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jueves, 29 de diciembre de 2016

Ruggiero





RUGGIERO
                                                                          “Me quema su melena por la boca /
                                                                            y entro a la torva espuma de los solos”
                                                                                                    Juan Carlos Lamadrid
                                                                             
Garúa en mi cuore lejano vichadero
de evangélicas notas de arrabales,
que acaudilla tu fueye cadenero,
en nochemisa de  taco y de percales.

Yumbeando, tu melena teje el rito,
digitando, el rumor te da la cana:
La zurda del diego de Fiorito
y la diestra, una mano monzoniana.

Zapa de repe  tu fértil botoneo,
marca con tiza; la pista, -puro trombo-,
es arrebato florido y canyengueo.

El cuore se pialó y te mandó al bombo
pero dejaste sembrado un bordoneo
de tiopa, de salón y de quilombo.

                    José María Otero


                                                                               
El tango Catuzo, de Osvaldo Ruggiero, grabado por la orquesta de Osvaldo Pugliese, el 7 de diciembre de 1949.

Catuzo - Osvaldo Pugliese
















miércoles, 28 de diciembre de 2016

Pedro Laurenz






   LAURENZ
                                                                            “Vos dejá nomás que algún chabón /
                                                                              chamuye al cuete
                                                                              y sacudile tu firulete”
                                                                                                 Rodolfo M. Taboada


Barrios orientales:
Reus, Unión,  Aguada, Cordón
y el mandato del tango.
Vos, quinceañero Pedro Blanco
con tus hermanos Laurenz,
abrevabas en el fueye
y en esos atrios tauras
horneabas tu historia.

Te bendijo la laureada decareana
y abriste el conservatorio
del digitar catedralicio
ayuntado al otro Pedro, el gran baqueano.

Bardo cadenero
de páginas tremendas
que vistieron los paisajes de la ciudad feérica
y supusieron un antes y un después
en nuestra música patria
derramada en las calles:
Mala junta,  Risa loca,
Mal de amores,
Berretín, Orgullo criollo, Amurado,
Como dos extraños, Milonga de mis amores…

Láminas que vuelven siempre; bailarines
Que reclaman el acento llamador
De tu paleta milonguera y tu fueye patricio.

Fuiste poblando pentagramas paicos
creando atmósferas en la comarca idílica
con una sonoridad distinta y revelada
y le arrancaste el nuevo latido al bandónium
que inventó un alemán, sin imaginar
que de esa caja salieran tales filigranas
desbordando los cálidos reductos
al hurgar en esa selva de botones
que domaste de pibe en aquella Villa Crespo
de patios de conventiyo con perfumes malvoneros
y maduraste junto a troesmas
que te dieron la chapa.

Con sombra de bailarines
dibujaste tu estela
y sembraste la nocturnal belleza de arrabal
que hoy regresa épica,
al estallar en la pista 
el fértil racimo de tu savia nutricia,
La revancha, Vieja amiga, Marinera…

Ese instrumento
que se te incrustó en la sangre
se entregó acompañando
a tu pinta gardeliana
de percha y gomina
y anclaste en el corazón de Corrientes
junto a nuestro faro-obelisco
porque te lo ganaste a pulso.
De puro guapo.

        José María Otero

lunes, 26 de diciembre de 2016

De Caro y Troilo

En el año 1932, Julio De Caro con su orquesta, fue contratado para presentarse en la sala del Cine-Teatro Astor, de la Calle Corrientes 746. El conjunto estaba en pleno apogeo por su evidente participación en la evolución del tango y atraía a numerosa cantidad de público y músicos en general. Llamó mucho la atención de que acoplara para su orquesta a un bandoneonista jovencito de 18 años, llamado Aníbal Troilo, que ya había asomado su talento en otros formaciones.

Ante la necesidad de abrir más los sonidos de su orquesta, De Caro agrandó la misma, firmando en bandoneonues a Troilo, Calixto Sallago  y Alejandro Blasco, reforzando así a Pedro Laurenz y el cieguito Armando Blasco -hermano de Alejandro-. En Violines Simón Reznik y Vicente Tagliacozzo, se unieron a José Niesow y el propio Julio De Caro. En contrabajo  estarían José y Vicente Sciarreta y también formaban dos pianos, a cargo de Francisco De Caro y José María Rizzutti. El cantor era Antonio Rodríguez Lesende.

                                         
La orquesta que formó De Caro en 1932. Troilo está parado, detrás del cieguito Blasco


Debido al suceso obtenido, incluso en programas radiales y en otras salas, recibió De Caro una suculenta oferta de Mendoza Consultó con todos sus músicos y le respondió una unánime aprobación a la aceptación de la misma. Fueron contratados  en el Teatro Independencia y el Casino de Mendoza y el éxito desbordó todas las previsiones. Debieron prorrogar las actuaciones, incluso en radio y el Director narraba así las "aventuras" en el Casino local.

   -Al terminar nuesra actuación pagué a mis compañeros de labor y, una vez libre, me fuí a distraer un rato al casino, probando suerte en la ruleta. Mi sorpresa fue grande, al verlos ya instalados a todos y jugando como locos.

    -Naturalmente me disgustó mucho este episodio, porque nuestras fuerzas no eran las mismas. Yo no tenía obligaciones, y muchos de ellos tenían familias que mantener. Me acompañaba un muchacho, "Barquina" (hoy popular periodista y amigo fiel de siempre), el que también hincaba el diente en la ruleta, volviendo de rato en rato a mi mesa, cuando se "secaba", para darme "datos seguros", sobre los posibles números ganadores.

                                               


   -Divertido, le hice caso, acertando las más de las veces, y con esto ganando lo suficiente para sacar del pozo a mis músicos, completamente "pelados", resarciéndolos a todos de su quiebra y llevándolos en tropel al hotel.

   -Recuerdo aún la cara de "Pichuco", muy joven entonces, cuando, ya poniéndome serio, le hice desistir de su empeño de volver a las andadas en el juego.

Claro que habrá sido esa noche, porque Troilo contaba siempre, que en la temporada veraniega en Mar del Plata había perdido seis coches, que entregaba a los clásicos prestamistas de los casinos para poder seguir jugando. Y palmando, claro. Al año siguiente de esta actuación, participaría en la película Los 3 berretines, en un trío con dos compañeros de aquel viaje: José María Rizzutti y Vicente Tagliacozzo.

                                            
Di Sarli, Troilo, De Caro, D'Arienzo, Rufino, leyendas del tango

Su marcha hacia la gloria seguía imparable y estos peldaños que fue recorriendo, terminarían de germinar en su propia orquesta que llenaría toda una época del tango. En los años 1949 y 1966, Pichuco llevó al disco una selección de tangos de Julio De Caro, y de algún modo estaba mirando hacia atrás y recordando los pasos de su camino hacia el reconocimiento popular. Yo les traigo la Selección que grabó el 22 de julio de 1949.

Anibal Troilo- Selección de Tangos de Julio De Caro




viernes, 23 de diciembre de 2016

Feliz Navidad

A todos los seguidores y amigos de TANGOS AL BARDO, quería decirles en este día: ¡Que tengan una Feliz Navidad! y lo pasen muy bien con sus respectivas familias.

Hoy es una noche familiar y entrañable por la reunión y por la cena que los reúne, en cualquier país de los tantos que siguen este blog tanguero. Les agradezco el respaldo que tiene el mismo, por vuestro interés y amor por el tango, y lo seguiremos nutriendo de tangos, recuerdos e información.

                                        


Y lo mismo les deseo a los bailarines que acuden a BIEN MILONGA. Esta noche no estamos, pero sí el próximo Martes  27, en que despediremos al año como se merece y nos daremos una buena biaba milonguera en la pista madrileña de la Casa de Aragón.
                                 

La imagen puede contener: una persona, sombrero
A Todos:                                                 
                                  ¡FELIZ NAVIDAD!

 


                                                   

                                               


                            

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Luis Cardei

Recuerdo cundo Miguel Ángel Zotto me hablaba entusiasmado de la gran compañía que estaba armando para su genial revista teatral tanguera, con la cual sería ovacionado en tantas ciudades europeas. Y me contaba de su frustración por no poder incluir al cantor Luis Cardei en la misma, dados sus problemas hemofílicos y la imposibilidad de viajar. Pero, como a tantos, le entusiasmaba la forma de interpretar que tenía este muchacho que afrontó tanta desgracia en su vida.

Verlo cantar y escucharlo, acompañado por Antonio Pisano y su bandoneón, ya fuere en El club del vino, de mi amigo Cacho Vázquez, que vivió exiliado en Madrid,  en la Cantina de Arturito que estaba en mi barrio de Parque Patricios o en Gandhi, nos motivaba. Uno se olvidaba de sus taras físicas y quedaba anclado en su forma de cantar, de enfatizar, con su voz chiquita pero bien colocada. Por algo se había pasado la infancia escuchando tangos en la radio, en su casa de Villa Urquiza, dado que no podía jugar con los demás niños, debido a su problema. A esa enfermedad tremenda en su niñez y que  lo dejó cojeando para siempre y ayudado por un bastón para caminar, luego de su reclusión en la cama por largo tiempo.  Debía tratar siempre de no dar la mano con fuerza, ni cortarse.

                                     


Su padre cantaba tangos y el tango se le metió en vena desde su postrada niñez. La vitrola, la radio, los discos de Gardel, hicieron el resto. Su vida se apoyó en el tango y las peripecias que narraban los temas gardelianos pasaron a ser su hábitat, cuando despuntó como cantor temprano y los muchachos del barrio lo empujaron a presentarse en concursos, tan habituales entonces. De los cuales no sacará réditos, pero que sirvieron para varearlo frente a diversos públicos que quedaban sorprendidos ante su esmirriada figura y esa manera de interpretarlos. Con esa voz flaca, y su castigado físico, pero que llegaba a la gente. Los que lo veían y escuchaban con entusiasmo y querencia,  fueron pasando el dato y así fue teniendo noches de mucho público que lo aplaudía con ganas.

Todos quienes hemos admirado desde chicos a Gardel disfrutamos a los cantores que interpretan su repertorio, pero con personalidad propia, sin imitaciones que, a veces, deviene en caricatura. Luisito Cardei, les dió a esos temas un tono personal, intansferible, que es lo que define a los buenos de verdad. Aunque nunca pudo tener una orquesta completa detrás suyo, igual se ganó al público porteño que lo distinguió. Sabía entonar esos temas para llegar a la gente.

                                   


En los cafés de la capital siempre solía militar la figura del quinielero. Un personaje familiar que aceptaba apuestas a los caballos de carrera o las distintas loterías, en forma clandestina y gambeteando a la policía. A Luisito no se le ocurrió mejor manera de sobrevivir, y ayudar a su madre viuda,  que dedicarse a ello en su barrio, dado que no podía encontrar trabajo alguno, y la bohemia lo ganó temprano. Cantaba en cafés, en clubes de la zona, allí donde lo invitaran o empujaran los muchachos de la barra. Yo lo descubrí en uno de los tantos viajes de visita a la ciudad que había dejado atrás pero que estaba presente en mi cuore a toda hora.

En principio daba un poco de pena verlo por su figura y el hecho de que cantaba sentado la mayoría de las veces, debido a sus dificultades. Cuando lo fui descubriendo, me emocioné. Aquellos temas gardelianos que escuchábamos con mi hermano en la radio cobraban nueva vida en su voz pausada, que llegaba a fondo por el modo de interpretarlos. Después lo seguí en los lugares donde actuaba, en cada retorno, había filmado con Solanas, grabado tres elepés, le habían hecho muchos reportajes  pero mantenía ese tono chamuyado, ese toque que lo distinguía. Los ojos vivarachos, su alianza perpetua con el bandoneonista Antonio Pisano, aunque también tuviera alguna vez otro acompañamiento, y esa cosa de muchacho de barrio, de café, que tanto lo acercaba al público. Su repertorio era extenso y su oreja guardaba inflexiones, matices y silencios que mucho se agradecían. Era ideal para escucharlo en recintos pequeños, cercanos. En estrados informes, espacios íntimos, para perpetuar lejanas emociones.

                                 
Luis Cardei y Antonio Pisano, una yunta cautivadora
                  
Escuchar tango tiene algo de liturgia secreta y gozosa. El menudo artista asentado en la médula de las palabras. Las que fluyen por su entendimiento y están aromadas de porteñidad. Se trata de alcanzar un toque personal en lo artístico y Luis Cardei lo consiguió, pese a sus enormes problemas de salud. El paisaje de la memoria  que nos dibujaba con su estilo cercano, pero también ocurrente, trasnochador, desinhibido, nos devolvía a la memoria fracturada.

Murió con 55 años en el año 2000. Se había casado, tenía un hijo, Alfredo, y sus ídolos eran Gardel y Raúl Berón. Daba talleres de interpretación en su casa y era muy respetado por sus alumnos. En una de las tantas transfusiones que debía hacerse permanentemente, contrajo la hepatitis C, que lo llevó a internaciones permanentes hasta dar su último suspiro. El diario francés Le Monde, lo había llamado "el rengo fascinante" en un reportaje.

                                         


Y vuelve en videos, que cambian todo el mapa de la actuación en vivo, el ambiente, cómo adecuaba su tono a los temas que cantaba y la complicidad que mantenía con su público. Por eso lo recordamos así... así... así... que diría Pichuco.

En este caso canta el tango El último guapo, de Leo Lipesker y Abel Aznar.

                                               

                                                       
Uno de los últimos  que cantó en su vida, fue: Los cosos de al lado, de José Canet y Marcos Larrosa.  Y lo interpretaba de este modo, siempre junto a Antonio Pisano.

                                         

                                         

lunes, 19 de diciembre de 2016

Mi camino

El 27 de febrero de 2013, publiqué en este blog una nota sobre el excelente violinista, compositor y director Antonio Rodio.  En la misma, hacía un pequeño racconto sobre como lo conocí en una sala de espectáculos de Santiago de Chile, cuya orquesta dirigía. Incluso fui invitado a una cena posterior, a la gala-despedida, de una artista argentina, por el dueño de la sala y me tocó sentarme junto a él. Así pude tratarlo, charlar largamente  y conocer datos y anécdotas sobre su larga actuación en Argentina.

Un seguidor del blog me escribe al mismo y me pide que hable de este tema del título. Está compuesto en sociedad con José María Contursi, sobre la música previa de Rodio. Igual que otros tres temas que firmaron juntos como Angustia (Bella creación de Fresedo-Ray), Y la perdí y Cosas olvidadas. Todos estos tangos figuran en la antología de temas que escribiría el Catunga Contursi, dejando un testimonio amargo y hermoso a la vez, de su interrumpido romance con Grisel.

                                         
José María Contursi


Precisamente Grisel había vivido en el pequeño Pueblo de Guaminí -provincia de Buenos Aires-, a unos 500 kilómetros de la capital. Era amiga de infancia allí, de las hermanas Omar, que harían huella en el tango, pero sus padres se mudaron al pueblo cordobés de Capilla del Monte, y fue invitada por Nelly a acompañarlas a una radio porteña donde debutarían como cantantes. Así vino a Buenos Aires la adolesceste de 17 años que dejaría una profunda huella en el tango.

Porque, apenas llegaron a radio Stentor, en Florida 8, y se encontraron con el joven y apolíneo locutor, José María Contursi, los ojos de Grisel y el Catunga expresaron un sentimiento intenso. Ella tenía 17 años, él 26 y la historia habla de una pasión que duró hasta la muerte de Contursi. Desde aquel día de 1935 y todos los avatares sucedidos hasta su unión definitiva en Capilla del Monte en 1962 (él viudo, tres hijas, ella separada, una hija), corrió mucha agua, mucho dolor, muchas amarguras bajo el puente de la vida de ambos.

                                          
Susana Gricel Viganó

Son una ristra tan desorbitada los temas que le dedicara Contursi durante esa separación, que no creo que exista una producción siquiera parecida de algún autor en el mundo, en temas musicales llorando a su amor imposible. Yo escojo algunos, así, de memoria y sin completar la extensa nómina, me salen esta maravilla de títulos:

Vieja amiga, Tu piel de jazmín, Verdemar, Es mejor perdonar, Como dos extraños, Claveles blancos, Por calles muertas, Jamás vendrás a mí, Toda mi vida, Cristal, Si de mí te has olvidado, Sin lágrimas, Amor que se hace llanto, Grisel, Garras, Cada vez que me recuerdes, En esta tarde gris, Sombras nada más, Tú, La noche que te fuiste, Junto a tu corazón, Quiero verte una vez más,  Tabaco, Al verla pasar, Bajo un cielo de estrellas, Como aquella princesa, Cuando no existas más,  Esas cosas del corazón. Cobarde, Cuando te tuve a tí, Esclavo, Has de volver un día... o los 4 con Rodio.

                               
Orquesta Miguel Caló en Chile, 1946. Antonio Rodio es el primero por izq.


Mejor, no sigo, basta con estas maravillas. Porque pareció transmitirle su pasión a todos los músicos que colaboraron en los temas que él escribiera, redondeando entre ambos una producción, quizás reiterativa, pero hermosa. En Mi camino, se despacha de entrada con su espiche de amor desesperado.

Perdido entre las sombras de mis noches afiebradas
sin tu amor, mi desolado corazón...
quiero llorar
¡Tanto soñar... tanta ilusión deshecha...!
Hoy vivo triste, acompañado con mi queja.
Quisiera reprocharte todo, todo lo que has hecho
pero qué... si ya no es mío tu querer,
¡no escucharás!

Es como la naturaleza de la conversación íntima, trasladada a un tango. Sus palabras, sus quejas se arrullan buscando lo perdido. Su transmisión es fresca, dolorosa, humana y figura entre las joyas del género. Así va transmitiendo su propia biografía en un relato sugerente, hipnótico, que nos lleva hacia sus inolvidables tangos y valsecitos. En su alianza con los grandes compositores construyó un corpus sonoro que sigue latente en nuestras vidas a través de las grabaciones. Tienen una estética  muy lograda y las viejas heridas, abiertas de par en par, nos golpean las orejas y el cuore. Un amor emotivo, épico.

Me resigno a perderte       
si lo quiere el destino.
Seguiré mi camino
arrastrando mi amor.
Y al llegar, dolorido
ya sin fuerzas ni fe,
he de arrancar feliz
y dejaré a tus pies
mi sangrante corazón.

El tema está coloreado de excesos, que hablan del momento en que se confesaba en tangos. En la primera bis sigue con su letanía  doliente pero ya ha relatado su via crucis, vencido por un amor que no supo o no pudo retener, cuando se desangraba en este tema interminable, y lo dejo así.

La música de Antonio Rodio ilustra felizmente a los versos y el tango Mi camino, fue llevado al disco por la orquesta de Francisco Lomuto, con el cantor Jorge Omar,  el 7 de enero de 1937.

Mi camino - Francisco Lomuto-Jorge Omar



sábado, 17 de diciembre de 2016

Tango brujo

                                                                                 
                        Sos de cuna humilde
                        y has paseado el universo,
                        sin más protocolo,
                        que tu música y tus versos...  
                                                       
          



Francisco Canaro escribió su Tango brujo y sabía lo que decía, porque lo paseó por Europa y Estados Unidos, amén de otros países sudamericanos. Y fue, en este sentido, un adelantado y un visionario. Porque su aventura y su presentimiento se han hecho realidad, tantos años más tarde. La fiebre ha llegado a tal punto que hay numerosas orquestas y conjuntos de distintos países, que tocan nuestro tango "a la manera de...". Y lo sacan muy bien, sobre todo para exorcizar los pies de bailarines de otras razas, otros pueblos, otras costumbres.

El tango viaja y triunfa, rescatando del olvido a compositores, cantores, poetas, músicos y orquestas que dejaron una obra maravillosa. En BIEN MILONGA, la que hacemos en Casa de Aragón de Madrid,  sábados y martes,  restallan todas aquellas obras que nos legaron, y bailamos con esas orquestas geniales que se quedaron a vivir en las grabaciones. Afortunadamente. Pasan los años, y como los buenos vinos, uno les aprecia mejor sus cualidades y las disfrutamos a tutiplén.

                                             


El tango es, hoy día, universal. Costaba creerlo cuando se encontraba con tantos obstáculos en su propio país, donde las autoridades y la cultura le negaron el pan y la sal. Pese a ello, el público supo apreciar eso que le llegaba al cuore y verdaderas muchedumbres se desplazaban a clubes, confiterías, cabarets, a radios, teatros, para poder escuchar a sus ídolos y bailar con ellos. Algo que quienes hemos podido vivirlo, lo llevamos en la sangre  para siempre

Y para que veas cómo ha sido el crecimiento en el mundo, en Europa por ejemplo, me doy la recorrida sabatina y arranco en Belgrado donde el bailarín y profe argentino, Julio Mariño, que ha viajado por este continente promoviendo, organizando espectáculos y festivales y bailando, se manda este tangazo. Con la bailarina local Sonja Zivanovic, bailan Te aconsejo que me olvides, por la primera orquesta de Aníbal Troilo, cantando Fiorentino.

                                                                                    


Sí, sí...el tango no se quedó a vivir sólo en los arrabales porteños sino que tomó vuelo como una palomita blanca y mi paso va adelante y atrás el corazón. ¡Qué querés papá! Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias. Late un corazón... déjalo latir... Y el mío late como loco cuando bailo un tanguito, un vals o una milonguita. Acá, en Buenos Aires o en la China. Como le pasa a esta pareja de bailarines de San Petersburgo: Maxim Gerasimov y María Valesileva-Marinova, que les ponés a Juan D'Arienzo y su orquesta, cantando Alberto Echagüe y les agarra la loca les agarra. Sobre todo en las variaciones finales. Mirá lo que hacen con Mandria. ¿Ves?., los muchachos del otro lado del mundo se cazan el embale. Como nosotros.


                                      

Y yo, que querés que te diga, que los buenos maestros han sembrado y cómo, para que a estos milongueros les agarre el fierrito con el tango, dejen sus modus vivendis y yiren por el mundo como Copes, el Cacha o Miguel Zotto. Ya están vacunados para todo el viaje y apenas suena un fueye se tiran como locos a la pista. Una pareja que lo trabajó groso, fue la de Sebastián Arce y Mariana Montes. Grandes troesmas  que saltearon fronteras, fueron abriendo camino y el resultado de tantos buenos bailarines que aprendieron los yeites con ellos, está a la vista. Sin dejar de lado, a otros maestros de verdad, ojo, que supieron transmitir sobre todo el sentimiento íntimo del tango. Por eso vuelvo siempre a ellos porque me da gusto verlos y se lo han ganado a pulso. ¿Por donde andan ahora? ¡Ah, sí! Acá están en el festival Sultanes, de Estambul, Tuquía  y se mandan con una milonguita: Con toda la voz que tengo, por Troilo-Fiore.  Vamos allá...

                                       

Y menos mal que esta noche tengo la milonga, porque ya me tiritan las venas que da calambre...

viernes, 16 de diciembre de 2016

Tus labios me dirán

                                                                                 A mi querido amigo Eduardo Sibilin

Héctor Marcó y Emilio Brameri pergeñaron este tango, que el segundo llevó al maestro Di Sarli para ver si le gustaba y podía incorporarlo a su repertorio. El maestro de Bahía Blanca, leyó los versos de Marcó, escudriñó la melodía y la tocó al piano. Hizo un gesto afirmativo y le confirmó a Brameri:

-Está muy bien. Arréglemela nomás.

La orquesta lo estrenaría, cantando el sanjuanino Jorge Durán, en un programa radial. Fue en los comienzos del año 1945 y fue llevado al disco el 8 de marzo de ese año. Era el cuarto tema que Durán registraba con Di Sarli y realmente es todo un acierto, porque con su hermosa y potente voz alegoriza la doliente pérdida del amor.



Cuando lo bailo en la milonga -me sucede con muchos temas-, me voy metiendo en los versos, al igual que en la música y lo bailo con más intensidad. Es una interpretación sincera, cantado por un intérprete que siente la música y sabe extraer el máximo de una canción. Se trata de un conjuro de palabras que demoran el fin y resulta un magnífico alegato, de fuerza sombría y fractura doliente.

No me quieres más, ni te culparé
si de esto eres capaz, mi llanto ocultaré,     
pero sólo tú, tú y mi corazón
darán cuenta a Dios alguna vez.
Nada queda ya, nada por decir,
te aprestas tú a empezar
y yo para partir.
Pero, por mi amor, cállate el adiós
te pido ese rincón para morir.

Lo estoy imaginando a Durán con su perpetuo cigarrillo, envuelto en volutas de humo y avezado en estas lides amorosas, de rupturas permanentes y comienzos de nuevas aventuras, estudiando los versos de Marcó que más tarde habrá de estrenar luego de fatigantes ensayos. Durán sabía lo que era estar infectado de desamor sin estridencias y los versos  le calzaban perfectamente. La música de Di Sarli con su orquesta le da el marco perfecto para entrar de lleno en ese final.

Vivir...
como una sombra tras de tí,                      
como un eterno soñador
quise alcanzar tu amor
para abrazar mi fe.

Rodé...
y entre mis lágrimas ahogué
los dulces pétalos de luz
que desfloraban en mi cruz
como un turbión, tus labios.

El final es el que todos hemos vivido alguna vez y que las peripecias de la vida, con el tiempo,  remiendan el agujero de la pérdida. Está demostrado cue, cuando nos enamoramos, el metabolismo se pone como loco a disparar endorfinas. Un fenómeno de sugestión que dibuja muy bien Marcó  y que demuestra que el fenómeno de las endorfinas ocurre, incluso luego que la persona que lo inspira se haya ido, pero sigue estando presente en el pensamiento. No sabemos cómo se disparan esos procesos, ni porque suceden, pero creemos ciegamente en las órdenes que nos dan nuestras enforfinas. Hasta que llega el final del capítulo.

Por ellos me negué a la vida,                                                               
por ti me resigné al dolor
y hoy...
que de rodillas a tu alma quiero amar
tus labios me dirán adiós.

Si además de todo ese racconto recordatorio lo escuchamos entre un manto de lluvia como el que tenemos hoy en casi toda España, el efecto se prolonga y quiero bailarlo, después de escucharlo atentamente una vez más....

Tus labios me dirán - Carlos Di Sarli-Jorge Durán