Y con un teatro copado por tangueros y admiradores condujo su orquesta que actualmente integran Federico Pereiro, Horacio Romo y Carlos Corrales en bandoneones, Nicolás Ledesma en piano, Horacio Cabarcos en contrabajo, Damián Bolotín, Briggitta Danko, Miguel Ángel Bertero y Mauricio Sdvidosky en violines, Diego Sánchez en cello y el cantor Carlos Gari.
La víspera del Homenaje, Federico, los músicos y Ferrer. |
El día anterior, la periodista Karina Micheletto escribió en el periódico Página 12, un reportaje con Federico y estos "nenes" del tango. Vale la pena extraer algunos párrafos del mismo.
Qué tango hay que tocar
L.F.:“Con Huguito nos conocimos en el ’58. Con Atilio empezamos a trabajar juntos en el ’53”, repasa Federico. “Yo aparecí recién en el ’62. ¡Qué grandes que son ustedes, mamita querida!”, carga Colángelo, entre risas. Se refiere a su incorporación como pianista acompañando a Julio Sosa, cargo que ocupó hasta 1964, cuando el cantor murió en un accidente automovilístico. El encuentro de Federico y Stampone se dio en la orquesta del ’46 de Astor Piazzolla. Más tarde, en aquel Octeto Buenos Aires con el que Piazzolla hizo deliberadamente vanguardia (tanto que llamó a uno de sus discos Tango progresivo), además de la orquesta que codirigieron en 1952.
Atilio Stampone: –Fue (Roberto) Di Filippo el que le dijo a Piazzolla que tenía que llamar a Federico. Astor no lo conocía. Pero como lo que decía Di Filippo era palabra santa, se llamó a Federico. El día que debutó, en una actuación en Córdoba –me acuerdo de que era en el Club Salta–, en el avión se equivocaron y el repertorio siguió a Tucumán. Así que la primera noche Leo tuvo que tocar de memoria, lo que se acordaba. ¡Cuando se lo dijeron, pensó que lo estaban cargando! (risas).
L. F.: –Pero yo no sabía de memoria nada, ¡si recién me habían llamado! ¡Qué manera de sufrir esa noche! Lo que me acordaba eran las variaciones, esas variaciones kilométricas que hacía Astor. Y arrancamos nomás, subimos al palco y a tocar. Yo mucho no tocaba, ¡si no me acordaba! Y Astor que me codeaba y me maldecía por lo bajo (risas). Por suerte, para la noche siguiente llegó el repertorio.
José Colángelo: –A mí me pasó en mi debut con Troilo: me decía de todo, me retaba: “¡Pibe, por lo menos hacé los bajos!” (risas).
La lista de debuts accidentados sigue con Hugo Marcel, “Hugo Marcelino”, como recuerdan sus amigos que era su nombre artístico (el de su documento es Gregorio Horacio Cárpena). “Fue en Radio Belgrano, en una audición que teníamos a las ocho de la noche. Había ido Armando Pontier, Feliciano Brunelli”, repasa Federico. “Y yo tenía una admiración total por Pedro Laurenz, cuando tenía 12 años mi tío me llevaba a los carnavales y me quedaba admirándolo, escuchando esas milongas... Quise homenajearlo con un arreglo de ‘Milonga de mi flor’.” “Yo cantaba a dúo con Aldo Fabré –se suma Marcel–. Y quién sabe por qué, ese día Fabré, que tenía un vozarrón, enganchó para la segunda voz. Así que nadie hacía la primera. ¡Fue el peor dúo que escuché en mi vida!” (risas). “Ese día estrenamos esa milonga, y cuando terminamos de tocar, rompí la partitura en la misma radio. Fue debut y despedida", concluye Federico.
Federico recibe el premio Domingo Faustino Samiento, acompañado por Susana Rinaldi, Malvicino y Stampone. |
Niños precoces
Hugo Marcel se incorporó como cantor a la orquesta de Federico cuando tenía 14 años: todo un “niño precoz”. Colángelo tenía 21 años cuando fue convocado por Federico para sumarse a la orquesta que acompañaba a Julio Sosa, en tiempos en que el gusto por el tango comenzaba a decaer entre las grandes audiencias, a excepción del Varón del Tango, todo un fenómeno para la época. “Vivía en Floresta y un día un señor grandote toca timbre en mi casa. Sale mi mamá. ‘¿Está su hijo?’, le pregunta, y ella le responde: ‘¡¿Qué hizo mi hijo?!’ –repasa el pianista–. Era Leopoldo, que fue a decirle a mi vieja que quería que yo actuara con él. Al día siguiente ya estaba tocando con ellos, sin ensayar, nada. Tuve que ver el repertorio en el micro.”
“Así como lo ven, este señor es un chico grande”, señala Colángelo a Federico. “Vivía haciéndonos bromas: sacaba las bisagras de las puertas, para que se cayeran cuando abrías, se disfrazaba de mujer con una túnica y aparecía con voz finita, colgaba papel higiénico de las arañas.. . La pasé muy bien con él, y con una inconciencia total. Sólo con el tiempo me di cuenta de lo que estaba viviendo, con él y con un cantor como Sosa, que fue el gran ídolo que eclipsó todo”, marca. “Si hay algo que le debo a mi hermano mayor –porque eso es para mí Leopoldo– es que me contagió las ganas de tocar. Él tocaba cada vez como si fuera la última. Y lo sigue haciendo así.”
El dúo Hugo Rivas y Leopoldo Federico |
El último eslabón entre los amigos de Federico que han tocado con él es Hugo Rivas, guitarrista exquisito, continuador de una tradición familiar que implica tanto la guitarra y el tango como la atención de la peluquería que atiende en el mismo local en el que ensaya y compone, cuando hay un alto en los clientes. Rivas y Federico grabaron juntos un disco también exquisito, Sentido único, en el que suena en tiempo presente la tradición del bandoneón y la guitarra en el tango. “Federico un día me llama a mi casa y, como si me conociera de toda la vida, me dice: ‘Pibe, ¿no te gustaría grabar un tango conmigo?’ Imagínese, no terminó de decirlo que yo ya estaba sacando la viola. Yo que viví esos momentos de Federico con Grela, del ’66 al ’70, puedo decir que lo que hizo Leopoldo entonces es para ponerlo en un cuadrito. Después de Troilo-Grela, había que crear otro sonido, otro dúo, ¿eh? Y Federico lo logró, llevó al punto musical más alto el diálogo del fueye con la guitarra. Logró crear un estilo, que es lo más difícil.”
Los recuerdos, las anécdotas, las bromas se siguen cruzando entre los entrevistados, que como se leyó, finalmente no han sido entrevistados: interrumpir este encuentro con preguntas hubiera sido un desperdicio. Llega Horacio Ferrer, vestido de poeta, con presencia de poeta. “¡Bienvenido, maestro!”, lo saluda Federico. “Más maestro será usted. Gracias a Dios”, confirma su condición el poeta.
Hugo Marcel y Leopoldo federico |
Lo que vendrá
Además del repertorio que hará hoy con su orquesta, Federico recibirá a los invitados especiales con temas pensados para cada caso. Junto a Atilio Stampone, por ejemplo, se anuncian las obras “Criolla linda” y “Tierra querida”, retomando los arreglos del violinista y compositor Argentino Galván. Esa, al menos, es la propuesta de Gabriel Soria, el periodista especializado en tango que produce el concierto de hoy y que ha hecho transcribir estas obras especialmente para la ocasión. “Vamos a probarlas primero, porque no queremos hacer papelones. Si no podemos sacarlas bien, iremos con otras”, se ataja Federico, como si hiciera falta. Con Colángelo repasarán “El abrojito” y “Gallo ciego”, que formaban parte del repertorio que hicieron en 1980 en el Olimpia de París, en una gira junto a Susana Rinaldi y María Herminia Avellaneda. Con Rivas recrearán “Romance de barrio” y “A la guardia nueva”, ya grabados por el dúo. Ferrer recitará un poema que le escribió hace unos años a Federico, “por pura admiración”, dice el poeta. “Yo le pedí que lo haga, como él dice, entre cantando, entre cantando y recitando. Si me da ese gusto, me vuelvo loco”, pide Federico. Además, el próximo jueves 31 de octubre a las 18 se presentará en el Fondo Nacional de las Artes (Rufino de Elizalde 2831) otro homenaje en forma de libro, escrito por Cora Roca, dentro de la serie de ediciones de la Asociación Argentina de Intérpretes.
Y como no tengo aún el video de esa enorme fiesta del tango, pero me adhiero de cuore al Homenaje, los invito a disfrutar con Federico, al frente de su orquesta, en Mar del Plata y esta Selección de temas de Ástor Piazzolla.