Cuando Mariano Mores, entonces Marianito, ingresó en el mundo del arte popular allá por los años treinta, lo hizo con títulos especialísimos, a través de una personalidad adolescente, dotada de facultades pianísticaa realmente sorprendentes.
Compositor, instrumentista, cantante, arreglador, su polifacética actividad artística se vigorizó con la impronta con que realizaba creaciones realmente espectaculares, junto a las entonces hermanitas Mores. Y así, el día en que Francisco Canaro lo descubre e instala como parte constitutiva de su orquesta, junto a Luis Ricardi, el otro pianista, las puertas de la popularidad y la fortuna se abren para quien apenas había traspasado los veinte esperanzados años.
Canaro y Mores |
Su capacidad orquestal, realmente sorprendente por lo intuitiva, le permitió el abordaje a instituciones orquestales de contextura clásica en el orden sinfónico en memorables audiciones de carácter popular que contaron con admiradores y detractores de sus posibilidades profesionales.
Mariano Mores es, a su modo, un importante aporte sanguíneo a las corrientes innovadoras cuyo vuelo conceptual se vuelca no solamente sobre la contextura formal de la composición, sino también para un tratamiento de la orquesta, lleno de elegancia y colorido que, en algunos casos, y dentro de las limitaciones naturales, alcanzó un vuelo pucciniano.
Cátulo Castillo- Revista La Maga, Agosto 1994.
Tras el fallecimiento de Mariano Mores, Andrés Calamaro rindió un sentido homenaje a quien consideraba un amigo.
En su página de facebook, Calamaro escribió un extenso recordatorio titulado "Mariano Mores, creador extraordinario del tango".
-El cielo se estaba abriendo para dar paso con honor y gloria al maestro y amigo Mariano Mores. Fue una hermosa y muy importante oportunidad humana poder compartir días, canciones y grabaciones con el maestro Mariano».
Mediante una persona conocida nos conocimos en una cena y fue cuando me dijo: ‘Andresito, sos el futuro de la música popular de nuestro país’… Yo ni me había sentado y no estaba –entonces– para créemelo demasiado, pero la palabra de los sabios está para escucharse. Siempre traen algo de razón consigo.
Entonces quedamos para visitarnos en su casa de Barrio Norte y escribir juntos una canción: "Jugar con Fuego".
Calamaro y Mores |
El maestro era exigente con la métrica, la formalidad de la canción y las palabras. Él también pulimentaba su arreglo en una partitura que ganaba en interés y enjundia cada día, cada tarde que compartíamos en su piso recoleto.
Hablamos mucho y de muchas cosas en aquellas semanas escribiendo. Entre otras cosas le confesé la importancia de la grabación: no siendo yo un hombre de partituras. Que necesitaba un registro grabado para tener la canción y recordarla.
Entonces nos encontramos en los estudios de grabaciones Del Abasto. Fueron dos tardes salpicadas por alguna anécdota y alguna conversación buena en un bar bien porteño. Alguna sesión fue filmada y perdida en las mudanzas o en las mudanzas vitales. Como corresponde.
Aquello fue realmente el comienzo de una importante amistad con el maestro.
Me invitó a cantar con piano y con orquesta en sus extraordinarias actuaciones en los teatros de la calle Corrientes, conciertos salpicados con danza folklórica y gran identidad argentina, fui su invitado de honor y le pedí que me firme un pañuelo donde escribió una dedicatoria honorable.
Grabamos dos canciones mas en las sesiones de mi álbum ‘Honestidad Brutal’, siempre con detalles para el recuerdo histórico, desde la ropa con que se presentó, elegantísimo, para grabar con JB, hasta las palabras dichas que hoy prefiero atesorar con los recuerdos inéditos. Mariano me dedicó un elogio formidable que quizás tres personas escuchamos y que el pudor me invita a conservar prudente en el silencio de la despedida: ¡Gracias, maestro!.
En el tiempo que la fortuna quiso, compartiendo encuentros con Mores conocí mas de su dimensión de creador y figura primordial de la música nuestra y universal; sus éxitos, sus convicciones, su calidad humana, su calidez familiar, su generosidad y las cosas que nos contamos los hombres que conocemos los pliegues de la noche y las bambalinas del espectáculo.
Qué elegancia la de Mariano Mores, que me esperaba de punta en blanco después de echarse una siesta cada tarde en su casa.
Y qué músico de primerísima categoría, de los que ya no existen».
¡Hasta siempre, grande entre grandes: Mariano Mores!.
(Podemos ver a la Orquesta Filarmónica de Berlín, dirigida por Daniel Barenboim, interpretando la milonga de Mariano Mores: El firulete)
O al maestro dirigiendo a su orquesta en el Luna Park, que interpreta ese hermoso tango suyo: Tanguera. ¡Un lujo!)
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