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jueves, 31 de mayo de 2018

Discepolín

No es que los tangos de Discépolo fueran exactamente un calco de su vida. De su alma torturada desde la tierna infancia, cuando queda huérfano de padres y el sentir en carne propia y en el de sus semejantes la injusticia del poder, el hambre de tantos seres humanos, la prepotencia de  las fuerzas públicas y la desigualdad social. Pero es evidente, a través de sus vivencias, que ambas cosas, su soledad síquica y la intuición sobre el drama social de hombres y mujeres, conviven en su sensibilidad, en la letra de sus tangos.

La vorágine de la ciudad, se transmutaba en Discépolo cuando el tango lo hermanaba con tanta gente que él apreciaba sincera y profundamente. Homero Manzi y Aníbal Troilo fueron dos de esos personajes que compartieron con él veladas inolvidables de música y canto, cenas entrañables y madrugadas interminables en aquella Buenos aires noctámbula del Centro.

Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo y Aníbal Troilo

Con Pichuco mantuvo  íntima relación, en la cual, ambos además se profesaban auténtica admiración, y n una de aquellas cenas tardías afloró la posibilidad de realizar un tango en común. Troilo grabó con su orquesta y Alberto Marino el filosófico Uno, que llevaba música de Mariano Mores y había estrenado Tania en el teatro Astral, convirtiéndolo en gran suceso. Pichuco compuso entonces un tema musical para que Discépolo le pusiera versos, cosa que ambos habían pactado. Se llamaría Mi tango triste. 

Pero Discépolo decía: "Soy un viajero incansable. Tengo alma de valija: donde veo una etiqueta me la pego". Y se iría con Homero Manzi y Mario Benard a México para gestionar el cobro de derechos argentinos en el exterior e impulsar la creación de sociedades similares a SADAIC en los países visitados. Mientras Manzi y Benard se dirigieron previamente, con esa intención, a Chile, Discépolo y Tania se presentaban en actuaciones musicales en La Paz y Lima, para luego dirigirse a México.

José María Contursi se enteró que Pichuco tenía aquel tango sin letra y lo convenció para que se lo dejara a él, porque Discépolo no volvía. Y así nació Mi tango triste, que graba Troilo con Alberto Marino el 29 de noviembre de 1946. Luego volverían a conversar Troilo y Discépolo cuando se reunían en La cartuja, un piano-bar ubicado en Diagonal Norte y Libertad, donde solían juntarse ellos dos y Homero Manzi. También se verían en el Marabú y Tibidabo, los cabarets donde reinó Pichuco con su orquesta.

                                 


El estreno de Cafetín de Buenos Aires, esa magistral pintura discepolina del refugio de los porteños, fue genialmente interpretada por Pichuco, su orquesta y Edmundo Rivero, provocando la emoción del poeta y de Mariano Mores, autor de la música. Tania lo grabó con la orquesta de Héctor Stamponi, quien ayudó a Discépolo acompañándolo en su casa con el piano para que éste sacara los versos.

Homero Manzi estaba enfermo, con un cáncer terminal a sus 43 fértiles años. Internado en el Instituto del Diagnóstico y operado por segunda vez, de común acuerdo con Troilo le dedicarán un tango al bardo sensible de la ciudad.  Manzi lo escribe en su lecho final y se lo pasa por teléfono a Pichuco. Poco más de media hora más tarde, según me contaría Pepe Barcia -que estaba en ese momento con Homero- suena el teléfono en la habitación de Manzi y es Pichuco quien devuelve la llamada para hacerle escuchar la música que le estaba poniendo a Discepolín.

Así eran estos genios, y aunque los versos de Manzi no tienen la orfebrería de tantos de sus maravillosos temas, de todas maneras es un homenaje tremendo de alguien que está viviendo sus últimas horas, a un personaje que se convertirá en leyenda.

Discepolín y Manzi

Sobre el mármol helado, migas de medialuna,
y una mujer absurda que come en un rincón,
tu musa está sangrando y ella se desayuna
el alba no perdona, no tiene corazón.

Discépolo lo escuchará por primera vez cantado por Alba Solís -su gran amiga- en el cabaret "El Colonial" y se emociona profundamente, sobre todo en la parte, donde Manzi escribe:

Conozco de tu largo aburrimiento
y comprendo lo que cuesta ser feliz
y al son de cada tango te presiento
con tu talento enorme y tu nariz...
Con tu lágrima amarga y escondida,
con tu careta pálida de clown
y con esa sonrisa entristecida
que florece en versos y en canción...

Homero Manzi no alcanza a ver a Raúl Berón cantando esos versos con la orquesta de su gran amigo Troilo. Fallece el 3 de mayo de ese año 1951. Y siete meses más tarde, en la medianoche del 23 de diciembre, aquel caluroso domingo, se iba también Discépolo de este mundo. Dos golpes durísimos para el corazón de Pichuco que nunca dejó de recordarlos.

Escuchamos Discepolín por Aníbal Troilo con la voz de Raúl Berón, grabado en aquel año 1951.

Discepolín- Aníbal Troilo- Raúl Berón


                                   

martes, 29 de mayo de 2018

BIEN MILONGA

                                              Compás de tango
                                              de repique sobrador
                                              y argumento de comadre 
                                              refranero y decidor.
                                              Milonga de organillero
                                              en el suburbio tristón
                                              es inútil disfrazarme 
                                              yo soy milonga nomás.
    
                                                   Celedonio E. Flores


Esta noche de Martes 29, dejamos los ñoquis para más tarde y nos orientamos hacia la milonga que nos aloja en el coqueto salón de la Casa de Aragón-Madrid -Pza. República Argentina nº6-. El refugio donde BIEN MILONGA sienta sus reales desde hace unos años y donde se baila con una música exclusivamente milonguera, seleccionada por este muchacho de Parque Patricios. Desde las 21 a las 0 horas.

                                         

Para ir entrando en órbita nada mejor que ver danzando a esas parejas que pasean su arte bailarín por tantos países donde el tango ha sentado sus reales y ha atrapado a personas de distintas razas y costumbres.

Arranco por Montreal-Canadá, escenario bien tanguero y la pareja integrada por Pablo Inza y Mariana Dragone, se hace aplaudir a los compases del tango De puro guapo, por la orquesta de Pedro Laurenz, cantando Juan Carlos Casas.

                                       
El siguiente paso es por Mulhouse, ciudad francesa cerca de la frontera con Suiza y Alemania. Allí están Leo y Eugenia, pareja  de quilates que lleva años animando Festivales y Encuentros. En este caso se mandan con el valsecito Paisaje, por la orquesta de Pedro Laurenz cantando Alberto Podestá.

                                   

Y vuelvo a Montreal, total... los pasajes están baratos. Vale la pena porque así vemos allí bailando a Los Totis -Christian Márquez y Virginia Gómez-. Los que se lucen con la Milonga de Buenos Aires, por Francisco Canaro, su orquesta y Ernesto Famá cantando los versos.

                                         

Esto es como darle pasto a las fieras, ¿viste? Te dan ganas de bailar hasta con la silla. Esta noche nos desquitamos en Bien milonga. ¡Atenti!
                                     
                                  
                                   
                                      

                                 

                                           
                                              

lunes, 28 de mayo de 2018

UN CD de Di Sarli

A veces da gusto descubrir a algún profesional, fuera de las fronteras rioplatenses y sudamericanas, que trata de descubrir y comprender algunas aristas del tango que han sido poco tratadas. En este caso se trata de un disjockey, cotizado en Europa, que musicaliza milongas y Festivales en distintas ciudades de este continente, y que analiza este LP de la orquesta de Carlos Di Sarli, que le ha llamado la atención, y con mucha razón.


-El otro día tuve este misterioso LP de vinilo RCA Carlos Di Sarli en mis manos. Misterioso, debido a una imagen en la contraportada que no parece ser contemporánea a las grabaciones contenidas en el álbum. El título del disco es "Lo mejor de Carlos Di Sarli". En la portada hay un dibujo a carboncillo de Carlos Di Sarli y, a la izquierda, su nombre: "Carlos Di Sarli" escrito en amarilloy  rojo sobre un gran fondo blanco, una portada gráfica relativamente minimalista. El aspecto dibujado a mano de la tipografía recuerda un poco el arte fileteado de Buenos Aires.

Revisando el tracklist en la contraportada, hay algunos instrumentales y el resto son grabaciones con Roberto Rufino y Alberto Podestá, de la década de 1940.La imagen en la contraportada parece a primera vista fuera de contexto y completamente ajena al registro, porque muestra el posterior conjunto de Di Sarli de mediados de la década de 1950. Eso es realmente extraño y me tomó algo de tiempo reunir todas las piezas del rompecabezas, pero esta imagen proporciona mucha información sobre la orquesta Di Sarli, y también alguna información inesperada. Vamos a investigar esto...

                                 


Así que vamos a sumergirnos un poco más en esta imagen de la orquesta de Carlos Di Sarli. La imagen se toma en un gran estudio de grabación RCA en Buenos Aires, tal vez durante una prueba de sonido o una pausa y podemos ver todos los micrófonos colocados en su posición final de grabación. También hay algunos podios para subir la segunda fila de bandoneones. Ése es un truco que se remonta a la época en que las grabaciones se habían hecho acústicamente durante la Guardia vieja. Y eso era todavía una ventaja en la situación actual, porque la técnica de estudio de RCA Victor a mediadios de 1950 consistía en organizar los instrumentos en grupos de grabación y no en recogerlos individualmente como esperaríamos hoy día.

A la derecha está la sección de cuerdas y el micrófono de su grupo está volando por encima. a continuación, en el medio, la sección de bandoneón tiene su micrófono dedicado, colocado al frente. Luego, hacia el lado izquierdo, el piano de cola y el contrabajo comparten un micrófono en un soporte, en una posición triangulada perfecta. Hay otro micrófono volador, probablemente para el vocalista que tuvo que pararse al lado de Di Sarli. esto cambia a la antigua técnica de 1-2 micrófonos que conocemos desde fines de la década de 1920 hasta la década del cuarenta.

                                     


"Lo mejor de Carlos Di Sarli" es en definitiva un álbum LP muy rico en información. Se conecta con la tradición de los álbumes de vinilo, de antología, que reproducen lanzamientos iniciales de goma laca más antiguos. Invita a redescrubrir los tangos instrumentales de Di Sarli de 1950, considerados en 1967  como parte integral de sus mejores grabaciones. También estoy contento con las grabaciones en el disco y su calidad de sonido, estas transferencias están mucho menos manipuladas. que en los vinilos de principios de los 80, donde las pistas se alteraron con una reverberación excesiva. El tono de las pistas de los años 40 no siempre es perfecto. La imagen en la contraportada brinda una visión inesperada de la técnica de estudio de los años cincuenta.

¡A veces una imagen vale más que mil palabras!

Jens Ingo

                             
 Adelante: Libertella, Plaza y Vardaro. detrás de Vardaro está Galé y al fondo Ledesma.


Me parece muy ilustrativo y sumamente interesante el análisis del disco yde  la imagen  de la contraportada que hace Jens Ingo, y por eso lo traigo al blog. Como complemento del mismo,  confirmo que la foto de la orquesta pertenece a la grabación que hiciera Di Sarli con su orquesta, el 3 de febrero de 1956.

En ese entonces, y como puede verse en la imagen, la orquesta la integraban: Elvino Vardaro, Simón Bajour, Elías Slon,  Antonio Rossi y Alfredo Rouco en violines; José Libertella, Julián Plaza, Alfredo Marcucci y Domingo Sánchez, bandoneones;  Alfredo Sciarreta en contrabajo, Di Sarli al piano, y los cantores eran Argentino Ledesma y Rodolfo Galé.



 

 

jueves, 24 de mayo de 2018

Roberto Guisado

Genial integrante de una orquesta excepcional, su nombre fue siempre destacado por colegas y cronistas del tango, aunque su nombre no titile con la fuerza debida entre los tangueros aficonados y los milongueros. Carlos Di Sarli abarcó las facetas recomendables: las raíces inmersas en la tradición, pero se lanzó en busca del nuevo matiz. ¡Y vaya si lo consiguió! Creó la atmósfera exacta, sin grandes relumbrones, que asombró a todos y sigue brillando en el firmamento del tango por el mundo.

Desde que se estableciera en Buenos Aires, allá por 1926, el pianista de Bahía Blanca, mantuvo siempre sus preferencias musicales en el estilo de Osvaldo Fresedo. Incluso tocó y dirigió en una de sus orquestas. A la hora de su lanzamiento, siguió inmutable transitando el camino que soñaba. Sin grandes preocupaciones de carácter armónico, buscó arraigar sus formas básicas en una gama de matices muy precisos.

                           


Su manera de sentir la orquesta estaba en el predominio de las cuerdas, relegando absolutamente los solos fraseados de bandoneón, el matizado de la frase y la concepción pianística dominante. Con su mano izquierda  inventó una manera de acentuar, de modular e incluso de bordonear. Sus contrapuntos con los violines le permitieron dejar páginas que hoy, incluso, nos siguen enamorando, y en la pista nos impulsan de una manera muy especial.

Roberto Tierrita Guisado fue su principal apoyo, como primer violín de la orquesta durante casi 31 años, con las lagunas que el director creó a raíz de sus alejamientos. Guisado ingresó al sexteto inicial de Di Sarli en octubre de 1929, pero debía atender otras ocupaciones y recién se asentó como titular ante el alejamiento de José Pécora, que dejó la orquesta y la música, en agosto de 1930.

                           
La Orquesta de Di Sarli con Alberto Podestá. El primer, der. Roberto Guisado

Guisado fue un gran estilista del violín. En el fraseo y el uso del vibrato tuvo mucha similitud con Elvino Vardaro. Resultó elemento fundamental dentro de la orquesta, al encabezar con su sensibilidad musical, el coro de los violines que acompañaban al piano conductor. También fue notable su forma de atacar los pasajes en staccato, con una arcada corta, justa  y llena de polenta milonguera. Por ello la conducción inimitable disarliana y los contacantos de Guisado como primer violín formaron con el conjunto un todo descollante y de una sensibilidad atrapante.

Vale la pena escuchar atentamente algunos largos y muy emotivos coros de de cuerdas que él encabeza en registros discográficos como El retirao, el jaguar, La racha, Nueve puntos y tantos otros que nos siguen impulsando en el parqué. Guisado se identificó totalmente con Di Sarli en la forma de expresión del conjunto y su labor merece ser recordada por todo lo que aportó a esa orquesta maravillosa.
                                           
Nacido en 1909, pasó su infancia y adolescencia en la localidad de Ituzaingo, en el oeste de Buenos Aires. Con su hermano Teodoro estudiaron violín desde niños y se perfeccionaron con Marcos Sadovsky, gran maestro. Luego él seguiría estudiando con otros profesores. A los 15 años ya tocaba en radio, en cines y a los 18 actuaría en el Café Nacional, en la orquesta de José Servidio. Estaban los tres hermanos Servidio en bandoneones, Juan Carlos Ghío en el piano, los hermanos Guisado en violines y otros músicos.

El ingreso de Tierrita en el sexteto de Di Sarli fue para él como una señal de su camino futuro. Ambos, el pianista y el muchacho del violín que acababa de cumplir 20 años, formaron, sin darse cuenta quizás, de una sociedad que haría historia en el tango. Las pausas se produjeron cuando Di Sarli, por ejmplo, deja la orquesta en 1934 y se retira a Rosario para descansar. Por ello se forma la Típica Novel,  que es la continuidad del sexteto, ocupando el piano Roberto Canataro.

Roberto Guisado y la Típica Novel

Al año siguiente vuelve a Buenos Aires Di Sarli, y como se enfermó Canataro,  sus músicos lo buscan, le hablan para que toque con ellos y así vuelve como pianista al  que había sido su sexteto, ahora como Típica Novel. Será en 1938 cuando Di Sarli vuelve a armar su orquesta, y en enero del 39 debuta en radio El Mundo. Ahí está otra vez Roberto Guisado como pieza vital de la orquesta que gustó siempre a todos, y la llegada del chiquilín Roberto Rufino como cantor -¡Tenía 16 años cuando ingresó en la formación de Di Sarli!- le agrega la íntima emoción que sorprendió a todo el mundo.

Cuando Di Sarli se aleja otra vez de la música para dedicarse a actividades empresariales, Guisado tocó en orquestas como las de Artola, Sassone, Do Reyes y en 1956, todos los músicos, salvo dos,  dejan a Di Sarli y forman una orquesta llamada: Los señores del tango. Incluso se van con ellos los cantores Mario Pomar y Oscar Serpa. Debutan con buen suceso en radio Belgrano, son contratados para bailes, pero Guisado volverá con el maestro, hasta 1958, en que por motivos de salud, Di Sarli deja el tango y fallecerá dos años más tarde.

                             
Los señores del tango con Pomar y Serpa. Guisado es el 2º izq. abajo
 Su gran violinista siguió actuando, viajó a Japón con Florindo Sassone,  formó en varias orquestas como refuerzo, grabó con el cuarteto Los Porteñitos,  y lo vi en Caño 14, cuando integraba un cuarteto con Chupita Stamponi, Atilio del Corral y Fernando Romano. Era una delicia escuchar el sonido de ese violín que me traía tantos recuerdos... Sí, Roberto Tierrita Guisado se merece el homenaje del recuerdo, por todo lo que aportó, especialmente en esa gran orquesta con la que bailé las 7 grandes noches de carnaval de 1954 con la barra. Además de otras veladas en las que la disfruté de lo lindo.

Vamos a escuchar esta interpretación del tango de Agustín Bardi: La racha, por la orquesta del maestro Di Sarli, con el sonido de esos violines que conducía Guisado. Fue grabado el 8 de mayo de 1947.

La racha - Carlos Di Sarli






martes, 22 de mayo de 2018

BIEN MILONGA

  Nació de la milonga esta pasión,
  de espíritus en flor
  el tango los pegó;
  historia de suburbio sin reloj,
  sensual revolución
  de abrazos y emoción.

                  Marta Pizzo



Martes 22 de Mayo, y la milonga se instala como de costumbre en la Casa de Aragón (Pza. República Argentina nº 6-Madrid), desde las 21 a las 0 hs. Yo selecciono la música, como hacía a los 18 años, en la milonga del barrio, cuando organizábamos un festival con la barra para comprar equipos de fútbol. Y Troilo, D'Arienzo, Tanturi, Di Sarli, Pugliese, Caló, Biagi, siguen sonando igual, ¿viste?

                                 


Ya que estamos en el baile.... bailemos. O, como decía José María Suñe en "Canción de rango": "Que bailen, los que vienen pa'bailar. Que escuchen los que quieran escuchar. Pa'todos hay un tango acompasado, pretencioso y retobado reinando en mi ciudad....".

Y me espiro a esas milongas donde se dan exhibiciones por doquier. Por ejemplo, en Portland, Estados Unidos, país en el que el tango ha prendido con ganas. Son John Hernan y Yaisuri Salamanca, quienes bailan el valsecito: Lágrimas y sonrisas, por la orquesta de Rodolfo Biagi.

                              
Me tengo que pasar por Buenos Aires. Allí, en la milonga A la parrilla, se encuentran una turca: Mora Idil Seyhan, y un uruguayo, el Buda Rodríguez. Y como sucede habitualmente en tantos refugios milongueros, los dos se entienden perfectamente al compás de la milonga Campo afuera, por la orquesta de Rodolfo Biagi, cantando Teófilo Ibáñez

                                         

Y salto a Europa. Más precisamente a Italia, al Torino Festival. Porque allí la mueven dos cracks: Sebastián Arce y Mariana Montes. En este caso se lucen con el tango Marion, por Miguel Caló, su orquesta y Raúl Iriarte en el canto.

                                        
Me salgo de la vaina por mandarme a la pista. ¡Qué te voy a contar que vos no sepas!
                  
                            


sábado, 19 de mayo de 2018

"Troilo for export"

Corría el mes de marzo del año 1963, cuando llegó a Buenos Aires, el directivo de la RCA Victor en Nueva York, Lee Shapiro. Era administrador de música popular y extranjera, en la División de comercialización de la discográfica. Venía con la misión de  grabar temas de tango con lo último del sistema y más moderno de las técnicas. Fundamentalmente, la idea primordial era difundir esos registros discográficos en Estados Unidos. Para ello contrataron a Aníbal Troilo y Juan D'Arienzo..
                               

Pichuco reforzó su orquesta con 12 músicos más, dado que era la primera vez que grababa en estereofonía y durante el mes de abril, en 4 jornadas que insumieron 14 horas de trabajo se realizaron esos registros discográficos, que abarcaban sólo temas instrumentales. El elepé se vendió en Buenos Aires con un éxito increíble, aunque en principio no estaba previsto difundirlo en Argentina. En Estados Unidos se editó con el nombre de "¡Hauting!  The Autentic Argentine Tango by Troilo and His Orchestra Tipica"

                                      

El vinilo contenía 12 temas: A mis viejos, la bordona, B.B., Nocturna, Nostálgico, Responso, Danzarín, La cumparsita, Lo que vendrá, Tierrita, Melancólico, Recordando a Discépolo (Potpurrí de sus temas).

Se vendió en el mercado latino yanqui, pero también se exportó con muy buen resultado a Europa y Asia, por lo cual, en común, Troilo y la RCA decidieron editar dos elepés más, con el mismo rótulo: "Para la exportación".

                                       


El segundo disco tenía otros 12 temas: De puro guapo, El africano, Selección de tangos de Arolas, El irresistible, Más allá...bandoneón, Don Juan, Tema otoñal, El Marne, Los mareados, Color tango, Recuerdo  Verano porteño.

                                         

El último de los tres elepés contenía: Mi refugio, Bandola triste, Adiós Bardi, La racha, Fechoría, Tinta verde, Nobleza de arrabal, Pa'que bailen los muchachos, Piropos, Ojos negros, Milontango,  Tomando color
                                             



jueves, 17 de mayo de 2018

Celedonio Esteban Flores

Hay una doble vertiente en los versos tangueros del Negro Cele. Por un lado, el suburbio de donde deviene el lenguaje lunfardesco de su poesía. Por el otro, el oficio de tipógrafo de su criollazo padre, que trabajó en tal mettier, en la imprenta de los Mitre. En aquellos años, los obreros gráficos, por razones de oficio eran literariameante ilustrados. En esas fuentes bebió Celedonio, y desde pequeño leyó mucho, empujado por su progenitor. Su modelo era Rubén Darío -su dios-, la brújula de los aspirantes a poetas de la época. Pero él se enmarcaría en el ejido del arrabal que urdía un lenguaje nuevo, diferente, cómplice.

                                   
Celedonio Esteban Flores


Evaristo Carriego, el numen entrerriano muerto prematuramente a los 29 años, había apuntado certeramente las coordenadas de un sinfín de elementos literarios que desembocarían en la génesis del tango-canción. Como los conventillos, el organito, la obrerita, el compadre, la solterona, el guapo y demás. Fue en principio Pascual Contursi, y luego decididamente Flores, quienes empuñaron el ideario carrieguista y conjugaron el contingente suburbial de ese afortunado legado tanguero. La voz de Carlos Gardel obró el milagro restante como intérprete mayúsculo de aquel escenario porteño de principios de siglo. Todo escritor o poeta es elegido por un territorio lingüístico que es identitario con el espacio y con el grupo social que lo rodea. La esencia de la creatividad tiene una conexión directa con este aspecto.

El gran mérito del Negro Cele fue ratificar (Contursi es el adelantado) la aptitud literaria de un lenguaje lunfardo, sustentado en la diversidad diatópica de la inmigración, que aún hoy marca los derroteros del habla popular porteña. Y lo hizo derrochando talento, con pasión, pero sin alardes ni vanidad, con esa facultad para entremesear y con su espátula delineando imágenes emotivas que resisten el paso de los años y que delatan las peripecias y los tics de una época.

                                 
Su época de boxeador


El morocho vate acopió su musa en los arrabales que lo acunaron, en el escolaso que fue su debilidad, en bailetines de clima pesado, en el ambiente de la peca y en la resaca de los cabarotes de mala muerte. Supo de un pictórico  vocabulario culto y del chamuyo del pueblo de abajo. Se tuteó con malandras de toda laya, laburantes y filósofos de esquina. Almafuerte, la Mistral, Lugones, Nervo y Banchs se apilaban en libros junto a su cama. Y como corresponde a un  personaje mítico, devino en boxeador amateur de buen nivel, perdiendo la final de los pesos pluma en 1923 frente a Mario Reilly en el Club Universitario. Ese mismo año escribiría un tema insoslayable: El bulín de la calle Ayacucho, estrenado por el dúo Torelli-Mandarino en el teatro Soleil, grabado por Gardel (¡Y cómo!), que Fiorentino  con Troilo, inserta definitvamente en la galería de los clásicos.

Celedonio, porteño de pura cepa, nació en pleno centro, el 3 de agosto de 1896. Sus padres vivían en Rivadavia y Talacahuano, y con el negrito orillando los cuatro años, la familia decidió mudarse a Villa Crespo, cuando el barrio era una pampita polvorienta, acunada por las aguas del Maldonado.  Los dialectos de los inmigrantes, la vida al aire libre, el trasiego de carros, las peleas entre barras juveniles, forjaron al futuro poeta popular. Se aquerenciará en el estaño de los bares y será por siempre respetado, dado su verba galana y su humor permanente.


En 1919, el vespertino Última hora,  abría sus columnas a colaboraciones espontáneas y al Negro le publicaron unos versos alejandrinos titulados Por la pinta, que además le premiaron con 5 pesos. El periódico cayó en manos de Gardel, a quien le encantó el tema, pidiéndose a su guitarrista, el Negro Ricardo, que le pusiera música. No sabían quien era ese lacónico Cele que firmaba los versos, Pero Gardel decidió grabarlo cambiándole el nombre por el de Margot.

En plena tarea de grabación, la productora Max Glücksmann encontró al poeta y lo llevó al estudio. Gardel se encontró con un jovencino moreno llamado Celedonio Esteban Flores, regordete, timidón, con el pelo estirado para domar sus motas. Tenía 23 años pero aparentaba mucho menos. El cantor lo atacó, respetuoso:
-Pibe, estos versos son de un tío tuyo, ¿no?
-No señor - respondió Cele-, son míos y acá le traigo otro tema para que lo vea...

Gardel le echó un vistazo a ese nuevo tema, titulado Mano a mano, también compuesto en alejandrinos y ornado con ocurrentes graficismos, enamorándose del mismo a primera vista. En dos horas le pondrían música con José Razzano, y al final le guiñaría un ojo al morenito que esperaba impactado. Y desde que Gardel graba Mano a mano -para algunos su máxima creación-, esas emotivas imágenes se convierten en un capítulo insolayable de la historia tanguera que sigue dando la vuelta al mundo. Más que un tango es una antología. El maravilloso octosílabo inicial continúa simbolizándolo:
Rechiflao en mi tristeza...

Gardel grabaría 21 temas de Cele. Y la espiral crece en forma impresionante. La obra del poeta es muy grande y no hay cantante u orquesta que no haya tenido un tema suyo en el repertorio, pese a que durante un tiempo escribió en exclusividad para Rosita Quiroga por el compromiso que adquirió con ella..
                                                                                                                 
Entre sus obras podemos citar: Pan, Sentencia, Corrientes y Esmeralda, Atenti pebeta, Muchacho, Viejo smoking, La mariposa, Cuando me entrés a fallar, Milonga fina, Viejo coche, Por seguidora y por fiel,  Gorriones, Pobre gallo bataraz, Nunca es tarde, Yo no sé llorar, Es preciso que te vayas, Te odio,  Porque canto así, Mala entraña, Lloró como una mujer, Caran can fun, Pa'lo que te va a durar, Vieja luna, Tengo miedo, Canchero, Audacia y una pila de temas que fueron éxito y que mantienen todo el lustre conseguido junto a  diferentes compositores que colaboraron con el Negro.

Murió antes de cumplir los 51 años y como en su imprescindible Tengo miedo, que lleva música de José María Aguilar, pudo decir antes de marcharse definitivamente de este mundo:
-En la timba de la vida me planté con siete y medio...

Lo recordamos en dos temas suyos. el citado Mano a mano por Gardel en registro de 1923, acompañado por sus guitarristas Ricardo y Barbieri. Y Canchero, con música de Arturo de Bassi que grabó Juan D'Arienzo con su orquesta y el cantor Alberto Echagüe, el 3 de octubre de 1945.

Mano a mano- Carlos Gardel

Canchero- Juan D'Arienzo-Alberto Echagüe

(La nota está extractada de la biografía de Celedonio Flores publicada en mi libro "EL ABC DEL TANGO")


martes, 15 de mayo de 2018

Bien milonga

        En mi expresión y en mi compás
        palpita el alma del percal,
        yo soy el tango soñador
        que brilla y triunfa en el salón...
       Yo soy de ley y es mi compás
       dulzón y triste, pasional, 
       pero soy siempre varón
       yo tengo el alma de arrugao bandoneón.
                               (ReinaldoYiso-Ángel Vargas) 


Martes 14 de mayo y noche de BIEN MILONGA en la Casa de Aragón-Madrid situada en la Plaza República Argentina nº 6. Donde desde las 21 a las 0 horas gastamos punta, suela y taco, como mandan los cánones milongueros. Además, el ambiente es ideal para el roce social que demanda el tango, el encuentro con amigos, con parejas que nos frecuentan y con la música de este quía, que te da cuerda para que no dejes de bailar.

                                


Hoy también repito la ronda por otras pistas del globo terráqueo para ayudarnos a despertar esta pasión longeva y ver cómo está el panorama actual de las exhibiciones en Festivales y Encuentros.

Arranco en el Concert Held que desarrolla en el Moscú House of Music, de Rusia. Los integrantes de la pareja son los locales Sergei Kurkatov y Yulia Burenicheva. La orquesta es la Solo Tango, de dicho país, que, a la manera de D'Arienzo interpreta El huracán, para que se luzcan estos bailarines.


Me piro a Chicago-Estados Unidos, donde se desarrolla el Mini-Tango festival. Allí está el puntano Daniel Arias,  originario de San Luis-Argentina, que luego de formar bailarines en su provincia y en Buenos Aires, anduvo dando clases por países de Europa y finalmente, desde 2013 se instaló en Los Ángeles (USA). Aquí lo vemos bailando con Alicia Pons la Milonga de Monserrat, por Rofolfo Biagi, cantando Alberto Amor.



Y para bajar el telón: el gran reencuentro. Lo consiguió Pepa Palazón en su reducto de Villa Malcolm. Después de años de separación y luego que ella se estableciera en Italia y se exhibiera por medio mundo, con parejas varias, la gran organizadora llegada de España, consiguió convencerlos para que se encontraran en su milonga. Y ellos lo aceptaron. Vemos en dicho evento celebrado hace una semana como bailan la milonga Campo afuera, por Rodolfo Biagi, con la voz de Teófilo Ibáñez.

                                                                                                                 

Lindo reencuentro. Como los nuestros de los martes por la noche en Bien milonga, ¿viste? Imperdibles.