León Benarós |
Le dio un fuelle su bautizo.
Era de otra muchachada
que entre taquito y sentada,
sacaba viruta al piso.
Del tango hizo lo que quiso;
por él cantaron las violas
por él lloramos a solas...
Pido atención, compañeros;
a sacarse los sombreros:
¡estoy hablando de Arolas!
Espigado y palidón,
de pantalón orillero,
a lo cantor el sombrero
y el tango en el corazón,
se metió en el bandoneón
del boliche de la esquina
y a un compás de chamuchina,
sobre pisos encerados
vio brillar los charolados
con caña de gabardina.
Si algún organito añejo
pasa por el arrabal
o alguien silba, bien o mal
el tango Derecho viejo,
nos estremece el pellejo
su responso milonguero
y un réquiem arrabalero
tirita en las calles solas:
es que rezan por Arolas
y hay que sacarse el sombrero.
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