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miércoles, 30 de enero de 2013

La última grela

Es uno de mis frecuentes viajes a Montevideo, allá por 1967, concurrí como lo hacía habitualmente a una Librería donde compraba libros de tango y otros rubros,  que en Buenos Aires no encontraba.

Y me topé con uno de poemas de un tal Horacio Arturo Ferrer, titulado: Romancero canyengue. Me impresionaron los versos por el estilo, el lenguaje audaz y bien canyengue, y para colmo venía certificada su categoría con un precioso prólogo de Cátulo Castillo, escrito en 1965, y de inmediato lo acoplé a la bolsa de libros que había adquirido.

                               
Había descubierto a un poeta nuevo que años más tarde, revolucionaría el ambiente al crear con Ástor Piazzolla piezas que dieron la vuelta al mundo. Incluso fuimos compañeros con Ferrer en la Editorial Atlántida, cuando ya se había instalado en Buenos Aires.

Ferrer con Pichuco
Aníbal Troilo lo conoció en Montevideo, como integrante del grupo Tango Nuevo, y en la capital argentina,  donde Pichuco actuaba con su orquesta , en un momento dado le dijo: "Horacio, suba y diga algunas de esas cosas lindas que usted dice", abriéndole las puertas de la noche tanguera porteña.
        
Y fue el mismo Troilo quien le dijo que escribiera algunos tangos y ese empujón le sirvió para que Ferrer le acercase este poema de aquel libro: La última grela, a Ástor Piazzolla, para con ello iniciar la ristra de éxitos de una dupla imparable. La última grela no era fácil de musicalizar por su extensión y la uniformidad de los versos, pero para Ástor no había imposibles.

   
Vamos a recordarlo en la voz de Raúl Lavié, acompañado por el bandoneonista Walter Ríos y su orquesta.

La última Grela

                                     

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