En este encuentro de dos personas que se unen para bailar una tanda de la milonga, se produce el milagro del abrazo, que tanta literatura ha despertado en los últimos años, debido al
boom de esta danza argentina de pareja.
Y se puede hablar del milagro porque en momentos como los presentes, en que el mundo entero está conmocionado, envuelto en guerras y con tantos problemas de supervivencia para tantas personas, el hecho de que se abracen dos personas es llamativo. En este laberinto de insatisfacciones sentimentales y afectivas, de sirenas, alarmas, puertas cerradas, y falta de diálogos entre vecinos, el abrazo íntimo,
tête a tête, pechos unidos, entre dos desconocidos suena casi a milagro.
En mi libro
Perfiles milongueros, que saldrá próximamente al mercado, lo defino al abrazo del tango en un poema, que acá les muestro:
EL ABRAZO
Entrelazados los cuerpos con densidad emocional,
por el temblor de una pasión,
unidos vis a vis en el enjambre
con intención de eternidad y venas tangoespuma
recorren amorosamente el lento límite.
Con la nota
antigua recobrada,
los
pies sinuosos
en busca del ansiado paraíso,
dibujan sobre la frontera exigua.
Emborrachando el corazón entre galopes de piernas
abrevando en el ritmo,
trascienden sobre el movimiento incesante
con un redoble de sístoles y diástoles.
Los pasos apretados, insinuados
cual enjaulados pájaros en celo,
devorando la noche de luz lila.
La efímera fiesta encuentra la urgencia cancelada
y se introduce
sobre el movimiento incesante
con la cortina musical interrumpiendo
ese abrazo amoroso, creando la dispersión ondulante
en los
difuminados rostros del paisaje.
Ellos se buscarán y volverán a unir sus formas
soñando, imanados, abrochar epifanías
sobre compases yumbeados o eternas troilerías
para alcanzar
al fin su cielotango.
Y el espejo devolviendo alegorías.
También, con una destacada pintora y artista plástica, Isabel Caraffi, hicimos el libro ArTango, que contiene pinturas de ella y textos míos. Entre algunos de esos textos, introduje incluso poesías, y una de ellas en lunfardo, sobre un motivo de Isabel. Es muy lunfa y les muestro la pintura y el texto, difícil de entender para profanos.
Dequerusa
Arde la hoguera, en sazón, patibularia,
chamuscante, yirando, con la grela
escaldando su mirada perdularia
que suncha al vareador; alma y candela,
floreando su altivez de rompe y raja
y embrocando con perfil de centinela
al carancanfunfa que marca la baraja
del milongón con yeite y espamento
metejoneando en orsái a la terraja
para zaparla debute a sotavento
al rebufo de curdas bandoneones
que fungen su tenaz compadreamiento.
Baten la justa violines y violones
empardando al que cincha con los gratas,
al tordo y al caftén con los minones
y al dandy con un reo en alpargatas.
Y, ya que estamos y como huelo el aroma marino, que me despejará desde domani, voy con otro tema que escribí, siempre en lunfa, sobre un dibujo de mi gomía Carlos Killian. El abrazo es el leit motiv de estos versos que dejan de lado los estudios filosóficos sobre la técnica, y hurgan en el corazón de la milonga, en aquellos momentos bravíos e iniciáticos.
El rito
“Puedo vistear tu estampa, tu arquetipo…”
Héctor Chaponick
La calza en un abrazo de rante malevaje
enfunyinado el mate, con aire de shofica,
masticando compases su sangre shomistraje,
y la paica ensobrada, lo chaira y lo replica.
El punto se embalurda de’sparo y farolea
dibujándole verduras de furca a la chirusa
que con sabia menesunda, el fato relojea
cinchándolo al breón, sarpada de carpusa.
En el orre bailetín, va diquera la papusa,
colibriando, reluciendo cartel con el bramaje,
alardeada de musa, abrojada al pogua como chusa
pa' que su Cacha choree perfil en el baraje
arrastrando los fangruyos, ¡dequerusa!
mostrando en el leiba prontuario sin truchaje.
Y en la feria del engrupe taya fuerte el misturaje
del gavión de gacho gris y la grela rantifusa,
floriándose bajo la luna naerma, ranera y comifusa.
Y para el cierre nada más oportuno que un tanguito para acompañar estas parolas lunfas. Y ¡qué mejor" que el cabezón Alberto Castillo llamándonos al ruedo. Con la fecunda orquesta de Ricardo Tanturi grabó el 18 de marzo de 1942: Al compás de un tango, de Alberto Suárez Villanueva y Oscar Rubens.