Translate

miércoles, 3 de mayo de 2017

Charlo

El breve apellido artístico, que le impuso el ingeniero Del Ponte en radio Cultura,  apuntaba a un grande del tango. Como cantor, un ejemplo de sucesor de Carlos Gardel en la pinta, la voz y la interpretación. Y como músico, el broche de su autoría en numerosas páginas incorporadas al canto y baile popular. Como Gardel, en su tesitura de barítono, dejó una estela de seguidores de su estilo, que demuestra su condición de maestro de cantores.

Se llamaba Carlos José Pérez, aunque para "darse dique" se agregó el apellido De la Riestra, lo que sumado a su porte, el empilche y la pose, le dió siempre un aire de distinción, que cuadraba con su hermosa voz, su pinta cajetilla y el papel de galán que desempeñó en varias películas. O sea, las tenía todas a favor para ser admirado, aunque le faltó un poco de gancho para ser el ídolo que indiscutiblemente mereció ser, aunque fue respetado y admirado en el ambiente.

                                     


Había nacido en una estancia pampeana situada en el pueblo de Guatraché, pero, como no había Registro Civil en dicho lugar, fue inscripto en la localidad de Puán. No le gustaban las tareas rurales y le tiraba la música, motivo por el cual, su padre lo mandó a estudiar piano con el profesor Alejandro Leone. La mudanza a la capital, le sirvió para dar un paso adelante y se puliría con el maestro Alejandro Castronuovo, a la vez que despuntaba como cantor y seguidor del estilo gardeliano, al que adheriría tempranamente.

En una oportunidad coincidimos con Charlo en el Café El Águila,  cerca de SADAIC. Yo estaba con Néstor Rossi  (que entrenaba a Boca Juniors en ese momento) y el galán cantor se acercó a saludarlo sentándose con nostros. En la inmediata y emotiva charleta que tuvimos salió a relucir la figura del Morocho del Abasto y recuerdo las palabras de Charlo al respecto:

                                 

 -Gardel fue un maestro total, sin proponérselo. Si él no hubiese cantado tangos, seguramente la canción popular tendría otros modos, otro tipo de expresión. Gardel patentó la forma de cantar el tango y todos seguimos su estela, con voces más claras, más agudas, más recias, pero siempre sobre las bases establecidas por el inventor, que al margen de ello, fue el más grande de todos y como bien dijo ese locutor: "Cada día canta mejor".

Por si no le alcanzase con su pinta, su percha y esa hermosa manera de interpretar, Charlo manejaba muy bien el acordeón a piano, la guitarra y el piano. En éste último solía componer sus temas, que fueron muchos y hermosos. Además acostumbraba concurrir a la casa de Anselmo Aieta, llamado por éste,  para trascribir al papel pautado las ideas musicales del gran bandoneonista, que no sabía música pero fue un grande como compositor. Y no era el único al que auxilió el cantor, en ese sentido.

                                   
Charlo con José Razzano que fuera su representante, en Rio de Janeiro


Cadícamo contaba una anécdota, de cuando estaba con Charlo en Río de Janeiro donde cantaba en el casino de Urca, con su conjunto de guitarras y tocando el piano con gran éxito. Había ido para acompañarlo y narraba sonriente su amorío con Carmen Miranda, la estrella de la canción que triunfaría en Hollywwood, y que volvía en barco de Buenos Aires a Río con su hermana Aurora, luego de sus arctuaciones en Argentina. Charlo se lió con Carmen y estuvo encerrado en el camarote con ella, durante casi los 5 días de travesía marina.

En la bella ciudad carioca, visitaba permanentemente a Cadícamo un músico argentino radicado allí, Heriberto Muraro. Estaban en la suite del Hotel Copacabana, donde residían y Muraro le pide a Cadícamo que le escriba un poema de tango para musicalizarlo. Con su presteza habitual, Cadícamo toma la máquina de escribir de Charlo y en tiempo record, termina un tema que titula: "Ave de paso". Charlo se arrima, lo lee en la máquina, después arranca el papel y le dice a Enrique:
-Éste es para mí, escribirle otro a Muraro.

                               
Dos grandes: Charlo y Libertad Lamarque en 1933



Y Charlo no sólo le pondrá música, sino que este tango será su carta de presentación permanente, como pude comprobar cuando lo ví cantando en Radio Belgrano, enfundado en impecable smoking. La lista de composiciones musicales de Charlo incluyen temas de gran trascendencia y belleza como: El viejo vals y Sin ella, con José González Castillo. Fueye, Oro y plata, La noche de tu ausencia, Tu pálida voz, con Homero Manzi. Con Cadícamo, además, hizo Rondando tu esquina, la barranca, No hay tierra como la mía, Viejas alegrías, Zorro plateado, Y aquel cariño se fue, Buenos Aires querido, Alborada de amor. Con Luis César Amadori realizó: Cobardía, Rencor y Tormento. El intenso Sin lágrimas lo firmó con José María Contursi, que recordaba a su Gricel. Arreando sombras y Adiós amor, con Lito Bayardo, y tiene muchos en los que firmó letra y música.

Esta faceta engrandece la figura de Charlo, que grabó numerosos discos como estribillista, en las orquestas de Francisco Canaro y Francisco Lomuto o la Típica Victor, pero sólo intervenía en la faz discográfica, pues siempre se consideró un solista y no fue cantor de orquesta en actuaciones. Viajó por toda América y Europa, dejando legiones de amiradores y admiradoras en todos los lugares donde actuó. Vivió romances increíbles y se casó con con la actriz Sabina Olmos. Compartieron juntos 15 años, pero no tendrían hijos, terminarían separándose, y ella se suicidaría en los momentos más oscuros de su vida. Luego Charlo tendríaa otras dos parejas.

                                                   


Durante más de cuarenta años, su voz, su estilo, su imagen, quedaron incrustados en una ciudad que inventó el tango y acompañó calurosamente a todas las grandes figura que lo enaltecieron, Charlo fue una de esas estrellas que sigue iluminando el sendero con su armoniosa voz, su elegancia, un estilo inmaculado, exento de efectismos, perfecta afinación y musicalidad y unos registros que permiten seguir admirándolo sin reservas, como gran maestro. Dejó unas 1.100 grabaciones, superando el listón gardeliano.

Lo podemos apreciar en estos dos temas: Sin lágrimas, de 1954 acompañado por su propia orquesta y El viejo vals, de 1955, con sus guitarristas Rafael Iriarte, Héctor Besada, Ángel Iglesias y el guitarrón de Edmundo Zaldívar. (también tuvo de guitarristas a Edmundo Rivero y Roberto Grela)

Sin lágrimas - Charlo

El viejo vals- Charlo

Y como muestra de sus aptitudes ciinematográficas, podemos apreciarlo, acompañado por la orquesta de Francisco Canaro, en el tango: Yo también soñé, de Francisco Canaro y Luis César Amadori. Lo canta en la película Puerto Nuevo, dirigida por Amadori  en 1936.

                                              




3 comentarios:

  1. Fue alguien importantisimo para nuestro tango.....excelente
    cantor al igual que autor de hermosos temas.... Se lee muy
    poco de su trayectoria,enhorabuena que se lo haya recordado....

    ResponderEliminar
  2. Agrego la milonga Oro y Plata, escrita por Homero Manzi con
    Musica de Charlo, un exito inovidable del año 43...

    ResponderEliminar