Las nochecitas de Madrid, también tienen ese...qué sé yo, ¿viste?
Será por la necesidad de ir a bailar-escuchar tangos en un ambiente especial, de contactar con otros que llevan el hobby incrustado en la sangre...
Angelito Vargas definía muy bien en "Bailarín de contraseña", esos momentos previos cuando en casa te estás amasijando para ir a la milonga, pensando en lo que te espera. Sobre todo ese tintineo del cuore que precede al encuentro nochero.
Por eso, aunque uno lleve muchos años de milonga en el lomo, la sensación pre-milonga sigue siendo parecida, y ni te das cuenta que los remos están más durañonas y menos elásticos. Igual, cuando suenan D'Arienzo, Di Sarli, Pugliese, Tanturi, Pichuco, la ilusión te sube la temperatura del cuerpo y ponés la máquina en cuarta velocidad para seguir el ritmo de esas orquestas inolvidables.
Como mínimo, las nochecitas de martes y sábados, ahí estoy con mi arsenal musical invencible y los compases te llevan en el aire.
Después, ¿qué importa el después?
...Si salimos con el cuore rejuvenecido y los remos afilados como si nos entrenara el Cholo Simeone.
Como cantaba Echagüe: "Te bailás tus buenos tangos y stop... no hace falta más..."
Así que esta noche los espero en la Casa de Aragón, como de costumbre
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