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lunes, 29 de agosto de 2016

Cuando tallan los recuerdos

Y recurro al título de ese grato y evocador tango que hicieron Enrique Cadícamo y Rafael Rossi, para reflejar mi estado de ánimo, cuando repaso antiguas páginas y observo imágenes con hermosas historias detrás. La música completa el cuadro, con el fueye de Pichuco destapando sus esencias. Y es un poco la historia de tres músicos amigos, bandoneonistas ellos, que supieron brillar en aquella Buenos Aires poblada de tangos, de noches interminables y de silbidos que orlaban las calles porteñas.

Jorge Argentino Fernández, Aníbal Troilo y Eduardo Marino, fueron los que me embarcaron en el recuerdo. Los tres coincidieron en el famoso Sexteto de Elvino Vardaro. En 1933, los dos primeros tallaban fuerte en el Café Germinal y en Radio Fénix. El propio Pichuco lo relataba así:

                               
                                               
El Septeto de Vardaro en Montevideo con Eduardo Marino


-Elvino Vardaro formó un sexteto para actuar en Belgrano. Estaban él y Hugo Baralis en violines. José Pascual en el piano, Pedro Caracciolo en contrabajo y Jorge Fernández y yo en bandoneones. En esos años tallaban los dúos de fueyes: Maffia y Laurenz, Franco y Clausi. Ellos hacían temblar a las barras milongueras. Con Jorge hicimos un dúo de bandoneones que la ciudad entró a considerar con el mejor de los apoyos. Con ese sexteto viajamos a Montevideo y actuamos en el Tupí Nambá nuevo, que estaba en la 18, cerca de Plaza Independencia. Allí venían  a ponerle la oreja  el escritor Sabat Ercasy, aquel centro-half glorioso que fue Zibecchi, el Ñato Pedreira, Pintín Castellanos, el Loro Collazo, Di Feo, El Flaco Pérez. Venía todas las noches un pibe que se llamaba De los Hoyos...

                                            
 Fernández, Aníbal Troilo y Eduardo Marino en el septeto de Vardaro

Y Pichuco no exagera un ápice sobre los méritos de su dúo con Jorge Fernández. Todos los críticos coinciden en señalar que constituyeron uno de los mejores de todos los tiempos, por su gran compenetración que les llevó a tener un arrastre impresionante. Los arreglos de José Pascual le permitían el lucimiento a todos los integrantes del sexteto y ellos se entendieron desde el primer día. Jorge Fernández y Eduardo Marino habían coincidido antes en la orquesta de Manuel Buzón, integrando la fila de fueyes con Antonio Ríos y Héctor Cachito Presas. Y Marino se incorporía al sexteto, que sería septeto con su ingreso en 1935. Justo el año en que las oportunidades se le acabaron al conjunto, las discográficas no encontraron que el sexteto fuese comercial y Vardaro decidió disolver el mismo.

El historiador-musicólogo Luis Adolfo Sierra se expresaba de esta manera:
 -La estructura del conjunto permitió el constante lucimiento personal de aquellos eximios artistas, que conformaban una modalidad singularmente original de ejecución. Marcación rítmica lenta de libre cadencia, sumamente expresiva, con atractivos efectos de síncopa y elegantes rubatos, dentro de un juego armónico de elevada concepción musical. Y, por sobre todo, la gracia, el sabor, las intenciones casi imperceptibles de depurada delicadeza, el buen gusto y todo aquello que esos notables ejecutantes ponían al servicio de sus instrumentos templados al fragor del más puro estilo tanguístico. Es que el sexteto del Germinal -como se le llamaba en el ambiente musical porteño- significó una verdadera expresión de refinamiento estilístico, y una manifestación de evidente superación dentro de su propia época y de su modalidad ensencialmente decareana.

    
Elvino Vardaro al frente de aquel sexteto de vida breve



Y la historia dirá que para los Carnavales de 1937, Juan Carlos Cobián forma una gran orquesta para actuar en el Teatro Politeama. Y en la fila de fueyes juntó a a estos nenes: Ciriaco Ortiz, Aníbal Troilo, Jorge Fernández, Eduardo Marino, Toto Rodríguez,  y Nicolás Pepe. En la orquesta había 5 contrabajos, instrumentos de percusión, violinistas de la talla de Cayetano Puglisi, Hugo Baralis, Eugenio Nóbile y otros destacados. Troilo seguiría con Cobián en Radio El Mundo y el cabaret Charleston, de la Boca.

El paso fugaz de Troilo y Fernández por la orquesta de D'Agostino
                                   

Cuando Cobián terminó esos contratos y disolvió la orquesta, fue cuando Pichuco pensó en que había llegado la hora para tener la suya, aunque contara apenas con 23 años, pero bastante experiencia. Trabajaron intensamente con Orlando Goñi para armar el conjunto y los fueyes de la misma serían Toto Rodriguez, Alfredo Yanitelli y el propio Troilo. La orquesta debuta en el cabaret Marabú, el 1 de julio de 1937. Al año siguiente Eduardo Marino se incorpora a la orquesta en lugar de Yanitelli y permanecerá en la misma hasta el final, cuando muere Troilo en 1975. O sea, que estuvo en la misma nada menos que 37 años, caso increíble en el ambiente de los músicos.

                             

La orquesta de Troilo con Eduardo Marino y Piazzolla en 1940

Por eso decía que las imágenes me llevan hacia atrás y comprobás la cantidad de vivencias que se van disparando al mirarlas, como si destaparas una botella de buen champán con su largo fermento. Y para completar me voy a 1933, cuando el sexteto de Vardaro graba este acetato no comercial, que anduvo tantos años perdido: Tigre viejo, de Salvador Grupillo. Una joya para apreciar a esos músicos. Y por la orquesta de Aníbal Troilo, el tango de Ricardo Gaudenzio: El chupete, grabado el 22 de octubre de 1942. Bien milonguero.

Sexteto Vardaro - Tigre viejo

Aníbal Troilo - El chupete

sábado, 27 de agosto de 2016

BIEN MILONGA

Se acerca septiembre y en este mes que está por llegar,  recomenzamos  las clases y la milonga en la Casa de Aragón de Madrid. En este lungo descanso veraniego, y para ir poniendo en onda las tabas, hemos visitado algunas milongas y hemos visto un poco de todo. Creo que siempre hay cosas que mejorar y esta sesión de hoy la dedico a tres maestros que han aportado mucho a la danza de tango en general. El turco Murat Erdemsel, la hawaiana Michelle Lamb y la francesa Sigrid Van Tilbeurgh.

Murat y Michelle han sido pareja de vida y de tango durante 11 hermosos años, en los que nos han dejado muestras de su creatividad y capacidad de enseñanza. Han transmitido a sus alumnos de todo el mundo que esta danza es un arte, promoviendo la creatividad de los mismos, dejando una fecunda huella que es muy de agradecer, sobre todo cuando uno comprueba las enseñanzas negativas que se advierten en tantos aprendices que no salen nunca de esta primera fase y perjudican los movimientos del resto de bailarines en la pista.

                                             
Murat Erdemsel y Sigrid Van Tilbeurgh


Fueron defensores a ultranza de la correcta interpretación de cada tema y orquesta y en este sentido, tanto el uno como la otra se afanaron en la recreación y consiguieron lucir tanto el papel del hombre como el de la mujer, para ejemplo de todos aquellos que sólo buscan su lucimiento personal y olvidan lo importante que es convertir a la mujer en reina y foco de atención.

Y como recuerdo de esos hermosos años, los vemos en el Festival de Tarbes -Francia- bailando el tango Invierno, por Francisco Canaro, su orquesta y el cantor Roberto Maida.

                                 

Evidentemente, tanto Murat como Michelle han destacado como maestros y para aquellos que necesitan mucho espacio para su baile -que nunca les alcanza- y evitar los choques y atascos en la pista, les muestran a sus alumnos en Chicago, como se puede bailar en espacios reducidos cuando hay una gran congregación de participantes, y sin chocar. Incluso bailando un valsecito: Mentías, por Juan D'Arienzo y su conjunto

                                       


Después de la amistosa separación de la pareja, Murat cumplió algunos compromisos con otras bailarinas, mientras a Michelle se la vio poco y nada. Por fin él daría con la pareja indicada cuando se encontró con la maestra y coreógrafa francesa Sigrid Van Tilbeurgh, que también bailaba con distintos compañeros. La química funcionó de inmediato y fueron aplaudidos en varias presentaciones. Hoy, ya establecidos como pareja fija, al menos de momento, sus presentaciones sirven para comprobar la belleza del baile del tango cuando se interpreta de manera sublime.

Podemos verlos en un Festival de Hamburgo -Alemania-, el año pasado, bailando el tango La madrugada, por Pedro Laurenz y su orquesta con el cantor Carlos Bermúdez.

                                            

                                      


Recurro mucho a estos tres maestros que cito en la página, porque realmente hacen cosas hermosas y enaltecen a la danza del tango aunque hayan nacido en Turquía, Hawai o Francia. El tango hoy es más universal que nunca, y ésta es la mejor demostración y ejemplo de ello.  Y para el cierre de la nota los dejo a Murat y Sigrid bailando en la reciente primavera, en Estocolmo. Se lucen bailando  La maleva, por Rodolfo Biagi y su orquesta. 

                                                   

jueves, 25 de agosto de 2016

Ariel Ardit: Gardel sinfónico

El año pasado, al cumplirse el 80º aniversario del trágico fallecimiento de Carlos Gardel en Medellín junto a varios de sus acompañantes, Ariel Ardit resolvió homenajearlo, en el mismo lugar del accidente: el aeropuerto Olaya Herrera de dicha ciudad colombiana.  Fue el 24 de junio del año pasado y no lo hizo de la manera tradicional,  sino acompañado por la orquesta sinfónica de Medellín, dirigida por el maestro Gonzalo Ospina. Fue una representación maravillosa ante cinco mil personas.

Ese músico genial que es el pianista Andrés Linetzky, no sólo se sentó al piano de la orquesta sino que también fue el encargado de los arreglos. Y también participó del homenaje el bandoneonista Ramiro Boero, que supo adaptarse a las condiciones orquestales, aunque la propuesta le impidiera el lucimiento personal. En la orquesta también hubo supremacía de las cuerdas e instrumentos no corrientes del tango como los vientos, xilofones, o flautas traversas.

                                       



La mayoría de los temas escogidos llevan la firma de Gardel y Le Pera. También intervienen en la selección otros en los que aparecen los nombres de Manuel Romero, Mario Battistella (en yunta con Le Pera), Terig Tucci, y Marcel Lattés. Y así desfilan en la hermosa voz e interpretación de Ardit -que recuerda a los excelentes cantores del cuarenta- los siguientes temas:

 2) Mi Buenos Aires querido          
 3) Soledad
 4) Tomo y obligo
 5) Arrabal amargo
 6) Cuesta abajo
 7) Melodía de arrabal
 8) Golondrinas
 9) Lejana tierra mía
10) Cuando tú no estás
11) Sol tropical
12) Amores de estudiante
13) El día que me quieras
14) Rubias de New York
15) Volver

Como introducción especial, brillante, espectacular, está la obertura instrumental en arreglo de Andrés Linetzky, que realiza la orquesta y en la que se incrustan melodías gardelianas que conmueven. Para escucharlo varias veces como los temas que jerarquiza Ardit y hacen más emocionante el homenaje.

Cada día es más evidente que Ariel Ardit es un cantor muy bien dotado, que reverdece el lustre de los antiguos tangos que interpreta, con su estilo sobrio, madurado, midiendo el peso de cada palabra y cada frase. Comenzó con el canto lírico, pero cuando tenía 8 años escuchó en un casa, por la radio, a Gardel en un tema y quedó impactado. Desde entonces se dedicó al tango y quiso cantar como él. La oportunidad le llegó en este homenaje tan sentido, y le brotó todo lo que de gardeliano lleva en su bagaje. Y, a propósito, nos dejó esta frase a modo de metáfora: "Yo tengo un dios sin barba, con gomina y que canta tango"

                                        

Podemos apreciarlo en dos de esas brillantes interpretaciones con la Orquesta sinfónica. Soledad y Lejana tierra mía. Empresa nada fácil por supuesto, pero hermosamente resuelta por Ariel. Y también quiero agregar la impactante obertura instrumental que ideó Linetzky, y que interpreta la orquesta con él al piano.

03- Soledad - Ariel Ardit

09- Lejana tierra mía - Ariel Ardit

01- Obertura instrumental





lunes, 22 de agosto de 2016

El Recuerdo de Salgán

Es como un petit-homenaje a este gran músico, pianista, director, compositor y arreglador, que nos dejó con sus 100 años llenos de historia y de música. y la manera de traer hoy al blog a Horacio Salgán es la historia que publiqué en este espacio, un domingo de marzo de hace 4 años. Y que acá reproduzco, tal cual, nuevamente:

Hoy nos vestimos de lujo con esta joya de la música. Es difícil poder saber si Recuerdo es el mejor tango instrumental de la historia. Pero también es difícil dictaminar que no lo es.
Todos saben, más o menos,  que Pugliese lo compuso en su mayor parte viajando en el tranvía 96 rumbo al Café “La Chancha” donde tocaba el piano. Como no sabía escribir música, todavía, ponía notas sueltas. Al final lo terminó, cuando culminó los estudios de escrituras musicales, en la casa paterna de la calle Acevedo 220. 


El tango se estrenó sin título, por el trío de Juan Bava (primo de su madre) en el Café Mitre, de la       calle Triunvirato y Gurruchaga. Luego lo tocaría “oficialmente la orquesta que integraban: el “francés” Enrique Pollet en bandoneón, los violinistas Marciano y Perrone y Osvaldo Pugliese al piano.
Esa noche, cuando bajaron del palco se le acercaron todos los amigos a preguntarle el nombre del tango y resultó que no tenía nombre aún. Ante la insistencia de los amigos, de repente dijo: “Bueno, se llamará Recuerdo y se lo dedico a todos ustedes”.

Pugliese tenía en ese entonces 19 años, la mayoría de edad llegaba a los 22 y el tema se inscribió a nombre de su padre, Adolfo, ex flautista, y dedicado a partir de esa época a vendedor de partituras. En dicha lámina figura dedicado a 5 personas: Alfredo Bianchi, Torcuato Di Giorgio, Domingo Tornarelli, Amadeo Priorello y Rogelio Boiseglier. Cuando los padres preguntaban quiénes eran esas personas, Osvaldo decía que… “amigos”.

Finalmente confesaría que era 5 muchachos con una memoria bárbara porque como eran quinieleros, cuando venía la cana se tragaban los apuntes, reteniéndolos en la cabeza para no ir a la taquería detenidos…
                                                      

Este tango maravilloso que De Caro consagraría, encierra en su historia una fecha maravillosa del año 1947. Y eso lo cuenta más abajo un músico, porque los hinchas que iban a escuchar a Horacio Salgán eran en su gran mayoría músicos, ya que Salgán, pese a ser un grande, nunca tuvo hinchada.

Esta grabación resultó ser la primera de Salgán, con “La clavada” detrás, el 4 de mayo de 1950. Después del fracaso ante las grabadoras Horacio se había retirado para dedicarse a la composición y la enseñanza. Y en 1950 volvió al frente de un nuevo conjunto y por fin pudo llegar al disco. 

Acá, remasterizado lo escucharemos después de leer el testimonio del pianista Omar Rivoira, que no tiene desperdicio y nos remite a una época  irrepetible de aquellas noches tangueras de Buenos Aires.

24 de julio de 1947, Noche inolvidable.

Llegamos como de costumbre al Café Nacional, "La Catedral del Tango", como se le llamaba. Ir al Café Nacional era una verdadera religión, una mística tanguera. Por dicho café desfilaron todos los grandes, verdaderos "Apóstoles del tango".

Esa noche inolvidable, la del 24 de julio de 1947, debutaba nada menos que el gran maestro Horacio Salgán y su orquesta. ¡Que digo!, su magnífica orquesta típica. Se había dicho que en esta cita se estrenaría el arreglo del maestro Salgán para el tango Recuerdo. Lógicamente, se había invitado especialmente al gran Osvaldo Pugliese. Llegó Pugliese con la mayoría de los integrantes de su orquesta y ocuparon una de las mesas del centro del Café, frente a la que yo me encontraba compartiendo con Leopoldo Federico, Nicola Paracino, Alberto Marino y Emilio Balcarce entre otros. El resto del público también se conformaba por músicos y especialmente por admiradores de Salgán.

Subió el maestro Salgán al palco con sus músicos. Grandes aplausos y luego silencio absoluto. No volaba una mosca y es que entonces se sabía escuchar. Después de ejecutar varios hermosos temas, el presentador anunció y dedicó al maestro Pugliese el arreglo especial para Recuerdo. Los grandes aplausos no se hicieron esperar y comenzó la ejecución.

                                        
Horacio Salgán y Osvaldo Pugliese

Lo que lamento es no poder describirles el delirante momento de interpretación, de enorme contenido musical, hermoso. Verdaderos encajes de musicalización, solos de alto vuelo individual y colectivo. Lo que hizo el maesatro Salgán de Recuerdo es imponderable por su delicadeza, por su profunda MUSICALIDAD, con mayúsculas. En una palabra, magistral.

Luego de esta hermosa presentación, los músicos bajaron del escenario junto a Salgán. Éste se acercó a la mesa de Osvaldo Pugliese encontrándolo emocionado e impresionado. Pugliese lo abrazó a Horacio y le dijo lo siguiente, palabras que aún me parece escuchar: "Querido Horacio, jamás me hubiera imaginado tanta belleza, un gran desarrollo armónico. Es como si hubieras captado una parte de mi ser; ha sido una comunicación de almas. Te felicito Horacio".

Pugliese no pudo contener las lágrimas. Benditas lágrimas de tango, lágrimas de alegría, de verdadera amistad y cariño. Fue un momento tan profundo que al fin nos contagió a todos, al fin y al cabo éramos todos hombres de tango.

Al evocar esa noche, después de casi sesenta años, se me hace un nudo en la garganta. Me es difícil contener un llanto tanguero. Lo confieso, he llorado ante el recuerdo tan profundo que me trae esa noche inolvidable. 
                                                                                          
                                                                                               Omar Rivoira 

Y yo les traigo nuevamente esa maravillosa versión que emocionó al maestro Pugliese. Fue grabado el 4 de mayo de 1950. 


(La imagen de Salgán y Pugliese juntos, en el Tortoni, se publicó en la revista La Maga y fue tomada por el fotógrafo Gerardo Dell'Orto).

                              

sábado, 20 de agosto de 2016

D'Agostino-Vargas

Fue una de las grandes sociedades del Buenos Aires tanguero en aquella gran época de oro, y nos sigue acompañando en las veladas milongueras, incluso mucho más allá de las fronteras del Río de la Plata. La orquesta tiene un tono especial para los bailarines, distinto al de otras grandes formaciones y el touch de Angelito Vargas con su voz y estilo tan personales, nos deja ese tono intimista que invita al baile y la concentración interior.

Se conocieron en 1932 y se unieron para la historia en 1940, cuando serían contratados por Radio El Mundo, lo que significaba el espaldarazo hacia la fama. Los porteños agradecieron esa aleación y los tuvieron siempre en un pedestal. El empresario José Vázquez, marido de la gran recitadora Berta Singerman, sería quien le recomendara a este cantor, que D'Agostino prueba en el Teatro Cómico -donde actuaba- y lo contrata para cantar con su conjunto en el cine-teatro Florida. Dura muy poco la unión porque D'Agostino tenía otros compomisos, aunque esporádicamente volvían a reunirse.

                                   


D'Agostino estudió música de pequeño, vivió en el centro y se conocían con Juan D'Arienzo desde niños. Por eso, a sus trece años  formaron un trío entre ellos y Ernesto Bianchi, que actuarían en el Teatro Guiñol, del Jardín Zoológico, apuntando lo que sería su futuro musical. Luego se uniría con Ennio Bolognini, un violinista de alta escuela que haría carrera en Estados Unidos y también  con otro vecino de fuste, el por entonces chiquilín Eduardo Armani.

Entre otros de sus trabajos, destacan la pasión milonguera, ya que a D'Agostino le gustaba bailar tango, y ello explica el armado milonguero de su orquesta, a la que probaba en los ensayos tirando unos pasos para ver si el tema resultaba bien bailable. Cuando ello no ocurría, dejaba el piano, se paraba y les decía a los músicos:
-No muchachos, así no va. No se puede bailar. Empecemos de nuevo.

                                     


Había acompañado entre otros menesteres a la pareja integrada por El Mocho y La Portuguesa, que bailaban bajo el apodo artístico de  Los Undarz. Le decían El Mocho porque le faltaba un dedo y para D'Agostino fue el mejor bailarían de su época. Natural de Avellaneda, David Undarz triunfaría en el centro porteño y el director confesaba que le sirvió de fuente de inspiración para dirigir a su orquesta, y buscar el ritmo que pudiera acompañar y guiar a los bailarines. Él mismo solía bailarlo en salones, cuando no actuaba.

Angelito Vargas grabó tres temas con la Típica Victor, dirigida por Freddy Scorticati, y en la cual formaban futuros compañeros que se alinearán en el conjunto de D'Agostino, como Eduardo Del Piano,  Victor Felice y Victor Braña. Los mismos, que han sido rescatados por los musicalizadores de milongas: Adiós Buenos Aires,  Sin rumbo fijo e Incertidumbre los registró en los años 1938 y 39.  El 13 de noviembre de 1940, alcanza su primera grabación con D'Agostino: De una cara del disco, No aflojés y en el reverso, Muchacho.

                                                 


Así se inaugura una etapa brillante para el tango Otra perla para agregar al gran collar de orquestas que anima aquel período inigualable del tango. Fueron, son, 93 grabaciones que siguen presentes en la magia de la milonga. Cuando Vargas se retiró de la orquesta, para ser solista, ésta no volvió a ser la misma. En una de las tantas charletas que tuve con D'Agostino, me confesaba que nunca lo pudo reemplazar a Vargas y poco a poco fue perdiendo las ganas de dirigir y actuar. Como un feliz matrimonio que un día se divorcia. Se dedicó entonces, siempre con la percha incólume, a su eterno hobby del póker, jugando en las mesas del Club del Progreso hasta su adiós definitivo.

Yo le dediqué un verso a Angelito Vargas, que además era de mi barrio de Parque Patricios. Mi gran amigo Ángel Yonadi lo recita y lo incrustó en esta creación de la orquesta y cantor: Cantando olvidaré, con letra de José Fernández y música de Alfredo Attadía y Ángel D'Agostino, grabado el 15 de noviembre de 1943. Y la verdad es que queda bien, valga la modestia. Es mi aporte a este grato recuerdo.

Cantando Olvidaré - D'Agostino-Vargas -Versos José María Otero





miércoles, 17 de agosto de 2016

Típica Select

Cuando las grabadoras se dieron cuenta de la importancia popular que tenía el tango, la firma Odeón tomó la delantera, lideró las ventas en Argentinas de orquestas como la de Roberto Firpo  que grababa discos con increíble frecuencia y los mismos se vendían rápidamente. Había entonces otros sellos con menos posiblidades técnicas y crédito comercial, como Atlanta, que regentaba Alfredo Améndola -tío de Juan D'Arienzo-, en la cual grababa Francisco Canaro..

Incluso en alguna oportunidad el propio Pirincho con sus músicos debió trasladarse a Porto Alegre -Brasil-  enviado por Améndola, porque en Buenos Aires no tenía equipo para grabar ni medios técnicos. Quien sí lo tenía, como señalé,  era el adelantado Max Glüxcsmann, propietario del sello Nacional Odeón, en cuya empresa grababa precisamente Roberto Firpo.

                                            
Roccatagliata en el centro, Cobián, Fresedo, en el Secteto de éste

Canaro grabaría luego en el sello Era de "El gaucho Relámpago". A raíz del éxito de su tango El chamuyo, un directivo de Odeón habló con él para llevarlo a esta firma, pero allí Firpo tenía contrato de exclusividad y podía frenar la llegada de otra orquestas. Por eso Canaro comenzó grabando con un trío y Odeón buscó un acuerdo con Firpo, "que consistió en abonarle  a éste seis centavos por cada disco que se vendía grabado por mi oquesta" - contaría Canaro.

El tango crecía, ya se había instalado en París con músicos como los Pizarro, Vicente Loduca, Eduardo Monelos, El Tano Genaro, Eduardo Bianco,Víctor Lomuto, el ciego Remondini, Eduardo Arolas, Enrique Saborido y hasta el vasco Aín con su compañera llevando los cortes y quebradas que tanto gustarían a los parisinos, a quienes además comenzó a enseñarles los primeros pasos en la pista.

                                            


La RCA Victor comprendió que no podía perder ese nicho y dieron orden a su gente de Buenos Aires para que contratase algunos músicos destacados y llevarlos hacia aquel país con el fin de que grabasen algunos temas. El hombre dedicado a este menester, vió a algunos conjuntos en acción y aconsejado por gente del tango fue a escuchar al cuarteto que formaban Osvaldo Fresedo, Enrique Delfino, Agesilao Ferrazzano y Tito Roccatagliata, en unos bailes. Y pensó de inmediato que eran los ideales para el proyecto.

Habló con ellos  y los contrató para viajar a Nueva York en 1919, bajo la denominación de Orquesta Típica Select. Ferrazzano no pudo ir por razones de trabajo. Allí se agregarían Hermann Mayer en violoncello y Alberto Infante Arancibia como segundo violín. Todos los temas fueron grabados entre el 24 y el 31 de agosto y realmente no tuvieron grandes resultados en cuanto a difusión, ni en Estados Unidos ni en Argentina. Incluso Delfino deslizaría en una reportaje, muchos años después, que ese viaje no había sido nada agradable.

                                   


Fresedo registró en solo de bandoneón, Nueva York, tema suyo y Bélgica, de Delfino. Las otras veinte grabaciones de la Típica Select, reunidas ahora en un CD incluyen: Don Esteban, Curupaytí, A la gran muñeca, Mala sangre, Locatelli, Tiene la palabra, Pablo, La cotorrita, Sábado Inglés, Panchito, Qué noche, El 6º, Por tí lloré, Nobleza de arrabal, Milonguita, Don Eduardo, Entrada libre, Entrada prohibida, San Fernando, Calle Corrientes. Algunos de estos tangos fueron compuestos de apuro por los integrantes del trío. Otros son más conocidos.

Y yo selecciono dos de esos temas para completar el recuerdo: Pablo, de José Martínez, y Nobleza de Arrabal, de Francisco Canaro.

Atenti.

7- Pablo - Típica Select

14- Nobleza de arrabal - Típica Select






viernes, 12 de agosto de 2016

La gran pareja del tango

La historia del tango menciona a esas grandes parejas de bailarines que han dejado huella en su época y las posteriores. Como pudieron ser El Cachafaz-Carmencita, Copes-María Nieves, Zotto-Plebs y las que me salto porque afortunadamente fueron muchas más, pero las que cito fueron muy importantes por lo que avanzaron en coreografía, estilo, vestimenta, siendo aplaudidos en muchos países del mundo y evitando que este género maravilloso sufriera grandes baches en su historia.

La dupla que hoy se ha ganado el podio máximo con toda justicia es la que forman Sebastián Arce y Mariana Montes. Ha llegado al mismo después de muchos sacrificios personales y con gran esfuerzo y dedicación. Se conocieron a finales de los ochenta, cuando tenían 8/9 años, en la escuela de folklore, aunque no tenían amistad por entonces. Sebastián nació en Santiago del Estero, sus padres se separaron siendo él un niño y su padre lo vinculó a las danzas folklóricas. Así aterrizaría en una Escuela de Buenos Aires para aprenderlas con cierto empaque.

                                         


Pero un día vió en la escuela bailar tango y sus ojos se iluminaron. Le pareció que aquello era distinto, una maravilla. Mariana seguiría un camino parecido y con el tiempo formarían la pareja que crecerían juntos, con el afán de llegar lejos. Eligieron estudiar con maestros de prestigio y Eduardo Arquimbau, Carlos Rivarola, Juan Carlos Copes, Osvaldo Zotto, Lorena Ermocida, Miguel Ángel Zotto, Milena Plebs, les dieron el baño lustral y el bagaje técnico-artístico para que pudieran despegar.

Comenzaron bailando en Casas de tango para los turistas y además daban clases en 4 salas. Ya se habían convertido en novios y Sebastián -que entonces tenía 17 años-  recuerda cuando, establecidos como pareja de hecho que "con todo lo que trabajábamos, no nos alcanzaba para pagarnos una pensión". Viajarían a Seúl -Corea- y luego  de otras experiencias, llega el salto a Europa y se establecen en París durante seis años. La competencia era muy grande, vieron la insolidaridad que existía y se mudarían un año a Londres. Luego vendría la vida de en Moscú en 2006, donde serían muy bien recibidos, aunque,  ya separados como pareja de vida, ella se establece en Italia.
                                               


Mariana soñaba con ser bailarina clásica o de folklore, pero el tango la teminó envolviendo y el dueto que formaron con Sebas, por su entendimiento, complicidad y ganas de volar, creció y sigue creciendo, aunque ya no vivan juntos. Él se casaría con una rusa y terminaría separándose. Ahora tiene su Arceacademia en Moscú, donde enseña con Eleonora Kalganova. Por su parte Mariana, tiene la suya en Italia, donde se casó en 2013, con Francesco Sanna, en una capilla de Cagliari. Entraría en la misma de la mano de Sebastián ("Mi maestro, mi compañero, mi amigo, mi hermano del alma", dice ella), que además firmó como testigo de la boda. Bailó embarazada hasta poco antes de tener a su pequeña Matilde.

Ambos son coreógrafos, directores de escena, han participado en filmes y su prestigio crece día a día. Sebastián dice que la música del tango es un matrimonio diabólico entre el bandoneón y el violín, y se exalta cuando lo explica. Además, asegura que los rusos hoy día son los mejores bailarines del mundo y que los músicos que tocan tango allí quieren crecer permanentemente y estudian a los grandes músicos y orquestas argentinas para aprender sus yeites y arreglos. Para deshacer tópicos, de que los rusos son personas de hielo, sin corazón -"presentados así por el cine yanqui"-, explica que son muy emocionales y las mujeres que bailan tango buscan seducir al hombre, en el sentido de que necesitan sentirse bien acompañadas y dominadas em la pista.

                                               
                                        

Hoy Sebastián y Mariana siguen dando exhibiciones por todo el mundo y han perdido la cuenta de las ciudades y países en que se han presentado. Además aprendieron idiomas, especialmente Sebastián, y ello les ayuda mucho para contactar con público y alumnos de todas partes.

-El tango le permite a cualquier persona encontrar su espacio - Mariana-
-En el baile del tango, lo importante es que la mujer se sienta como una reina - Sebastián-

Y para ilustrar fugazmente el arte de esta pareja, les invito a verlos bailando como dos grandes, que son. En este caso están en un Festival, en Londres y y se mandan con la milonga De mis tiempos por Francisco Canaro y su orquesta.



Y, esta vez en Helsinski - Filandia- los disfrutamos bailando un valsecito. Por Juan D'Arienzo, su orquesta y Héctor Mauré: La Serenata de ayer.

                                 
Y para deleitarnos con las maravillas y el arte escénico que despliegan en la pista, el escenario, o en el popularísimo programa de la RAI "Bailando con le stelle", los vemos aquí hace dos años. Hacen esta tremenda exhibición bailando el tango de Mariano Mores: Tanguera. Deben  entrar en Internet, poner la dirección que les dejo abajo y cuando lleguen al video de la RAI, ¡aplaudan... aplaudan... no dejen de aplaudir!!!!!. Porque es toda una belleza de arte, de sincronización, interpretación y musicalidad.

                                           Pueden verlo pinchando acá.                      




                                        

                                       
                                           

miércoles, 10 de agosto de 2016

Suipacha

Qué de cosas se pueden llegar a sentir escuchando este tango en la versión de Osvaldo Pugliese. Es una verdadera maravilla. El tema le pertenece al gran Eduardo Arolas, que en el corazón de su época, clavó una pica maravillosa con la infinidad de obras maestras que nos legó a los tangueros de todo el mundo. Y aseguran que no conocía la notación, que en su primera etapa improvisaba las creaciones en el bandoneón y otros músicos como Harold Philips, su maestro de teoría, solfeo y armonía, José Bombig, Carlos Hernani Macchi o Francisco Canaro lo pasaban al papel, resguardando esos tesoros.

Arolas grabó este tango en 1914 en el sello Polydor, con el título de El 14 de Suipacha. El tema lo compuso recordando y celebrando un acontecimiento histórico: el primer triunfo de las tropas patriotas ante los realistas, en la zona del Alto Perú que está ubicada a orillas del Río Suipacha, hoy Bolivia. El comandante de las fuerzas fue Antonio González Balcarce, político y militar, y la batalla ocurrió el 14 de noviembre de 1810.
                                  
                                         

                                                      
Jesús Fernández Blanco le añadiría posteriormente unos versos que no tuvieron ninguna difusión. Curiosamente, el tema no sería incluido en los repertorios de las orquestas posteriores, hasta que Héctor Varela lo registrara con su orquesta el 15 de noviembre de 1951. Hecho que no aportó laureles a su primera orquesta, cuando salió de la formación triunfal de Juan D'Arienzo para abrirse camino como director.

Osvaldo Pugliese con su conjunto lo llevaría al disco cinco años más tarde y logra una verdadera maravilla. Especialmente por el arreglo que realizara su bandoneonista (también feliz compositor y director) Mario Demarco. Ese juego de violines, piano y fueyes es todo un poema musical. Y en la pista te lleva a un estado mágico de creación, contemplación, quietismo, embrujados por esa conjunción y el clima en que te envuelve.

Pugliese grabó numerosos temas de Eduardo Arolas: La guitarrita, Derecho viejo, La cachila, El Marne, pero, para mi gusto, los tres que sublimó al mango fueron precisamente Suipacha, Lágrimas y La cabrera. El tigre del bandoneón se sentiría orgulloso de su obra si escuchase este trío de éxitos de Pugliese por la belleza artística y musical que logró con ellos. Y esa telaraña que va tejiendo con los distintos instrumentos, respetando y resaltando el orden canónico de su creador.

                                         


Suipacha fue grabado por la orquesta de Pugliese, el 26 de octubre de 1956.  Manyá qué músicos tenía el conjunto ese año: Ovaldo Ruggiero, Mario Demarco, Esteban Gilardi e Ismael Spitalnik en bandoneones. Enrique Camerano, Oscar Herrero, Emilio Balcarce y Julio Carrasco en violines. Aniceto Rossi en contrabajo, Francisco Sanmartino en viola y el maestro director al piano.

Y para que lo disfruten una vez más, les dejo esta joya.

Osvaldo Pugliese - Suipacha

lunes, 8 de agosto de 2016

Charlo y Sabina Olmos

Hoy me toca hablar de esta pareja de artistas que nos dejaron algunas grabaciones muy particulares. Charlo fue uno de los mejores cantores que ha tenido el tango y un maestro de los matices. Además de su condición de músico, ya que componía en el piano o en su acordeón a piano. Incluso le traduciría al pentagrama unas cuantas obras a Anselmo Aieta, cuando éste lo requería y lo invitaba a su domicilio, ya que no conocía la notación.


Grabó infinidad de temas como artista invitado, con Francisco Canaro y Francisco Lomuto. A la vez tuvo sus propios registros con orquesta o acompañado por guitarras. Fue aclamado en toda América, filmó numerosas películas, como actor y cantante y en una de ellas: Carnaval de antaño, dirigida por Manuel Romero en 1940, conoció a la que sería su esposa, la actriz Sabina Olmos. Se casarían en 1952, y tres años más tarde, debido al golpe militar que derribó al presidente Perón, ella sería prohibida por su adhesión pública a los postulados del peronismo, como tantos otros artistas.

Con su marido deidieron emprender un largo viaje y actuarían con gran suceso en Portugal y España. Charlo (Carlos José Pérez), se caracterizada por la pinta impoluta, su elegancia , la vestimenta y las boquillas con que despuntaba su vicio de fumador. Lo vi cantar en Radio Belgrano, con un frac de película, y lo encontré algunas veces en el Café El Águila de la calle Lavalle. Siempre iba vestido de primera, tenía mucho sentido del humor y era recibido con cariño por la barra de amigos del tango, que visitaban la vecina SADAIC y se arrimaban a tomar un café allí.

                                                 


Sabina (Rosa Herminia Gómez) además de su condiciones de actriz, tenía un tono de voz muy dulce y  melódico, cantando con notable acierto, tanto tangos, como canciones folklóricas. El matrimonio se separaría en 1969, y a ella le costó muchísimo, superar ese trance. Con el paso de los años, sin ofertas de trabajo, recluida en su departamento de Villa Lugano (en aquellos edificios humildes que había construído el gobierno de Perón), la muerte de Charlo en 1990, su reclusión,  abandono y la pobreza en que estaba inmersa, la llevaron al suicidio el 14 de enero de 1999, arrojándose por la ventana de su apartamento.

 
Charlo con su representante, José Razzano
                                           

Durante su paso por la Península Ibérica, la pareja grabó unos cuantos temas, que certifican su éxito en aquellas tierras. Uno de ellos es La cumparsita, en la que Charlo le hace la segunda voz a la cálida Sabina. El registro es hermoso, la voz de Sabina es muy dulce y el arreglo de Charlo, además del acompañamiento con su propio acordeón le dan un envoltorio precioso. Los versos de Pascual Contursi  son realzados por la pareja y es realmente una grabación con resonancias del peso de dos artistas  muy populares que supieron encontrarle otra arista a este histórico tema.

                                   


Por eso creo que vale la pena traerlo al blog y recordar así al maestro de cantores: Charlo y a esa excelente artista olvidada: Sabina Olmos

La cumparsita - Charlo (voz y acordeón)-Sabina Olmos

viernes, 5 de agosto de 2016

Alejandro Junnissi

No fue un músico destacado ni tiene una gran obra, pero merece estar entre los creadores importantes por tres de sus temas que siguen galopando fuerte en las pistas de baile y en las orejas de los tangueros gourmets. Esos tres tangos citados se llamaron: El ingeniero, El recodo y El puntazo, que calzan alas en las interpretaciones de Carlos Di Sarli, Juan D'Arienzo y numerosas orquestas, especialmente El recodo, que aparece en los atriles de infinidad de conjuntos.

Alejandro, nacido en 1897 en la calle Acoyte del porteño barrio de Caballito, es un gran desconocido para críticos y especialistas y creo que va siendo hora de que se le conozca aunque sea mínimamente. Sus padres eran inmigrantes italianos (José Junnissi y Liberata Serassino), de Potenza, que llegaron a la Argentina a finales del siglo XIX, y se dedicaban a la fabricación de mosaicos y macetas, como aquellos enanitos de los jardines... Tendrían 9 hijos: 6 varones y tres mujeres. Tres de los muchachos se dedicarían a la música: El citado Alejandro; Severo y José, éste último padre de Aldo, que fuera bandoneonista de la orquesta de D'Arienzo.

                                               
Alejandro Junnissi


Los tres hermanos formarían una orquesta juvenil dirigida por Alejandro, que tuvieron actuaciones en radio y clubes de la zona. Incluso  Eduardo Rovira compartió con ellos varias funciones. Los Junnissi aprendieron con un profesor del barrio y el resto lo hicieron sus talentos particulares. Solían tocar en pueblos del gran Buenos Aires, y Alicia, la única hija que vive de las tres que tendría  Alejandro con su esposa, María Naskovich -a quien conoció durante una actuación-, recuerda, que en una oportunidad que tocaron en Chascomús, la llevó con ellos y la sentó en el piano, para alegría de la niña.

Alejandro, Severo y José participarían en fiestas del barrio, en serenatas, y en bailongos que se armaban en las casas grandes, aquellas de patios largos, con higuera al fondo, donde pagaban entrada los muchachos y las chicas lo hacían gratis.. Con el paso del tiempo Alejandro y José decidieron dedicarse a la enseñanza y montaron su academia propia. El primero enseñaba tanto técnica del bandoneón como composición y entre ambos daban clase de teoría y solfeo. Tendría algunos alumnos que llegarían a destacarse, como Carlos Lazzari, Aldo Junnissi, Juan Puey (autor de El sueño del pibe) y otros. Incluso los dos primeros le dedicaron su tango Don Alejandro, al mayor de los Junnisi, que grabaría Juan D'Arienzo con su orquesta el 13 de septiembre de 1958.


 


















No se dedicó a la música profesionalmente ni actuó en orquestas. Era consultado por colegas sobre algunos aspectos e incluso ayudó a algunos a plasmar sus temas. Le gustaba la vida familiar en su casa de la Avenida General Paz 5978, y tenía un terreno al lado de la misma donde cultivaba diversos tipos de  verduras y frutas que luego consumían en familia. Solía salir con su amigo Juan Deluglio, bandoneonista de oreja, con quien iban a tocar a algún café o fiesta. Con él hicieron Tarde de barrio (letra de Ismael R. Aguilar), Va y viene, Los yuyales, Cuando sopla el viento y los valsecitos Muñequita negra y Canto a las estrellas. Los últimos años de su vida los pasó mal, no podía hablar y debía escribir todo, no pudieron los médicos hallar remedio a sus problemas y fallecería el 29 de mayo de 1956.

Dejó una obra no muy extensa, en la cual, además de sus tres grandes logros, figuran Agonía, El trompito, De rebote, Cuando sopla el viento, Una carta más, Cantos rodados, Va y viene (dedicado al pueblo de Lezama), Bajo la cruz del sur, Sonrisas entre tulipanes, Los yuyales, Muñequita negra, algunos instrumentales y otros en sociedad. El destacado poeta Armando Tagini le agregó versos a El recodo, pero no tuvieron éxito. Además hablaba de un tema amoroso y como puede verse en la partitura, el recodo se refiere al codo que doblan los caballos en el hipódromo cuando entran en la recta final rumbo al disco.
                                                   


Sorprenden sobremanera sus grandes éxitos como compositor. Los cuatro puntos cardinales de su obra.  Su hija Alicia, además de elogiar su valsecito Lágrimas tontas, hoy olvidado,  me decía que comenzaba a tararear una melodía -"Tengo una idea"-, y la iba desarrollando en el piano. Lo dejaba, volvía un par de días después a retomarlo, y cuando ya lo tenía bien perfilado, lo terminaba en el bandoneón. Así bordaría un tema magistral como El ingeniero, que dedicaría "a todos los ingenieros egresados de las universidades argentinas". Di Sarli realizó el milagro de grabarlo con esa modalidad cuerdista, su piano que borda exquisteces, marca el rumbo, y la interpretación realza las esencias del tema, gracias a la calidad sonora de su orquesta, dejándonos una joya para la posteridad.

El puntazo es la contrafigura. D'Arienzo te hace volar en la pista desde que se alzan las cintas. Maravilla de ritmo, de vitalidad, de compás de música que contagia. Es de los temas más hermosos que ha grabado la orquesta de los milongueros. Y El recodo contiene todos los ingredientes para engancharte. Nos gusta cuando lo escuchamos por Di Sarli o D'Arienzo. También por Pugliese al piano y seis violines comandados por Mauricio Marcelli o por Armando Pontier con su orquesta.  Por Ástor Piazzolla con su primera orquesta en el 47, o incluso Rodolfo Biagi. Es un temazo.

                                           
 
Y yo me adorno con estas tres perlas de Don Alejandro Junnissi. El recodo por Osvaldo Pugliese y tres violines, viola, violoncello y contrabajo, comandados por Mauricio Marcelli, y llevado al disco en 1970. El ingeniero, por Carlos Di Sarli y su orquesta en la tercera versión que realizara del tema el 31 de enero de 1955. Y El puntazo por la orquesta de Juan D'Arienzo, grabado el 13 de agosto de 1952.

Amén.


El recodo - Osvaldo Pugliese y cuerdas

El ingeniero - Carlos Di Sarli

El puntazo - Juan D'Arienzo







miércoles, 3 de agosto de 2016

Adiós Buenos Aires

Qué hermosa versión de este tango, por la Típica Victor cantando Angelito Vargas. Qué bien suena en la pista de baile y cómo te impulsa. Aparte, la voz de ese cantorazo tiene ese no sé qué, ¿viste? Y te juro que me encanta. Además, uno se encuentra por el mundo, hoy día, con tantos porteños  -y argentinos de las provincias, claro-, y si se detiene un ratito a pensar, te da vueltas la cabeza, por el país que debieron abandonar por distintos motivos, especialmente políticos, económicos, o debido a las dictaduras de turno.

Y no puedo menos que recordar cuando en los años sesenta/setenta, por ejemplo, yo recorría Sudamérica, México, Estados Unidos, países de Europa, debido a mi profesión periodística, y era muy difícil encontrar a compatriotas en esas ciudades, por distintos lugares. Hoy se los puede ver en toda Europa, en ciudades sudamericanas, de Estados Unidos, México, Australia y demás.

                                       
                               

Quizás por eso, este tango que se estrenó en la película del mismo nombre, con guión y dirección de Leopoldo Torres Ríos, en el mismo 1938, tiene tanto de nostalgia y sentimiento. Los primeros actores del filme eran Tito Lusiardo, Floren Delbene y Amelia Bence, y por sobre todo se trataba de una peli musical, con mucho tango, por supuesto. El propio Torres Ríos escribió la letra del título y Rodolfo Scianmarella se encargó de la música.

Precisamente, Scianmarella fue uno de los tantos que debieron emigrar por el golpe de estado de 1955, a raíz de ser autor de la marcha Evita capitana, que grabaría Nelly Omar. Se radicó en Barcelona y trabajaría en la más importante agencia de publicidad de dicha ciudad. Conocí mucho al hijo del dueño de aquella agencia y me contaba maravillas de Scianmarella por su facilidad para componer jingles publicitarios que tuvieron un éxito impresionante, e hicieron escuela  en toda España.

                                 


La letra del tango es más bien sencilla, pero la interpretación de orquesta y cantor levanta la obra y nos deja un regusto tierno, lindo.

Debo alejarme de mis tierras tan queridas,
debo alejarme, sangrando el corazón,
como el poeta he de decir en mi partida
Adiós Buenos Aires, amigos adiós...                              
       
Noches porteñas que supieron de mi dicha,
mudos testigos hoy, de mi dolor,
cada rincón me trae algún recuerdo
todo, todo, me habla de su amor.

No sé que rumbo tomarán mis pasos
lejos de esta tierra me lleva el destino,
yo tengo en el alma penas y fracasos
que olvidar quisiera por algún camino.

Y si en las brumas espesas de Londres
o en la algarabía infernal de New York,
arranque esa pena que siempre se esconde
adiós Buenos Aires, amigos adiós.

                                    
La Típica Victor dirigida entonces por el genial bandoneonista Federico Scorticati, con la voz inconfundible de Angelito Vargas, lo grabó el 3 de febrero de 1938.




Y acá lo traigo para perfumar los cuores de los porteños alejados de su tierra. É anche per tutti.


Adiós Buenos Aires- Tipica Victor - Ángel Vargas

lunes, 1 de agosto de 2016

Los virtuosos

En el año 1936, la revista Sintonía, perteneciente a la Editorial Haynes, de recordada proyección por su periódicos y publicaciones diversas que enriquecieron la cultura popular  -entre las que aportara el tango como elemento singular-, decidió realizar un plebiscito entre los lectores. El mismo tenía como finalidad elegir a los cinco mejores instrumentistas (2 bandoneonistas, 2 violinistas y un pianista) para convocar y realizar con ellos 4 grabaciones en el sello RCA Victor.

Realizado el correspondiente escrutinio de la convocatoria que tuvo gran aceptación, los elegidos por los seguidores tangueros fueron: Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Julio De Caro, Elvino Vardaro y Francisco De Caro. Coincidiendo las fechas de grabación con actuaciones de Maffia y Laurenz en distintos lugares del país, y no poder estar en el estudio el día fijado, además de un par de actuaciones en Radio El Mundo, fueron en su lugar los que les siguieron en número de votos: Ciriaco Ortiz y Carlos Marcucci.

                                   
Elvino Vardaro, Julio De Caro, Ciriaco Ortiz, Carlos Marcucci y Fco. de Caro
         
El quinteto escogido llevaría a la placa impresa cuatro temas: Chiclana y Tierra querida, de Julio De Caro, El Tirabuzón, de Antonio Corrado y Un lamento, de Graciano De Leone.  Los cuatro fueron grabados el 15 de diciembre de 1936  y serían muy bien acogidos por los aficionados. Los arreglos fueron concebidos entre los cinco integrantes, con especial participación de Francisco De Caro y Elvino Vardaro.

En 1966, el  musicólogo Luis Adolfo Sierra escribía a propósito de esta formación histórica:

-RCA Victor hizo posible una vez más, que perdurara como testimonio invalorable, a través del disco, la circunstancial pero trascendente reunión de cinco notables ejecutantes del tango reunidos por única vez en aquella ocasión. "LOS VIRTUOSOS DEL TANGO" -de entonces y de siempre- grabaron cuatro admirables versiones de Chiclana, Tierra querida, El Tirabuzón y Un lamento, que a treinta años, exactamente, de su brillante realización, conservan el mismo encanto de estilo, justeza, sabor y virtuosismo interpretativo, como si el tiempo transcurrido se propusiera recordarnos -al margen de toda evocación afectiva-, que ya por entonces la ejecución instrumental del tango había alcanzado la plenitud de sus mayores posibilidades estéticas.

                                              


Después de esta sintética pero perfecta exégesis del doctor Sierra poco se puede agregar. Y entonces los recuerdo a estos cinco fenómenos del tango en la cuarta de aquellas grabaciones: el tango del bandoneonista Graciano de Leone: Un lamento.

Que es una exquisitez.


Un lamento - Los virtuosos