Lo compuso el uruguayo Enrique Saborido, que cuando tenía dos años de edad, llegó con su familia a Buenos Aires, donde se radicaría definitivamente, con sus padres españoles. Estudió violín empujado por su madre, y luego piano, con el que se dedicaría a ganarse la vida en el 1900. Y en 1902 ya actuaba en un trío con el Negro Lorenzo en guitarra y Benito Masset en flauta.
En 1904 tocando en la Rotisería Ronchetti, de Lavalle y Reconquista estrenó su famoso tango La morocha, al que luego le pondría letra el legendario Ángel Villoldo, para el lucimiento de la cupletista Lola Candales. La morocha figura además, en la leyenda tanguera, porque llegaría a tener una gran difusión mundial. Fue gracias a que los cadetes de la Fragata Sarmiento, en su vuelta al mundo para recibir el bautismo naval, ya que es un buque escuela, distribuyeron mil partituras del tango por numerosos países, dándolo a conocer.
Otra de las notables virtudes de Saborido estaba en la pista, ya que fue un destacado bailarín de tango que supo tener su Academia propia en la calle Cerrito 1070. Incluso fue invitado a dar clases en París, a gente de la alta sociedad francesa y hacia allí se embarcó con el pianista Carlos Vicente Geroni Flores. Estaría enseñando a milonguear en París, Bruselas, Amberes y Londres hasta el estallido de la Primera guerra mundial, lo que le decidió a regresar al pago.
Saborido, izq. junto a Héctor Bates que lo reporteó para su libro |
Pero fue tanto el auge del tango en Francia que se crearon el "vestido tango", las "cenas tango" y por supuesto los "Bailes tango". Vicente Rossi, historiador del género escribió entusiasmado:
-El tango en París ocasionó una conmoción general increíble. Enquettes periodísticas selectas y trascendentes; reuniones extraordinarias aristocráticas en "plebiscito"... Conmovió reyes, emperadores, príncipes y prelados... La prensa rioplatense recibió los ecos de aquel inusitado movimiento con la consiguiente sorpresa, pues ella ignoraba los méritos del tango.
Lo curioso fué que al regreso, Saborido abandonó sus actividades de músico, aunque esporádicamente reaparecería años más tarde en orquestas evocativas. Pero vale la pena recrear la historia de este tango que hoy es el leit motiv de mi chamuyo.
Aquella noche de 1907, en una casa de bailes con destacada concurrencia, Saborido tocaba el piano motivando a los bailarines. En un momento determinado de la madrugada, el hombre termina de tocar un tango nuevo. Se detiene junto a él la pareja integrada por el periodista y sainetero uruguayo Carlos Mauricio Pacheco y su mujer Felicia Ilarregui.. Y ella le pregunta a Saborido:
-¿Qué tango es éste que ha tocado?
-Uno nuevo de mi cosecha -responde el músico.
-Muy lindo -dice ella-, ¿cómo se llama?
-Pues no tenía nombre. Sea usted la madrina... y que se llame Felicia.
-Y yo le pondré letra- afirma Pacheco.
-Eso es- apunta la entusiasmada destinataria del tango, que aplaude con alegría.
Desde aquella noche de comienzos del siglo veinte, el tango no ha dejado de instalarse en atriles de orquestas típicas. Canaro lo grabó en 1929. Y lo registraron entre muchos otros, Sebastián Piana, Domingo Federico, Juan D'Arienzo, Edgardo Donato, Adolfo Carabelli, Roberto Firpo, Alfredo De Angelis, Francini-Pontier, Juan Cambareri, Julio Pollero o el Quinteto Real.
Vamos entonces con dos versiones distintas de este histórico tango. La de Francisco Canaro del 4 de junio de 1929 y la más moderna del Quinteto Real, realizada en 1965.
12- Felicia - Francisco Canaro
Felicia - Quinteto Real
José Maria queria darte las gracias,soy cantante de tango, de La Boca Bs. As. y todas las historias que contas me ayudan a interpretar y meterme mejor los temas que canto, gracias un abrazo!!
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ResponderEliminarOK Vero, me alegro que te sirvan y te ayuden. Ya me contarás algo sobre vos y tus trabajos tangueros. Beso.
ResponderEliminarInteresante historia..gracias por contarla. Qué pena que Saborido no contlnuó componiendo tango..tenía pasta y amplios conocimientos musicales se ve..
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