-Yo tuve la suerte de incorporarme a la orquesta de Osvaldo Pugliese cuando la misma estaba atravesando unos de sus mejores momentos. Estaba integrada por el tano Ruggiero, Penón, Lavallén y Plaza en bandoneones. En los violines estaban Cacho Herrero, Balcarce y el uruguayo Julio Carrasco. En la viola, Norberto Bernasconi y Quique Lannó, en el bajo Alcides Rossi y, por supuesto, Osvaldo en el piano. Y yo vine a la orquesta. Debuté el 10 de Octubre de 1964 traído de la mano del negro Luis Mela, el recitador en la orquesta que me había escuchado cantar en mi ciudad, en San Francisco, en una confitería de aquel pueblo.
Me dijo: "Pibe, tenés que bajar a Buenos
Aires porque sería importante que te escuchen los muchachos de la orquesta, que
están realizando un certamen para tratar de incorporar una voz joven", porque
yo también fuí joven. Entonces viajé a la Capital y tuve la suerte de llegar a
una final donde participaron dos muchachos de aquí, uno de Rosario y el cuarto
era yo. Así que dimos todos la prueba en la sala de Callao 11, que Don
Osvaldo y los muchachos escucharon con suma atención a todos los postulantes
que estábamos. En ese último día sale el negro Mela a los minutos de realizar la
acostumbrada conferencia donde se votaba y dice: "Por unanimidad ha quedado
elegido el cantor de Córdoba". No reaccionaba que el único que venía de esa
provincia era yo, así que tuve la enorme satisfacción de integrarme a la
orquesta.
El siguiente sábado debuté en la misma y fué una emoción
impresionante. Tenía que suplir a Alfredo Belusi, que no iba a ausentarse de la
orquesta, íbamos a estar los tres, Maciel, que estaba en esa época, Belusi y
yo, pero como me incorporaron a mí, Alfredo se "tomó el raje" volviendo con la
orquesta de José Basso con la que ya había estado unos años atrás, así que
desde esa época quedé incorporado a esa gran orquesta de tanta jerarquía, que
fue la de Don Osvaldo, hasta los últimos días (1995).
Tuve la suerte, al poco
tiempo de haber debutado, de hacer una presentación de dos meses, una temporada
hermosa en el teatro Maipo, que todavía era un teatro de revistas importante,
donde estaban Tita Merello, Marrone, Dorita Burgos, las hermanas Ponce, Maruja
Montes, Alfredo Barbieri... todas importantes figuras de aquella época. Dos
meses después tuve la enorme satisfacción de hacer una gira por Japón, lugar al
que fuimos por sesenta días y la gira duró cinco meses, así que nos fue muy
bien. Bueno, esto es como realizar el sueño del pibe, en esa época era como
jugar en la primera de River o Boca.
El primer tema que grabé con la orquesta
fué el hermoso tango de Oscar Zito Fresedo y Márquez, Enamorado estoy. Yo no
lo cantaba, pero como era un tema melódico y me querían encarrilar por esa
línea me lo hicieron grabar. A lo mejor, algo que no todos saben, es que en esa
grabación no estuvo Don Osvaldo en el teclado y la parte de piano la realizó
Armando Cupo, porque Osvaldo tenía la mano lastimada por una caída que había
tenido. Así que grabamos un doble. Ese mismo día grabó Maciel -no recuerdo que
tema (*)- y también los instrumentales La cabrera y Charamusca.
Inmediatamente después grabé un tema de Javier Mazzea, Como aprender a
quererte. Después vendría Whisky, el tango con el cual rendí la prueba y que
todavía me piden. Yo no tuve caballito de batalla. El tango estaba medio de
capa caída, cuando yo entré ya estaba la nueva ola. Anteriormente a mi llegada,
los cantores estaban cinco o seis años con las orquestas, se hacían su nombre y
se desvinculaban para encaminarse como solistas, porque era más conveniente. Yo
no tuve esa oportunidad, siempre me quedé en la orquesta, no había muchas
alternativas, además estaba muy cómodo.
También me piden los tangos Después, Callejera, Bien de abajo... Si yo tuviera oportunidad de grabar, haría este
último tema, es un tango que me gusta mucho y tiene una letra (Héctor Negro)
importantísima y una música (Arturo Penón) excelente. Cuando vine a Buenos
Aires me fui a vivir a una cueva de un amigo del negro Mela, ahí en la calle
Cerrito, donde ahora por la modificaciones urbanas está la avenida 9 de Julio.
Estuve allí hasta que me gané los primeros mangos y me mudé al Hotel Casino que
quedaba en Carlos Pellegrini y Santa Fe y fíjense ustedes que al poquito tiempo
que yo había ido a vivir a ese hotel aparecieron cinco zaparrastrosos que
venían de Rosario, que eran Los Gatos, la agrupación de Lito Nebbia.
La semana
antes de debutar me invitaron a presenciar una actuación de la orquesta. En el
micro iban Gloria y Eduardo y el maestro de ceremonias, que era Julio Jorge
Nelson. Entonces yo estaba por ahí cerca en el ómnibus y el tano Ruggiero le
dice a Julio: "Mirá, este pibe va a debutar el sábado que viene pero no sabemos
como llamarlo". Julio Jorge se da vuelta y me dice: "¿Cómo te llamás?. Yo le respondí: Abelardo González. Entonces me preguntó de dónde venía y yo le respondí
que de Córdoba. Yo nací en Caballito, pero a los cuarenta días me piantaron
para Córdoba, así que por adopción soy sanfrancisqueño. Julio espontáneamente
dijo: Abel Córdoba, a los muchachos le gustó y quedó así".
(*) El tango grabado en esa oportunidad por
Jorge Maciel fué "Decime, Dios, ¿dónde estás?".
Nota: Este texto pertenece al Seminario
Tango y Sociedad "Un siglo con Osvaldo Pugliese, ética y estética",
que el Foro Argentino de Cultura Urbana desarrolló en la bodega del Café
Tortoni de Buenos Aires entre el 3 de Agosto y el 23 de Noviembre de 2004.
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