HORACIO FERRER- Troilo fue el que cambió el tango. El tango
moderno lo inventó él con sus pocos conocimientos musicales, pero con su
condición de gran músico. Tenía la sensibilidad y la capacidad de ser un
director con todas las de la ley. Nació para eso. Evidentemente, dirigía todo.
Él estaba en un escenario y ya tenía la idea de cómo debía que estar la
orquesta, cómo vestirla y cómo tratar a los músicos. A Troilo, cuando se
mimetizaba con el bandoneón, se lo podía ver con los ojos cerrados, como viajando
por su interior, de donde salían las más exquisitas melodías. Esa imagen, tan
típica, tenía una explicación. “Hay que saber el repertorio de memoria. Mis
músicos saben 120 tangos, las orquestaciones de memoria. Porque cuando se lee
la música se hacen dos trabajos: leer y expresarse. Cuando se sabe de memoria,
se hace uno solo, que es expresarse”, decía Pichuco.
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Horacio Ferrer y Pichuco |
EMILIO BALCARCE- ¿Cómo hubiera tocado Pichuco hoy? Igual, no. Tampoco lo hubiera hecho Pugliese, ni Gobbi, ni nadie. Todos tuvieron una manera muy particular de tocar, pero musicalmente siempre evolucionaron y lo hicieron junto a la gente. ¿Qué se tocaba? ¿Qué se grababa? Lo que el público aplaudía. Hay que hacer un tango que se entienda. No complicarlo tanto. Una música que "enganche" a la gente.
ERNESTO BAFFA- Estar en la orquesta de Troilo era como tocar el cielo con las manos.
Era un fenómeno con un talento tremendo. Y tras haber
recorrido tres de las mejores orquestas del tango, en sólo once años,
pasé tres lustros a la derecha de Pichuco. Entré con 27 años y me fui con 42. El día que me llamó, para incorporarme a su orquesta yo estaba en casa de mi madre, Rosario, y me dijo el Gordo.
’Habla Pichuco, nene; estamos en el Marabú. Venite para acá que vas a empezar en la orquesta’”- Y yo Volé; yo volé. Nos volvimos muy cercanos, al punto que muchos
de los solos que había en sus composiciones me los daba para que los
tocara yo, mientras él dirigía. Mi relación con Troilo comenzó el día
que creyó que el que estaba tocando en la orquesta de Salgán era
Leopoldo Federico. Pero era yo.
RODOLFO MEDEROS- Más que recuerdos prefiero hablar de qué significa para mí Aníbal Troilo. Lo que significa es mucho. Tiene que ver con algo sustancial para un músico: lo que he descubierto gracias a Troilo es el concepto de economía musical. La música no es buena porque tenga mucho, sino porque precisa poco. Se trata de hace más con menos. Un escultor tiene una piedra y para llegar a su escultura saca en vez de poner, eso hacía Troilo. Esto no se estudia en un libro de armonía sino que se aprende teniendo un corazón abierto y alguien cerca como Aníbal Troilo. Los músicos cometemos el pecado de creer que tenemos que poner en el papel todo lo que hemos aprendido; eso tiene más que ver con la vanidad que con lo artístico. Troilo ha sido una especie de terapeuta, nos ha hecho mejores a quienes supimos captar eso.
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Troilo y Piazzolla |
ASTOR PIAZZOLLA- Mi
afecto por el Gordo nunca se modificó. Quizás hubo una discusión, algún enojo
pasajero cuando me fui de su orquesta, pero siempre nos quisimos mucho. Nunca
decreció mi admiración por él. Al contrario. El paso de los años me hizo
valorar todo lo que hizo. No escribió una gran obra, digo en cantidad, por ahí
son 25 o 40 temas, pero son todas joyas, una mejor que la otra. Yo agarro un
bandoneón toco “La última curda” y se me caen las medias. Si Troilo hubiera
tenido una cultura musical mayor, ni me imagino hasta dónde podría haber
llegado. Es posible que su intuición haya cubierto ese bache, incluso para
convocar músicos y arregladores, siempre se rodeó de los mejores. Él tenía la
mejor partida de nacimiento, empezó de pibe con el sexteto de Elvino Vardaro y
Osvaldo Pugliese. ¡Casi nada!
FEDERICO SILVA- Siempre me importaron más -aunque recién ahora lo comprenda- la media
docena de notitas estiradas de Pichuco que las escalas ascendentes y descendentes
que otros pudieran -pueden- ubicar en el mismo espacio de tiempo. Una cosa
convoca mi admiración, la otra toca mi sensibilidad.No sé si me explico bien,
pero les voy a contr una frase que lo resume todo y es de mi amigo Juan Carlos Borde:“En
general la gente está tan ocupada mirando los fuegos de artificio, que pierde de
vista las estrellas”. No se me ocurre ningún aplauso mejor para los fraseos
casi conversados de Ciriaquito que después Troilo sublimara.
RAÚL GARELLO- Yo pasé por varios estilos musicales, pero la
que me quedó es la marca de Aníbal Troilo. Los estilos son como el pulso de los
músicos. Este es un género profundo y tantos aspectos de los que se podría
hablar toda la noche.
Estuve doce años con `Pichuco' y fui
arreglador de esa orquesta. Allí conocí todos los demás estilos, porque Troilo
fue una especie de imán, de continente de todo lo que sucedió con el tango en
la primera mitad del siglo XX. Y fue una suerte de eje en el movimiento musical
tanguístico y el promotor de las generaciones que vinieron en la segunda mitad.
Entiéndase, Argentino Galván, Astor Piazzolla, Julián Plaza, y a mí también me
tocó un pedacito de la `torta' de Aníbal. Es famosa la goma de borrar de Troilo
frente a sus arregladores. Tuve la satisfacción de haber sido una de sus
víctimas. Él era quien daba la medida justa de lo oportuno y de lo que tenía
que ir. Ni una nota más, ni una nota menos. Troilo tuvo siempre en su música un
gran sentido del equilibrio y la oportunidad.
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José Colángelo y Troilo |
JOSÉ COLÁNGELO- Con Troilo pasó una cosa muy linda.Yo estaba trabajando en un bolichón de Güemes y Malabia llamado
Matinata. En ese momento estaba conmigo Ciriaco Ortiz. Un tipo se puso
al lado mío mientras estaba tocando y me dice: «¿Usted es Colángelo? Me
pidió el maestro Troilo que le preguntara si quiere tocar con él».
Recuerdo que Ciriaco dejó el bandoneón, se rascó la cabeza y me dijo:
«Decile a tu mujer que compre otra olla. Vas a comer todos los días,
ahora».Estuve con él, del 68 al 75. "Soy el único heredero de su sonido, el único que quedó vivo. La orquesta de Troilo tenía un misterio, que
siempre sonaba bien. El Gordo tenía tanta mística que por ahí grabábamos
y cuando queríamos tocar algo decía: «No pibe, la primera toma es la
sincera». Era genial en tantas cosas que cuando uno le preguntaba cómo
hacer un solo contestaba: «Pibe, usted tiene, ¡ponga!» Un tipo muy
generoso."
LEOPOLDO FEDERICO- Hablando de la música del tango, cuando escuchaba que alguien decía: "Troilo toca dos notas y esas dos notas valen más que las mil que puede tocar XX", yo subestimaba esa manera de razonar. ¿Cómo puede ser ésto?, me preguntaba. Y el tiempo me fue enseñando y aceptando que vale más cantar una frase (sin dejar de hacer presente un recurso...) Claro, no es cuestión de tocar redondas. Esa manera de decir... es cuando te atrapa para seguir escuchándolo.
JULIO PANE- Pertenezco al mismo barrio que Troilo: el Abasto. El lazo afectivo con él fue muy grande., a pesar de la diferencia de dad -nací en el 47-; pero lo conocí a través de mi papá y de mi tío, que eran bandoneonistas. Trabajé con Troilo en Caño 14, yo estaba en una orquesta y él con su cuarteto. También coincidimos en El Viejo Almacén. Yo era un chico. Su figura era un incentivo para nosotros: decisiva y patriarcal. Subir al escenario en donde estaba el maestro era una esperanza. Fue un maestro antes y después del bandoneón. Él se basaba mucho en la escuela de Pedro Maffia -mi papá también había estudiado con Maffia-. Hay dos escuelas importantes: la de Pedro Laurenz y la de Pedro Maffia. En Troilo se unifican ambas. Nos dejó todo lo que había recogido. Fue una bisagra, un ejemplo a tomar todos los días, como Gardel. Además, fue el hombre más bueno que conocí.
JOSÉ VOTTI- "Toquemos piano porque están hablando muy fuerte"
–nos decía en el cabaret Marabú–. Al hacerlo, la charla general comenzaba a
aplacarse, hasta que ya nadie hablaba. Recién entonces empezábamos a tocar a
pleno. Yo tocaba de pie, pegado a su mano derecha. Nunca le escuché fallar una
nota. Tenía un touche de gran artista. Llegaba increíblemente a los ligados y a
los pianísimos. Pichuco era muy buena persona, muy fino, exquisito. Un señor.
El sabía que era grande, pero lo manejaba muy discretamente. Eso se veía
especialmente en las giras, durante las cuales teníamos que compartir hotelitos
de muy poca categoría. En una ocasión estábamos ofuscados porque no llegaba la
plata y un compañero se refirió a Troilo con un grueso insulto. Al instante,
Pichuco se asomó por la ventana y preguntó: "¿Me llamaban?". En los viajes siempre
había ocasión para un "picado". Él jugaba muy bien al fútbol. Al español Juan
Alzina lo incorporó en 1943 porque era muy hábil con la pelota, y tal vez sólo
en segundo lugar porque era un excelente violinista.
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En la primera orquesta de Troilo, Toto Rodriguez está a su izquierda. |
JOSÉ MIGUEL "TOTO" RODRÍGUEZ- En 1936 tocamos juntos con Pichuco en radio El Mundo. Después de trabajar nos íbamos al Pichín Bar, de Corrientes y Maipú con Ciriaco, Fiorentino, Orlando Goñi, Puglisi y Pichuco a comer y tomar copas. En una de esas trasnochadas alguien nos ofreció actuar en el Cabaret Marabú. Tiramos al azar un nombre porque nadie se quería hacer cargo de una orquesta y la ligó Troilo. Después pasamos al café Germinal. Con Troilo estuve hasta 1948. Aunque no seguimos juntos fuimos grandes amigos. Comíamos papas soufleé, en el restorán Las Delicias. Él era un tipo simple, muy amigo de la noche. Goñi lo llamaba Michelin (por el muñeco hecho de neumáticos) y él se ponía en pose de boxeador para pelearlo.
LUIS ADOLFO SIERRA- La integral personalidad musical de Aníbal Troilo pareciera no guardar equivalencia de dimensión creadora en el momento de la recapitulación de todo lo fundamentalmente importante que aportó el talentoso artista definitivamente ganado por la admiración y el reconocimiento unánimes, sin excepciones.Tanto el ejecutante como el director de orquesta -artífice de un concepto de tango inconfundiblemente suyo- y el compositor de páginas bellamente concebidas, conforman uno de los repertorios musicalmente más ricos en los anales de nuestra música popular. El bandoneonista Aníbal Troilo fue uno de los más completos y brillantes ejecutantes de ese instrumento tan representativo de nuestro tango.Acaso no fuera un estilista como Pedro Maffia, ni un virtuoso a la manera de Carlos Marcucci, ni un creador de inagotable inventiva en el hallazgo de originales recursos de ejecución como Pedro Laurenz, ni el descubridor de ese fraseo "como conversado" que impuso Ciriaco Ortiz. Pero Aníbal Troilo fue, a la vez, todo eso...y, por sobre todo fue Aníbal Troilo.
JOSÉ GOBELLO: Aníbal Troilo fue una necesidad de,l tango.
(Varios de estos comentarios sobre Pichuco los he extraído de diferentes notas y fuentes)