A todos los queridos amigos y amigas que comparten esta página tanguera, nacida en el año 2012 y que se ha ido expandiendo por diversas regiones del mundo, les deseo que tengáis un hermoso año 2024. Y que sigamos inmersos en esa maravilla que nos aglutina en la pista, en la vitrola y en nuestros cuores.
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viernes, 29 de diciembre de 2023
jueves, 28 de diciembre de 2023
VOS Y YO
Vos y yo somos la milonga. Somos nuestra propia multitud, la estrofa del tango, todos los yo y vos que compartimos nuestros alientos en la pista. Somos Afrodita y Ares, El Cachafaz y Carmencita, Eros y Psique, Juan Carlos Copes y María Nieves. Los muchos vos y yo que se abrazan en los circuitos tangueros del mundo.
El abrazo es la promesa: seremos ella y él, para abrigarnos mutuamente y así conseguir sobrevivirnos otra vez. La noche se presta, el ambiente está lleno de promesas. Como en la Commedia dell’Arte los actores improvisamos el diálogo y somos, fuimos, seremos, en la repetición de la eterna ceremonia noctámbula y su Sursum corda. Y en esta intemporalidad, nos bilocamos y bailaremos en otros cuerpos.
Porque buscarte a vos es capturar un rostro, que esconde otros rostros, es encenderse con otras fisonomías fantasmáticas que nos son ajenas y a la vez también nos resultan próximas. En ese bosque de figuras, de encuentros y de historias, tropezamos con bailarines que se injertan en la eterna ceremonia de la milonga. En los viajes uno comprueba que no cambian los seres sino el paisaje.
Miradas que dilatan los abismos mientras vos y yo nos debatimos entre la reflexión intelectual y el imperativo emocional. Dijo el poeta que lo cercano se aleja. Pero una fuerte circularidad tiende a que todo retorne. Seremos ella y él, yo y vos en la subtrama que bulle sobre el entarimado, entre las grietas de la madrugada.
Y destiñendo olvidadas amarguras, realizaremos una gigantesca zambullida en la nostalgia como aquellas noches en las que intercambiamos nuestras energías y forjamos un yacimiento de memorias. Bailemos, como antes cariñito, abrazados bien juntitos solo un alma entre los dos. Sintamos que nuestro corazón despierta de un letargo. ¿La luz de un fósforo fue nuestro amor pasajero?
En la plasmación, fuga y detención del tiempo recorremos rincones de una melancólica y profunda emoción. Los mismos hacen aflorar sensaciones indelebles, recuerdos deliciosos que tal vez nos pertenecen o no por completo, como ese perfume sensual que impregnaste en mi mejilla derecha, aquella primera noche. A veces escuchar un disco es experimentar un montón de sensaciones. Las heridas de la vida luchan por salir del cuerpo. Son las emociones que se derraman en un tango intestinal.
Si veinte años no es nada… bailemos, como antes cariñito. Como si no hubiéramos concretado nuestros destinos por separado. Ese reino propio que parecía invulnerable al olvido y nos permitía, alejados, pero encontrándonos en el carrusel de la pista, atravesar los pliegues y repliegues de la incesante historia. Nos dejábamos impregnar por la música. No es algo que se pueda racionalizar, se siente y ya está la emoción instalada en los cuerpos.
Esa tupida tela de araña en la que nos estrechamos afiebrados, al ritmo de aquellos temas que nos transportaban a la cima. La delicada melancolía que irradian esas viejas grabaciones que bailamos. La inserción de pausas, la emoción del instante, de los cuerpos incrustados, siguiendo los compases, cuando la madrugada se amansa.
Sabíamos que la técnica no debía ser el objetivo viral del hecho coreográfico sino la necesaria herramienta para que el cuerpo expresase sentimientos. En el fragor de las noches, fuimos poseídos por la música que nos transportaba, como imantados por ella...
Quereme así… piantao. “Carmín, siempre está el sitio que dejaste ayer... / Carmín... siempre hay dos manos que rogando están...”. Como cuando en aquella velada mágica tu corazón era un tango y un bandoneón tus caderas. Y yo el mozo guapo del suburbio con su pinta sin igual.
El tango se nos prendía al cuore como un anzuelo de oro, atrasando el demorado naufragio.
(Llega el viento del recuerdo aquel / al rincón de mi abandono…)
martes, 26 de diciembre de 2023
Marcelo Rojas
"La milonga es un reflejo de la sociedad"
"El tango y la milonga son reflejos de quienes somos, reflejos de nosotros como sociedad, si la sociedad cambia, la milonga cambia. "
Cuando comencé a musicalizar, a los 25 años, había un publico mayoritariamente mayor, y muchos querían compartir su conocimiento de la música con muchachos jóvenes. Había un proceso de aprender, de compartir, el milonguero era una persona generosa para hacer entender el tango. Siempre estuve en proceso de aprendizaje. Igual la milonga era otra también, donde se mantenían los códigos.
El milonguero iba bien vestido, las mujeres se apretaban, había cosas tradicionales, los códigos se respetaban al 100%. Cuando se juntó el público más joven o extranjero, u otros factores importantes, ya todo se empezó a ablandar, hacerse distinto. El tango y la milonga son reflejos de quien somos, reflejos de nosotros como sociedad, si la sociedad cambia, la milonga cambia. Si estoy en una sociedad estructurada, la milonga es igual. Así que si quiero saber en qué tipo de sociedad estoy, veo una milonga, te puedo decir : bueno la sociedad es así. ¡Es increíble!
Tuve la posibilidad de viajar mucho, pero a veces no tengo la posibilidad de hacer mucho turismo como me gustaría. Así que voy a la milonga, yo veo los comportamientos, es como un reflejo. En Europa se ven muchas diferencias, a una hora de vuelo entre milongas rusas, portuguesas, francesas, italianas, suizas… son pueblos y culturas diferentes. La milonga refleja eso.
Hoy, hay cosas que tenemos que respetar como los códigos para que todos puedan divertirse, no golpearse, igual el cabeceo, es forma de respeto, porque es una situación cómoda que se pone al frente y te genera un compromiso. Quieres, no quieres… es forma de tener libertad. Todo lo que sea impuesto no es bueno.
Entonces el primer contacto es la mirada. Es muy intensa, a veces es mucho más fuerte que el contacto físico. Nosotros queremos que se mantengan estas tradiciones. Mira la chacarera, te miras, nunca te tocas con la otra persona, es muy fuerte eso, muy intenso. Algo pasa.
Es lindo también sacarte el galanteo, ser sutil, nos miramos, para decirse que queremos bailar juntos. No nos ponemos en situación incómoda con la mirada, nos protegemos por el cabeceo. Hay hombres que hacen como en los supermercados con las mujeres, « Bailás?” –“No"…, y le piden a la otra al lado. Me pasaría a mí que me rechazan así y me volvería a casa en seguido! ¡Es muy chocante! Para la mujer también... Ella quiere ser una persona única, no una más.
Creo que de a poco, se va incorporando. Obvio cuando estamos charlando, o que somos amigos, y hay algo más fuerte que es la amistad, igual se puede decir no sin tanto peso. Soy a favor de tener sutileza para protegerse. Para no incomodar, sentirse mal tampoco! ¡Yo seguramente, me sentiría mal! Después hay mujeres que piensan que si dicen "no", nunca van a sacarla de nuevo.
En Europa se esta construyendo algo, están muy en el pensar, Europa esta construyendo su historia con el tango. Se va a ir acomodando. Lo que siempre digo es ojalá como parte de cultura, no como gusto musical. Es expresión cultural, hay valores muy ricos. No solamente el baile. Es muy importante pero hay otros factores también. Hay una parte social muy importante, mucha gente que está sola, está en su mundo, tiene sus responsabilidades, trabajo, familia, y se olvida de las cosas que le gustan.
El tango ayuda a muchas personas que están solas. Prepararse, sentir el abrazo de alguien, la mirada de alguien, ¿Quién no necesita un abrazo ? Hay una comunicación, otra para afirmar su existencia. Y la música es muy rica, a partir de todos estas historias que se van generando, ésta es fabulosa. Hay tantas sensaciones que hay que ser atento.
domingo, 24 de diciembre de 2023
sábado, 23 de diciembre de 2023
Con T de Tango
La aventura viajera del Tango no ha parado desde que los Gobbi, Villoldo, Mendizábal, Pacho, Gardel y tantos otros lo pasearon por el mundo. Y tiene tanto prestigio como vocablo, que la Organización de la Aviación civil Internacional, lo ha incluido desde hace más de sesenta años, entre los veintiséis vocablos de su Código-abecedario..
Es el que usan las transmisiones de todas las torres de comando del mundo con los pilotos de las aeronaves, para mencionar sin duda alguna las iniciales que, antepuestas a una numeración, identifican a los aparatos.
TANGO es la palabra que en el código corresponde a la letra T, pues dicha organización entendió en su día, y lo sigue aplicando, que de las comenzadas con esa letra, es la más conocida por pilotos y controladores de vuelo de cualquier nacionalidad que sean. ¡Chán Chán!...
Edmundo Rivero
La voz diferente
La década del cuarenta llegó postulando valores que prometían una fuerza vital. No sólo en el aspecto instrumental de las orquestas típicas, sino también en el hallazgo del aporte vocal, acaso diferente y personal, frente a la avasallante dimensión de Carlos Gardel, ya adentrado en la senda de la mitología de América.
De todas esas cuerdas diferentes, ninguna acusó la personalidad absoluta y original de Edmundo Rivero, con su gallardía distinta -a su modo- en contrapartida masculina y reciamente varonil, al galán romancesco y afeminado.
Es como es: con una cuadratura de caballero hispano, donde corre una veta sanguínea de nativos indígenas con la que se enorgullece.
Guitarrista de medios convincentes, une a su registro baritonal, de timbre grave, una emoción que controla inteligentemente, en la exacta dimensión con que "mastica" el contenido literario de aquello que interpreta.
Su gran promoción al estrellato, junto a Pichuco, lo reveló en la exacta medida de sus posibilidades, hasta entonces difusas. Después se hizo independiente y singular portador de una manera sin antecedentes.
En Rivero, secundado por las orquestas de Mario Demarco, la de Héctor Stamponi u Horacio Salgán, siempre hemos de hallar su factura creacional, ya sea dentro de la misma cuerda popularesca pero intelectual de Jacinto Chiclana , en la airada y también filosófica reprimenda de Infamia o en la contextura compadre, vigorosa, de Malevaje.
O como en la íntima y dolorosa fábula de Confesión, para establecer cuatro cardinales -acaso disímiles- en la orientación estética de este gran romero de las canciones ciudadanas.
Cátulo Castillo
viernes, 22 de diciembre de 2023
BORGES Y EL TANGO PROCAZ
Me enseñó a jugar al truco. Recitaba las coplas para cantar la flor, desde la clásica: “Por el río Paraná…, pasando por la cuarteta criolla que evoca a la paradoja de Zenón Una carrera corrieron/ el sapo y la comadreja, / y el sapo, al aventajarla,/ le dijo flor en la oreja”; y la idílica “En los jardines de Diana/ tengo una rosa en botón,/ conservate casta y pura/ si querés llamarte flor”, hasta las deliciosamente torpes: “ Don Carlos de Tejedor, / con una paciencia loca/ le rompió el culo… y a Roca/ con un nabo de mi flor”, y : “Por metérsela a una mina/ muy estrecha de cadera/ la poronga me quedó/ como flor de regadera”, y: “En la estancia El Pelao,/ donde retoza El Peludo,/ he visto un gringo mamao/ con una flor en el culo”.
A mi vez le comuniqué la letra de una cuarteta oída en Adrogué, una noche de Carnaval: “Una murga se compone/ de cuatro narigueta/ a vos te rompo el culo/ y a tu hermana la cajeta”, que celebró efusivamente. Y él me ilustraba sobre el significado de expresiones como ancú el de yacumín, sobretodo de madera, Quinta del Ñato, manflora o manflorita –una vez dijo manflorista, ya en pleno delirio verbal; sobre la diferencia entre marroca y marroco, y me contaba lo que su amigo Nicolás Paredes decía de una mujer fácil: “Si habrá visto cielo rasos….”. Estos términos me daban gran satisfacción hasta que llegué a creer que un día logrado era aquél en que uno nuevo me era revelado…
También recuerdo su fobia por ciertas palabras, por ciertas curiosas fealdades: búsqueda, por ejemplo, en vez de busca. Para él búsqueda sonaba horriblemente mal; aunque para mí busca, la voz que él prefería, era lo que se decía a los perros para que siguieran un rastro…
Milongas y tangos
Del truco y el lunfardo saltamos fácilmente al tango. Empecemos por “…y oigo el eco/ De esos tangos de Arolas y de Greco/ Que yo he visto bailar en la vereda…” Me acuerdo que de Arolas le gustaban Comme il faut, Derecho viejo, El Marne y, especialmente, Una noche de garufa…. Aunque Tío conversó sobre los orígenes del tango con los hermanos de Vicente Greco y no le disgustaban Rodríguez Peña, La viruta y El estribo, sospecho que usó el nombre del compositor sólo para rimar con eco…
También conversó con Enrique Saborido la letra de La morocha, según mi tío, desmerecía la música y Felicia era para él un tango lindísimo y con Ernesto Ponzio no suelo oír Don Juan sin recordar con precisión un pasado apócrifo.
A estos tangos primordiales habría que agregar El caburé, El cuzquito, El flete, El Maldonado, El torito, El entrerriano, Hotel Victoria…tangos que oía como en éxtasis, cerrando los ojos y acompañando los acordes con movimientos del torso y de los pies.
Para muestra bastan unos pocos tangos; lo que vino después –esto lo escribió ya en 1925: fue el tango actual, hecho a fuerza de pintoresquismo y de trabajosa jerga lunfarda.
Pero definitivamente prefería la milonga Señor comisario, Mate amargo, Pejerrey con papas, La puñalada, Cara pelada, Kyrie eleison, El carrero y el cochero de Villoldo al tango. Pero si de escuchar tangos se trataba, volvía siempre a los antiguos tangos dichosos, ejecutados por tríos de flauta, violín y acordeón, de los que entonaban los estribillos: “De L’ Abbaye la espiantaron/ y la razón no le dieron,/ pero después le dijeron/ que era por falta de higiene,/ pues la pobrecita tiene/ una costumbre asquerosa,/ que no se lava la cosa/ por no gastar en jabón”, de Teisseire: Entrada prohibida. “Quisiera ser canfinflero/ para tener una mina,/ metérsela con benzina/ y hacerle un hijo aviador,/ para que bata el record de la aviación argentina” de Aróstegui: El apache argentino. “ Payanca de mi vida/ no te apresures/ que el polvo que me echo/ quiero que dure”, de Berto”: La Payanca.
Y cómo nos divertíamos con el título velado de algunos tangos, aunque a veces velado a medias: La cara de la luna, Las siete palabras, Sacudime la persiana, Empujá que se va a abrir, Tirá la cadena, Qué polvo con tanto viento, Dos sin sacar, y los obvios El fierrazo y El choclo.
El tango oriental
Un entreacto oriental. Cuando en 1956 fuimos a Montevideo le pedí a Tío que me recomendara algún tango, esta vez uruguayo, para comprarlo. Me contestó sin vacilar: Cartón ligador –claro, La Cumparsita era demasiado obvio y además no le gustaba para nada-. Fui al Palacio de la Música en 18 de julio y se lo pedí al vendedor. Lo trajo, pero resultó ser la partitura, no el esperado disco de pasta. Por mi cortedad, la compré lo mismo, y al día de hoy no sé de dónde sacó mi tío esa inesperada precisión, del mismo modo que yo nunca logré todavía escuchar el famoso Cartón ligador de Edgardo Donato.
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Jorge Luis Borges, Edmundo Rivero y Astor Piazzolla |
Gardel y Borges
Se dice que a Tío no le gustaba Gardel. No fue así, le gustaba su manera de frasear, que, a juzgar por su arrobamiento cuando yo, por ejemplo, le hacía oír nada más que los versos “Rechiflao en mi tristeza, / hoy te evoco y veo que has sido”, le llegaba bien hondo. Lo que le desagradaba de él eran su endiosamiento póstumo, su aspecto físico –lo veía parecido a Perón-, la tontería de muchas de las letras de sus canciones, la sensiblería del inconsolable tango canción.
Una lista de las letras preferidas de Gardel con guitarras, naturalmente sería ésta: de Manzi: Milonga del 900 y Milonga sentimental; de Celedonio Flores Mano a Mano y Margot; de Contursi Flor de fango, Mi noche triste e Ivette, inmortalizado éste en nuestra familia por la versión de la querida amiga Quica González Acha; de Alfredo Le Pera el estilo Guitarra, guitarra mía; y de Manuel Romero “Fume compadre” también lo cantaba Quica, sin olvidar Polvorín: una vez que mi tío no me había sentido llegar, lo encontré en su cuarto entonando a voz en cuello “parejero de mi vida, lindo zaino de ojos vivos…”
También, en algún momento, le gustó Jorge Vidal ¿Por qué casi cantaba como Gardel, pero no era Gardel? Y fuimos a un local en la calle Corrientes a escucharlo cantar Puente Alsina y Tres amigos: “¿Dónde andarás, Pancho Alsina?/ ¿Dónde andarás, Balmaceda?/ Yo los espero en la esquina/ de Suárez y Necochea”. El coronel Isidoro Suárez, como pasando el aviso, siempre está cerca.
Cerrando el capítulo tanguero: ya en época tan temprana como la llamada Guardia Nueva, la ese italiana y la copiosa gesticulación italiana de los cantores sobresaltarían a tal punto a mi tío, que equipararía los tangos que ellos interpretaban a la monstruosidad de las estridencias operísticas.
-de Torre Borges, Miguel. "Apuntes de fanilia. Mis padres, mi tío, mí abuela", Buenos Aires, Alberto Casares Editor, 2004, pp. 30-35.-