Siempre vuelvo con este tango que el bandoneonista Juan Maglio Pacho, compuso en 1912 y lo grabó ese mismo año con su cuarteto, en el sello Columbia. El tema tenía un segundo nombre: El combate, pero prevaleció siempre aquel título, que en la grabación de Pacho se escribe como Cuasi nada. Era bastante habitual en aquella época que se dieran errores en el etiquetado de los discos.
Maglio, aparte de destacar como músico, fue un brillante compositor de temas que siguen sonando en el vademécum tanguero, a través de distintas orquestas, con el reconocimiento de entonces, aunque él nos haya dejado en 1934, a sus 53 años. Bastaría nombrar algunos como Armenonville, Tango argentino, Royal Pigall, Sábado inglés, La chacarera, Un copetín o los valsecitos Violetas, Orillas del Plata, María Esther.
Ya he hablado en estas páginas de un groso del tango como lo fue Pacho, que dejó cerca de 900 temas grabados, lo que, para la época, da una pauta de su enorme éxito. Y hoy lo estoy trayendo de nuevo a la palestra en esta página, con el tango del título que atesora una polenta bárbara, máxime si lo escuchamos 111 años después de su creación.
Vale la pena acotar que el guitarrista-cantor Francisco Brancatti, años después de la composición de Pacho, le agregó unos versos a Quasi nada que no tuvieron mayor recorrido. En los mismos juega con los yeites milongueros y precisamente la grabación instrumental de D'Arienzo es una ofrenda milonguera imposible de despreciar cuando suena en la pista. Yo diría que es toda una joyita para bailarlo. En sus versos, Brancatti escribe.
Acamalesé del brazo de este bacán,
ñatita guapa de pinta flor,
que al meta y ponga de este gotán
me juego entero.
Con la punta del tamango quiero escribir
su lindo nombre, Marisabel,
pa’ que no digan que al Chino endemoniao
le va faltando cartel.
En la música porteña canyenguera
pongo el fuego de mi alma arrabalera;
tallando el mazo d’este brujo tango milongón,
nadie me quita las cuarenta que voy a cantar.
Y…cuasi nada!, me da el cuero
si por el salón
dentro un jueguito de corrida a rematar.
Salgan los taitas roncadores y faqueros,
que el Chino Leiva no cambia de color;
soy la muralla de los bravos entreveros
y en la milonga me voy derecho al marcador!
Pero en un duelo sin ventaja no se achiquen,
vayan copando si tantear quieren la suerte,
pues a la larga, como el Chino pisa fuerte,
no tendrán otro remedio
que dentrar a perdedor.
Juan Maglio volvió a llevar al disco este tango, con su conjunto, el 26 de septiembre de 1930. Pero el éxito real y definitivo del mismo llegó en la grabación que realizara de Quasi nada, la orquesta de Juan D'Arienzo, el 31 de diciembre de 1940, justo el día que despedían el año. Desde entonces, hasta soy, 83 años después, no ha parado de sonar en las milongas de todos los países donde se baila tango. Y, realmente, te enchufa apenas suenan los primeros compases. ¿O no?
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