Con visceralidad
Entre la incesante marca y sus grandes oleajes
La poligrafía de los pies
Descifra el secretao del proverbial misterio.
El tumultuoso horizonte de la ciudad se despuebla de ruidos
Goza la noche
Al levantar el vuelo tu alma de pájaro
Persiguiendo la sombra de mi estela.
Ruge la música avasallando rincones.
Confinados, pasmosamente,
Entresueñando tus ojos de cielo,
Galopa la emoción de los perfiles.
Un fulgor de seda diamantina,
La promesa carmínea y agonista,
Relucen en la lactescencia que derrama una palidez dióptrica.
Untados de énfasis medido
Vemos avanzar la oscuridad y sus ofertas.
Descuitados, aventando las sombras misteriales.
Escanciando las pausas
Hilando fantasías.
Tus piernas expuestas al fino faldinegro
Dibujan el improvisado sesgo
Y trasborda tu sérica envoltura
En el timón emocional conciso.
Con la música remándonos las alas, avasallando rincones
Tras de la forma circular y presentida.
El abrazo diabático
Exultando la elegancia
Restalla armónicamente en los atolladeros de la cartografía.
Y en este viaje a la libertad:
Bailamos tango...
¡El Tango!
José María Otero
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