La ausencia en ese caso es un farol de esquina.
Su luz amarillenta va alumbrando recuerdos
que están en el trasfondo de una tarde tranquila.
No se ven ciertas cosas si no se llevan dentro.
Una configurada alineación de piedra,
el farol que antes dije, la puntuación de cielo
descendido en los baches de la calle que fuera.
El Almacén que vale cuatro voces y un Truco,
la vereda de enfrente y una pared rosada,
el zaguán recatado cuya presencia puso
confinación a todo, que parecía mi alma.
Arrestación de voces de la lluvia, la chata
y de los presentidos pasos tan familiares
regresando en la tarde de grillos y guitarras.
Apuntala una tapia la muerte sin barullo.
Se dijo: "Un degollado que le punteó a la muerte
una noche sin número, con todo lo que tuvo".
Yo lo vi enlechado en los recuerdos de enfrente:
Traspatio del aljibe, la higuera corpulenta,
el pájaro sin nombre que cantaba cautivo,
la tarde descendida sobre las cosas, lenta...
el encuentro del tango me lo dio Saborido.
No se ven ciertas cosas si no se llevan dentro.
El barrio, lo que dije, ¡va a la muerte conmigo!
JULIÁN CENTEYA
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