Es algo más que una infusión y el hecho de tratarse de una costumbre rcibida de los aborígenes, constituye el mejor aliciente sobre las humerosas contribuciones de ingenio que el primitivo habitante de la región de la yerba ha debido imponerse hasta obtener el beneficio de este vegetal y crear los utensilios con que su industria dio respuesta a las dificultades, que el sentido común reconoce como naturales previas para llegar a satisfacer una necesidad de su economía fisiológica, darle estilo y hacerla costumbre.
La calabacita o recipiente en que la se ceba el mate es el fruto de una planta. Una variedad de la Lagenaria vulgaris. Y estos frutos se llaman porongo o yeruá. Y se le corta la parte de arriba dejándole una boca para colocar la yerba. Por eso Martín Fierro dice: Yo no soy cantor ladino / y mi habilidá es muy poca; / más cuando cantar me toca / me defiendo en el combate, / porque soy como los mates: / sirvo si me abren la boca.
Gardel tomando mate con amigos |
El mate es una rueda social, de amigos, como el asado, que sirve para conversar mientras el utensilio va pasando de mano en mano, como hacían por las noches los peones de las estancias, relatando cuentos de aparecidos o hechos del día.
Por lo general se toma amargo, aunque también se le puede añadir azúcar o cáscaras de naranja y el hecho de cebarlo es todo un arte, no se trata sólo de echar agua caliente sobre la yerba (Iliex paraguariensis, originaria del norte argentino y Paraguay). Es todo un tratado de sabiduría y experiencia para no quemarla. El fisiólogo italiano Paolo Mantegazza que visitó el país en 1867 escribió: "La operación de cebar el mate es mucho más difícil de lo que parece y con la misma yerba o calabazo, se puede preparar una bebida pésima o una excelente!"
Numerosos tangos y milongas hablan del mate.
-El Primus no me fallaba / con su carga de aguardiente / y habiendo agua caliente / el mate era allí señor. (El bulín de la calle Ayacucho. Esteban Celedonio Flores)
-Cigarrillo y mate, mate y cigarrillo, / y la noche oscura castigándome. / Y mi pensamiento en tu pensamiento, / así estoy las horas recordándote. (Cuando se ha querido mucho. Enrique Dizeo)
-Trenzas del color de mate amargo que endulzaron mi letargo gris (Trenzas. Homero Expósito)
-Arrímese al fogón, viejita, aquí a mi lado / y ensille un cimarrón para que dure largo; / atráquele esa astilla, que el fuego se ha apagado, / revuelva aquellas brasas y cebe bien amargo. (Trago amargo. Julio P. Navarrine)
Los genoveses que poblaron el barrio marinero de la Boca, nos legaron entre otras cosas el pesto, esa deliciosa salsa para las pastas. El dicho genovés habla de ello: "Cuando los extranjeros han probado el pesto, no se van más de Génova". Pero aprendieron el dicho criollo: "El que toma mate vuelve".
Y vamos con dos temas que nos recuerdan a nuestra bebida nacional. Primero ; Tomá mate, la milonga de Francisco Canaro, por la orquesta del cordobés Lorenzo Barbero. Canta Carlos Del Monte y Roberto Florio le da entrada con un recitado.
Luego el tango de Cacho Herrero -primer violín de Pugliese-, con letra de Elizardo Martínez Vilas (el autor de Así se baila el tango) , El mate amargo por Don Osvaldo, cantando el inolvidable Flaco Alberto Morán. Ambos registros son de 1951.
Tomá mate - Barbero
El mate amargo - Pugliese-Morán
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