A veces tengo ganas de filosofar un poco sobre el baile del tango. Hemos recorrido todas sus instancias. La de atorarnos de figuras, lo de correr en la pista, y al final sabemos valorar como buenos milongueros, el baile que consiste en pisar el compás, mantener la elegancia de las figuras y movernos a ritmo. Tiene un sabor especial cuando la pareja de turno también está metida dentro de la música y el sentimiento. Ése y no otro es el secreto del baile, de la milonga. Saber caminar con elegancia, interpretando la música que nos llega desde el reproductor. Porque las orquestas son distintas en su ritmo y cada una nos impulsa de una manera distinta y especial.
Precisamente para subrayar estos aspectos del baile, he recurrido a grandes parejas que pasean por las pistas del mundo en exhibiciones, que tienen talento, un repertorio de figuras al por mayor, y sin embargo pueden bailar en forma sencilla a la vez, cuidando las formas, respetando la música y caminando sabiamente. Es importante destacar esta faceta, porque la gente, en las exhibiciones, lógicamente, quiere ver grandes despliegues de figuras. Y en primer término, dos grandes, como son Sebastián Arce y Mariana Montes nos muestran que también es muy apreciable comprobar cómo nos pueden llegar, sin necesidad del arsenal de dibujos que algunos sobrevaloran .
Acá los vemos bailando con sencillez y elegancia bien tanguera, en el Festival de Siracusa, el tango Tormenta, por la orquesta de Carlos Di Sarli, cantando Mario Pomar.
Sigo con otra pareja de grandes quilates. Sigrid Van Tilbeurgh y Murat Erdemsel, en Bologna. Y nos muestran su solercia milonguera bailando un popurrí de tango, vals y milonga, sin alardes, pero con esa clase que destilan en cada paso y que los distingue por su savoir faire.
Y como colofón y muestra definitiva de la belleza que tiene el tango bailado, sin necesidad de agregarle demasiadas fiorituras, les traigo a la pareja integrada por Gustavo Naveira y Giselle Anne.. Tiene doble valor porque se trata de bailarines profesionales de alto nivel artístico. En este caso se mandan el Valsecito de antes, por Juan D'Arienzo y su orquesta.
Y. sí....¿viste? Aguzá la oreja, parate bien y caminá con la música. Es un placer íntimo, reconfortante, maravilloso. ¡Dale!
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