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lunes, 13 de mayo de 2013

Delfy

En la historia del Tango, Enrique Delfino ocupa un lugar preponderante. Por la calidad de su obra, por su enorme aporte y porque patentó con Milonguita el molde musical del tango-canción. Pauta la nueva estructura para cantarlo, trabaja en la creación del mismo con el poeta y reduce a dos partes el tema cantable que antes estaba establecido en tres. Pascual Contursi había creado la letrística tanguera con Mi noche triste, pero lo había hecho sobre músicas escritas con anterioridad.

Delfino, conocido por Delfy en el ambiente, tenía una sólida formación musical. Sus padres regentaban la Confitería del Teatro Politeama en Corrientes y Paraná y él nació en pleno centro porteño. Jugueteaba con el piano del Teatro y su padre lo mandó a estudiar en un conservatorio de Turín, Italia.
                                               


Pero su progenitor no lo había despachado al viejo mundo para que se enrolara luego en las filas del tango. Pretendía para él un futuro de mayor jerarquía. Y con 15 años el adolescente Enrique se conchabó para tocar en un cine, a espaldas de sus padres. Descubierto al fin, fue sacado de una oreja del local y el padre lo confinó en un buque de la Armada "para que se hiciera hombre".

Mostrando la imagen que lo caracterizaría, Delfy se escapó, se fue a Montevideo y allí comenzó con 17 años a componer sus primeros tangos, a la vez que desarrollaba una vis cómica que sería vital en su trayectoria. Ejecutaba arias de ópera pero a la vez jugaba con el piano, y hacía acrobacia musical,  tocándolo de espaldas al mismo o desde la parte de atrás del instrumento. Imitaba tormentas, choques de automóviles, la partida de un tren, el tránsito atascado en un cruce callejero, la partida de excursionistas a un pinic y el retorno de los mismos agobiados por el cansancio. O le pedía tres notas a la platea para improvisar un tema, sin vacilar ni un segundo.

Fue unos de los creadores de lo que se dió en llamar "tango romanza", Con José González Castillo, precisamente, componen Griseta, donde Delfino muestra su predilección por Puccini, dado que los versos del padre de Cátulo están poblados de nombres de personajes de La Bohème.

Con Osvaldo Fresedo y Tito Roccatagliata viajarían a Nueva York para grabar aquellos temas de la que denominaron Orquesta Select. Anduvo tocando por toda Europa y entre tanto producía tangos para la posteridad. Durante su estancia en Montevideo creó dos páginas renovadoras de una enorme belleza: Bélgica y Sans Souci, con 19 y 22 años, respectivamente.
                                                                                                                 

A su regreso a Buenos Aires, actuaría en teatros, compondría música para películas y dejaría temas imborrables. Araca la cana, Lucecitas de mi pueblo, Ventanita florida, Claudinette, Aquel tapado de armiño, Qué lindo es estar metido, Palermo, Haragán, Santa milonguita, Bandita de mi pueblo, Dinero dinero,  Recuerdos de bohemia, Paisaje, Padrino pelao, A Montmartre, La copa del olvido, Otario que andás penando, Guapo y varón, Color de ausencia, Talán talán, No le digas que la quiero, No salgas de tu barrio, Al pie de la Santa cruz, hasta una lista de 300, en colaboración  con grandes poetas, de los cuales Carlos Gardel le grabó 26.


  

Dirigió orquestas, realizó infinidad de recitales  de piano y violín o guitarra, acompañó a cantantes como Azucena Maizani, descubierta por él y con su ocurrencia de siempre le contaba a Héctor Bates,  lo que le sucedió con su tango Re fa si.


-Lo escribí en 1913 en Montevideo, con 18 años, y por su edición cobré 1,20 pesos. Una madrugada venía por la calle silbando un motivo, cuando de pronto me salió el Re Fa Sí. Como me había gustado esa ocurrencia, agarro instintivamente un lápiz para anotarlo, pero no tenía papel. Todo estaba cerrado, no había donde comprar un cuaderno y tenía miedo de olvidarme la melodía. Entonces, se me ocurrió anotar en una pared los primeros compases con la intención de volver al día siguiente. Cuando regreso en busca de la anotación, toda la pared estaba repleta de carteles. En Montevideo había elecciones y sobre mi tema habían pegado las imágenes de un potencial diputado.  Encima no recordaba en qué sector de la pared lo había anotado. No quedaba otra salida que comenzar a arrancar carteles con el riesgo de que me vieran. Decidí esperar hasta la noche, y con mil precauciones, comencé a arrancar carteles. De pronto siento que alguien me toma del brazo: era un cana (policía). Traté de explicarle, usé mil argumentos para decirle que no tenía ninguna intención política. Por fin, el cana aceptó la historia pero puso una condición: Si no era cierto, ni Dios me salvaba del calabozo. Y ambos pusimos manos a la obra y a cuatro manos arrancamos carteles, hasta que aparecieron las notas apuntadas la madrugada anterior. El cana no salía de su asombro...



El tango fue estrenado en un café de la Avenida 18 de julio y como aún no tenía título, los músicos lo individualizaban por su tres primeras notas y así quedó. Re Fa Sí.

A este genio del piano y de la música, que nos legó un archivo fabuloso lo traigo en dos temas. Sobre el personaje literario de Ricardo Güiraldes, crearon con Manuel Romero, el Tango Don Segundo Sombra. Lo grabó la Típica Víctor con las voces de Roberto Díaz y Juan Carlos Delson el 2 de octubre de 1920. Y por la orquesta de Rodolfo Biagi, su tango Bélgica registrado el 20 de enero de 1942.

Don Segundo Sombra - Típica Víctor

Rodolfo Biagi - Bélgica

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