El poeta popular más perjudicado fue a todas luces Celedonio Esteban Flores, verdadero cultor y maestro de esa jerga, formada por palabras de los inmigrantes, expresiones de los habitantes del campo y también formentada por la ocurrencia de los porteños que, constantemente han incorporado vocablos y manifestaciones nuevas que siguen enriqueciendo la lengua popular, como ocurre en tantos países del mundo, al margen del vocabulario oficial.
Celedonio Esteban Flores |
Uno de los temas que más sufrió esa veda fue El bulín de la calle Ayacucho, una hermosura de tango que Carlos Gardel grabaría el 17 de diciembre de 1925, acompañado por la guitarra del negro José Ricardo. El bulo era una simple piecita que una barra de guitarristas, cantores y poetas, alquilaba en la calle Ayacucho. Estaba ubicada en un viejo caserón de esa calle Ayacucho 1443 y el edificio era propiedad del editor Julio Korn. Allí se juntaban para tomar mate, guitarrear, canturrear y pasar un rato, incluso algún payador caía por ahí.
La letra del Negro Cele retratando aquel bulín se la llevó a los hermanos José y Luis Servidio, que actuaban en el Café ABC, de Rivera (hoy Córdoba) y Canning (hoy Scalabrini Ortiz). A las 48 horas tenían lista la música y el tango fue estrenado en el Teatro Soleil, por el Dúo Torelli-Mandarino, acompañados en guitarra por Humberto Canataro. La historia de aquella piecita y sus habitantes ocasionales la he relatado en otra página de este blog, pero acá me remito al momento en que apareció aquel decreto fatídico que perjudicó a tantas páginas bellísimas del tango argentino.
Aníbal Troilo con la voz de Fiorentino lo grabaría el 17 de junio de 1941 y llevaría al cénit a este tango que sigue imperando en la milongas del mundo entero, por el ritmo magistral, y la impecable interpretación de Fiore. De allí en más sería grabado por otros conjuntos y cantores, sin alcanzar nunca a esa grabación de Pichuco que le dió el realce justo.
Celedonio en su época de boxeador amateur |
Cuando, en pleno éxito del tango, la Dictadura de turno, sacó a quel decreto fatífico que mutiló la música nacional, dejándola gravemente herida, Celedonio ideó en reemplazo de la original, una letra nueva para el tango, que tituló Mi cuartito, y que semeja una burla a los acomplejados rigoristas de la censura. Incluso no parecen escritas por él. Dice así.
Mi cuartito feliz y coqueto
que en la calle Ayacucho alquilaba,
mi cuartito feliz que albergaba
un romance sincero de amor.
Mi cuartito feliz donde siempre
una mano cordial se tendía
y una linda carita ponía
con bondad su sonrisa mejor...
Cada cosa era un pasaje
que en el cuartito ponía
la bulliciosa alegría
de quien se sabe feliz...
En el amor de sus besos
y en el calor de sus brazos
yo fui dejando a pedazos
lo mejor de mi vivir.
Mi cuartito coqueto lucía
su moblaje cuidado y sencillo
sin alfombras, sin lujo, sin brillo,
donde días felices pasé.
Al calor del querer de quien era
en su amor terrenal, toda mía,
y una tarde de invierno, muy fría,
en un vuelo hasta el cielo se fue...
Parece más una tomadura de pelo a los censores, que un intento de cambiar los exitosos versos por estos simplones y cursis, indignos del talento de Cele. El pueblo, al fin, seguiría teniendo y disfrutando aquella versión de Troilo-Fiore, que continúa iluminándonos e inspirándonos en la milonga.
Esta maravilla.
07- El bulín de la calle Ayacucho- Troilo-Fiorentino
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