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sábado, 11 de agosto de 2012

La circulación en la milonga

No me cansaré de repetirlo a la gente nueva que empieza a bailar el tango, y a otros que llevan ya tiempo rodando en las pistas y que no terminan de entender la importancia de la correcta circulación.

La pista de baile es como una avenida o una calle atestada de automóviles, donde todo el mundo debe respetar los semáforos, la distancia entre coche y coche, dar el sorpaso sólo por el lugar y el momento correctos; dejar libre la mano de la izquierda para que pasen los más rápidos; una serie de códigos de conducta que eviten que las calles se conviertan en una selva sin ley.

Todos aquellos que en la pista de baile no se atienen al respeto por las demás parejas y abusan de figuras ampulosas, ganchos y voleos altos, no conservan su andarivel en el atestado parqué, conspiran no sólo contra la correcta circulación, sino incluso contra el disfrute del baile por todos los participantes.

Y además les recuerdo que, cuando vayan a Buenos Aires e intenten cometer esos desafueros en las atestadas pistas porteñas se van a encontrar con todo tipo de problemas. Porque allá no podrán hacerlo, dado la masificación de bailarines y el espacio restringido en que tendrán que moverse.



¿Y a quién no le gusta bailar en la Meca del Tango? Para ello deberíamos prepararnos mentalmente y entender definitivamente que el baile es un acto social en el que nos mezclamos hombres y mujeres de todas las edades y procedencias, y en el cual hay que manejarse con unas reglas de convivencia primordiales, que comienzan con el respeto a los demás.

Por ello creo que los profesores actuales deberían machacar a los aprendices en este aspecto fundamental, como lo hacemos los que venimos de atrás con esa materia grabada en nuestras memorias.

Podemos echar un vistazo a una milonga porteña. Un pantallazo que nos sirve para comprobar cómo se manejan las parejas en espacios apretados y con escaso margen de movimientos, sin que haya choques al por mayor. La experiencia, el respeto, el saber estar, influyen para que todo discurra con normalidad.

Y para ello nos trasladamos a Niño bien, una de las mejores milongas porteñas -para mí, la de mejor nivel-, que está montada dentro de los salones del Centro Región Leonesa, en la calle Humberto 1º. Unas 400 personas se citan allí los días jueves y disfrutan de la música de Mario Orlando, de la atención de Luis Calvo y de la solera de esa milonga.

Y así aprendemos un poquito más sobre esa materia tan vital en el baile del tango: La circulación.




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