Nació en una familia
de artistas y pronto aprendería ballet. Su figura y belleza la ayudarían y
Jovita Luna, née María Eugenia Luna, desarrollaría una gran carrera en los
escenarios merced a sus conocimientos de baile y a su espléndido porte. Alfredo
Alaria la escogió como primera figura para su ballet y la llevó a España y
Francia, donde después de exhibirse con gran suceso la compañía en el Casino de
París, llegaría ella a ser primera vedette del Lido.
En España, filman en 1962
la película Diferente junto a Manuel Monroy y Julia Gutiérrez Caba que
dirigiría Luis Manuel Delgado y revitalizada hoy como película de culto por
tratarse de una historia subliminal de gays, increíble para su época. Y más
insólito es que fuera premiada por el Sindicato Nacional del Espectáculo.
Jovita Luna, fallecida a los 81 años en su Buenos Aires querido, fue una
artista polifacética, que con idéntica fortuna podía danzar sobre el escenario,
lucir como gran vedette en el Teatro Maipo de revistas junto a Nélida Roca y
Beba Bidart o hacer un festejado skecht cómico interpretando a dos viejecitas
sentadas en un banco de plaza con Antonio Gasalla.
En 1951 desarrolló un lucido
papel en la película El Patio de la Morocha, dirigida por Manuel Romero y
basada en el tango de Cátulo Castillo y Mariano Mores. En 1972 volvería al cine
argentino en otro papel muy distinto y donde demostró su enorme capacidad. El
filme se llamó Argentinísima, dirigida por Fernando Ayala y Héctor Olivera y
está totalmente dedicado al folklore argentino, presentando a las grandes
figuras de este rubro. Entre otros: Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú, Mercedes
Sosa, Los Chalchaleros y una larga lista.
En el ínterin Jovita brilló en
escenarios de diferentes países y las marquesinas de grandes teatros de
Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Italia o Brasil, incluyeron su nombre y
mostraron su admirado físico y su sonrisa triunfadora, a la vez que su arte
interpretando tangos o folklore arrancaba muestras de aprobación. En 1977, en
el Teatro El Nacional de la calle Corrientes, Romay montó el musical Chicago,
con Nélida Lobato, Ambar la Fox y Juan Carlos Thorry, y allí volvió a destacar
Jovita en el entrañable papel de Mamá Morton.
También en teatro hizo con Gloria Montes y Alba Solís un hermoso desfile de temas bajo el título de Tango y Carmín. Y cuando parecía que su trayectoria artística entraba en un declive forzoso, por razones de edad, la misma que en 1938 integraba el dúo Las Porteñitas por radio, le pondría la guinda del postre a su proficua carrera, haciendo de arrabalera por el mundo. Fue en noviembre de 1983 cuando el parisino Teatro de Chatelet asistió al nacimiento de un fenómeno sin precedentes en la cultura y el arte populares, con el estreno de Tango Argentino.
Este espectáculo, planeado y montado por los coreógrafos Claudio
Segovia y Héctor Orezzolli, que habían acometido la ardua empresa de reunir
bailarines, músicos y cantantes de tango atendiendo fundamentalmente a su
carácter de epígonos de una noble tradición, más que a moldes tradicionales de
belleza, destreza o plenitud vocal. El mentor fue el director argentino Jorge
Lavelli que accedió a un requerimiento del director del Theatre de Chatelet que
quería un espectáculo completamente original de tango.
Lavelli, en sus viajes a
Buenos Aires, escuchaba como Segovia le hablaba de un proyecto con Troilo, que
se cayó con la muerte de éste. Luego lo intentó con Piazzolla, pero desistió
porque Astor sólo quería hacerlo en base a su música. Lavelli lo presentó al
empresario francés y luego de hipotecar el dinero de su familia, Segovia y
Orezolli sacaron adelante el proyecto, que incluía a los grandes del tango:
Horacio Salgán-Ubaldo De Lío, Roberto Goyeneche, Elba Berón, el Sexteto Mayor, Raúl Lavié, los mejores bailarines : Copes-María Nieves,
Virulazo y Elvira, Mayoral y Elsa María, Nélida y Nelson, María y Carlos Rivarola. Un elenco
impresionante.
Y Segovia-Orezolli recurrieron a Jovita Luna. El primero la veía
así: “Tenía un físico extraordinario, como el de Marlene Dietrich, cultivado
para estar en escena: su delgadez increíble, su elegancia, su conocimiento de
la caja escénica… Además, en los 50 había triunfado en los grandes escenarios”.
En París, como había pocas entradas vendidas, el Director pidió hacer un ensayo
general para el periodismo y los coreógrafos se negaron. Entonces aquel corrió
el telón y descubrieron que estaba lleno
de críticos y fotógrafos.
Apremiado por
las circunstancias Segovia decide hacer solo una canción y la escena final. Y
la eligió a Jovita por su clase y experiencia. Apenas ella empezó a cantar se
escucharon unos “¡bravos1” ensordecedores y al día siguiente la prensa parisina
le dedicó páginas enteras al espectáculo y fue un éxito impresionante. La gente
hacía colas bajo la nieve y actuaron a teatro lleno durante mucho tiempo. A
partir de ahí vinieron las giras por media Europa y dos años en Estados Unidos
de costa a costa. Tango Argentino popularizó y puso sobre el tapete mundial al Tango.
Este tango que compuso el pianista Roberto Goyheneche en 1923, es el tema con el que podemos recordar a esta genial artista que pasó del folklore y el music hall al tango, demostrando el mismo talento para todo lo que representara la música y el arte de su país. La acompaña, en Tango argentino, la orquesta que dirige Osvaldo Berlinghieri.
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