale que va a venir, donde se acompaña con el silbido. En El negro alegre, imita el habla de los morenos y su voz se escucha con agrado en los discos.

                                         


En una madrugada de 1905, Enrique Saborido le hace  escuchar los compases de un tango que acaba de componer: La morocha. Sobre la gastada mesa del boliche donde estaban, Villoldo va borroneando unos versos que terminarán acoplándose a la música del pianista y bailarín uruguayo.
Yo soy la morocha
la más agraciada,
la más renombrada
de esta población...

Este tango lo graba Flora Rodríguez, compañera de Gobbi (p), que tiene tremendo éxito. Y la suerte del mismo crece inesperadamente porque la Fragata Sarmiento en su habitual vuelta al mundo de bautismo, se lleva cinco mil partituras de La morocha, esparciéndolas por los distintos puertos que fue tocando en su largo viaje. Se convierte así en el primer tango famoso a nivel mundial.

Las tonadilleras de moda convencen al poeta-compositor, cantor, músico de crear páginas para ellas y Alfredo Gobbi (p), de que viaje a París con él y su esposa con el fin de grabar discos para la casa Gath y Chaves, tienda de moda en el centro porteño. En la capital francesa, el cuarteador de Barracas, sigue creando temas y grabando y de paso se afilia a la Sociedad de Autores y Compositores franceses. Allí nacerá Alfredito Gobbi y Villoldo será el padrino suyo.

                         


El esquinazo, El torito, Bolada de aficionado (buena grabación de D'Arienzo), El Trece (le puso letra a la música de Spátola), La rosarina, Cuerpo de alambre, Yunta brava, Cuidado con los cincuenta (espléndida versión de Di Sarli), Petit salón, Una fija (Di Sarli y Miguel Caló lo grabaron con  éxito), La taba, Ricotona, Soy tremendo, El pechador, La budinera y otros temas suyos dieron mucho juego en su momento. Sobre todo los dedicados a los bailarines, que fueron unos cuantos.

Este personaje arquetípico del tango, murió de cáncer en octubre de 1919, en la más completa miseria, aunque debería haber vivido espléndidamente de sus derechos autorales. A la semana de su fallecimiento llegó a su casa un cheque de la sociedad de autores de Francia ¡de 10.000 francos! Final injusto para un hombre que dejó su profunda huella en los senderos del tango.

Cómo no recordarlo con su tema más célebre: El choclo. En este caso lo escuchamos por la orquesta dre Carlos Di sarli en su segunda versión grabada, del 30 de junio de 1954. Con la excepcionalidad de que es el único tema en el que luce una variación de bandoneones. En este caso a cargo del gran fueye Federico Scorticati.

El choclo - Carlos Di Sarli

martes, 18 de septiembre de 2018

BIEN MILONGA

       El asilo que brindan tus brazos
       voraz experiencia 
       fragor en mi pecho.
       Es empuje, un faro en mi noche,
       ahuyenta la niebla
       regala ilusión.
       Me angustian temores, desvelos,
       que abras tus brazos,
       liberes mi cuerpo.
                    Haidé Daiban
                           

Martes 18 de septiembre, y como todos los martes en Madrid, bailamos tango en BIEN MILONGA, desde las 21 a las 0 horas, con una música que nos inspira y nos cita en la pista. Milongueamos en el hermoso salón, con piso de madera, de la Casa de Aragón (Pza. República Argentina nº 6) y estamos a punto de cumplir 5 años en esta sala, el próximo mes de Octubre. Lo festejaremos como se debe.

                            

Ahora, te invito a pasear conmigo por diversos festivales donde el tango ha sentado sus reales y se ha hecho tan popular, casi, como en la Reina del Plata, o sea Mi Buenos Aires querido. Donde se inventó y fraguó esta música, la poesía y la danza que nos impacta en el cuore.

Arranco por Amberes (Bélgica), porque allí en el Festival de dicha ciudad podemos disfrutar del baile de la pareja que integran, en este caso, Javier Rodríguez y Fátima Vitale. Que se mandan con el tango Mato y voy, por la orquesta de Osvaldo Pugliese.

                                
De ahí, un viaje facilongo, me voy hasta la capital, Bruselas, donde se teje la política europea. Y también se milonguea -pa'que vean-. En este caso son Aníbal Lautaro y Roxana Suárez, que en el festival de dicha ciudad, se lucen al compás de este valsecito: Miedo, por la orquesta del Rey del compás, cantando Héctor Mauré.

                                                                          
Me queda cerca Torino. Y me piro al norte de Italia, porque allí dan cátedra Sebastián Arce y Mariana Montes. Bueno, son capos en todas partes. Los vemos bailando esta antigua  milonguita: La cara de la luna por el Quinteto Pirincho.

                                                    

Después de estas imágenes sólo nos queda empilcharnos y rajar a BIEN MILONGA. ¿O no?
     

 


 

sábado, 15 de septiembre de 2018

Por qué y cómo escribo tangos

  Escribo tangos porque me atrae su ritmo. Lo siento con la intensidad de muy pocas otras cosas. Su síntesis es un desafío que me provoca y que yo acepto complacido... Decir tantas cosas en tan corto espacio. ¡Qué difícil y qué lindo!

   Para escribir un tango distribuyo mentalmente las incidencias centrales. Divido en partes el conflicto y atento al estado (al estado psicológico, me refiero), al estado anímico, trato de comentarlo con música. Sigo al personaje en su desconsuelo, en su alegría, en su rabia. No he pensado nunca en el otro "Estado", con mayúscula.  De haberlo hecho habría evitado la suspensión por radio de mis canciones. A veces, siguiendo a mis personajes en su alegría y su rabia, disloco mis músicas, lo que sorprende y fastidia a muchos músicos. Dicen que sacrifico la línea melódica en homenaje a la letra y están en un error. Yo rompo de intento la imagen musical trazada. Me lo exige una necesidad.  Quiero que la música diga lo que luego aclararán aún más las palabras. En el reducidísimo espacio de una letra de tango vive toda una historia que salta, se aquieta, llora, ríe, comenta, maldice o se angustia. ¿Cómo sería posible que la música se independice de ello?

                                   


   Un tango es una expresión libre. Su estructura y su técnica constructiva dependen pura y exclusivamente del tema que lo mueve a cantar dándole vida. Los grandes músicos no podrán hacer nunca un tango expresivo. Los mata el tecnicismo matemático que el tango de por sí rechaza.

   Uso el argot por la sencillísima razón de que es más completo en la pintura. Hay estados o tipos o lugares para los cuales el símil académico es impropio por lo desusado.  No entiendo porque es más propio "robar" que "afanar". ¿Por hábito? Bah... Lo que sucede es que hay palabras feas y palabras lindas... Tanto la Academia, como el argot, tienen un sinnúmero de palabras que me desagradan.  Utilizo de ambas las que me gustan por su sabor rotundo o pictórico o dulce. Las hay amplias, curvas, melosas, dolientes. Y las hay en todos los idiomas. Y si mi país, cosmopolita y babilónico, manoseándolas a diario, las entiende y yo las preciso, las enlazo lleno de alegría. Nuestro lunfardo tiene aciertos de fonética estupendos. Quieren matarlo. Hacen reír.

   Me hacen gracia ésos que creen que los idiomas los han hecho los sabios. Si la necesidad de un pueblo es capaz de crear un genio, ¿cómo pretenden que se detenga en la creación de una palabra que le hace falta? Y el lunfardo, en su casi totalidad, se distingue por eso. Su vocablo es siempre más gráfico que el que sustituye, más poderoso y más nuestro. En "Soy un arlequín" me abstuve de usarlo porque no me hizo falta...

                                     


   Mis canciones nacen así: voy caminando por Corrientes y se me aparece un tango en el oído. Primero se me ocurre la letra, es decir, el asunto.  El tema me empieza a dar vueltas en la cabeza durante varios días. Hasta que de pronto estoy sentado en la mesa de un café, leyendo en mi casa o caminando por la calle y empieza a zumbarme en el oído la música que corresponde a ese estado de espíritu, a esa situación de tango. Y aquí se me presenta la tragedia porque yo no sé música. Al piano, apenas le saco cuatro notas. Aprendí violín un año y medio y nunca pude tocar medianamente bien.

   Y desde luego no sé escribir música. Cuando el tango me empieza a silbar en el oído corro a buscar a un amigo para que me lo escriba. Muchas veces, no lo encuentro enseguida. Y aquí empieza la desesperación para que esas notas que de repente se me han presentado -porque es así, se me han presentado- no se me vayan.  Entonces, empiezo a cantarlas. Y sigo cantándolas en voz alta.  aunque vaya por la calle y todos se paren a mirarme como a un loco. Aunque esté en un café y de todas las mesas se vuelvan hacia mí. En ese momento nada me importa. Lo único que me  preocupa es que no se me escape mi tango. Retenerlo con el canto hasta que me lo vengan a atar a la escritura... Y así hasta que el tango quede fijo en el papel. Pero el origen del tango es siempre la calle. Por eso, voy por la ciudad tratando de entrar en su alma, imaginando en mi sensibilidad lo que ese hombre o esa muchacha que pasan quisieran escuchar, lo que cantarían en un momento feliz o doloroso de sus vidas.

                                     


   Mi primer tango lo hice en una época difícil. Vivía con mi hermano Armando en un departamento y él ya tenía planeada la obra "Stéfano". Sólo era cuestión de ponerse a trabajar, pero, no obstante la absoluta necesidad de sacar la obra adelante, única esperanza  que nos quedaba entonces para sortear una situación difícil, yo era el que fallaba... Llegada la hora de ponernos a escribir, yo desaparecía en un altillo con mi guitarra... Allí me valía del sistema más raro. Compuesta una frase, trataba de sacarla en la guitarra y luego, fijándome en la posición de los dedos, la anotaba con dos números, uno que indicaba el traste de la guitarra y el otro, la cantidad de golpes que era preciso dar. Con eso bastaba. Usando esos apuntes que todavía empleo, me aprendía la pieza de memoria que tocada por mí, podía ser transcripta al pentagrama por cualquier amigo mío de ésos que saben escribir...

   ...En cuando a los temas, no se trata de que yo haya intentado darle jerarquía al tango. Mi propósito fundamental fue darle un contenido humano y real...

                                                        ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO

   




jueves, 13 de septiembre de 2018

Victoria Ocampo

Fue una de las intelectuales más importantes de Argentina. Fundadora de la inolvidable revista Sur y de la Editorial del mismo nombre, autora de notables trabajos y promotora de obras literarias de muchos colegas. Incluso su residencia en el barrio de Beccar sirvió de punto de reunión de numerosos y famosos escritores. Fue refugio y sede de la intelectualidad de su época. De origen aristocrático, fue criada por institutrices y de pequeña dominaba la lengua francesa.

Viajó por numerosos países y tuvo contacto con personajes imptantes en diversos lugares. Fundó la Revista SUR en 1931 y allí recalarían plumas como las de Jorge Luis Borges, Octavio Paz, José Ortega y Gasset, Waldo Frank, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sábato, Gabriela Mistral y muchos otros. Recibió varios Doctor Honoris Causas de  universidades internacionales  y fue miembro de la Academia Argentina de Letras y del Imperio Británico.

                                       


La Villa Ocampo, que fuera la morada del veraneo familiar y luego su residencial formal y punto de reunión con intelectuales prominentes de varios países, como Rabindranath Tagore, Graham Greene, Albert Camus, Aldous Huxley, Le Corbusier, Octavio Paz, Indira Gandhi, Antoine de Saint-Exupéry, Pablo Neruda e Igor Stravinsky, entre tantos otros, pertenece actualmente a la UNESCO -legada por ella- y en 1997 ha sido declarada Monumento Histórico Nacional..

Es muy importante, dada su gran personalidad, ver reflejada su opinión sobre el tango en las clases altas de Buenos Aires, porque vivió en persona las noches del Palais de Glace y vio bailar  a personajes como Ricardo Güiraldes y Vicente Madero, que fueron de los primeros en llevar la danza del  tango a Paris, en sus salones aristocráticos. Y así lo reflejaba esta notable escritora.

MI VISIÓN DEL TANGO

¿Y el tango? El tango tan patrióticamente exaltado, hoy que no podemos abrir la canilla de la radio o la televisión sin que salga un chorro de este bailable.
Lo que me llegó del tango, al comienzo, pasó a través de un tamiz, como muchas otras cosas. Su melodía siempre quejumbrosa y su ritmo pausado, como arrastrado, no me atraían. Menos aún el énfasis llorón y la sentimentalidad barata de las letras.Sólo me gustó, y mucho, cuando empecé a bailarlo.

Como baile, descubrí su carácter inimitablemente argentino. en el buen y en el mal sentido. Pero tardé en conocerlo bajo ese aspecto. El tango no se bailaba en los salones porteños ni entre los adolescentes de la clase hoy vilipendiada.  Lo vi bailar por primera vez (¡oh profanación!) en la casa de mi abuelo (el del mate), Lavalle 777 (hoy cine Ambassador). El caserón con patios y magnolias en el fondo era invadido, periódicamente, por 32 nietos turbulentos, de varias edades. Esto permitía, felizmente, dividirlos en tandas (los de quince para arriba, los de quince para abajo) y una vez por semana se presentaba uno de los dos grupos a almorzar o a cenar con los abuelos.

                                 
Ricardo Güiraldes, autor de Don Segundo Sombra y gran bailarín


El nieto mayor se ennovió. Era gran bailarín de tango, fuera del hogar paterno, y un día, tomando las máximas precauciones de no ser "pescado", nos deslumbró al bailar un tango con su novia. Nos encerramos en una salita de Lavalle (centro de la platea del Ambassador actualmente) poco frecuentada por los mayores. La pareja (él y ella eran ejemplares excepcionales de belleza juvenil) bailó cara contra cara en medio de un silencio casi religioso. Ésta fue mi primera visión del tango y no comprendí por qué nos prohibían un baile tan solemne.

Años pasaron y llegó la época en que todos los jueves, lloviera o tronara, entraba en casa, seguido por sus acompañantes, el Pibe de la Paternal (Osvaldo Fresedo). Se bailaba tango la tarde entera. Los campeones de estas memorables jornadas eran Ricardo Güiraldes (sin más celebridad que la que nosotros, sus amigos, sospechábamos que alcanzaría a tener) y Vicente Madero. Este último era un genio en la materia y no creo que nadie haya podido superarlo.

                                   
La orquesta de Osvaldo Fresedo que deleitó a la clase alta de Buenos Aires

Cuando caminaba el tango, todo su cuerpo, al parecer inmóvil, seguía elásticamente el ritmo, lo vivía, lo comunicaba a  que compañera, que contagiada, obedecía ese perfecto y acompasado andar. Poco importaba entonces que las palabras de aquellos tangos fueran dramáticamente sentimentaloides. Estaban redimidas por bailarines tan perfectos como Vicente y Ricardo.
   Percanta que me amuraste...
   Romántico bulincito...
   etc., etc., etc.

Éramos jóvenes y aquello de fané y descangallada no se aplicaba a nuestros rostros sin arrugas ni a nuestros cuerpos ágiles e incansables. De París, Ricardo Güiraldes me escribía:
-Verdad es que me han recibido bien en lo de Mme. Bulteau (señora que tenía un salón literario de gran fama) y que me presentaron personas agradables, pero aquellos Miércoles no valían los anteriores Jueves...¡Juventud, belleza! Éramos trampolines del ideal (véase mi Salomé del Cencerro de cristal u otras divagaciones)

Eso fue para mí el tango. Y no importa que algunos pretendan que eso no es el verdadero tango. Era el mío.

Victoria Ocampo


martes, 11 de septiembre de 2018

BIEN MILONGA

                    Con la cadencia de un tango
                    se fue arrimando a mi lado,
                    su mano sobre mi nuca;
                    seducción entre los dedos. 

                    Le indico que habrá sentadas,                         
                    ochos, traspiés y quebradas,
                    y ella, que es mina avezada,
                    ya sabe de mi intención.

                            Juan Carlos Martínez
              

Martes 11 de septiembre y nos recibe BIEN MILONGA donde bailamos, senza treguas, desde las 21 a las 0 horas. La cita siempre es en la CASA de ARAGÓN, Madrid, que está en la Pza. República Argentina nº 6. No hay problemas de aparcamiento y la música que selecciono es para gastar suela a rolete.

                                         


Y en plan turista y para ir amontonando hambre milonguera con vistas a la velada de esta noche, me mando las vueltas de siempre por esos espacios de tangueros. De arranque me piro a Moscú, donde en la Casa Intrernacional de la Música, Jonathan Saavedra y Clarisa Aragón bailan el tango Gallo ciego, acompañados por la orquesta rusa Solo Tango.



Ahora me doy una vueltita por Estados Unidos, y paso por el ARGENTINE TANGO USA (ATUSA),  para ver cómo se lucen Mariano Logiúdice y Guillermina Quiroga en dos temas. El tango Quejas de bandoneón por  Forever Tango y el valsecito Pobre flor por la orquesta de Alfredo De Angelis, cantando Carlos Dante y Julio Martel.



Y de postre, una milonguita pa'calentar el ambiente. En la porteña Parakultural, la bailan Suyay Quiroga y Diego Chandia.  Suena la orquesta de Francisco Canaro con Ernesto Famá, en No hay tierra como la mía. 

                                         

 ¡Qué me contursi! No me digás que no se te piantan los remos...  Andá lustrando los tarros andá...                                                                                                                       

lunes, 10 de septiembre de 2018

La melodía del corazón

¡Qué historia arrastra este tango que grabara Edgardo Donato con su orquesta el 30 de abril  de 1940 con la voz de Romeo Gavio, y Francisco Canaro con el cantor Francisco Amor diez días más tarde! Está emparejado nada menos que con el gran pianista y compositor polaco Frédéric Chopin. Porque está basado en una de sus obras más célebres: El estudio Op.10 nº 3 en mi mayor. También se conoce esta pieza con el nombre de Tristesse (Tristeza).

Es un estudio con lento cantabile en el que la mano derecha debe mantener su tono melódico en el piano, al mismo tiempo que ayuda con el acompañamiento. Dicen los musicólogos que interpretar la voz principal y parte del acompañamiento con un sola mano conlleva una gran dificultad. Ha sido calificado por reputados críticos como una muestra de calidad de Chopin hacia la ópera romántica y hacia Polonia, su país natal. También se avizora en esta pieza su alma soñadora y melancólica, tan habitual en este genio de la música.

Frederica Chopin
                                   
Curiosamente, la creación del tema señalado, ha servido de muleta para varias piezas de distintos géneros que han tomado como base de las mismas el Estudio Op.10 nº 3, para adosarle unas letras y con arreglos especiales la han ido transformado en obras como por ejemplo:

-La canción de los años cincuenta No other love, que fuera un éxito de Jo Stafford, utilizando como base la melodía de Chopin.

-La canción So Deep Is The Night, convertida en gran éxito en el Reino Unido, para el humorista y cantante Ken Dodd, en el año 1964, que también está inspirada en la melodía citada.

-El tema Lemon Incest de Serge Gainsbourg en Love on the Beat, de 1984, toma la melodía de este estudio y lleva letra escrita por Gainsbourg.

-La canción We were lovers, de Jean Jacques Burnel, tema del anime Gankutsuou, es claramente una variación de este estudio.

-"Wakare no kyoku" (Canción de despedida) tema de fondo del anime Fullmetal Alchemist, del compositor Oshima Michiru, está inspirada en el primer movimiento de la melodía de Chopin, y es vista en el anime, en su capítulo 51.

-Interpretada en el filme I Walded with a Zombie (1941)

-En 2001 la soprano Sarah Brightman adopta esta pieza para convertirla en una canción en francés, llamada "Dans la nuit", con sus característicos toques operísticos.

-La letra de la canción "Divina ilusión", de Enrique Quezada Reyes, fundador y primera voz de "Los Tres Diamantes", es un éxito que desde 1950 perdura en el gusto romántico musical melódico de la lengua española. Las saudades  de esta letra, sintonizan, con delicada cadencia, en el propio sentimiento de nostalgia que emana de esta obra de Chopin.

- La composición "Tristesse" es el núcleo o la base de la película "Red Hot is a 1993 Canadian drama film directed by Paul Haggis"

Y, al margen de estas puntualizaciones extraídas de Wikipedia, este tema que Chopin creó en París a sus 22 años, y lo consideró como la "melodía de su corazón", añorando a la patria que no volvería a pisar, sirvió también para darle base al tango del título.

                                             

Nace en el nuevo viaje de Rafael Canaro en 1938, con sus músicos, para instalarse en París, como base de operaciones. Entre sus compañeros estaban el bandoneonista Héctor María Artola y el pianista Fioravanti  Di Cicco, que tocó en la orquesta de Pirincho, fue incluso secretario suyo y se radicaría definitvamente en Francia al casarse con una mujer de ese país.

En París había entonces una orquesta que tocaba el tema de Chopin como "Tristesse", en forma de canción moderna. A Artola, que aprovechó sus estadías en Europa para estudiar música, armonía y composición, le parecía irrespetuosa esa manera de devaluar la obra del músico polaco. Pero dio la casualidad, que un día que fueron a grabar en un sello subsidiario de Columbia, salió a relucir el tema y Artola comentó el desagrado que le había parecido lo de "Tristesse" por esa orquesta.

Héctor Artola con Luis Sierra y Alberto Marino

Entonces, el director artístico del sello los invitó a que lo hicieran en tiempo de tango, cosa que a Rafael Canaro le pareció una gran idea. También se entusiasmó Fioravanti Di Cicco y lo conversó con Artola para realizar el arreglo entre ambos.  Y como éste último le contaba a Oscar Zucchi:

-Yo dije: Bueno... vamos a hacerlo.... Y arreglé la primera parte  y ordené la armonía de la segunda, para no molestar a Don Federico; fue una forma de hacer conocer a Chopin para los que no escuchan música clásica.

Artola hace pie en Buenos Aires, al regreso, y en 1940, entra en la formación estable de radio El Mundo, que dirigía Alberto Gambino y se dedica a arreglar para varias orquestas. En la radio, charlando una noche con el polifacético Carmelo Santiago, periodista, director de cine, guionista, director de producción musical de Editorial Sopena, autor de varios tangos (Redención, Melgarejo, Canción de ausencia, Amarras, Cuando el corazón, La melodía de nuestro adiós, Judas, Pájaro sin luz ), esposo de la actriz cómica Niní Marshall), hablaron de "La melodía del corazón" y Santiago se ofreció a ponerle letra y editarlo en Sopena.

Carmelo Santiago

Artola le pidió unos días para comunicarse con su compañero Fioravanti y quedaron el volver a verse. Cuando el hermano de Minotto le dio el sí, volvió a juntarse con Santiago, tomaron un par de cafés y Santiago le dijo que en unos días le traería los versos para que los aprobara o desechara. Dos semanas más tarde, el encuentro fue en la radio y Artola quedaría satisfecho con la letra que le adosó  el hombre que escribía sobre tangos en la revista "Sintonía". El mismo Santiago le alcanzó la obra a Donato y a Francisco Canaro, con quien compuso un par de temas, y siempre estaba ávido de novedades.

Y así se escribe esta historia...

Podemos volver a escuchar La melodía del corazón por Edgardo Donato cantando Romeo Gavioli.

La melodía del corazón- Edgardo Donato-Romeo Gavioli






-