Y no es moco de pavo -como decimos por allí-, lo conseguido. El apellido Zotto ha dejado una huella muy profunda y estoy involucrando también a Osvaldo, cuya temprana partida nos conmovió a todos sus amigos y a sus admiradores.
Miguel sigue defendiendo cosas fundamentales como el respeto al tango, a sus orígenes, a los viejos milongueros que acuñaron tantos pasos y no firmaron el copyright de los mismos; los legaron nomás para los que vienen llegando.
Miguel Ángel Zotto tuvo la gentileza de firmar el prólogo de mi libro: La llamada del tango -Una danza mágica- y yo le escribí estos versos salidos del cuore, y del lenguaje lunfa del barrio que cargamos en la mochila que nos acompaña desde pibes.
Quiero recordarlo en estos días de recuerdos milongueros, como homenaje a un maestro que seguirá nutriendo a otras generaciones por el efecto contagio, y el modelo pulcro, elegante, sentido, de alma, que nos transmite.
VERSOS MILONGUEROS A LA
GURDA
(Al troesma Miguel Ángel Zotto)
“Le corrían por el cuerpo,
que triunfaba en las
piernas
las
enredadas notas
de los tangos”.
Héctor
Chaponick
Tayó en el rioba tangamente de
potriyo
gardeleando a rockeritas suburbiales
con el fraguinche destino de su
estirpe.
Se bardeó con las musas cachafazas
troileándose de zurda en la
vitrola
empuglieseando
su cuore hasta las bolas
y manijeando el esquecho en la viaraza.
Lo acompaña el mate amargo
mancebado
en
la sera del estrunge pensamiento;
el berretín es del bobo el linimento
que una cheno lo orlará de marqués
enmilongado.
Y
s’espira, de pogua, carancanfunfa
de
gomina y sonrisa, bien carrozado
a
estremecidos pisos muy fanguyados
en
donde, senza esparo, su estampa triunfa.
El guiye que lo copa es la milonga
y larga sarpado de sabia
ferramenta:
un
mancuse de ley, minga de mentas,
con carpuza, embrocando en meta y ponga
el fratacho
de leifes canyengueros,
el orsay de pecoraras mucangueros
yirando con namusas volatriches.
La salmodia lo empúa y el pastiche
lo encurda de emociones y lo
estara
pa’siempre
en las trasnoches, en boliches,
contraseña
pa’que al tango a la gurda lo yugara.
La rante escuela de su antaña shomería
Le sella hoy el universo
manyamiento:
Poniendo
la percha, los quimbos y el talento
y milongueando en ritual porteñería
no tiene emparde en proscenio ni
en la pista;
con
la sofaifa entefrén, yumbear purista,
camina, -troesma total- y es
chacamento.
Este poema que me salió bien de adentro, lo recita impecablemente un sensible cantor y recitador de Mataderos: Angel Yonadi, otro amigazo. Y acá le paso el micrófono. ¡Dale Anyulín!
Y de paso cañaso, los vemos bailar a la yunta Zotto-Gúspero, para afinar la puntería milonguera en la pista.
Este poema que me salió bien de adentro, lo recita impecablemente un sensible cantor y recitador de Mataderos: Angel Yonadi, otro amigazo. Y acá le paso el micrófono. ¡Dale Anyulín!
Y de paso cañaso, los vemos bailar a la yunta Zotto-Gúspero, para afinar la puntería milonguera en la pista.
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