Bajo la luz de un farol
está el ángel milonguero
que los ángeles del cielo
lo llaman milonguero.
Y delante de la guarda
del arrabal porteño
de los que llevan cuchillo
y cuchillo de malevo
luce una gran cicatriz
al costado de su cara
-porque alguien perdió el baile-
una fuerte cuchillada.
No se emborrachen con vino
caminando por los bares
que si no en la medianoche
correrán ríos de sangre.
Esta noche es nochebuena
se los digo yo, un ángel.
No permitan que haya luz
de muerte en las calles.
Ya va encendiendo la luna
las luces de los cafés
porque nacerá un mito
que crecerá en Nazaret.
Que venga el Niño Jesús,
que venga desde Belén,
que se ha hecho la milonga
para sus lindos pies.
Emilio Breda
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