Ástor con sus padres |
Pibe, me venís bárbaro, salí sin llaves ; haceme un favor, entrás por la escalera de incendio y despertá a un señor que está durmiendo en la pieza - le rogó Castellano.
El Chico, que se las sabía todas, entró por la ventana y despertó a Le Pera que le contestó con un gruñido. En la cama de al lado estaba Carlos, que después de enterarse de lo que hacía el chico ahí y de avisarle que le abriera la puerta a Castellano, lo invitó a desayunar con todos ellos.
"Le di la talla que me había mandado mi papá y cuando le dije que sabía tocar el bandoneón, Gardel casi se desmaya. Nos hicimos muy amigos. La verdad es que me convertí en su cicerone. Gardel no hablaba inglés y yo lo acompañaba a las grandes tiendas, Macy's, Old Dark; él quería comprar mucha ropa. También le gustaba la comida italiana y entonces lo llevé a una cantina que se llamaba "Santa Lucía" en el Greenwich. Un domingo cayó a casa, invitado por mis padres a comer una raviolada, y de postre mi mamá había hecho buñuelos de manzana. Gardel se manducó todo, estaba muy gordo y no se cuidaba."
Entre Gardel y el pequeño Ástor se estableció una linda amistad y éste, hasta lo acompañó con el fueye en el Teatro Campoamor, aunque al ser menor de edad no podía trabajar de noche. Y al chico todavía no le había picado el bichito del tango y en cambio adoraba a Bela Wilda y cómo tocaba Bach.
Por lo demás es sabido que hizo en 1934 un pequeño papel de vendedor de diarios en la película El día que me quieras junto a Gardel. Tenía 13 años entonces.
Con el tiempo supo entender lo que había significado Gardel y le regaló a la Asociación Gardeliana esta foto del gran cantor dedicada a su padre: Nonino.
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