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lunes, 31 de julio de 2017

Ernesto Franco

Lleva la marca en el orillo de su paso por la orquesta de Juan D'Arienzo, que siempre tuvo en su formación a fueyes de este calibre, porque la fila de bandoneonistas tenía que picar en el momento adecuado, sucediendo a la marca vibrante del piano y la suave intervención del violín de Cayetano Puglisi para luego entrar en staccato desbordante, Y así convertir la pista en una vibrante sucesión de figuras rápidas, envolventes, siguiendo la marca de esas variaciones made in D'Arienzo que siguen agitando el suelo de tantas milongas del mundo.

Ernesto Franco nació en el porteño barrio de Caballito, pero también fuimos convecinos en Parque Patricios, aunque él es mayor y debutaría jovencito en la escuadra de Elvino Vardaro, con sus jóvenes 18 años, que ya anunciaban a un instrumentista de fuste. Dos años más tarde sería convocado por otro ilustre, Osmar Maderna para su orquesta que pisaba fuerte en el corazón  de los porteños, y ya daba la medida de la capacidad de este músico joven y con grandes aptitudes.

                                     
Ernesto Franco


Enrolado en la formación de Roberto Caló, compartiría espacio en la fila de fueyes, a la muerte de Maderna, con Eduardo Rovira, Celso Amato, Edelmiro Toto D'Amario y Eliseo Marchese, dando otro paso adelante en su carrera musical. Había estudiado con los maestros A. Rossi y F. Lombardini, instado por su padre y los estudios le servirían para destacar como instrumentista y arreglador. Con la orquesta de Roberto Caló llega al disco en dos temas instrumentales: Lorenzo y La cachila. Y debuta como compositor con Después que te perdí, que lleva letra de Horacio Sanguinetti, cantado por Alberto Santillán,  y también el instrumental que firma con Osvaldo Tarantino: Sacale chispas.

Al disolverse la formación del hermano de Miguel Caló,y luego de un encuentro con charlas entusiasmantes, forman un cuarteto de fueyes entre Franco, Julián Plaza, Alfredo Marcucci y Atilio Corral, "a cappella". Y si en la orquesta de Maderna le había tocado reemplazar a Leopoldo Federico, en 1953, Alfredo De Angelis lo convoca para suceder a Toto Rodríguez, que dejaba al pianista de Banfield. Y cuatro más tarde pasaría a la orquesta de Osvaldo Fresedo reemplazando a Roberto Pérez Precchi.

                                                   
Franco, en el centro de la fila de fueyes de la orquesta de Juan D'Arienzo

Nacido en 1929, tenía 29 años, y un más que interesante camino recorrido en la música popular, suficientemente baqueteado, cuando recibe el llamado de Juan D'Arienzo para incorporarse a su triunfante orquesta. Allí alcanza su culmen porque puede dar rienda suelta a su inspiración y temperamento. Sucedía a Enrique Alessio, nada menos. Y estaría en la escuadra del Rey del compás 17 años, nada menos, codo a codo con compañeros como Carlos Lazzari, Aldo Junnissi, Luis Maggiolo, Felipe Ricciardi y Juan Carlos Niesi.

Participó en alrededor de cuatrocientas grabaciones con la orquesta, desde 1958 a 1976. Y viajó a Japón con la misma, invitados por el príncipe Akihito. D'Arienzo no subía ni en broma a un avión y delegó el mando en el pianista Juan Polito. En el lejano Oriente se presentarían con un éxito impresionante, en los años 1968 y 1970.

Desde el alejamiento de D'Arienzo, Ernesto Franco no ha parado de trabajar. Curtido en el estilo del maestro de Balvanera, con el que ha conquistado a sus seguidores, sigue hurgando en el yeite milonguero de los porteños y extranjeros que llegan al país llamados por el tango, y su orquesta sigue evocando aquellas resonancias sonoras que movían a los bailarines de los cuarenta y cincuenta.

Podemos apreciarlo en esta versión de La cumparsita. Franco dirige a la orquesta, realiza el arreglo y sigue dándole cuerda a su bandoneón.

                                

O, en este caso, interpretando el tango de Mario Canaro y José María Contursi: Quiero verte una vez más, que canta Claudio Garcés.

                                       
                                     

                                   


miércoles, 26 de julio de 2017

Otra vez

El tango del título, que me ocupa hoy, es otro mojón en el camino de la historia que vivieron José María Contursi y Susana Gricel Viganó. Ella sería la Gricel del tango del Katunga Contursi y Mariano Mores, que percutió hondamente en los cenáculos tangueros cuando en octubre de 1942, lo graba para la posteridad la orquesta de Aníbal Troilo con la melódica y susurrante voz de Fiorentino.

El poder de las palabras que cautivan y embelesan, que explican e iluminan, nos detallan en aquel hermoso tango, las vicisitudes de un romance que tendría cuerda para rato y sería carne de los temas percutientes que serían paridos por el hijo del inventor del tango-canción, con los avatares de un romance interruptus y sus inusitadas variantes, como el casamiento de cada uno de los protagonistas. Él en Buenos Aires, ella en Córdoba.

                                 

Gricel y José María Contursi

Se conocieron en 1934, en radio Stentor donde el apolíneo Katunga era locutor. Gricel venía acompañando a sus dos ex vecinas y amigas del pueblo boneaerense de Guaminí: las hermanas Nelly y Gori Omar, que la invitaron a bajar desde Córdoba -donde se había mudado con sus padres-  para asistir a su presentación en una emisora porteña. Gricel tenía entonces 14 años y el Katunga Contursi, 23. El romance fue fulminante. Las miradas lo dijeron todo y comenzaría una historia que poblaría al tango de páginas plenas de carga significativa y romántica.

Los temas del hijo de Pascual Contursi están escritos mayormente en primera persona y rastrearlos y reescucharlos nos llevará inevitablemente a los pormenores del romance y sus rocambolescos avatares. Porque mientras ella ganaba concursos de belleza en Capilla del Monte -Córdoba-,  el Katunga se había casado con su novia, Alina y tenían una hija. Acosado por una fiebre intestinal y por recomendación médica, él decide viajar sólo a Córdoba, en 1938,  y en el pueblo de Capilla del Monte se reencuentra con su añorada y bella Gricel.

                                      

Los documentos son los guardianes de los hechos, de las fechas precisas y los actos que van labrando el tejido de las biografías. La incertidumbre que no dejó nunca de minarlos por dentro a estos dos protagonistas, retorna en la antigua urgencia y la escritura del reencuentro dará paso a este tango, al cual le pondrá música el bandoneonista y antiguo compañero y compinche de Pichuco: Jorge Argentino Fernández.

Vuelvo a tu lado otra vez
porque me falta valor para seguir,
sangran cansados mis pies
de andar sin rumbo y vagar por senderos extraños.
Yo no sé si tuve miedo del silencio de mi pieza
que escuchaba entre las sombras los reproches de tu voz,
no he podido desde entonces ahuyentar esta tristeza
que acompaña siempre, siempre mi herido corazón.

Ambos eran jóvenes y estos temas dejan una constancia lúcida y desencantada de la realidad cotidiana, donde el amor, el paso del tiempo y las dificultades del protagonista, constituyen una materia propia para reverberaciones melancólicas. Y a través del tango conocemos los pormenores del romance, sus lagunas y la historia fugitiva que permanece y conmueve.

¡Ya me ves... estoy cambiado! Traigo fiebre en la mirada,
me he pasado tantas noches, conversándole al dolor,
sin pensar que mientras tanto, consecuente, me esperabas
con un rezo entre los labios y un suspiro en tu perdón.
He venido de tan lejos arrastrando mi esperanza
para hablarte de mi penas... de ese abismo en que me hundí
¡Pero qué!...si tus ojeras tan profundas por el llanto
me hacen ver que no fue tanto, mi tormento y mi  sufrir.

A través de los pliegues y repliegues de la imperfecta e incesante historia, con sus nuevos capítulos, las zonas del alma en penumbras y lo extraño de un amor, por entonces no consumado, las cuitas íntimas, se desgranan en Otra vez.

                                       
Final: Casados en Córdoba



Al verte, vida, no sé
cómo he podido vivir sin el calor de tus besos.
Al alejarme pensé
que lejos iba a olvidar... y más pensé al estar lejos.
Sepultura de mis penas, cofre azul de mis caricias
la tibieza de este nido que mi espíritu abrigó,
sensación de paz y alivio que me brinda tu sonrisa
mientras bañan tus pupilas dos lágrimas de amor.

Este tango lo estrenó Libertad Lamarque en radio Belgrano acompañada por el trío de Alfredo Malerba (con Antonio Rodio y Héctor María Artola), en ese año 1938. Lamentablemente no lo llevaría al disco, pero podemos escuchar la versión radiofónica. También acompaño el registro de Francisco Lomuto cantando Jorge Omar una parte de los versos, del 9 de junio de 1938.

Otra vez- Libertad Lamarque

Otra vez- Francisco Lomuto -Jorge Omar


lunes, 24 de julio de 2017

Alfonsina

Félix Luna y Ariel Ramírez inmortalizaron a esta genial poeta en una canción que dió la vuelta al mundo, por su belleza, y por la protagonista que ocupó un papel estelar en la literatura americana de los años veinte y treinta del siglo pasado. En Uruguay la homenajearon junto a Gabriela Mistral y Juana de Ibarborou, por todo lo que significó para la mujer, la obra de estas grandes escritoras.

La historia es muy conocida y triste, por su trágico final en las aguas de Mar del Plata. Acabo de regresar de la playa y en algún momento la recordé a  Alfonsina Storni, cuyo nombre procede de Alfonso -su padre-,  que nació en Lugaggia, cantón suizo de Ticino en 1892, pasó su infancia en la provincia argentina de San Juan, se hizo maestra rural en Coronda -Santa Fe-, impartió la enseñanza en Buenos Aires, ciudad porteña que la cobijaría, y le daría las páginas de La Nación para que, con el seudónimo dre Tao-Lao, pudiera mostrar sus aptitudes.

                               



En 1920 se hizo con el premio Municipal de Poesía y enseguida el segundo premio Municipal de Literatura. Sería profesora de literatura en la Escuela Normal de Lenguas Vivas, volvería a Europa en dos oportunidades, escribió y publicó ocho libros de poemas y algunas obras de teatro y la muerte la esperaba tempranamente, cuando apenas tenía 46 años. Dejaba un hijo, sin padre conocido, lo que demuestra su personalidad emancipada, para la época, y el cáncer de mama que la había acosado un año antes sería el presagio de su triste final.

La despidió todo el mundo académico y literario. Tuvo grandes amigos como Horacio Quiroga (que se le adelantó en el suicidio), José Ingenieros (fue médico suyo incluso), Manuel Gálvez, Eduardo Mallea, Enrique Larreta, Arturo Capdevila y muchos otros que compartieron con ella reuniones de fuste. En este mundo que ha hecho de la velocidad una forma despiadada y fascinante de conocimiento, los poemas de Alfonsina nos obligan a pensar y rumiar su mensaje. Como por ejemplo en Oye, donde termina así su mensaje poético:

Y una noche triste, cuando no me quieras,
secaré los ojos y me iré a bogar
por los mares negros que tiene la muerte,
para nunca más.

                                             



El tango también se acordó de Alfonsina Storni. Leopoldo Díaz Vélez escribió los versos recordatorios y Francisco Pracánico les puso música. El tema se llama:

Y nunca más tu amor.



El viento viene del mar,
y mientras ruge al pasar
me deja un gusto salobre.
La noche vuelve otra vez, buscándote,
mi musa pobre.
Supimos ir vos y yo,
con poca ropa y sin pan
bebiendo vinos de sol,
los dos
pidiendo a Dios salvar,
tu triste vida, que después
se deshojó en el mar. 
                                                                                    
Nunca, nunca más tu voz,
y nunca más tu amor
me arrancarán este martirio.
Tanta dicha y tanto bien,
y yo, cobarde, sin poder
salvar tu vida del suicidio.
Fui mil veces a buscar
tu voz más allá del mar
y aún más allá de mi delirio.
Rocas... Playas... Murallón
...y nunca, nunca más tu amor.  


Existen escasos registros de este tango. Entre ellos escojo el de la deliciosa María José Mentana, que lo grabó acompañada por orquesta. Y así la recordamos a la inolvidable Alfonsina.





jueves, 6 de julio de 2017

Cacho Tirao

Oscar Emilio Tirao, nacido en Berazatagui (Buenos Aires), el 5 de abril de 1941, falleció en Buenos Aires el 30 de mayo de 2007. Dio conciertos en todo el mundo, acompañó a grandes artistas, fue un guitarrista excepcional y formó en el célebre quinteto de Astor Piazzolla.
   
En un país que ha dado enormes ejecutantes de guitarra, el hecho de que haya sido considerado por numerosos especialistas como el más completo de todos, da una idea de lo que ha representado Cacho Tirao para la música. Con guitarra española y con guitarra americana, la excepcional calidad de su sonido, el fraseo casi mágico y una extremada sensibilidad en la acentuación lo consagraron tempranamente y mereció la cita de infinidad de estrellas del canto y la música recabando su talento impresionante.   

                                               


No en vano el maestro Joaquín Rodrigo al escucharlo en un festival guitarrístico  en Arlés, Francia, le sugirió que hiciera el equivalente a Concierto de Aranjuez pero con la música de Buenos Aires y así surgió su Concierto para guitarra clásica y sinfónica y Conciertango Buenos Aires.  Porque una de las peculiaridades de este impresionante músico es que fue admirado por los tangueros, los clásicos, los adictos al jazz, o los seguidores de la música folklórica argentina, la judía, la religiosa o de la bossa nova. 

Formado por su padre que tenía una academia en la localidad de Berazategui, a los 4 años ya se había familiarizado con el instrumento (“Aprendí las notas antes que el abecedario”) y a los 6 ganaba un premio. Como también dominaba el saxofón y el clarinete, tocó en orquestas de jazz y cuando su padre le presentó a Andrés Segovia en Radio El Mundo con 8 años, sintió que una luz intensa guiaría de ahí en más su camino. El gran maestro español se radicaría en Montevideo y marcaría la estela de innumerables músicos latinoamericanos.

                                
Quinteto Piazzolla. O.Manzi.Tirao, Kicho y Agri

 Paco de Lucía, compañero de actuaciones de Cacho  le comentó: “El toque que tienes, lo has sacado de Segovia”. Escuchándolo en el programa Argentinísima donde Tirao ejecutaba folklore, Atahualpa Yupanqui, que no era manco, le soltó con su agudeza habitual: “Un gallego diría que tiene usted demasiados dedos en la mano”. Ello le sirvió de reflexión y se fue volcando hacia la introspección  y  la emoción. También le sirvió escucharse en el coche camino de Mar del Plata: “¡Que barbaridad, cuántas notas…!”, 

Modificó el mensaje y así fue como hizo llorar a muchos espectadores con su interpretación intestinal del Ave María de Schubert.  Acompañó a artistas como George Maharis, Josephine Baker, Raphael, hizo los conciertos de la Misa Criolla. Viajó por el mundo con Los 5 latinos.Su ductilidad le llevó a grabar con músicos de todos los géneros sin ensayo alguno, encerrado en los estudios, sin hora de salida. A los 12 años dio su primer concierto, recibió un  premio, formó en orquestas de tango y de jazz y a los 16 era solista del Teatro Argentino de La Plata, comenzaba a grabar jingles publicitarios y entraba en el mundo del tango. 

                               



Ástor Piazzolla lo convocó para su célebre Quinteto, en el que estuvo 3 años,  y en 1970 grabaría en vivo con la orquesta los cuatro temas que Astor  bautizó a la manera vivaldiana: Verano porteño, Otoño porteño, Invierno porteño y Primavera porteña. También tocó y grabó con Piazzolla su operita María de Buenos Aires. El gran bandoneonista se había maravillado con el registro que Cacho había hecho de su Adiós Nonino e incluso le hizo unos arreglos especiales para él y lo instó a que grabara mucho más. Así los discos de Cacho Tirao han llegado a los 37 y de Recitales espectaculares que conducía por Canal 7,  llegó a vender 1 millón de copias. 

El último que hizo fue  con su hija Alejandra en los cantables –Renacer- y luego de pasar los dos peores momentos de su vida. En un disparo accidental de pistola que creyeron de juguete, Alejandra mató a su hermano Gabriel y la pérdida de su hijo lo llevó al músico a refugiarse en la religión evangelista, afirmando que su fe lo había salvado. En 1970, durante un concierto en la localidad de Adrogué, cayó fulminado por un infarto cerebro-vascular que derivó en una hemiplejía, los médicos dudaron de que pudiera salvarse y pensaron que nunca podría volver a tocar. De 104 kilos que pesaba bajó a 70 y ya no pudo dejar el bastón. 

                                          


Fueron 5 años de duro trabajo para volver a acariciar la guitarra. Una muestra de su capacidad la expone en 1971 con su primer disco: Mi guitarra, tú y yo, en el cual dejó patente ese sonido guitarrístico mezcla de concertino virtuoso y el músico popular, tocando el banjo, el laúd barroco  de 15 cuerdas, la guitarra de 12 cuerdas, la española, el cuatro y el charango. Viajó por todo el mundo, fue admirado por Leo Brower, el Mono Villegas, Rodolfo Mederos , Davaid Caswell, Joaquín Rodrigo –a quien le dedicó un tema- Atahualpa, Eduardo Falú, Piazzolla  o Paco de Lucía con quien realizó muchos conciertos. 

Delicadeza y disonancia se superponen provocando ondulaciones sonoras que duran en los espacios de silencio. Los tangueros nos emocionamos cuando recreamos en el compact sus versiones de Adiós Nonino, Romance de barrio, Milonga de mis amores o Sur, donde acaricia, encapsulando, las modestas dulzuras, la esencia de la vida. El lenguaje musical  anuncia y da sentido a lo que sucede. Y con ello acentuamos nuestras nostalgias y abrimos nuestras ventanas porteñas a las tibias aguas primordiales.

Lo podemos escuchar y recrearnos con sus interpretaciones. Primero, Adiós Nonino, de Ástor Piazzolla y a continuación la milonga de Mariano Mores: Taquito militar. Y porqué no, en Recuerdos de la Alhambra.

Adiós Nonino - Cacho Tirao

Taquito militar - Cacho Tirao 

Recuerdos de la Alhambra - Cacho Tirao

martes, 4 de julio de 2017

Bien milonga

                              Tango que sos un encanto
                               de quien escucha tus sones,
                               tango que atraes corazones,
                               con tus dulces cantos
                               y tus bandoneones.
                               Sos de cuna humilde,
                               y has paseado el universo,
                               sin más protocolo,
                               que tu música y tus versos



Martes a la noche, Madrid, un sitio para despuntar el vicio de bailar el tango, y BIEN MILONGA nos acoge en su refugio para recibir la madrugada con la sensación de haber pasado una noche entrañable. La Casa de Aragón, en la capital española, justo frente a la hermosa Plaza de los delfines, es el sitio escogido y apreciado. Allí escuchamos música milonguera al mango y la pista de madera es el lugar donde trazamos nuestros dibujos, nuestras ansias bailables y todo el sentimiento que nos desborda.

 Es la magia del tango que nos convoca y nos imanta. Y el tiempo vuela. Por eso es bueno estar en el arranque y no perdernos ninguna tanda. Cada orquesta, cada tema, la música, la poesía, los integrantes de cada orquesta, los arregladores, los cantores, los instrumentos, rezuman las épocas gloriosas e imbatibles que ha tenido el tango, y bailar esos temas nos sumerge de pronto en un pasado glorioso que ha vuelto con toda la fuerza y la polenta que encierran aquellas grabaciones del 40/50.

                              



Ya sabés que los días de milonga me gusta yirar por distintas pistas de este problematizado planeta, para mostrarte cómo sienten y bailan el tango en distintos festivales y encuentros. La atención de los espectadores, ver cómo disfrutan lo que están viendo, sus ganas de entrar en la pista, es el espejo que demuestra la atracción de esta danza y su influencia mágica.

Arranco hoy en  la milonga Tango amor, de Estocolmo-Suecia, con la pareja radicada en Escandinavia, que integran Anna Sol y Aldo Velasquez. En este caso, bailan el tango Tal vez será su voz, por la orquesta de Lucio Demare, cantando Raúl Berón.


                                              

 Me voy ahora a Berlín, y me planto en la milonga: Nou tango. En este caso son Marie-Anne Morin y Özgür Karahan que se mandan con: No hay tierra como la mía. Milonga que interpreta la orquesta de Francisco Canaro con la voz de Ernesto Famá.

                                         


Y para cerrar esta panoplia de exhibiciones, me traslado a Gante -Bélgica-, donde la pareja integrada por Laura D'Anna y Sebastián Acosta, bailan el tango Trasnochando. Lo ejecuta la orquesta típica El afronte y canta Marco Bellini.

                                          
                                             


Y a las 21 horas comenza Bien Milonga... ¿Te la vas a perder?                              

lunes, 3 de julio de 2017

Tango negro

En mis libros, conferencias y escritos diversos, siempre he defendido la negritud fundacional del tango. Frente a la avalancha de refritos varios donde se le da otro nacimiento a la música popular porteña, he estudiado en profundidad todo lo referido a los inicios del tango y cada día es más firme la tesis de los musicólogos, que defienden la influencia de los esclavos negros y sus descendientes, no sólo en la música de Buenos Aires sino incluso en la de otros países de América.

El jazz en estados Unidos, la guajira en Cuba, la cumbia en Colombia, el frevo, la batucada y otras danzas de Brasil, tienen origen negroide. De hecho, las palabras Tango, Milonga, canyengue, zamba, mandinga, son de origen africano. Buenos Aires fue el puerto adonde llegaban barcos con esclavos negros, que se subastaban y se despachaban  para diferentes ciudades y países limítrofes. Los esclavos que eran llevados a Argentina, procedían de etnias del Golfo de Guinea y el sur de Sudán. El lugar donde los encerraban antes de embarcarlos se llamaba "Tangó", que significa: espacio cerrado.

                                 

Tango. Pintura de Pedro Figari


El diccionario de la Academia Españdola de la Lengua en su edición de 1899, definía al Tango como "una fiesta de negros y danza  o de gente del pueblo en América", y daba como segunda acepción: "La música de esa danza". Repasando libros, encuentro en el Diccionario Gardeliano de mi amigo y compañero José Barcia, firmado junto a Enriqueta Fulle y José Luis Macaggi, estos apuntes al respecto:

-Un recorte del diario Crítica, sin fecha  pero con presumible ubicación a comienzos de 1930, recoge una síntesis de la exposición realizada por Enrique González Tuñón, en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Económicas. Uno de los párrafos de esa charla propone una definición  que más de medio siglo después continúa siendo inquietante:

-"Los escritores de la nueva generación -dijo González Tuñón- hemos adjudicado al tango su exacta jerarquía en nuestra sensibilidad. Hemos proclamado orgullosamente cuando se nos negaba toda importancia y trascendencia, que el tango es nuestra única tradición racial, y vengo a repetirlo ahora, cuando los jóvenes gravitan sensiblemente en la vida artística, cultural y universitaria del país.

                                             


Nada negro ni blanco

- Ya no es habanera ni nada negro ni blanco, ya es el tango argentino. Rechaza todo lo que no sea él: como el cante hondo, no admite muchas cosas que parecen estar en su camino y no lo están, desde la malagueña a la coplilla modosa, sin el personal desgarro de lo hondo. Ese tango cantado que nace en alpargatas, es recusado en los salones que después han de recogerlo como el más sabroso engendro autónomo. El tango comienza a cantarse en los boliches, esos almacenes de bebidas y de todo lo que son paradores o ventas de los caminos intrazados...

-"No se le encuentra lo que tiene de italiano, porque no lo tiene, porque es la superación del italiano, que al llegar a la Argentina abandona la melodía y entra en lo barroco de tipo español -de pelo negro- y por ende en lo criollo, y pega en él porque el italiano quizá desde hace siglos tenía el deseo de lo desparejo, de lo prosaico versificado, del romper la lindura" (Ramón Gómez de la Serna. Ob.cit.)

-Negritud del tango

-"La injerencia del negro en el nacimiento del tango es más que evidente (..) En el carácter de la música creada por los negros luego del trasplante, se advierte también un impulso de sobrecompensación. Parececería que el individuo, para asegurar su supervivencia anímica, llegara a expresar alegría, que es precisamente el estado anímico complementario del que realmente experimenta. La música del ragtime es invariablemente alegre, y sólo por momentos, sin perder la precisión rítmica, adquiere una sensualidad, una insinuante coquetería que no es más que la instancia previa al salto del felino, al rodeo que antecede a la explosión eufórica, bulliciosa...

-No existe un solo rag, ni ninguna de las clásicas tres partes que integran los ragtimes, escritos en tono menor, que es de típica sugerencia melancólica. Todo el género fue compuesto en modo mayor. Lo mismo sucedió con los primitivos tantos de autor anónimo, como Andáte a la Recoleta, recopilado por tradición oral por el musicólogo Carlos Vega, quien lo ubicó alrededor de 1880 como el tango más antiguo, y Señora casera. Mientras el tango fue "cosas de negros" no perdió la alegría ni la picardía.

-Cuando lo adoptó el blanco, el criollo y el hijo del inmigrante que vio frustradas sus ilusiones de "hacer la América", el tango empezó a introducir, primero el modo menor con un eventual  trío en modo mayor, como sucede con El choclo, de Villoldo, para luego sumergirse en letras que hablan de decepciones, traiciones, ultrajes, miserias, alcohol, cárcel, soledad y del dolor existencial de la ciudad.

-En el sainete rioplatense y en los espectáculos revisteriles de la década del veinte, algunos tangos pretendieron acercarse, por conducto de la comicidad de sus letras, a esa primitiva línea jocosa.  Únicamente lograron  una mueca, una sonrisa amarga. El futuro del tango estaba en el dramatismo, en la tragedia de la urbe" (Tango y Ragtime, por Pompeyo Camps. Ed. Servicio Cultural de los EE.UU. Buenos Aires 1978)

El tango citado por Carlos Vega como el primero del género: Andate a la Recoleta, tenía una letrilla anónima que decía:



Andate a la Recoleta
decile al recoletero,
que preparen una bóveda
para este pobre cochero.

 Si... Si... Si...
que Gaudencio se va a fundir,
No... No... No...
si Gaudencio ya se fundió.   

Parados en los estribos,
con un letrero que dice
“Calle de Estados Unidos”

 Si... Si... Si...
que esta noche me toca a mí.
No... No... No...
que mañana le toca a usted 


Y la música del mismo, barnizada en la modernidad del Cuarteto Polenta, dirigido por M. Meyer, suena así:

Andate a la Recoleta - Cuarteto Polenta






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