Este tango de Francisco García Jiménez con música del fueye Anselmo Aieta, es una hermosa y cromática pintura de esa zona porteña que tantas veces hemos cruzado. Ya fuere para ir al hipódromo de Palermo, a la cancha de River Plate, o para comer en algunas de esas cantinas empinadas en las esquinas del barrio y que nos proporcionaban reuniones de amigos, de familia, inolvidables.
Bajo Belgrano... Cómo es de sana
tu brisa pampa de juventud,
que trae silbido, canción y risa
desde los patios de los studs.
¡Cuánta esperanza la que en vos vive!.
La del peoncito que le habla al crack:
-Sacame 'e pobre, pingo querido,
¡no te me manques p'al Nacional!...
Las visitas al hipódromo eran comunes en las barras de muchachos. También estaban los fanáticos del escolaso, jugadores empedernidos que soñaban con cazar fortunas en sus apuestas y volvían sumidos en la tristeza, la mayoría de las veces. Pero el hipódromo tenía mucha vida y los gritos de la multitud cuando se alzaban las cintas eran realmente estremecedores. Y¡ni te cuento un final de aquellos de bandera verde, cabeza a cabeza!...
García Jiménez fue un poeta que pintó esa porteñidad de una manera maravillosa. Jamás lo vi en el hipódromo y por lo que sé, no era burrero, o sea, aficionado a las carreras de caballos. Pero sí era un periodista, escritor, poeta, criado en un barrio humilde que vivió toda esa maraña de pasiones y sentimientos y supo expresarlos en aquafortes maravillosas como lo hizo en este tango.
Calle Blandengues... donde se asoma
la morochita linda y gentil,
que pone envueltas con su mirada
sus simpatías sobre un mandil...
En la alborada de los aprontes,
al trote corto del vareador,
se cruza el ansia de la fortuna
con la sonrisa del buen amor...
Resulta realmente delicioso ir recorriendo las estrofas de Bajo Belgrano. Aquellas revistas dedicadas al turf se vendían desde mitad de semana, con el detalle de las carreras, cuidadores, jockeys y performances para que los jugadores pudiesen estudiar sus chances. Fue siempre una pasión de los porteños junto al fútbol y el tango, con la diferencia de que acá estaban las apuestas como gran ilusión.
La tibia noche de primavera,
turban las violas en "El Lucero",
se hizo la fija del parejero
y están de asado, baile y cantor.
Y mientras pierde la vida un tango
que el ronco fueye lento rezonga,
se alza la cifra de una milonga
con el elogio del cuidador.
Bajo Belgrano... cada semana,
el grito tuyo que viene al centro:
-¡Programa y montas para mañana...
Las ilusiones prendiendo va...
Y en el delirio de los domingos
tenés reunidos, frente a la cancha
gritando el nombre de tus cien pingos
los veinte barrios de la ciudad!...
Este tango fue compuesto en 1926, y ese mismo año lo grabó Carlos Gardel,que era un gran burrero, acompañado por las guitarras de Ricardo y Barbieri. Lo reflotaría en una hermosa versión Alfredo De Angelis (Otro burrero con stud propio) y la voz de Julio Martel el 20 de abril de 1949. ¿Lo recordamos?