Que ni tiñe la vergüenza
ni la guita tiene olor.
Carlos Andrés Bahr |
Esta frase del tango de marras, es cruda y tan real como la vida misma. La que está pasando por delante de nuestros ojos y que la manipulada prensa nos cuenta con cuentagotas y cuando no queda más remedio, salvo que los problemas estén asentados en políticos que no aceitan los engranajes de los medios informativos, es tremendo. O sea, que no velan por esos intereses espurios. Porque pocas veces como en esta época la información está destinada a materialismo puro y duro de esos medios.
No me gusta andar con vivos y a los giles les doy pase,
a los otros, si es
preciso, los atiendo y se acabó,
si la mala se
encabrita, me la aguanto hasta que amanse
y aunque siempre
hay un amigo, curo a solas mi dolor.
Me enseñó la mala
racha, que la suerte es mina ilusa
y al final se queda
siempre con aquel que está “guiyao”,
y aprendí en los
desencantos que si afloja el de la zurda
es mejor que te
amasijes, porque al fin irás palmao.
En este tango, Carlos Bahr, que fue un poeta notable del género, emplea un lenguaje lunfa, popular, razonando sobre los hilos del destino en la vida diaria, como si estuviera chamuyando con un amigo mientras se toman un café. Con Fulvio Salamanca fueron muy amigos (la hija de Bahr me contaba que visitaba mucho la casa paterna), y también se apuntó D'arienzo en la tarea de musicalizar con su pianista, algunas de las obras del poeta, como en el caso del tema que hoy traigo al blog. Cabe acotar que el Rey del compás admiraba mucho esta faceta de Bahr que lo llevó incluso al lamentable Sepe-ñopo-ripi-tapa, alentado precisamente por D'Arienzo.
trabajando sos cualquiera y afanando sos señor,
porque al fin hasta la
grela que comparte tu cobija
cuando ve mangos en
fila no pregunta cuántos son.
Además, nadie pregunta
de qué lao salió la buena
la importancia está en
los mangos, aunque salgan de lo peor,
y aprendés al triste precio,
de tu credo en esta feria
que ni tiñe la
vergüenza, ni la guita tiene honor.
Y ¡qué querés que te diga!, viendo tanto informativo de fortunas robadas a los ciudadanos y al fisco, de políticos y empresarios que frecuentan las primeras páginas de la prensa y las revistas de papel couché, amén de verlos discursear por la tele y pontificar sobre los problemas del mondo cane, tenés que coincidir con los versos de Bahr en esta última cuarteta. La inmoralidad que presenciamos en la cosa pública nos revuelve y mucho más los castigos leves, la escasa colaboración de la justicia, tantas veces, y la alianza que establece muchas veces esta última con la atrofia de la imaginación política.
Me enseñaron los
“amigos”, que estás firme si hay rebusque
aprendí de los
extraños que hay que abrirse del favor,
y la vez que por
humano, le di cuarta a un gil cualunque
me dejó en la puerca
vía, sin confianza y sin colchón.
Los demás te van
sacando, por la pinta, como al naipe
y al marcarte, “gil en
puerta”, pregonando fe y amor,
te saquean hasta el
alma y después te dan el raje
Da para pensar. Un poco crudo el relato en cuanto a la relación humana con la gente, pero en líneas generales la descripción de la parte oscura de la sociedad, con ligereza y sorna, está bien expresada. Así, el tango entra en las reflexiones discepoleanas con un mensaje que revela la indignidad mundana. Bahr y Salamanca se unieron en trece temas, algunos de los cuales contaron con la colaboración de D'Arienzo, como expliqué antes. Eterna, Amarga sospecha, Desde aquella noche, La sonrisa de mamá, Sin balurdo, Sin balurdo o Tomá estas monedas, tuvieron mucho recorrido.
Hoy, después de desayunarme con las últimas noticias, me vino a la memoria este tango milonguerazo que grabó D'Arienzo con la impagable interpretación de Alberto Echagüe, todo un especialista, el 13 de agosto de 1952. ¿Lo escuchamos?
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