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martes, 16 de septiembre de 2025

Dinero... Dinero...

  Este tango no ha tenido la repercusión popular en la interpretación de orquestas y cantantes, pero la versión de Carlos Di Sarli con su orquesta y sus cantores Alberto Podestá (en 1947) y Oscar Serpa (en 1953), es una muestra que destila doctrina estética. Y a la vez comprueba lo que representa comprar el amor con las consecuencias que ello conlleva, cuando el corazón amado no responde más que al reparto del dinero.

Por supuesto, que estamos hartos de contemplar estas realidades y el peso que conlleva sobre parejas que se sumergen en ellas. Cátulo Castillo supo desde muy joven ,trasladar al papel experiencias vividas o relatadas por otros. Con el espejo de su padre siempre en el horizonte tanguero que lo envolvió tempranamente, como nos lo recordaba en las charletas que teníamos con Antonio Carrizo y él.                                                                                                                                                                                  

Cátulo Castillo

Y puesto en el rol del hombre que, ya maduro, está envuelto en el recuerdo del amor que se esfumó y el dinero con que pudo comprarlo. Pero él no quiso complacerla, se lo negó y ahora reniega de aquellos momentos, del dinero que no le sirve para ser feliz. Y la añoranza entre trazos de sueños olvidados, describen el secreto que esconden las palabras. El relumbre de lo esencial. 

Vida, pobre vida que se va, se va...
Sueño de un empeño que en su luz quemé,
Cuando ataba en el montón de mi pobreza
La riqueza de un querer.

Yo también fui joven y hace tanto ya
Tuve la ternura, con que la abrigué,
Y ella amaba el reino mero del dinero
Del dinero que, yo le negué.

 Está desprendido de muchas cargas pero sufre la divergencia entre el caos de la vida y el orden ilusorio. Siente un peso de lápida con esos momentos que siempre recuerda, que llegan de repente , sin hacer ruido, pero se orbitan en la interminable sustracción del amor. Una realidad mutante en la que los acontecimientos -el dinero- han roto con las perspectivas y desgranan en el aire restos de memorias.

¡Dinero!, ¡Dinero!, ¡Dinero!,
Metal sin corazón
No compra lo que quiero.
Me niega, la entrega,
De un puro acento leal
De amor igual.
¡Dinero!, ¡Dinero!, ¡Dinero!,
Volcando en este arcón
Su canto pasajero,
¡Maldito!,
Como el grito de desprecio,
De quien tuvo, por tu precio
Que vender su corazón.

Y el tiempo muestra la carga de reproches que se arroja en un perpétuum in nuce (para siempre en lo esencial) del amor frustrado que lo condena. Por el lado del dinero ha conseguido lo que buscaba, lo tiene, pero ha perdido lo que también quería para siempre, el amor de ella. Y entonces añora su pasado pobre pero teniéndola a a su lado para siempre.  Y comprueba que el amor es más fuerte e importante que el dinero.

Hoy, que estoy rodeado de oropel, no está
Y ella, sin tenerte, tras tu voz partió,
Es la amarga paradoja, que me arroja
La congoja del error.
 
Quién me diera un día del sencillo ayer
Nada en el bolsillo y el cariño a pie,
Arrimado al tibio raso de su paso...
De su paso, amor, que se me fue.

Enrique Delfino le puso música a los versos de Cátulo, y Di Sarli con sus cantores nos lo dejaron amarrado a nuestros cuores tangueros-milongueros para siempre.

                                                    


Acá podemos escuchar la versión con realizara con Alberto Podestá, el 26 de septiembre de 1947.

                               







jueves, 11 de septiembre de 2025

Cantando se van las penas

El tango tiene muchas historias curiosas, después de haber desgranado el quejumbroso lamento malevo descrito con letra gorda, el tenue farolito del suburbio, el puñal de los guapos, las andanzas de paicas y gaviones y ese sur trasnochado de guitarras y de aljibes. Muchos poetas de calibre fueron renovando los versos y una ponchada de músicos con polenta supieron transmitir aquel chamuyo inconfundible de la noche porteña.

                                     

                                                             Ricardo Duggan
 

Incluso se dieron las circunstancias para que un actor como Ricardo Duggan, que tuvo la fortuna de vivir hasta sus 108 años, destacara también en el tango, con la creación de este tema que hoy me ocupa y que obtuvo un reconocimiento popular por las interpretaciones del mismo. También hizo los versos de "Melodía gris"-Suceso de De Angelis-Martel"- y "Tu voz", que grabara Biagi con Carlos Acuña.

Duggan se llamaba en realidad Fermín Carballeda, y filmó e hizo teatro junto a figuras como Julia Sandoval, Myriam de Urquijo, Iván Grondona, Diana Ingro, Beatriz Taibo, Hugo Pimentel, Ramón Garay, Carmen Campoy. Con varios de ellos formó parte de la "Compañía Argentina de Comedias Pepe Arias", que tuvo notable eco popular.

                                                     

 

Este tango que compuso en 1944 junto con Juan Canaro, el autor de la música, fue el que tuvo más relevancia entre los escasos que escribió. La versión de Troilo con Alberto Marino le dio proyección y por eso sigue vivo en las milongas donde se lo puede bailar todavía, como hemos podido comprobar. Los versos de Duggan retratan el eterno problema del amor frustrado que él quiere retener a toda costa.

Cantando se van las penasY es por eso que yo cantoSi mi corazón no lloraEs porque está ahogado en llantoAcercate vida míaQue estoy muriendo de amorCantando se van las penasY por eso canto yo
 
Es difícil entender y aceptar que la persona con quien compartimos momentos tan intensos  pueda olvidarnos con total ligereza. Es lo que le pasa al personaje de Duggan que aparentemente quiere calmarla en su dolor por la ruptura. Pero las contradicciones brotan enseguida y confiesa sin tapujos que la quiere y la seguirá queriendo. Y brotan sus ruegos amorosos para retenerla, incluso cantando, que ve como forma de alivio al dolor de la pérdida.
 
Yo fui sincero
y siempre supe quererte,
si tú llegas a olvidarme
antes prefiero la muerte.
No llores mi alma
que tu dolor me tortura,
lo que pasó ya no importa
lo que yo quiero es tu amor.

Cantando se van las penas
y es por eso que yo canto,
si tu no sabes quererme
para qué te quiero tanto...
No te vayas vida mía
que me muero de dolor... Sí.
Cantando se van las penas
y por eso canto yo.
 
Hay una milonga del mismo nombre, que firma Roberto Lurati y la grabó Biagi con su orquesta y el cantor Jorge Ortiz. Nada que ver con este tango que Francisco Canaro con Eduardo Adrián grabó el 18 de noviembre de 1942. Francisco Lomuto/Jorge Omar el 9 de diciembre de 1942. Aníbal Troilo con su cantor Alberto Marino lo llevó al disco el 30 de septiembre de 1943. Piazzolla, que integraba la orquesta de Pichuco hizo el arreglo del tema. Es la versión que podemos recordar aquí.
                                   

 
                                         

martes, 9 de septiembre de 2025

VENTARRÓN

 Este tango es de los que dejan huella y, aunque se haya estrenado en 1932, todavía podemos degustarlo. Escuchándolo en la versión del Polaco Goyeneche acompañado por la orquesta de Osvaldo Berlingieri, la de Ada Falcón con la orquesta de Francisco Canaro, la siempre inmortal de Gardel con sus guitarristas, o bailarla con la grabación de Juan D'Arienzo, su orquesta y Armando Laborde.

Pedro Maffia recordaba así algunos detalles de la creación de esta página suya que llevaría letra del periodista-poeta José Horacio Staffolani:                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

                                                                                                        

-"En 1932 estrené Ventarrón, primer premio del Teatro Colón en un concurso organizado por unas damas de beneficencia. Se presentaron solamente tres orquestas al Concurso, actuando un único día: la de Edgardo Donato, la de Francisco Lomuto y mi orquesta. Se anunció el concurso. El Teatro Colón estaba repleto. Las entrada eran costosas. Un jurado de 9 miembros decidía.

La orquesta hacía su presentación y tocaba un solo tango, una sola vez preferentemente dirigido por el mismo compositor. Se prefería que por lo menos el autor fuese componente del conjunto. Nosotros aparecimos como fin de fiesta; había otros números anteriores. Donato se presentó con un tango que luego tuvo mucho éxito: El huracán.

Ganamos el primer premio y recibimos un cheque por mil pesos. El tango no tenía letra. Ya se llamaba Ventarrón, después le hice poner letra, que hizo Sttaffolani. Lo registró Francisco Canaro con el cantor Ernesto famá en disco Odeón. La Típica Victor con el cantor Alberto Gómez ha dejado una fidedigna versión en una placa grabada el 13 de marzo de 1933".

 

La cancionista Ada Falcón como solista, acompañada por la orquesta de Francisco Canaro  lo registró en ajustada interpretación el  9 de febrero de 1933, en el sello Odeón. Carlos Gardel, quien con su maestría de siempre lo volcó en un  78rpm el 15 de febrero de 1932 con las guitarras de Pettorossi, Barbieri, Riverol y Vivas

Un verdadero hallazgo artístico resulta la grabación de esta obra por la orquesta típica de Alberto Mancione en versión puramente instrumental. Lo dejó impresa en disco RCA Victor realizada el 28 de julio de 1950.

Juan D'Arienzo con el cantor Armando Laborde, concretaron su registro en Victor AVL 370 (RAAN 7266) repitiendo antiguos "clichés", el 23 de octubre de 1967.

OSCAR ZUCCHI

("El Tango, el bandoneón y sus intérpretes ") 

Escuchamos la versión instrumental de la orquesta de Alberto Mancione. Grabado el 28 de julio de 1950.

                           

Y la de Ada Falcón acompañada por la orquesta de Francisco Canaro.Grabado el 9 de febrero de 1933.

                                           


 

                             

jueves, 4 de septiembre de 2025

Príncipe

 A Anselmo Aieta le llamaban -y con razón- "El brujo del bandoneón", pero además, también fue "El brujo de la composición", porque su obra es no sólo muy extensa, sino también muy valiosa. La prueba está en la cantidad de músicos y cantantes que han interpretado sus temas, los han llevado al disco y han conseguido que perduren en el tiempo renovándose constantemente. 

Alfredo de Angelis afirmaba que no hubo ningún bandoneonista con sus recursos y su don de improvisación, sin perder el hilo de la melodía. Pichuco le llamaba cariñosamente Papi y le tenía una gran estima. Y además, Aieta formó esa maravillosa sociedad creativa con Francisco García Jiménez que derivó en la parva increíble de temas que crearon a lo largo de cuarenta años. Y todos ellos convertidos en éxitos.                                           

            

Como ya he tratado sobre ambos en mis páginas y en mis libros, hoy me sumerjo en una de sus creaciones, el tango "Príncipe" que compusieron en 1922, juntamente con el violinista Rafael Tuegols. Aieta integraba la fila de bandoneones en la orquesta de Canaro, junto a Minervini, Schumacher y Danesi y actuaban en el "Casino Pigalle". Allí estrenarían este tango que sería muy aplaudido.

                                                      

Francisco García Jiménez

Justo estaba esa noche Gardel en una mesa del cabaret y le gustó mucho el tema. Tanto que se presentó en el intervalo, saludó a Aieta y le dijo: "Este tango es posta, muy posta y te aseguro que te lo voy a grabar y te va a quedar una ponchada de dinero. Hasta te podrás comprar una casa, ya verás...". Aieta lo comentaría con García Jiménez y la alegría de ambos fue muy grande porque entrevieron la dimensión del tema.

                                           

Los versos de García Jiménez dibujan la estética de la individualidad y beben de las fuentes del alma. Los años crepusculares del personaje, aguijoneados por la afilada melancolía que nos recuerda el paso el tiempo y nos devuelve a los lugares inolvidables de la memoria en eterna descomposición. El príncipe se ha bajado del trono y recuerda aquel entusiasmo, y el embrujo final que cuadra el  círculo.

Príncipe fui, tuve un hogar y un amor,
llegué a gustar la dulce paz del querer
y pudo más que la maldad y el dolor,
la voluntad de un corazón de mujer,
y así llorar hondo pesar hoy me ves,
pues para luchar no tengo ya valor.
Lo que perdí no he de encontrar otra vez,
príncipe fui, tuve un hogar y un amor.

Los efluvios desgranan en el aire un cromatismo oscuro en la épica de lo cotidiano. Esskol Nevo dice que "cada uno reescribe su vida cuando se la cuenta a sí mismo". Y nosotros lo podemos apreciar en la confesión del personaje que siente un peso de lápida en su vida amorosa. Su apología del escepticismo se ve machacada incluso, por el escarnio que recibe como respuesta. 

Y hoy que, deshechos mis sueños bellos,
mi pie en las calles sin rumbo pisa,
cuando les digo que he sido un príncipe
los desalmados lo echan a risa:
cuando les digo que fue la muerte
quien de mi trono se apoderó,
¡cómo se ríen de mi desgracia
y es mi desgracia su diversión!

Loco, me dicen los desalmados
y siento por todos lados «loco, loco».
Esos, que me insultan al pasar,
nunca, nunca mi recuerdo han de empañar.

Una vez más la dupla García Jiménez-Aieta logra un respaldo popular a esta creación, incluso en la interpretación. Hay que reconocer la intervención de Tuegols en la parte musical. Existen numerosas grabaciones de este tango. Aníbal Troilo con la voz de Alberto Marino, lo grabó el 23 de enero de 1946.

                                   


Osvaldo Pugliese con su orquesta, cantando Alberto Morán, lo llevó al disco el 28 de marzo de 1946.

                                           





domingo, 31 de agosto de 2025

Salgán y el Quinteto Real

 Horacio Salgán fue un músico reconocido por sus colegas, en su argamasa de vanguardia y conservadurismo. Ha sido original en sus planteamientos, y, al revés de Piazzolla, alcanza su objetivo desde un comienzo anárquico, por su obsesión de meterse dentro del tango, tocando al modo tradicional. 

Mientas Astor  lucha por salirse de los esquemas clásicos del tango, Salgán se aleja de sus fantasías primerizas -producto de su gran dominio de la música-, cuando acompañaba a su primera esposa, Carmen Duval, desde el piano, y en su desasosiego creador, pugna por zambullirse de lleno en las fuentes, consiguiéndolo plenamente, pese al rechazo inicial. 

Decían que lo que él hacía no era tango y desconcertaba a los expertos. Lo cierto es que a sus 13 años ya era un aventajado alumno del Conservatorio Municipal y consumado intérprete de Bach, Beethoven, Ravel, Debussy y Chopin. Tocaría en orquestinas, casamientos, organista en la iglesia y solista en las matinés de un cine de Villa del Parque. Tocó incluso música tropical.

                           


 

A fines del 2009 recordaba: "Yo me crié en el tango. Cuando era chico, cuando era joven, se tocaba tango como cosa principal, sin perjuicio de que hubiese otros géneros como valses y pasodobles. Pero el tango era la música nuestra y estaba a todas horas y en todos lados". Elvino Vardaro primero y Juan Caló luego, lo llaman a formar en sus orquestas típicas. 

El legendario Roberto Firpo deja el piano y empuña la batuta en su orquesta, dejándole el sitio a Salgán en su lugar.  A los veinte años ya había hecho su primer arreglo musical para la orquesta de Miguel Caló: el tango Los Indios. Fue incluso una de sus primeras orquestaciones porque entonces no se arreglaba. Y su primer tango "Del 1 al 5" ya le daba chapa de tanguero.

En 1944 debutó al frente de su propia orquesta, en la Confitería Diamante, de Rivadavia y Castelli. "En ese entonces actuaban muchas orquestas típicas pero yo tenía otro gusto. Posiblemente esa sensibilidad diferente provenga de mis orígenes. Dos o tres generaciones atrás, mis bisabuelos fueron negros. Quizás viene de ahí mi manera de sentir las síncopas".

Con su orquesta logró que los grandes del tango lo siguieran en sus noches de actuaciones.  aunque no haya una sola grabación de su primera orquesta. Tuvo tres cantorazos: Horacio Deval, Ángel Paya Díaz y Roberto Goyeneche. La perfección del sonido es su búsqueda vital. Lamentablemente, consuma  la disolución de su orquesta en 1957.

Se hace solista, toca en dúo con Ciriaco Ortiz, en trío, y funda el Quinteto Real. "Lo tomamos más bien como un divertimento y los arreglos eran míos", decía. Junto a Laurenz, Francini, Ferro y el guitarrista Ubaldo de Lío, con quien estuvo unido más de cuarenta años, aunque -y también en ésto es único- no se tutearan nunca.

                                 

Horacio Salgán, Pedro Laurenz, Enrique Francini, Ubaldo de Lío y Quicho Díaz


 El Quinteto Real, con el padrinazgo de Aníbal Troilo y la presentación de Antonio Carrizo, debutó en 1960 en radio El Mundo. Y los llamaron de todas partes, viajaron a Japón en varias ocasiones, grabaron con éxito y esos registros han cobrado valor histórico.

Por encargo de un sello japonés, el conjunto resucitó años más tarde llamándose "Nuevo Quinteto Real". Lo integraban De Lío, Salgán, Leopoldo Federico (le sucedió Néstor Marconi), Antonio Agri y Omar Murtagh. Hubo muchos cambios con el paso de los años. A principios del siglo XXI, Salgán se retira, dejando en su lugar su hijo César, en la ejecución del piano y dirección del conjunto. 

En el año 2004 la formación era la siguiente: Cesar Salgán (piano), Ubaldo de Lío (guitarra), Carlos Corrales (bandoneón), Julio Peressini (violín) y Angel Bonura (contrabajo). También esta formación tuvo nuevos ejecutantes que se fueron reemplazando a través de los años.

En el 2010 el Quinteto celebró sus 50 años con diversas giras por el mundo, mientras que en nuestro país participaron de eventos muy especiales como el Bicentenario de Argentina y El Festival de Tango de Buenos Aires. 

Podemos escuchar la versión del tango de Luis Brighenti: "Ensueños". grabada por el Quinteto Real en 1960

                         


 

Y también la milonga "La trampera" de Aníbal Troilo, llevada al ese año.

                                     


 

 

 

viernes, 29 de agosto de 2025

Jamás retornarás

Una de las tantas rarezas del tango. La sociedad musical Osmar Maderna-Miguel Caló se alió en este caso en los rubros: poeta-compositor, para crear el tema que resalta las peculiaridades de la yunta en la poesía y musicalización del tema. Como hicieran también con el tango Qué te importa que te llore y el valsecito Luna de plata.

Era la época en que el piano de Maderna sacaba roncha en la Orquesta de las estrellas, como se conocía entonces a la formación de Miguel Caló. Ese modus inconfundible del músico de Pehuajó,que a sus 21 años ya se había incorporado al grupo y no sólo como pianista sino incluso en función de arreglador, lo que le permitiría lucir tempranamente sus cualidades en esos capolavoros tan especiales.

Se trata de un caso muy especial, porque en general, los compositores trabajaban sobre la poesía de los escritores, y en este caso Maderna y Caló rompieron con el molde y lograron en 1942, éxitos como este en la doble función creativa. El tango que recuerdo en este caso no tiene muchos registros discográficos, pero la versión de Miguel Caló con Raúl Berón es gratificante y dan ganas de escucharlo una y otra vez.

                                          


El tema versa sobre el clásico déjà vu de la pareja que consagró tantos proyectos unidos y promesas luminosas que de repente, inesperadamente se quiebran. Los sueños reverberan esas circunstancias del adiós que parecía tener boleto de retorno, pero la realidad desbarata todas las perspectivas y el hombre, quebrado, recuerda esos momentos que se le hacen inolvidables y desgraciados.

Cuando dijo adiós, quise llorar...
Luego sin su amor, quise gritar...
Todos los ensueños que albergó mi corazón
(toda mi ilusión), cayeron a pedazos.
Pronto volveré, dijo al partir.
Loco la esperé... ¡Pobre de mí!
Y hoy, que tanto tiempo ha transcurrido sin volver,
siento que he perdido su querer.

Muchos poetas del tango retratan en algunas de sus creaciones, las vivencias personales y amorosas.  Leyendo los versos del tema que traigo hoy a la página, da la sensación de que hubiese una historia real, yacente en todo el espíritu del tema. Acorralado por la nostalgia, la fugacidad de los momentos de amor, deshilvanando su musa, el personaje confiesa que su vida está herida de muerte sentimental.

Jamás retornarás... lo dice el alma mía,
y en esta soledad te nombro noche y día.
¿Por qué, por qué te fuiste de mi lado
y tan cruel has destrozado mi corazón?
Jamás retornarás... lo dice el alma mía
y, aunque muriendo está, te espera sin cesar.

Cuánto le imploré: vuelve, mi amor…
Cuánto la besé, ¡con qué fervor!
Algo me decía que jamás iba a volver,
que el anochecer en mi alma se anidaba.
Pronto volveré, dijo al partir.
Mucho la esperé… ¡Pobre de mí!

Y hoy, que al fin comprendo la penosa y cruel verdad,
siento que la vida se me va.


Y el tango pegó. Pegó de tal forma que a ochenta y tres años de su creación, lo seguimos escuchando y bailando con ganas. También es cierto que la intepretación de Raúl Berón con la orquesta de Miguel Caló le suma muchos puntos al tema. Lo que sin embargo no deja de llamar la atención, insisto, es que los versos hayan sido creados por dos músicos de tango como Maderna y Caló.


El 9 de octubre de 1942, Miguel Caló con su orquesta lo llevó al disco. Y acá lo tenemos otra vez con la nostalgia que va creando en sus compases y el canto sentimental de Berón.



 




lunes, 25 de agosto de 2025

Una pintura de Pichuco

 

 

                                   

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 DOGOR
(Una pintura de Pichuco)

                                                                                   (No ves que está de olvido el corazón.)
                                                                                                                Homero Manzi

Se amasija de luna la piojosa
Pa’embroyarse en un raje batemusa.

Desenfunda la jaula calzándola a babucha
Franeleándola con mimo y en chancleta
La mano zurda jotrabando de barreta,
el espiro relojeándose en su trucha,
un blondo escabio que empuja y que lo scrucha
aunque el hombre sobrado de carpeta
las dibuja de prima a las aletas
del fueye roncador que desestucha.

Porque nació con destino de fueyero
y al lado un ángel ñericompa y porteñero
custodio de sus manos gardelianas.

El insomnio lo inunda de quimeras
La nostalgia entre grillos se entrevera
Y un espiche p’adentro, de sotana
la conversa con el cuore batilana.
Ensiya el alma, en puro sentimiento
como si fuera deschavando un testamento,
refalando en el teclado sus macanas:
De los orsay que acusa el manyamiento,
de falopas y faso, de timbas pecoranas…
Su fueye bate el justo a ese lamento
blanqueando al alba confesora su nirvana.

Y entonces Pichuco le refila melodías
a la ferramenta que lofió de guacho;
por Fiore, por Floreal, por los muchachos
por las Milonguitas que cantó en María.
Dando changüís, gatiyando entre güiscachos, 
y cincela, ensoñado, gloriosas troilerías.
La piedad está tayada en ese escracho
que enfarola la fetén tangomanía.

 JOSÉ MARÍA OTERO