El cantor de orquesta -corre 1928- ha cobrado importancia en una de las ideas que se juegan para fortalecer el atractivo público del Tango: los concursos de obras. Han sido iniciativas de Max Glücksmann. Se realizó el primero en 1925, en la sala del Gran Splendid de la Avenida Santa Fe; lo ganaron Francisco Canaro y Juan Caruso con Sentimiento gaucho.
En 1926, fue el segundo: El brujo, de Juan Carlos Bazán y Eduardo Carrasquilla Mallarino. El tercero -1927-, para Noche de reyes, de Pedro Maffia y Jorge Curi. En el 28 ha ganado Piedad, de Carlos Percuoco y Luis De Biase. La divultación de los temas premiados es grande. Pero está claro que las composiciones -sobre todo en los certámenes más recientes -lo mediocre y lo cortado sobre moldes consabidamente triunfantes es más numeroso que lo inventivo.
Algunas obras tocadas en las Fiestas de carnaval de 1929 |
Falta, sobre todo en las letras , un empujón renovador. Unos poetas tan buenos como los que ya han hecho lo muy bueno conocido, y que con la edad de los tiempos que vienen, tengan aclarado como aquéllos que la mayor novedad es siempre la fantasía. Unos talentos que vengan a abrir las ventanas de las formas y los modos y los temas para que la ventilada refresque las viejas cuestiones, asesine a los mimeógrafos de editorial y mande a la basura unas budineras tanguistas usadas hasta la hartura.
Alguien que... bueno, vamos a encontrarlo dentro de un rato entre el gentío que aniega de gritos la primavera por la Avenida de Mayo.
(Horacio Ferrer - El Libro del Tango)
Podemos esuchar a Oscar Alonso, acompañado por la orquesta dirigida por Carlos García, cantando el tango de Percuoco y De Biase: Piedad.
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