Músico, bandoneonista, cantor de voz fuera de lo común, con una riqueza temperamental y expresiva, fue como una aparición mágica en un momento en que el tango palidecía.
Y así lo recibimos.
Curiosamente, logró empinar en su repertorio obras que otros cantores había elevado hasta un listón muy difícil de igualar, con unos modos distintos y un fraseo espectacular.
Aníbal Troilo lo apadrinó artísticamente en Caño 14 y le dijo: "Sos el hijo que no tuve", como demostración bien troileana de declaración amorosa de admiración, a este barítono que renovó el vademécum tanguero.
Y como si realmente fuese hijo de Pichuco, tuvo su mismo espíritu, sentido de la amistad y un regusto por las macanas de la noche y los errores que fueron minando su salud.
Fui amigo de él, nos juntamos muchas veces, vino a cantar a mi casa, se anotaba en todas, sin lucir su status de estrella. Y podía estirar las madrugadas a puro tango, con esa hermosa voz de barítono y el sentimiento que le brotaba por los poros.
Estamos en El viejo Almacén de Madrid con Carlos del Mar y dos amigos. |
Acá vemos dos de esos capítulos: Primero con el fueye
Mi bandoneón y yo
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