En Argentina, el tango –música ciudadana porteña- y el
folklore –música del interior- están unidos por infinidad de lazos.
Fundamentalmente porque representan y simbolizan las
entrañas del propio país.
Hay innumerable ejemplos respecto. Folkloristas que entonan
y rasguean en sus guitarras páginas del acervo tanguero. Y de éstos incorporando
milongas pampeanas o sureñas (Los ejes de mi carreta), o valseados litoraleños
(Noches correntinas), o una tonada cuyana transformada en tango (La
tupungatina), por citar ejemplos.
Les invito a escuchar algunos temas referidos a estas experiencias
expuestas acá.
En primer término, por el conjunto folklórico tucumano, Los tucu tucu,
el vals de Enrique Maciel y Héctor Pedro Blomberg: La pulpera de Santa Lucía.
Los tucu tucu
Por la orquesta de Osvaldo Pugliese el tango de Emilio
Balcarce: Norteño.
Y por el conjunto salteño: Los cantores del alba: el valsecito que Francisco
Canaro dedicó a su madre: Corazón de oro.
Fue un cantorazo. Representó a los barrios profundos en su exagerada manera de cantar el tango. Por eso también fue rechazado por las clases altas.
Nació en 1914, hijo de una pareja de inmigrantes italianos, en el barrio de Mataderos. En 1942, se recibió de ginecólogo. En el ínterin cantaba en los cafés del barrio para soltar lo que tenía adentro. Se llamaba Alberto De Lucca. Alternó con otros nombres entre 1934 y 1938, con los conjuntos de Armando Neira, Julio De Caro, Augusto Berto y Mariano Rodas, para protegerse de la vigilancia de su padre.
Durante una fiesta estudiantil, en 1938 , en que actuó la orquesta Los indios de Ricardo Tanturi -varios de cuyos integrantes eran también estudiantes-, sus compañeros le pidieron que cantase y al final lo hizo acompañado por la orquesta.
En 1939, ya está incorporado definitivamente al conjunto, y graba su primer tema con el mismo, el vals de Alfredo Pelaia: Recuerdo, el 8 de enero de 1941. Pablo Osvaldo Valle, Director de la radio, le propuso su definitivo nombre artístico.
Apenas arrancó con Tanturi, arrasó. Su forma arrabalera de cantar y gesticular, le garantizó la adhesión de las masas populares y de los bailarines, porque fraseaba con gran comodidad, dicción clara y en tempo rítmico. Él lo entrevió de inmediato: La muchachada baila con mi canto, ahí descubrí la papa, decía.
Cuando lanzaron con Tanturi: Así se baila el tango, fue una revolución. Previo al tango de Elías Randal (Rubistein) y Marvil (Elizardo Martínez Vilas), recitaba estas estrofas, bien cancherazo.
Una corrida elegante, tras la vuelta una sentada y un ocho bien compadrón. Así lleno de emoción yo me lucí en mil fandangos, porque así se baila el tango de alma, de alma y de corazón".
Vendieron infinidad de discos que aún hoy son punto alto en las milongas del mundo entero, ya que la orquesta tenía un ritmo picante ideal para bailar.
Se independizó, tuvo varios directores en sus orquesta acompañante, filmó diez películas con un éxito notable de taquilla. Y confesaba: "Yo no era actor, sólo cantaba en las películas".
Lo encontraba seguido en los baños turcos cuando ya tenía el pelo raleado y aún no usaba bisoñé. Era un tipo cordial. Me agarraba del hombro en las cámaras del Colmegna y me cantaba bajito algo que estaba por estrenar. Como se ponía carbonilla en la cabeza, mientras me cantaba, con el vapor y el calor, le caían los goterones negros por la cara, como a Dirk Bogarde en "La muerte en Venecia". Un fenómeno.
Al final, exageraba más aún el estilo, convertido en un ícono camp, pero siempre arrastró.
Un día le dije a Troilo que con él hubiese sido un fenómeno, porque lo hubiera controlado. Pichuco, que lo acompañó en la película El tango vuelve a París, movió negativamente su cabeza y me dijo: No, no...pero te digo una cosa, jamás le erra a una nota".
Producciones Vicari tuvo el acierto de extractar partes cantadas de sus filmes y aprovecho la bolada para mostrarlo en aquella época (entre 1948 y 1958) cantando incluso en italiano -que dominaba-, francés (bueno...) y dos valsecitos.
Yo estaba en Santiago de Chile. Era la época de Allende y
había ido a cubrir un evento deportivo.
Una tarde, cuando llegaban las primeras sombras de la noche,
oí tañer unas campanadas que, de repente, me sobresaltaron.
¿Serían….?
Tomé el teléfono de la habitación, disqué, me atendió el
conserje:
-Perdón, ¿esas campanadas, de qué Iglesia son?
-De la
Iglesia de la
Merced, señor…
La historia del tango me vino a la cabeza.
1931. Una compañía teatral viaja a Chile. La dirigen Manuel
Sofovich y Alfredo Le Pera. Discépolo decide
agregarse a la misma, porque iba Tania y porque “atravesé la cordillera impulsado por esa fiebre de andar que me acosa
de tiempo en tiempo…”. Tito Lusiardo, Carmen Lamas, José Ramírez entre
otros, integraban la comitiva.
Una noche, después de la función, algunos de los integrantes
de la Revista,
se quedan jugando al truco. De repente suenan las campanas y se produce una
impresión notoria en el grupo. Al día siguiente Le Pera le cuenta la
experiencia a Discepolín, instándolo a que se quede esa noche con ellos, porque
podrían hacer un tango con esa experiencia.
“El carillón, ese
maravilloso carillón, nos dio el motivo (...) Pero la letra no salía (...) Nos
costó mucho trabajo. Una madrugada, desvelados los dos, mezclando al inmutable
son de las campanas esa fiebre de viajeros incurables que llevábamos, ‘Carillón
de la Merced’
se hizo música y canción”, contaba Enrique.
Iglesia de la Merced y la placa en la misma que recuerda a Discépolo
El hombre y el carillón que entablan un diálogo espiritual
en una madrugada neblinosa de Santiago y el tema, cantado por Tania, fue
estrenado con enorme éxito en el teatro Victoria de Santiago.
Yo no sé porque extraña
razón te encontré / Carillón de Santiago que está en la Merced.
No podía sacarme de la cabeza la lejana historia, ni la de cuando
le comenté a Julián Centeya lo extraño
de aquella sociedad Discépolo-Le Pera, que era el primer tango de éste. Y casi
me boxea. Para él Le Pera , no había intervenido en la letra del tango, pero lo
tomé como la expresión del gran amigo de Discepolín, que era el bueno de Julián.
Recordando aquella tarde-noche santiaguina que me tocó a mí
vivirlo, lo traigo en esta versión de Osvaldo Fresedo con la voz de Teófilo Ibáñez, grabado en 1932.
Murió un grande del tango y de la guitarra y lo menos que puedo hacer, después de haberlo gozado tanto, es difrutarlo en su homenaje.
Tenía 83 años y trabajó -es una manera de decir- hasta el final, porque le gustaba tanto lo que hacía que le producía un placer enorme.
Con guitarra española, eléctrica, amplificada y hasta el mandolín, lo suyo fue un ejemplo artístico que ejerció sin pausas desde los 14 años, dado que a los 13 se recibió de profesor de música.
Su dúo con Horacio Salgán que nació en el mítico local Jamaica, a fines de 1957 -donde Ástor Piazzolla convocaba a sus fans para deleitarlos con el nuevo tango que portaba en sus venas-, nació jugando, después de hora, casi sin público. Y el dueño del local les propuso formar la dupla que duraría 50 años y recorrería el mundo. "Pasábamos más tiempo juntos que con nuestras familias", recordaba Ubaldo (que en realidad se llamaba Uvaldo)."Y pese a ello, jamás nos tuteamos", aclaraba, aunque todos lo sabíamos.
Ubaldo De Lio y Horacio Salgán
Entre su legión de admiradores figuraron personajes de la talla de Igor Stravinsky, Arthur Rubinstein o el famoso guitarrista Jim Hall, que le regaló su propio equipo.
Después fundarían el fabuloso Quinteto Real junto al maravilloso violín de Enrique Mario Francini, el fueye inigualable de Pedrito Laurenz y el contrabajo de Rafael Ferro.
Sudamérica, Estados Unidos, Canadá, Japón, Europa lo aplaudieron con Salgán o con el Quinteto. En la Ópera de Ginebra, tocaron con el teatro a full y el público estaba compuestos por músicos en su mayoría.
Acompañó a infinidad de cantores, tocó con Troilo, con Mariano Mores, con Ciriaco Ortiz. Con Pichuco grabóa instancias suyas: Nocturno a mi barrio, donde el Gordo se manda su célebre recitado que hasta ahí lo hacía entre amigos noctámbulos, como De Lio.
En mi memoria rondan aquellas noches del Jamaica donde iba una feligresía amante de esa música para escuchar. Y Marlene Dietrich, Ella Fitzgerald o Joao Gilberto que también compartieron esas mesas.
Volvemos la vista atrás y escuchamos-vemos a Salgán De Lio en La cumparsita. Y al Nuevo Quinteto Real, con Horacio Salgán y Ubaldo De Lío, festejando el 50º aniversario de la formación del conjunto, en el tango de Juan Carlos Cobián: Shusheta.
Un cantor enorme, intimista, de hermosa voz y entonación.Un artista pintón, nacido en el barrio de Parque Chacabuco, en Buenos Aires, que pasó por varias formaciones hasta que entró en la orquesta de Héctor Varela, donde alcanzó la consagración con su gran capacidad interpretativa, y con quien debutó en los años setenta.
Se llamaba en realidad Luis Iglesias y nació el 15 de octubre de 1949. En la orquesta del Chula Clausi había mostrado sus magníficas condiciones, dejando una decena de temas grabados.
Varela, generosamente le dió el pase hacia el brillante eco popular que conseguiría como solista. Dejó unas 50 grabaciones en total, con las orquestas de su amigo y protector: Varela; Clausi, y con las de Titi Rossi y Raúl Plate, en estas dos, en carácter de solista.
El amor desolado, de Alberto Cortez y José Dicenta, fue sin dudas su mayor éxito, y lo registró con el conjunto de Raúl Plate.
Falleció muy joven y en pleno éxito. La alarma saltó cuando se desmaya en plena actuación en Rosario y sale a relucir públicamente el cáncer que lo consumía a toda velocidad. El 2 de julio de 1987, en un Sanatorio de Artistas en San Telmo nos dejó con apenas 37 años de edad y un futuro maravilloso como cantor, esperándolo. Su amigo Héctor Varela se había despedido de este mundo seis meses antes.
Podemos verlo en plenitud cantando su gran logro:El amor desolado, acompañado por la orquesta de Mario Cupo. Y Pasional, el tangazo de Jorge Caldara y Mario Soto que fuera exitazo de su ídolo: Alberto Morán. Falcón lo cantó en Canal 9 en un homenaje a Osvaldo Pugliese que estaba presente.
Los valses vieneses llegaron a América de la mano de los inmigrantes.
En cada país fue tomando unas formas distintas, aún manteniendo la raíz fundamental del waltz (Waltzen: Dar vueltas mientras se baila). Los franceses lo denominaron vals canción; rusos y alemanes le dieron un tono más vivaz; en Estados Unidos se convirtió en Vals Boston.
Se transformó en vals peruano, en vals ranchero mexicano o en ecuatoriano.
En Argentina tomó diversas formas regionales: El vals cordobés, el cuyano, el valseado litoraleño o el valsecito porteño.
Pascual De Gullo creó su legendario Lágrimas y sonrisasen 1914, grabado por Eduardo Arolas con su orquesta ese mismo año. También registró Arolas: Pabellón de las Rosas de Gerardo Metallo, ese año.
Un valsecito clásico como El Aeroplano del pianista Pedro Datta, fue creado en 1915 y ese año lo grabó Francisco Canaro con su trío en el sello Atlanta. El mismo Datta (1887/1934) es también autor de un hermoso valsecito: Alma dolorida, que grabó Juan D´'arienzo el 5 de marzo de 1937.
En la partitura original puede leerse la dedicatoria del autor al pianista y compositor Manuel Aróztegui y menciona una letra del payador Pancho Cuevas (Francisco Bianco), que supo canturrear algunas cosas en la orquesta de Arolas.
Les propongo escuchar a Ciriaco Ortiz con su trío en: El aeroplano, grabado el 25 de enero de 1933. Me trae recuerdos de aquellas noches de verano, cuando se bailaba en los patios rodeados de macetas, el aire perfumado de magnolias, heliotropos y jazmines y las guirnaldas y bombillas de colores.¡Cuantos noviazgos comenzaron en sus giros porteñazos y románticos! ¡Cuantos guitarreros y fueyes de barrio lo tocaban en los boliches y pasaban luego el platito!
Y de propina va Alma dolorida por D'Arienzo que invita a gastar suelas en el parqué.
A veces se da el hecho de que un tango pueda transformarse
en milonga, gracias al olfato o acierto de los directores de orquesta y los
arregladores, que pueden o no, tratarse de
la misma persona.
El resultado suele ser llamativo y ambas versiones de
la misma pieza original, puedan ser perfectamente válidos, en su estructura
bailable o simplemente parea escuchar.
En este caso traigo a la palestra el
tango original del violinista Enrique Mónaco y el poeta Dante Linyera (Juan Bautista
Rímoli): A la francesa.
Julio De Caro lo grabó con su sexteto en forma instrumental
y también con la voz de Luis Díaz en 1930.
Héctor Varela lo
adaptó en tiempo de milonga, registrándolo con las voces de Armando
Laborde y Jorge Rolando en 1962. Acá traigo las dos versiones cantadas para que
se pueda realizar la comparación entre los diferentes tiempos musicales.
Quiero recordar un cantor de fugaz paso por el tango, pero
que dejó su impronta nada menos que en la orquesta de Juan D’Arienzo.
Juan Carlos Lamas se llamaba en realidad Rafael Velázquez, y
con ese nombre tan artístico, llegó al mundo en Rosario el 13 de octubre de 1921.
Tenía estampa de cantor y de chico lució esa cualidad, cultivada por su padre
que era guitarrero y también cantor en aquella Rosario de Santa Fe que consagrara su paisano, Agustín Irusta.
En la aventura porteña, con el seudónimo de Carlos Dumas, el muchacho veinteañero intentó entreverarse aconsejado por otro del pago: Lito Bayardo. Las luces
buenas del centro lo condujeron hasta el Chantecler,
de Paraná y Corrientes donde tallaba nada menos que Juan D’Arienzo.
Fulvio Salamanca, también nacido en Santa Fe, aunque criado
en un pueblo del este de Córdoba fue su salvavidas. Tenían la misma edad y algún
amigo en común. Sería Fulvio quien se lo recomendaría al Rey del compás. Pasada la
prueba con éxito, se incorpora al conjunto, teniendo como compañero a Héctor
Mauré.
Estaría un año y medio con D’Arienzo y dejaría 15 registros
impresos. Los primeros fueron realizados el 24 de setiembre de 1942: Pompas de jabón, Vieja recova y Embrujamiento.
Se retiró voluntariamente de la orquesta para dar rienda
suelta a sus ansias viajeras, aunque dejó dos grandes amigos en el conjunto:
Fulvio Salamanca y Héctor Varela, como me contara tomando café.
Anduvo por México, Cuba, Puerto Rico, España, cantando e
intentando trabajar como actor, cosa que lograría finalmente en Italia. Trabajó
con Walter Chiari, con Fellini, hizo cosas menores en teatro y finalmente pegó
la vuelta.
Consiguió rápidamente trabajo en nuestro cine y llegó a
participar en 25 películas, haciendo papeles secundarios y generalmente de
hombre recio. Pero en algunas como en:
Procesado 1040, su trabajo fue muy
elogiado por la crítica.
Lamas junto a Hugo del Carril y Julia Sandoval en Amalio Reyes, un hombre
También se manejó con alguna frecuencia en televisión y cada
tanto, a pedido, recordaba su pasado de cantor. Me hice amigo de él, porque
vino a cantar a un Festival que organizamos en el Club del barrio para recaudar fondos. Lo
trajo un locutor de la barra.
Y en esas charlas, entre cafés recordaba con cariño al Flaco Varela y a Fulvio, y me contaba
que solían verse intercambiando experiencia y anécdotas.
Hoy recuerdo a este trotamundos con dos tangos grabados con
D’Arienzo, Vieja recova de Rodolfo Scianmarella,
y Pompas de jabón de Roberto
Goyheneche y Enrique Cadícamo, que fue el primer tango escrito por este último
en 1925.
Fue uno de los más grandes sucesos que cosechó Aníbal Troilo en toda su carrera, el que consiguió con este tango de Juan De Dios Filiberto.
Los bailarines salían despedidos a la pista al escuchar los primeros compases del mismo, e incluso se usaba como presentación de un exitoso programa de televisión: Yo soy porteño, donde participaban entre otros: Gloria y Eduardo y Jorge Sobral.
El arreglo del tango para la orquesta de Pichuco corrió a cargo de Ástor Piazzolla, aunque el Gordo siempre usaba su famosa goma de borrar en algunos adornos que no consideraba oportunos, conservando sin embargo su riguroso buen gusto hasta el final.
¿Cual es el secreto de los entusiasmados aplausos que cosechó Troilo con este tango?
Evidentemente, el arreglo de Piazzolla le da un plus al tema de Filiberto. Casi todas las orquestas, comenzando por la del autor, Canaro, Pugliese, D'Arienzo, Biagi, Di Sarli, también lo tuvieron en su repertorio y si bien le dieron su sello propio y gustó en todos los casos citados, la versión de Pichuco tuvo el agregado de las variaciones de fueye que insertó en ese maravilloso final, y que no existían en la creación original de Filiberto.
(Cuando Pichuco gatillaba, el silencio era sepulcral.)
Pocas veces se suelen tratar en profundidad las variaciones de bandoneón, que son como "minicomposiciones". A veces las explico en conferencias con gente que baila y me llama la atención el desconocimiento que tienen del tema.
Troilo recordó que en 1936 cuando actuaba en el Cuarteto del 900, con Emilio Vardaro en violín, Feliciano Brunelli en piano y el flautista Enrique Bour, que además era el representante, tenían en su repertorio "Quejas de bandoneón". Y en aquellos momentos Brunelli creó esas variaciones que Pichuco guardaba en su memoria.
Y entonces decidió agregarlas al arreglo de Piazzolla y fue un éxito interminable. Hasta el final fue su caballito de batalla: Quejas de bandoneón, que reclamaban tanto milongueros como espectadores. Yo lo vi en una hermosa gala de Tango celebrada en el Teatro Colón en 1972, como en muchas otras ocasiones: en Caño 14, en Relieve, en las milongas, en Mar del Plata. Y chamuyar con él en las madrugadas era una caricia para las orejas y el cuore.
Como aquella noche mágica de 1972 que el Colón se puso de pie para ovacionarlo cuando terminó este tango.Y yo estaba "volando".
Hoy el cuore me pide escuchar a Carlitos. Es que , me cuesta pasar unos días sin poner un par de temas del Mudo, como mínimo.
Así que, vamos a disfrutarlo en esta versión del tango Canchero, de Arturo de Bassi y Esteban Celedonio Flores, donde el Negro Cele utiliza metáforas turfísticas para corresponder a los avatares amorosos con una mujer, realmente divertidos.
Estos encuadres de canciones interpretadas por Gardel -lo que hoy podrían denominarse videoclips- se filmaron en la calle México 832, de la capital argentina, entre octubre y noviembre de 1930. Las dirigió Eduardo Morera y Gardel dialoga con los autores de los temas.
Se estrenaron en el cine Astral, de Buenos Aires, el 3 de mayo de 1931.
Lo acompañan las guitarras de José María Aguilar, Guillermo Barbieri y Ángel Domingo Riverol
Todos los tangueros conocen la historia de Ástor y el Morocho del Abasto. Al pequeño Piazzolla no le gustaba el tango, pero su padre le compró un bandoneón y le hizo estudiar el fueye. En Nueva York con Andrés D'Aquila, un pianista argentino que vivía allí. Y en Mar del Plata, en el primer y fugaz regreso, con Homero Pauloni.
Ástor con sus padres
Cuando tenía 13 años, Nonino (el papá), que era peluquero, hizo una talla para Gardel, consistente en un gaucho con una guitarra. Es que había llegado el cantor a Nueva York, y para mandarlo con el regalo lo empilcharon bien -chaqueta azul, pantalón blanco de franela- y lo despacharon adónde vivía Gardel: Los departamentos de Bellas Artes, en la calle 48 de Broadway. Al llegar allá se encontró con el pianista y director Alberto Castellano que venía con dos botellas de leche. Ástor le habló en inglés, Castellano no lo entendía y entonces le dijo que él hablaba también español.
Pibe, me venís bárbaro, salí sin llaves ; haceme un favor, entrás por la escalera de incendio y despertá a un señor que está durmiendo en la pieza - le rogó Castellano.
El Chico, que se las sabía todas, entró por la ventana y despertó a Le Pera que le contestó con un gruñido. En la cama de al lado estaba Carlos, que después de enterarse de lo que hacía el chico ahí y de avisarle que le abriera la puerta a Castellano, lo invitó a desayunar con todos ellos.
"Le di la talla que me había mandado mi papá y cuando le dije que sabía tocar el bandoneón, Gardel casi se desmaya. Nos hicimos muy amigos. La verdad es que me convertí en su cicerone. Gardel no hablaba inglés y yo lo acompañaba a las grandes tiendas, Macy's, Old Dark; él quería comprar mucha ropa. También le gustaba la comida italiana y entonces lo llevé a una cantina que se llamaba "Santa Lucía" en el Greenwich. Un domingo cayó a casa, invitado por mis padres a comer una raviolada, y de postre mi mamá había hecho buñuelos de manzana. Gardel se manducó todo, estaba muy gordo y no se cuidaba."
Entre Gardel y el pequeño Ástor se estableció una linda amistad y éste, hasta lo acompañó con el fueye en el Teatro Campoamor, aunque al ser menor de edad no podía trabajar de noche. Y al chico todavía no le había picado el bichito del tango y en cambio adoraba a Bela Wilda y cómo tocaba Bach.
Por lo demás es sabido que hizo en 1934 un pequeño papel de vendedor de diarios en la película El día que me quieras junto a Gardel. Tenía 13 años entonces.
Con el tiempo supo entender lo que había significado Gardel y le regaló a la Asociación Gardeliana esta foto del gran cantor dedicada a su padre: Nonino.
Foto firmada por Carios Gardel, en ocasión de dedicarla a "Nonino", el
padre de Astor Piazzol1a.
Donación de Astor Piazzola a la
Asociación Gardeliana, dedicada y firmada de su puño y letra, entregada
a Víctor Sasson, amigo de su juventud, y Presidente de la Asociación
Gardeliana entre los años 1978-1997.-
"La noche que
lo inspiró para escribir ese relato ["Lucas, sus amigos"] fue el año
76. Teníamos con mi mujer, Margarita, un departamentito detrás de La Bastilla. Eran dos
cuartos que no sé si sumaban veinte metros cuadrados entre los dos.
Estaban
Juan Gelman, mi hermano Alberto, una amiga y un periodista inglés que trabajaba
bastante con Gelman en denunciar internacionalmente lo que ocurría en la
Argentina en aquellos años. Y además estaban nuestros hijos mis sobrinos, unos
amiguitos de tres chicos y el hijo de una vecina que había salido y nos dejó el
pibe en custodia. (...) Esa noche hice una polenta mezclando todos los quesos
franceses. Me salió una bomba. Cuando terminarnos, sentados en las
camas-cucheta, en el suelo, donde se podía, abrimos las ventanas y empezamos a
charlar de mil cosas.
Fue una noche extraordinaria, un quilombo, tal cual lo
relata.
Julio Cortázar con El Tata Cedrón (derecha) y su hermano
Ese cuento los franceses lo utilizaban en un método para enseñar el
español junto con algunas canciones mías, de Javier Villafañe y de González Tuñón.
Lo gracioso es que después que los francesitos analizaban el texto de Julio,
tenían que responder a un cuestionario y la última pregunta era: ¿Les gustaría
vivir al lado de la casa de los Cedrón? Y todos contestaban que no. Claro,
hacíamos mucho barullo.
Me acuerdo de aquella noche del cuento, el periodista
inglés se tiró a dormir la curda en una cama y a la mañana siguiente se
despertó y con ese modo tan inglés se puso las manos en la nuca y dijo:
'Fatalmente, la noche ha terminado'. Claro, los chicos se habían levantado y
otra vez estaban haciendo un despiole terrible."
"Tenía buen
gusto y conocía a fondo a Troilo, Pugliese, Salgán, era muy selectivo. Pero
claro que de jazz sabía un tocazo, tenía una discoteca impresionante. Una vez
le recordé un disco inhallable y al día siguiente me lo regaló. De ahí saqué el
tema Y la muerte no tendrá poder y lo canté en español. Así era él,
humilde, solidario, un tipo tierno. En los últimos tiempos se había comprado un
teclado y me invitó a su casa: 'Vení que te toco algo', me dijo. Y le daba a
los valsecitos, Desde el alma y esas cosas."
El Tata Cedrón y
aquella noche mágica entre chicos y empanadas (fragmentos),
reportaje por Carlos Ferreira
Publicado en revista La Maga, "Homenaje a Cortázar", Buenos
Aires, noviembre de 1994
Este tango que fue muy popular en Europa durante la segunda
guerra mundial, encierra una triste historia.
Su autor, Eduardo Bianco (1893/1959) era un violinista
rosarino de formación clásica que estuvo en Buenos Aires sin encontrar su
destino y resolvió marcharse a Europa en 1923, en aquellas patriadas de músicos,
cantores y bailarines que intentaban triunfar con el tango en el viejo continente.
Allí tocó en un trío ocasional, pasó por las orquesta del “Tano
Genaro" (Genaro Expósito) y recaló con la exitosa formación de Manuel Pizarro
(tio de un amigo mío de toda la vida). Cuando alcanza a formar orquesta en
dupla con el bandoneonista Juan Bautista Bachicha Deambroggio, su estrella
comenzó a brillar con fuerza. Músicos como Horacio Pettorossi , Víctor Lomuto
se incorporaron al conjunto y algunos europeos que le estaban tomando el
gustito al tango.
La Orquesta Bianco-Bachicha
Afianzado en el gusto de la gente que concurría a
escucharlos al teatro o clubes nocturnos, Bianco, que aprendió incluso a tañer
el bandoneón, se independizó, convirtiéndose en una especie de Marco Polo del
tango, y comenzó a viajar con su propia orquesta. Vestidos de riguroso smoking,
paseó el conjunto por toda Europa, Medio Oriente, Estados Unidos. En España
actuó ante el Rey Alfonso XIII, ante Stalin en una larguísima gira por Rusia y
ante Hitler en Alemania.
El Führer se prendó de este tango casi fúnebre que pertenece
a Bianco y la pieza pasaría a ocupar un lugar trágico. Obligarían a tocarlo a músicos
judíos en los campos de concentración durante las ejecuciones de aquellos
condenados por su raza. Aunque parece que
Bianco jamás se enteraría del triste destino de su tango. Lo cuenta el biógrafo de Paul Celan, el
poeta que sobrevivió a los campos de concentración.“Los prisioneros eran
obligados a tocar ‘Plegaria’ y por eso, Celan lo tituló ‘Tango de la muerte"
Bianco dedicó el tango al Rey de España Alfonso XIII.
Bianco volvió a Buenos Aires, brevemente sufriendo las consecuencias
del clima húmedo porque era asmático, estuvo radicado en Comodoro Rivadavia,
volvió luego a sus giras triunfales por Estados Unidos y Medio Oriente y en su definitivo
regreso encontró la muerte, propiciada por su alergia, en el Hospital Tornú.
Sabedores de la triste deriva de Plegaria, al escucharlo sentimos algo íntimo, una conmoción especial.
Eduardo Bianco
Acá lo traigo, grabado por el propio Eduardo Bianco con su
orquesta. Lo canta Juan Raggi, uno de los autores de Oro muerto, que De Angelis consagró con la voz de Julio Martel.
Por el mismo Bianco grabado en 1930, el tango Callejas solo,
de Juan D’Arienzo y Luis Rubistein. Reconocerán en la melodía el tema: Nada más, que D’Arienzo grabó con la voz
de Alberto Echagüe en 1938. Lo curioso es que primero, en 1926 el tango se llamó Rodolfo Valentino, luego
homenajearon al jockey-cuidador, “El
Tigre” Callejas, y lo grabó D’Arienzo con la voz de Carlos Dante en 1928. Hasta llegar a la tercera y definitiva versión.
Y finalmente escuchamos Plegaria por Osvaldo Fresedo con Ricardo Ruiz de 1940.
Esta agrupación familiar representó durante años, una de las
mejores expresiones del folklore argentino. Manuel, el primogénito de la
familia nació en Zárate, provincia de Buenos Aires, a orillas del Paraná.
Posteriormente sus padres se trasladaron a Avellaneda, donde
irían naciendo el resto de los 9 hermanos que conformarían el total.
Al principio formaron un Trío entre Manuel, Pepe y Roberto
Abrodos. Pepe fue un buen bailarín de tango y profesor de esta danza en un club de Avellaneda. Roberto
incursionaría como cantor tanguero en las orquestas de Salvador Grupillo
(Grupiglio), el autor de “El taita”, y de Carlos Marcucci, ambos exquisitos
fueyes de la zona.
Con el paso de los años y los éxitos cosechados, Los
Hermanos Abrodos (Manuel y Pepe) se transformaron
en sexteto, incorporando a Adolfo Mocetti al piano, Ángel Bianchi en el coro de
voces y muy buena primera voz, Juan José Crocci (bombo y guitarra) y Sixto
abrojos (solista y primer guitarra).
Los hermanos Abrodos originalmente
Debutaron en 1935 en el Teatro Nacional junto a Libertad
Lamarque. En esa ocasión Alfredo Navarrine les arrimó La canción del
linyera, que cantaron con un éxito notable, manteniéndola en su repertorio durante mucho tiempo. Debutaron en Radio
Belgrano donde estuvieron 7 años. Y de ahí saltaron a Radio El Mundo donde
estuvieron 28 años consecutivos, además de seis temporadas en Canal 7.
Roberto Abrodos compuso con letra del poeta Eugenio Majul,
dos valses: Hermana y Feliz cumpleaños mamá.
El primero lo grabó Alfredo De Angelis con la voz de Juan Carlos Godoy el 26 de
septiembre de 1958.
Juan Sánchez Gorio con el cantor Osvaldo Bazán, grabó, entre
otros: Feliz cumpleaños mamá.
Los hermanos Abrodos grabaron más de 600 disco en 78rpm,
109 LP y 10 volúmenes del Álbum de Danzas nativas donde figuras verdaderas
joyas del repertorio bailable.
Yo les ofrezco para escuchar, dos versiones de Roberto Abrodos
con la orquesta de Carlos Marcucci: el tango Pantalones largos y la milonga Morocha de Monserrat.
A los Hermanos Abrodos interpretando un potpurrí de valses.
Es uno de mis cantores predilectos. Por su forma de frasear, por esa voz chiquita, gutural y tan personal. Se llamaba Julio Pedro Harispe y a los 20 años se presentó en un lote de 100 aspirantes, para conseguir una plaza de cantor en la exitosa orquesta de Alfredo De Angelis.
Lo probó acompañándolo Juan Larenza al piano; De Angelis, observaba desde el control. Cantó: "Necesito olvidar" y consiguió la plaza, increíblemente, pues apenas había actuado en una orquesta poco conocida, la de Juan Giordano.
Pegadito a Radio El Mundo estaba el Café llamado Mi refugio, y allí el animador y glosista de De Angelis, el gordito Néstor Rodi, al ver que Julio pedía un copa de Coñá Martell para celebrarlo, mirando la botella, le dijo: "Te vas a llamar así, Julio Martel. Con una sola ele".
El muchacho alto, pintón, de sonrisa gardeliana, clavel en la solapa y metro ochenta y cinco de estatura debutaría en el Café Marzotto con el tango: No creas. A su lado estaba otro grande Floreal Ruiz, que pasaría enseguida a formar en la orquesta de Aníbal Troilo y en su lugar entra Carlos Dante.
La veteranía de Dante y la juventud de Martel se conjugaron en el binomio más celebrado que ha dado el tango en cuanto a cantores de orquesta, en temas interpretados a dúo, con sus voces complementarias.
En 1946 Radio El Mundo contrata a la orquesta para el Glostora Tango Club, programa que estaría 22 años en el aire, patrocinado por un fijador del cabello. De allí saltaron al cancionero popular infinidad de éxitos.
Julio dejó estampada su voz tan imaginativa para tratar la línea melódica y esa simpatía innata que la llevó a ser ídolo, especialmente de las mujeres que acudían a ovacionarlo en Radio El Mundo o en las milongas.
Alfredo De Angelis, Carlos Dante y Julio Martel
Se despidió llorando de la orquesta de De Angelis en 1951, en unos carnavales en La Plata, con el último tango que cantó en esa orquesta: Porque te habré conocido, de Rodolfo Scalisi y el fueye de la orquesta: Carlos Cubría.
De Angelis le entregó una medalla de oro y le regaló el micrófono y el amplificador que había usado en su debut con la orquesta en el Marzotto.
Después cantó con Oscar Castagniaro con otras formaciones, filmó la película "El ídolo del tango" y aprovechó los últimos rescoldos de una popularidad que languidecía, dejando paso a otras voces.
Pero, afortunadamente quedaron sus registros. Por ellos hasta le perdono los 50 pesos que me ganó una noche de boxeo en el Luna Park. Él iba a mano de Ricardo González y yo del rosarino Alfredo Bunetta. Y ganó Gonzalito. Y cuando apostamos, ni lo había reconocido.
Me baño en recuerdos lontanos, escuchándolo en el primer tango que grabó con De Angelis: Qué buena es, de A. Ferreira y H.B. Oneca. Lo registraron el 23 de julio de 1943.
Por quererte te perdí, de Antonio Cascini y Marvil (Elizardo Martínez Vilas) del 23 de diciembre de 1947.
Y su despedida de la orquesta de De Angelis, en una toma radial: Por qué te habré conocido, de Rodolfo Scasidi y Carlos Cubría, fueye de la orquesta.
Y como frutilla del postre, uno de los temas que interpreta en "El ídolo del tango". El tango Comencé jugandode Rodolfo Scianmarella.
Aparte del tango, hay un rubro en el que Argentina
fue gran productor: El bolero.
Infinidad
de cantantes y músicos llevaron el bolero a las altas cumbres, aunque parezca
más propio del norte de Sudamérica, CentroAmérica,
Cuba y México especialmente.
El
mendocino Leo Marini, Hugo Romani, Gregorio Barrios (nacido en España), Eduardo
Farrell, el increíble Daniel Riolobos, Mario Clavell,
Fernando Torres,Roberto Yanés, María Marta Serra Lima y muchos
otros dejaron su sello en toda América y España.
Don Fabián
Y un músico cordobés, nacido el 11 de marzo de 1915 dejó también títulos inolvidables: Don Fabíán. Pianista,
director, compositor, letrista, profesor de teoría, solfeo, armonía y
contrapunto. Se llamaba en realidad Domingo Fabiano Monferrato. Su madre era
hija de un flautista italiano y lo alentó a formarse en la música y le compró un piano. De niño acompañaba
películas mudas en el cine y se integró en la Orquesta de los Diablos
rojos.
A los 24
años se radicó en Buenos Aires, tocando temas melódicos y jazz. Formó su conjunto: Don Fabián y su trío vocal que logró un
gran suceso a fines del 40 y comienzo de los cincuenta.
Fue
Director de la Orquesta
sinfónica Estable de Radio El Mundo diez años. Y se destacó como compositor y
autor de temas melódicos que trascendieron largamente nuestras fronteras. Los
clásicos boleros como: Dos almas, Corazón de
Dios, Sin ti, Cobardía...
Con Cumbia que vas de ronda consiguió el
primer Premio a la canción melódica en Colombia. En toda América latina hay más
de 50 obras suyas instaladas en la canción popular. También es suyo el bolero: “Tengo una debilidad” que el
moreno cubano Antonio Machín llevó a España en los años 40 con un ritmo
pachanguero y que vuelve constantemente. Y algunos tangos como “Estrella fugaz”.
Recibió
el Gran Premio SADAIC de Música Internacional en 1970; el Konex 1985 como
autor/compositor melódico y el Premio SADAIC Director (1973/74). Falleció en
2001.
Hoy lo
traemos a este blog con un valsecito suyo que también
recorrió medio mundo y lo cantaron los grandes del bolero americano: No te olvides de mi, corazón. Lo
Escuchamos por la Orquesta
de Osvaldo Fresedo y la voz de Oscar Serpa para alimentar los recuerdos. Lo
grabaron el 24 de mayo de 1945.También
lo grabó Raúl Iriarte con Miguel Caló.
A mediados de 1925, la revista “El alma que canta” que incluía los tangos
de moda (Mi hermano la compraba siempre), organizó por idea de uno de sus
redactores: Rómulo Avallone, un concurso de letras, bajo el eslogan:
“Buscamos al poeta del tango”.
“La
idea –decía Avallone- fue acogida con entusiasmo por Gardel, quien me
confesó que estaba harto de cantar siempre los mismos temas: El hombre
engañado, la crónica policial o el falso pintoresquismo de los conventillos.
El concurso fue un éxito, infinidad de autores mandaron sus trabajos. Hay que
tener en cuenta –continúa-, que el
premio consistía en la inmediata impresión de la pieza por una conocida
editorial musical y que luego la grabarían, además de Gardel, las orquestas de
Anselmo Aieta y Julio De Caro.
El
jurado lo integrábamos Alfredo Navarrine, Dante Linyera y yo.
-Cuando
se publicó la letra de El ciego del violín,
pese a que aparecían todas sin nombre, Cátulo Castillo que era amigo de Manzi,
la reconoció y la pidió para ponerle música. Le avisamos a Manzi que si le
retiraba antes de la selección final quedaría automáticamente excluido, pero la
idea de que su amigo y el pianista Sebastián Piana le pusieran música le hizo
olvidar el concurso.
Cátulo, Manzi, Piana y su cuñado Pedro Maffia
-Recuerdo
que a los pocos días, Enrique Delfino se presentó en la redacción de la revista
expresando que quería ponerle música a los versos de Manzi". (finaliza Avallone)
El tango lo estrenó Roberto Fugazot en esa obra de Ivo Pelay:
Patadas y serenatas en el barrio de las
latas (Ese barrio estaba en el fondo de Parque Patricios, cerca de
la quema).
Hasta ese
momento el uruguayo Fugazot sólo era segunda guitarra de Ignacio Corsini y dio
un salto en su carrera afianzándose como cantor.
Escuchar
este tema por el Polaco Goyeneche con el violín de Antonio Agri y la guitarra
de Esteban Morgado, me pone la carne de
gallina.