Los milongueros sentimos que hay tangos, milongas o valses
que nos empujan a la pista. Pero también hay algunos que cuando los escuchamos
en el reproductor, en el coche o con un audífono pegado a la oreja si vamos de
paseanderos, también nos transmiten la devoción instantánea por esa melodía que
trae recuerdos, nostalgias, palpitaciones.
Es innumerable la cantidad de temas que me conmueven una y
otra vez. Acá traigo dos de ellos que no me cansaré de escuchar en mi vida.
Es Don Carlos Di Sarli con ese tintinear de campanitas que
le arranca al teclado y el infinito coro de cuerdas que marcan su estilo inconfundible.
El Tuerto es marca registrada en la milonga y se baila
con unción y sentimientos a flor de
piel. Son innumerables los temas suyos que resultan imprescindibles en la discoteca de un tanguero.
Yo escojo dos que siempre me “ponen”, porque tienen ese “algo más”, que exaltan mi ánimo: Ensueños e Indio manso. El primero lo grabó en setiembre de 1943 y el segundo
en 1958.
El primero le pertenece al pianista Luis Antonio Brighenti,
que al final de su carrera musical colaboró en la orquesta de Miguel Caló. En
la que él dirigió, tuvo de cantor a Virginio Gobbi, hermano de Alfredo y también
músico. Sus obras tienen el corte de tango romanza, y Ensueños es su mayor logro.
Indio manso es de
otro pianista: Héctor S. Quesada. Un músico solista que también compartió
dirección con Francisco Lomuto en la formación que ambos tuvieron. En este tango encontró una veta interminable.
Podemos escuchar estas dos versiones y de yapa, la hermosa
versión que logró el Quinteto Real, de Ensueños.
Una maravilla.
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