Ulyses Petit de Murat |
Quietos
en las noches abiertas del verano
los pechos un poco tristes y los ojos
desteñidos en la sombra. Adentro
los cuartos confinando
el sueño de los niños
las sillas inválidas
la desesperación oscura de los trapos
los espejos duros, enlutados.
Quietos
la boca amarga
el alma apenas desvelada.
Más allá las calles desvaídas
los huecos agrios
los zanjones vacíos, sin estrellas
y un relente triste de basura.
El vértice caliente de las piernas
entre un relente triste de basura.
Las bocas negras delirando
entre un relente triste de basura.
Los ojos devorados
las manos húmedas y las amargas
caderas goteando su sangre negra, rencorosa
entre tapias ajadas
entre ventanas ciegas, corrompidas
bajo un cielo
olvidado de cenizas, al que sube
insistido, final, duro, enconado
un triste relente de basura.
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