A los veinte años comencé a escribir sobre su trayectoria, entregado, y nunca cedí en esta admiración por su obra. Temas suyos como La cachila, Suipacha, Lágrimas, El Marne, Maipo, Comme il faut, La trilla, Catamarca, La guitarrita, La cabrera, son suficientes para consagrar a un autor. Y la lista de Arolas es mucho más larga, sobresaliendo en pasajes de varios de sus temas, que llaman muchísimo la atención, dado el déficit que suponen su pobre formación musical y la carencia de conocimientos para pautar esos sonidos maravillosos en el papel.
En el diario La Nación del 1º de junio de 1961, aparece una crítica en la cual señala los valores musicales de varios tangos y porque su técnica crítica indica que ya se considera al tango, desde su punto de vista, al par de la música culta. "Tanto en El Marne como en El recodo, las tres primeras partes fueron tratadas continuando los lineamiento del texto original. destacándose en el tema de Eduardo Arolas el contrapunto entre el piano y los bandoneones de la cuarta parte, y el tutti final, rebosante de empuje y sonoridad".
Una noche de garufa fue su ópera prima y Francisco Canaro en su libro, narra aquel inicio prometedor, con el título: "Cómo conocí a Eduardo Arolas"
-Una noche de 1909 cayó al café Royal, donde tocábamos, un jovencito con varios amigos, que no venía en tren de guerra, sino de cordialidad, pues llegaba provisto de un bandoneón. Tenía pinta de compadrito "high life" pues llevaba sombrero gris claro con cinta y ribertes negros, requintado sobre la frente, y vestía traje de cuadritos blancos y negros, trencillados de negro y el pantalón con ancha franja del mismo color y en la botamanga del mismo tres botoncitos de nácar, chaleco de fantasía fileteado y corbata plastrón, decorada con un vistoso alfiler....
Orquesta de Arolas (centro, abajo) en Montevideo. 1918 |
El mismo Canaro cuenta que al terminar la actuación de su trío, descendieron del palco y se juntaron con Arolas y sus amigos. Como uno de ellos manifestó que Arolas había compuesto un tango, Canaro y sus músicos le propusieron que se los hiciera escuchar, cosa que éste hizo de inmediato.
-Colocó sobre sus piernas una mantita de terciopelo negro con sus iniciales, coquetamente bordada. Acomodó el bandoneón y ejecutó con muchísimo gusto el mencionado tango que había compuesto y bautizado con el nombre de Una noche de garufa, que en realidad era muy bueno y nos entusiasmó mucho.
El trío de Canaro fue el primero en darle difusión y según su director, como Arolas no sabía pautar música, él mismo le escribió la partitura para violín y, posteriormente el flautista y compositor Carlos Hernani Machi se encargó de la parte de piano. Arolas se lo dedicó a su amigo Prudencio Aragón, en la partitura que en 1911, Ediciones Balerio, dedicara a este tango inicial del Tigre del bandoneón. En 1913, el propio Arolas lo graba por vez primera en Odeón, como inicio de su obra discográfica.
Era como un homenaje que le debía al autor de unos 120 temas, la mayoría de los cuales están en la base del tango moderno y constituyen un legado maravilloso. Hoy lo recuerdo una vez más en este tema, no porque sea el más logrado de su producción, sino por lo que representa como iniciación de un período de creación que ha sido fundamental para el desarrollo del tango.
Ricardo Tanturi con su orquesta lo grabó el 6 de mayo de 1941 y así lo bailan en Lo de Celia.
muy interesante,hermoso escenario
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