Bailongo arrabalero, el percantaje
más bonito del barrio se ha dado cita,
aunque hay algunos loros que el sabalaje
por la fisonomía, no los palpita.
¿Por qué dan el bailongo? No es para menos,
bautizan al purrete de la encargada
por eso están los patios de gente llenos
y hay licor hecho en casa y cerveza helada.
Minga de formulismo y presentaciones;
los cosos la proceden de atropellada,
ellas bailan muy serias con los gaviones
que inician, mientras bailan, la chamuyada.
El padrino, un tarugo gordo y bajito,
sigue a los bailarines con ojo alerta
campaneando las yuntas de rabanito
se afina el bigote contra una puerta.
Hay una bronca en fija, por una mina
que baila muy seguido con el gallego
despreciando a otro mozo que se empecina
en shacarla de guapo, si se dá el juego.
Por eso en cuanto el mozo se meta a loco
puede darse el bailongo por terminado;
él no quiere bochinche, le importa poco
lo que diga la gente y... lo que ha gastado.
Y cuando los mamporros ya se presienten
deja en paz el bigote y reflexiona:
"Estos muchachos crioyos no se divierten
si no hay cachiporrazos, ¡Per la madona!"
Algunos que cayeron para lucirse
evitan las miradas de los soplones
pero hacen fantasías hasta dormirse
y "strichan a piaccere" por los rincones.
La orquesta que entre varios improvisaron
se raja cada tango de la madona;
uno pidió un "shimy", no lo fajaron
porque era muy amigo de la patrona.
Las notas tran tristonas que dulcemente
desgranan con sus sones los bandoneones
ponen brochazos tristes en el ambiente
y se meten adentro de los corazones.
Por eso, las percantas sin que ellas quieran
se tiñen de visible melancolía
bailan pausamente, como si fueran
las contratadas tristes de alguna orgía.
Por eso, cada grupo lleva en acecho
una pena, una rabia, ruda y sincera
que si llega a saltarle fuera del pecho
le teñirá de rojo la fariñera.
Por eso, la vecina que fue a dormirse
porque está muy enferma piensa en su pieza;
¡Qué lindo que sería poder morirse
al son de un tango dulce, toda tristeza!..
Celedonio Esteban Flores
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