Cuántas veces oimos nombrar a los autores de algunas páginas popular del nomenclátor tanguero, y nos suenan mucho, pero lo vamos dejando escurrir de la memoria sin prestarles la atención debida. Sobre todo a algunos de estos
próceres que se labraron a pulso una nombradía y respeto debidos. ya que su obra sigue mostrando que no fue cosa de una efímera moda, como tantas en la música, sino que siguen sonando sus creaciones y despertando justa admiración.
Francisco Nicolás Pracánico, nacido en el pueblo de San Fernando (limita con Tigre y San Isidro) en 1898, en el seno de una humilde familia, tuvo que dejar los estudios para salir a lustrar zapatos con su cajoncito de madera, con el fin de ayudar a los padres, ganándose algún dinerito. Sus inicios musicales lo pintan mientras aguardaba a los clientes y como si se tratase de un llamador, dándole cuerda a la armónica que llevaba en el bolsillo y que era un regalo familiar.
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Francisco Pracánico en 1935 |
Se le daba muy bien, sin saber música, y le fueron regalando una flauta, luego una guitarra y hasta un desvencijado piano que se encargó personalmente, dedicándole horas, a repararlo como buenamente podía, con elásticos de aquellos que llevaban las cajas de fósforos, ajustándoles las clavijas y las desvencijadas teclas. Sólo, sin maestros le fue arrancando los sonidos al piano que encarnaba su futuro. Y como lo recordaba con Héctor Bates, estaba de lavacopas en un café que había en el cine del pueblo.
Un día en que el pianista faltó y el cine estaba a tope de gente, el público empezó a dar muestras de impaciencia; comenzaron "pateando" el piso y llegaban a amenazar con una batahola de proporciones.
Alarmado, el chico le dice al dueño, apellidado Lamberti.
-Si usted me deja yo voy a tocar el piano...
-¡Qué vas a tocar vos! -respondió cabreado el aludido- Andá a lavar las copas que ni para éso servís...
Insistió Francisco, el público seguía exasperado. Al final llegó el permiso, con muchas dudas.
Muy decidido, Francisco se sentó al piano y tocó
El caburé. Se llevó una formidable ovación al terminar de tocar el tango de Arturo De Bassi. Fue el paso adelante que daba inicio a su carrera de músico. Fue contratado para tocar todos los días, le doblaron el sueldo y enseguida se lo triplicaron. Al poco tiempo lo contrataron en el cine Teatro Variedades y allí forma su primera orquesta, con dos hermanos suyos y un violoncellista.
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La orquesta de Pracánico en la película Monte criollo. Abajo están Magaldi y Noda |
Aparte comenzó a estudiar piano en el Conservatorio de Adolfo Carabelli que estaba en su misma localidad. En ese tiempo compone su luego famoso tango
Pampa, y sus mentas llegan a la capital. Con otro amigo y poeta de San Fernando, Herminio Servetto, lograrán dos éxitos:
Madre, en 1921 y
Sombras, en 1922. En 1919 se instalará en la capital, como pianista del quinteto de Augusto Berto, en el Bar Domínguez. Razzano lo escucha tocando su tango
Madre y lo invita a visitar a Gardel para pasárselo.
Carlos Gardel, que lo llamaba
Praca, le había grabado en ese año 1923, la zamba (letra y música de Pracánico)
El corazón me robaste, a la que seguirían
Enfundá la mandolina, Madre y diez obras más del pianista de San Fernando
: Mentira, Perdóname señor, Pobres flores, Si se salva el pibe, Sombras, Tango porteño, Te odio, las zambas:
Aunque me cueste la vida y
Machaza mi suerte; y la ranchera:
Hasta que ardan los candiles. Ignacio Corsini grabó 10 temas de Pracánico
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Decide dar un paso al frente y formar orquesta propia La integran, Pracánico al piano y dirección, Ángel Moncagatti
en contrabajo y Eduardo Scagliotti en violonchelo, Gabriel Chula Clausi y Domingo Scarpino en bandoneón, y nada menos que Manlio
Francia y Elvino Vardaro en los violines. Con esta típica actuó en el
Jockey Club, el Tigre Hotel, el “Hotel Conte” de Mar del Plata y en el
famoso “Chantecler” porteño. Acompañó a Azucena Maizani en la
inauguración del teatro “Astral” y allí, con él, debutó Carlos Dante. También acompañaría con su conjunto a Mercedes Carné, Dorita Davis,
Ada Falcón y Carmen Duval.
Los discos que grabara econ su orquesta en el sello Electra están prácticamente desaparecidos, pero su nombre se vincula a numerosos temas que fuera labrando a lo largo de su vida, ya fuera en el rubro tango, como en folklore, que también se le daba muy bien. Como compositor demostró sobradamente su capacidad creadora y además supo aunar su talento al de poetas que urdieron junto a él, páginas que orlan el género popular.
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Francisco Pracánico y Carmen Duval |
Con Celedonio Flores compusieron:
Mentira, Quién hizo el tango, Si se salva el pibe, Te odio, Bruja y C
orrientes y Esmeralda. Con Discépolo:
Condena. Homero Manzi escribió los versos de
Monte criollo, Muchacho del cafetín, Vivir vivir, Burla, Creo, Cuchi Corral, y
El vals de los recuerdos. Con Luis Rubistein compuso:
Mirame a mí, No volverás a tu barrio, Si tu quisieras, Virgen de Guadalupe, Camino de Buenos Aires. Con Oscar Rubens:
Los muñequitos. Con Manuel Romero:
Tango porteño. Con Héctor Marcó: S
ueño de mis sueños. Con Horacio Sanguinetti:
Alhucema. Con Roberto Chanel y Claudio Frollo:
Escúchame Manón. Y la lista es muy larga..
Sin duda alguna, Francisco Pracánico merece un sitial de honor entre los compositores de tango porque su obra así lo demuestra. Además ha sido un músico cabal querido y admirado por sus pares. Afortunadamente, aquel chiquillo que lustraba zapatos en las polvorientas calles de su pueblo, supo llegar muy lejos con la música que tanto le atraía y que incluso despuntó en algunas películas.