Porta tu pinta solemne y funerala
el grave apresto de un luto arrabalero.
Y un aroma de pálidas farfalas
te aroma, te atrista y te acamala
por esas yecas del vivir fulero.
Cinchás a lomo de cartón y cuero
torvas angustias como si fueran fardos:
la pena que algún viejo organillero,
te contagiara, vencido y carrieguero,
al ritmo en curda de su paso tardo.
Y de aquel tiempo malandrinesco y pardo
llevan tus sones las rojas mataduras
de unos mancuses teñidos de lunfardo:
¡Parla de cufa! ¡Canción con gusto a cardo!
¡Verba en chancletas que ronca en tus diabluras!
A tus botones trabaja de ternura
la pobre nami nochesca con el raso
de su trusó enchastreado de locuras.
De te. De risas. De rabia y de aventuras
y de remiendos cosidos al fracaso.
Fraile mistongo que dás en el ocaso
tu rante misa de trágico arremango,
batiendo el justo de un amor que se fue al mazo...
Tenés tristeza, tenés, de último abrazo,
cuando, cabrero y total, te vas de tango.
Horacio Arturo Ferrer.
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