gritan los nenes de la popular
¡Leguisamo solo!
fuerte repiten los de la oficial...
Este tango que lleva letra y música del pianista y director de Orquesta Modesto Papávero, ha dado la vuelta al mundo gracias a las dos grabaciones que realizó Gardel del mismo, en 1925 y 1927. Y denota la función del lenguaje cuando parece estar usado para inaugurar un territorio poético-musical. Es cierto que el turf ha sido siempre uno de los principales imanes para los porteños "escolaseadores", pero también la prensa le ha dedicado amplio espacio a las carreras de caballos.
Modesto Papávero |
Y ahí están los espléndidos hipódromos de Palermo y San Isidro, que tendrían extensión con el de La Plata (inaugurado en 1870) y los de provincias. El tango incluyó a esta pasión popular en sus páginas y así fueron naciendo temas con la imagen de los jockeys, como El zurdo, de Juan Maglio dedicado a Luis Laborde. Aieta también le dedicó su tango Iluminé. y Que querés, de Domingo Greco, a Martín Duró.
A Ramón Pelletiers, el violinista Agesilao Ferrazano le dedicó su tango Fantasio. Correntino, de Pedro Maffia y Héctor Lonné está dedicado a Elías Antúnez, al igual que El yacaré, de Mario Soto y Alfredo Ataddía. Lemita, de Guilllermo Cavazza y Reynaldo Pignataro, es para el recuerdo del jockey Eduardo Lema. Al que también lo homenajeó Genaro Expósito con su tango Manuel Lema.
Claro que Ireneo Leguisamo se consagró como el más famoso dentro de su ramo y para los analistas del turf, también fue un verdadero maestro que recurrió poco a la fusta y mucho más a las riendas y su manejo de los pingos. Incluso todos aquellos que lo vimos en directo podemos dar fe de ello. Nacido en un pueblito de Salto (Uruguay), con 13 años ya se lucía montando caballos de carrera, y pesaba 35 kilos.
Lograría 3.204 triunfos en hipódromos argentinos (Palermo y San Isidro), incluyendo 495 clásicos. Además, ganó otras 300 carreras en Maroñas, y en hipódromos de otros países como Chile, Perú, Venezuela, Panamá, Ecuador, Colombia, México y Brasil. El cuidador Francisco Maschio lo llevó a Buenos Aires donde realizaría su gran carrera, además de sus actuaciones en otros hipódromos de América.
Con Carlos Gardel desarrolló su amistad inicialmente corriendo el caballo Lunático, propiedad del gran cantor. Lo había conocido a Leguisamo en el Hipódromo uruguayo de Maroñas, cuando empezaba, y le llamaba Mono. El periodista Carlos Baudry en una nota a Leguisamo que realizó para la revista Gente, de Editorial Atlántida, donde compartíamos mettier, dado que yo tenía un cargo importante en la revista El Gráfico, de la misma empresa, pone estas palabras del gran jockey sobre su amistad con Gardel:
-El era el único que me llamaba Mono, aunque sabía que a mí no me gustaba. Cuando lo hacía, yo lo llamaba Romualdo, para hacerlo engranar. Ese era su segundo nombre, y no quería que nadie se lo mencionara -decía Legui-. La única vez que me llamó así y yo no me enojé -recordó- fue un día que me mandó a casa una encomienda enorme, con una tarjeta que decía: 'Mono, te mando un postre que te va a gustar'. Comencé a abrirla y era puro papel, y se achicaba cada vez más. Hasta que al final quedó una cosa chata, que era un disco sin etiqueta. Lo puse en la victrola y me emocioné hasta las lágrimas, porque era el tango Leguisamo solo. Nadie lo cantó como él. Nadie, nunca, cantó como Carlitos.
Ese mismo año de 1931, cuando Irineo ganó siete carreras sobre ocho en una misma reunión, Gardel lo invitó a ir con él a Francia. "Fuimos a Niza y a París. Me presentó a grandes como Chaplin y Josephine Baker. Las mujeres se lo devoraban a Carlitos. En esos días yo era soltero, pero, ¡qué querés que te diga!, la pinta nunca me sobró... Así que, por lo general, me tenía que borrar y dejarlo solo a Carlitos, para que cumpliera con su deber. Después fuimos a España. Ahí me la rebusqué mejor. Y me volví a Buenos Aires, porque Carlitos tenía que ir a Norteamérica. Y yo tenía que trabajar, que si no, no comía. Además, prefiero no hablar mucho de Carlos, porque me pongo a llorar. Fue mi hermano."
El tango Leguisamo solo, fue estrenado en la revista teatral "En la raya lo esperamos", de Luis Bayón Herrera. El empresario del teatro le encargó a Modesto Papávero, un italiano llegado a Argentina con 12 años y dedicado a la música, que fuera al hipódromo y buscara algún motivo turfístico para el lucimiento de Tita Merello en la revista. Papávero jamás había pisado un hipódromo pero se las arregló, luego de esa primera visita para componer su tango "Leguisamo solo", que Tita estrenó el 15 de junio de 1925.
Gardel, gran amigo de Leguisamo recibió este tango de manos del guitarrista José María Aguilar que había viajado a Europa para acompañarlo. Y de inmediato lo grabó en Barcelona el 27 de diciembre de 1925. Dos años más tarde, en Buenos Aires, lo volvería a grabar con las guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri, instalándolo para siempre en el gusto popular.
Podemos escuchar la versión de Gardel grabada en 1927.
Y también la de Juan D'Arienzo, cantando Alberto Echagüe, registrado el 10 de octubre de 1945
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