Cuando el ritmo de aquel tango les marcó un compás de espera
como sierpes animadas por un vaho de pasión,
se anudaron ... Y eran gajos de una extraña enredadera
florecida entre las lluvias de los dichos del salón.
-¡Ahura, m'hija!- aulló el compadre y la tosca compañera
ofreció la desvergüenza de su pálido impudor,
azotando con su carne como lengua de una hoguera,
las vibrátiles entrañas de aquel chusma del amor.
Persistieron en un giro; desbarraron los violines
y la flauta dijo notas que jamás nadie escribió.
Pero iban blandamente, a compás, los bailarines
y embriagada la pareja, sin notarlo, se besó...
MARCELINO DEL MAZO
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