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martes, 28 de marzo de 2017
Bien Milonga
Ya sabés que los martes te recibimos en esta milonga, que se realiza en la Casa de Aragón de Madrid, desde las 21 horas y hasta las 24. Una música esencialmente bailable, un ambiente entrañable y una pista de madera lustrada, empujan tus ganas de bailar.
Estamos en la Plaza República Argentina nº 6, y para más inri, se puede aparcar tranquilamente en la calle Serrano y sus adyacencias, por lo cual, evitás los problemas de párking, de lugares difíciles para encontrar un sitio para tu coche, o tener que viajar en metro o autobús, debido a esas dificultades.
En Martes no te cases ni te embarques -que diría Luis Rubistein-, pero vení a milonguear lindo, que nosotros te traemos a estos monstruos en los discos que nos legaron:
lunes, 27 de marzo de 2017
Juan Sánchez Gorio
En aquella época de gran auge del tango, las orquestas se daban cita en las emisoras radiales a toda hora y mis orejas disfrutaban y guardaban las letanías de tantos nombres que siguen repiqueteándonos en el cuore, aunque los haya ido borrando el paso del tiempo. Nuestro hombre de hoy, con su orquesta sonaba por radio Splendid o radio El Mundo -en horas del mediodía- cuando estábamos almorzando y nuestros padres atendían los reclamos de mi hermano y nos dejaban sintonizarlo.
Aunque yo no tuviera la capacidad, entonces, de distinguir lo afinado o elemental de cada uno de estos conjuntos, me encantaba escucharlos y les iba tomando la horma. Por eso el recuerdo se agiganta cuando, gracias a los milagros de aquellos discos, se me presentan otra vez en perpectiva, y ahora sí, tengo el calibre que ostentaban cada una de estas formaciones que fueron desapareciendo.
Sánchez Gorio era bandoneonista y Ástor Piazzolla que coincidió con él y con Alfredo De Ángelis, en sus comienzos en la orquesta de Francisco Lauro, confesaría años más tarde, que los únicos momentos buenos que recuerda de aquella etapa, eran cuando se juntaba con Sánchez Gorio, antes o luego de los ensayos o actuaciones y ensayaban distintas tonalidades y variaciones. Decía Ástor de él, que era muy buen ejecutante.
Nació en Elche, España, como Juan Gregorio Sánchez Fabieri, y llegó como tantos inmigrantes, con sus padres, al puerto de Buenos Aires, con dos años de edad. Tenían parientes en San Nicolás y a esa ciudad del extremo norte de la provincia bonaerense, lindante con Santa Fe, se fueron a instalar sus nuevas vidas. El pequeño Juancito aprendería a manejar el bandoneón, atraído por el instrumento, aleccionado por un profesor que vivía en la misma calle y con la anuencia de su padre, que tenía fervor por la música.
Las cosas a veces se dan así, y a su progenitor le salió un trabajo en Buenos Aires, donde se acomodarían para siempre. El niño ya traía un fueye consigo y siguió estudiando, cada vez con mayor entusiasmo, ahora con otro profesional. Y a los 13 años ya conocía lo que era actuar ante el público, en un Balneario de Olivos, formando en un trío con José Basso en piano y Alejandro González en violín.
Llamaba la atención por su manejo del instrumento y por ello no extrañó verlo formar en la fila de fueyes de las orquestas de Alberto Pugliese, Alberto Cima y la citada de Francisco Lauro. Tenía 18 años, madura adolescencia, cuando decide formar su propio conjunto en sociedad con el pianista Bernardo Blas. El cantor era Mario Landi, con quien había coincidido en la formación de Lauro. Y de allí a su orquesta en solitario no era más que un paso. Un paso firme y bien asentado. Entonces decidió apocopar su segundo nombre, Gregorio, y dejarlo en Gorio para acompañar a su primer apellido.
El debut soñado fue en Radio Splendid, una de las radios más escuchadas. El cantor sería Luis Mendoza, un vocalista uruguayo que había compartido también sitio con Sánchez Gorio en la orquesta de Lauro y venía de actuar con José Tinelli, donde usaba su verdadero nombre: Luis Bottini. De estilo quejumbroso, estaría cerca de veinte años junto a su nuevo director y marcó toda una época, sobre todo cuando compartió cartel con Osvaldo Bazán.
Su gran baza fue la grabación de Gitana rusa, tango del propio Sánchez Gorio, con versos de Horacio Sanguinetti. Lo lanzaron precisamente en el horario del mediodía en la radio, en el año 1952. Era un tema que habían registrado Ricardo Malerba con Orlando Medina y Osvaldo Fresedo con Oscar Serpa, y la cierto es que no había pasado nada con este tango. Pero la versión de Sánchez Gorio-Mendoza fue todo un boom y se vendieron una gran cantidad de discos del mismo que lo llevaron a la cifra record de ese año.
En los años sesenta el tango había perdido su imagen ganadora y se habían ido desdibujando las distintas orquestas de más renombre. La televisión y la radio le dieron la espalda, los bailes perdieron su encanto llamador y la orquesta de Sánchez Gorio también fue enviada al desguace como tantas. El hombre reconocido como muy buen ejecutante de bandoneón, aunque su orquesta no fuera de las rutilantes y mantenía sobre todo un buen acompañamiento para el baile, se retiró y fallecería a los 58 años.
Como compositor dejó unos 30 temas, destacándose el citado Gitana rusa, Oriente, María Morena, En el Volga yo te espero, La canción de mi tristeza, Aquellos besos, todos con Sanguinetti. Con Eugenio Majul hicieron Bendita nochebuena; con Reinaldo Yiso: Puede ser que no te rías, La eascarapela, En este adiós, Donde estás cariño, Comodoro Rivadavia, Amor gitano y Adiós palomita adiós. Roberto Mancini que estuvo poco tiempo en la orquesta, me contó que Sánchez Gorio era muy buena persona, tocaba el piano también y hacía los arreglos de cada tema.
Para situarnos en la recordación de esta orquesta que tuvo su papel en la historia del tango, les dejo dos versiones de la misma. Primero, el tango de Mario Melfi y Eduardo Bianco: Poema, que canta Luis Mendoza y acto seguido: el valsecito de Miguel Caló y Reinaldo Yiso: El abandono, con la voz de Osvaldo Bazán.
Poema- Juan Sánchez Gorio-Luis Mendoza
El abandono- Juan Sánchez Gorio-Osvaldo Bazán
Aunque yo no tuviera la capacidad, entonces, de distinguir lo afinado o elemental de cada uno de estos conjuntos, me encantaba escucharlos y les iba tomando la horma. Por eso el recuerdo se agiganta cuando, gracias a los milagros de aquellos discos, se me presentan otra vez en perpectiva, y ahora sí, tengo el calibre que ostentaban cada una de estas formaciones que fueron desapareciendo.
Sánchez Gorio era bandoneonista y Ástor Piazzolla que coincidió con él y con Alfredo De Ángelis, en sus comienzos en la orquesta de Francisco Lauro, confesaría años más tarde, que los únicos momentos buenos que recuerda de aquella etapa, eran cuando se juntaba con Sánchez Gorio, antes o luego de los ensayos o actuaciones y ensayaban distintas tonalidades y variaciones. Decía Ástor de él, que era muy buen ejecutante.
Nació en Elche, España, como Juan Gregorio Sánchez Fabieri, y llegó como tantos inmigrantes, con sus padres, al puerto de Buenos Aires, con dos años de edad. Tenían parientes en San Nicolás y a esa ciudad del extremo norte de la provincia bonaerense, lindante con Santa Fe, se fueron a instalar sus nuevas vidas. El pequeño Juancito aprendería a manejar el bandoneón, atraído por el instrumento, aleccionado por un profesor que vivía en la misma calle y con la anuencia de su padre, que tenía fervor por la música.
Las cosas a veces se dan así, y a su progenitor le salió un trabajo en Buenos Aires, donde se acomodarían para siempre. El niño ya traía un fueye consigo y siguió estudiando, cada vez con mayor entusiasmo, ahora con otro profesional. Y a los 13 años ya conocía lo que era actuar ante el público, en un Balneario de Olivos, formando en un trío con José Basso en piano y Alejandro González en violín.
Llamaba la atención por su manejo del instrumento y por ello no extrañó verlo formar en la fila de fueyes de las orquestas de Alberto Pugliese, Alberto Cima y la citada de Francisco Lauro. Tenía 18 años, madura adolescencia, cuando decide formar su propio conjunto en sociedad con el pianista Bernardo Blas. El cantor era Mario Landi, con quien había coincidido en la formación de Lauro. Y de allí a su orquesta en solitario no era más que un paso. Un paso firme y bien asentado. Entonces decidió apocopar su segundo nombre, Gregorio, y dejarlo en Gorio para acompañar a su primer apellido.
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Sánchez Gorio con sus cantores Luis Mendoza y Osvaldo Bazán |
El debut soñado fue en Radio Splendid, una de las radios más escuchadas. El cantor sería Luis Mendoza, un vocalista uruguayo que había compartido también sitio con Sánchez Gorio en la orquesta de Lauro y venía de actuar con José Tinelli, donde usaba su verdadero nombre: Luis Bottini. De estilo quejumbroso, estaría cerca de veinte años junto a su nuevo director y marcó toda una época, sobre todo cuando compartió cartel con Osvaldo Bazán.
Su gran baza fue la grabación de Gitana rusa, tango del propio Sánchez Gorio, con versos de Horacio Sanguinetti. Lo lanzaron precisamente en el horario del mediodía en la radio, en el año 1952. Era un tema que habían registrado Ricardo Malerba con Orlando Medina y Osvaldo Fresedo con Oscar Serpa, y la cierto es que no había pasado nada con este tango. Pero la versión de Sánchez Gorio-Mendoza fue todo un boom y se vendieron una gran cantidad de discos del mismo que lo llevaron a la cifra record de ese año.
En los años sesenta el tango había perdido su imagen ganadora y se habían ido desdibujando las distintas orquestas de más renombre. La televisión y la radio le dieron la espalda, los bailes perdieron su encanto llamador y la orquesta de Sánchez Gorio también fue enviada al desguace como tantas. El hombre reconocido como muy buen ejecutante de bandoneón, aunque su orquesta no fuera de las rutilantes y mantenía sobre todo un buen acompañamiento para el baile, se retiró y fallecería a los 58 años.
Como compositor dejó unos 30 temas, destacándose el citado Gitana rusa, Oriente, María Morena, En el Volga yo te espero, La canción de mi tristeza, Aquellos besos, todos con Sanguinetti. Con Eugenio Majul hicieron Bendita nochebuena; con Reinaldo Yiso: Puede ser que no te rías, La eascarapela, En este adiós, Donde estás cariño, Comodoro Rivadavia, Amor gitano y Adiós palomita adiós. Roberto Mancini que estuvo poco tiempo en la orquesta, me contó que Sánchez Gorio era muy buena persona, tocaba el piano también y hacía los arreglos de cada tema.
Para situarnos en la recordación de esta orquesta que tuvo su papel en la historia del tango, les dejo dos versiones de la misma. Primero, el tango de Mario Melfi y Eduardo Bianco: Poema, que canta Luis Mendoza y acto seguido: el valsecito de Miguel Caló y Reinaldo Yiso: El abandono, con la voz de Osvaldo Bazán.
Poema- Juan Sánchez Gorio-Luis Mendoza
El abandono- Juan Sánchez Gorio-Osvaldo Bazán
sábado, 25 de marzo de 2017
Chiqué
Sábado a la noche, milonga. Y de la buena. Por eso tenés tu lugarcito reservado en la CASA DE ARAGÓN de Madrid, donde CHIQUÉ resume los puntos claves de la cita: Pista de madera lustrada, música maravillosamente bailable y un ambiente posta, lleno de amigos milongueros que le dan a las tabas sin resuello. ¿Te hace falta algo más?
¿Clases? ¿Práctica? ¿Charleta con los habitués? De todo eso tenemos y sólo falta ponernos de acuerdo. Chiqué, la milonga madrileña de los sábados night, está open de 21 a 0.30 horas. Como para que tu cuerpo y tu cuore queden copados y tengas buenos sueños posteriores. José María y Charo son los anfitriones que te harán sentir el tango y pasar la velada con tutti i fiocchi.
Y para ir calentando motores, ya sabés que me gusta ir vichando cómo se baila por el redondo mundo que ha adoptado el tango como propio y lo están disfrutando a tope. Mi primera parada es en Moscú. En la Prischechov Milonga. Allí se dan dique Stanislav Furlov y Ekaterina Simonova con un valsecito: Aroma de amor, por Rodolfo Biagi, su orquesta y el cantor Alberto Amor.
Sigo yirando por el vasto continente europeo. Y estoy en Lubijana- Eslovenia, donde esta dupla: Maja Petrovic y Marko Miljevic, bailan con la orquesta de Aníbal Troilo, cantando Floreal Ruiz, ese tangazo: Naranjo en flor.
.
Y para cerrar la tournée matinal, me planto en Savona (Liguria)- Italia. donde brilla la pareja milonguera que forman Diego Benavídez y Natasha Agudelo. Se mueven con elegancia y pirueteando, al compás de la milonga No hay tierra como la mía, por la orquesta de Francisco Canaro, cantando Charlo.
Y después de este aperitivo danzante, te esperamos en CHIQUÉ, questa notte de primavera.
¿Clases? ¿Práctica? ¿Charleta con los habitués? De todo eso tenemos y sólo falta ponernos de acuerdo. Chiqué, la milonga madrileña de los sábados night, está open de 21 a 0.30 horas. Como para que tu cuerpo y tu cuore queden copados y tengas buenos sueños posteriores. José María y Charo son los anfitriones que te harán sentir el tango y pasar la velada con tutti i fiocchi.
Y para ir calentando motores, ya sabés que me gusta ir vichando cómo se baila por el redondo mundo que ha adoptado el tango como propio y lo están disfrutando a tope. Mi primera parada es en Moscú. En la Prischechov Milonga. Allí se dan dique Stanislav Furlov y Ekaterina Simonova con un valsecito: Aroma de amor, por Rodolfo Biagi, su orquesta y el cantor Alberto Amor.
Sigo yirando por el vasto continente europeo. Y estoy en Lubijana- Eslovenia, donde esta dupla: Maja Petrovic y Marko Miljevic, bailan con la orquesta de Aníbal Troilo, cantando Floreal Ruiz, ese tangazo: Naranjo en flor.
.
Y para cerrar la tournée matinal, me planto en Savona (Liguria)- Italia. donde brilla la pareja milonguera que forman Diego Benavídez y Natasha Agudelo. Se mueven con elegancia y pirueteando, al compás de la milonga No hay tierra como la mía, por la orquesta de Francisco Canaro, cantando Charlo.
Y después de este aperitivo danzante, te esperamos en CHIQUÉ, questa notte de primavera.
viernes, 24 de marzo de 2017
Mistonguero
Desde 2000 el intenso trabajo de la Orquesta Escuela de
Tango Emilio Balcarce logró restablecer la transmisión oral entre las distintas
generaciones del tango, recuperando miles de arreglos originales y formando a casi
trescientos músicos. Dependiente del Ministerio de Cultura de la Ciudad De
Buenos Aires –a través de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural-, la Orquesta
Escuela tiene un enorme poder transformador: la nueva escena del tango, que hoy
ostenta cientos de orquestas y conjuntos de excelente nivel, está nutrida en
gran medida por egresados que completaron el programa, estudiando los estilos
fundamentales del género y tocando con los grandes maestros que continúan en
actividad. Hoy se ha logrado reconstruir el tejido del tango, una generación
completa que aprendió de la mano de los verdaderos protagonistas.
El trabajo, en ese sentido, de Emilio Balcarce e Ignacio Varchausky, ha sido arduo, generoso y correa de transmisión de aquellas orquestas que llenaron los escenarios de los años cuarenta-cincuenta, y que hoy constituyen, con sus grabaciones, la base bailable del género en el mundo entero. También la Escuela de Tango que lleva el nombre del violinista-bandoneonista-arreglador-compositor de Villa Urrquiza. Así han logrado instalar a las nuevas hornadas de músicos en las anchas y generosas usinas del tango.
EL CD Mistonguero fue editado por esta Orquesta en el año 2014. Se trata de un potente testimonio. Aquí Victor Lavallén se
luce como director de la camada Nº11. Un registro que nos recuerda que la
tradición no es sólo mirar al pasado, sino también observar el presente y
pensar en el futuro, pasándose la posta entre generaciones. Y creo que vale la pena recordar las palabras del historiador, investigador y periodista Sergio Pujol, sobre este registro:
Emulio Balcarce e Ignacio Varchausky |
El trabajo, en ese sentido, de Emilio Balcarce e Ignacio Varchausky, ha sido arduo, generoso y correa de transmisión de aquellas orquestas que llenaron los escenarios de los años cuarenta-cincuenta, y que hoy constituyen, con sus grabaciones, la base bailable del género en el mundo entero. También la Escuela de Tango que lleva el nombre del violinista-bandoneonista-arreglador-compositor de Villa Urrquiza. Así han logrado instalar a las nuevas hornadas de músicos en las anchas y generosas usinas del tango.
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Victor Lavallén dirigiendo la Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce |
Orquesta
Escuela de Tango Emilio Balcarce
El piano
introduce el motivo que dará forma al tema, y la expectativa ante un posible
compás de tercer tiempo muy marcado, casi un golpe que se transfiere a los pies
del varón bailarín, se cumplirá con gusto a cosa conocida, o al menos
acreditada en una de las tradiciones más veneradas del tango “del cuarenta”:
Pugliese. Así
comienza “Mistonguero”, tema de Víctor Lavallén que presta título al nuevo
disco de Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce. Con un atractivo sistema de
rotación de directores, la orquesta juvenil ideada por Ignacio Varchausky es
quizá el epítome de la gran empresa arqueológica con la que el mundo del tango
viene explorando, desde hace varios años, su propio pasado. Es cierto que
presenta algún parecido con la orquesta del Lincoln Center gestionada por
Wynton Marsalis, aunque todos sabemos cuál es la diferencia: entre el swing y
el siglo XXI, al jazz le pasaron muchas cosas. Al tango, no tantas. Y esto
juega a favor del proyecto de Varchausky, en cierto modo lo salva de
convertirse en un anacronismo indecoroso, salvo que creamos que todo el tango
lo es por naturaleza.
La batuta de
Lavallén, quien supo ser bandoneón de Pugliese cuando allí también estaban
Ruggiero, Plaza y Penón, es brillante en todo sentido. La Orquesta suena
ejemplarmente, con un lenguaje bien articulado, rico en matices dinámicos y con
gran elocuencia en la interpretación. La paleta estilística es ancha, de
Pugliese a Gobbi y de Troilo al Piazzolla de “Villeguita”, con perlas sueltas
de Raúl Kaplún (el arreglo de “Tierra querida” de Julio de Caro) y de Eduardo
Rovira (el arreglo de “Febril”, del propio Rovira, para la orquesta de Osvaldo
Manzi). Estas elecciones no son casuales ni inocentes: revelan una
retrospectiva exquisita, un ahondar en linajes no siempre bien tributados.
Pero si uno
ya tiene suficiente edad como para recordar, de una TV en blanco y negro, la
prestancia otoñal del último Troilo o la encorvadura grotesca de D’Arienzo, la
audición de este disco, como las de los anteriores de la Orquesta Escuela,
produce una cierta extrañeza. Porque Mistonguero no suena como “del
cuarenta”. Ni como “del cincuenta”, aunque sus raíces estilísticas estén en
aquellos suelos. En realidad, este tango, que no es nuevo pero tampoco
definitivamente histórico, parece interactuar, tensamente, con aquellas
expresiones agónicas de la música alguna vez llamada “ciudadana”. Es como si la
nueva generación de músicos de tango se hubiera propuesto enmendar el recuerdo desanimado
que todos –o casi todos– conservamos de Grandes valores del tango y del
declive de un género musical que había sido enorme.
No es sencillo saber si lo
logra o no; si logra convencernos de que vale la pena revisar ya no la época
“dorada” del tango, sino incluso los años en que la orquesta típica inició su
eclipse televisado, atrapada entre la pulsión suicida y el gesto parricida
perpetrado por otras músicas, entre ellas la de Piazzolla. En todo caso, hay un
dato interesante, que tal vez se nos pasó por alto cuando nos rebelamos contra
el blanco y negro: Lavallén, como otros de su generación y su talento, estuvo
ahí, tocando entre los escombros de una música que no se entregaba tan
fácilmente. Y siguió haciéndolo, un poco al margen de muertes y resurrecciones.
Eso nos dice Mistonguero, con toda la persuasión de la que es capaz la
Orquesta Escuela.
Sergio Pujol
Los temas grabados con la horma de aquellas orquestas maravillosas fueron los siguientes:
01 Mistonguero (V. Lavallén - arreglo del autor)
02 Febril (E. Rovira - arreglo del autor para la orquesta de
O. Manzi)
03 Tierra querida (J. De Caro/ L. Díaz - arreglo de la
orquesta de R. Kaplún)
04 La puñalada (P. Castellanos/ C. Flores - arreglo de la
orquesta de J. D'Arienzo)
05 A la Orquesta Escuela de Tango (E. Balcarce - arreglo del
autor)
06 Bandoneón arrabalero (J. Deambrogio/ P. Contursi - arreglo
de V. Lavallén para la orquesta de O. Pugliese)
07 Camandulaje (A. Gobbi - arreglo del autor para su
orquesta)
08 Villeguita (A. Piazzolla - arreglo del autor para su
orquesta)
09 Chiqué (R. Brignolo - arreglo de A. Piazzolla para la
orquesta de A. Troilo)
10 A la gran muñeca (J. Ventura/ M. Oses - arreglo de la
orquesta de C. Di Sarli)
11 Meridional (V. Lavallén - arreglo del autor)
12 La llamo silbando (H. Salgán - arreglo del autor para su
orquesta).
Y para ilustrar estos comentarios, los invito a escuchar Febril, de Eduardo Rovira y Chiqué de Ricardo Luis Brignolo, por la Orquesta Escuela, con los espejos de Osvaldo Manzi y Aníbal Troilo.
miércoles, 22 de marzo de 2017
Osvaldo Manzi
Realmente sorprende que un músico tan bien formado como este pianista del porteño barrio de Boedo, que destacara en su instrumento, pero también como arreglador y director, no tuviera un espacio más grande en la historia del tango, cuando por méritos propios lo merecía largamente. Sus estudios fueron continuados, tanto en piano, acústica y contrapunto en el Conservatorio Nacional como con Eduardo Velisone. Posteriormente, a sus quince años, se formó en armonía con Athos Palma.
Dirigió su propia orquesta, luego de haber trajinado en las de Florindo Sassone, Joaquín Do Reyes, Manuel Buzón, Elvino Vardaro, Edgardo Donato, o Enrique Alessio. Militó con un trío en folklore pero volvería al tango para manejar el piano en las orquestas de Hugo Baralis y Héctor Artola. También acompañaría con su formación a Alberto Marino en 1954 y al año siguiente Troilo lo escogería como reemplazante de Carlos Figari, dejando su estela en 29 registros de la orquesta.
Lo vi varias veces cuando, en esa etapa también debió cubrir el puesto de Osvaldo Pugliese en la orquesta de este último. Era la época en que el hombre de Villa Crespo era perseguido por su militancia comunista, y en la sede del club Atlético Huracán, incluso se lo llevaron cuando subía al escenario. Entonces aparecían las flores en el piano y luego entraría Osvaldo Manzi (Manzione) para reemplazarlo, porque la detención de Pugliese se prolongaba en la cárcel.
Realmente no se notaba la ausencia del director porque su reemplazante tenía un estilo depurado y trabajaba codo a codo con los restantes músicos de la orquesta para mantener la llama de la misma sin que sus hinchas notaran la diferencia. En la evolución de su carrera, volvería a dirigir su conjunto, con Eduardo Rovira en el bandoneón y Fontán Reyes como cantor. Dejaron dos grabaciones valiosas: Febril, el tango instrumental de Rovira y Dolor milonguero, de Cobián y Cadícamo, que canta Fontán Reyes.
Piazzolla lo llamó cuando comenzó a formar sus conjuntos renovadores del tango, sabedor de sus condiciones., reemplazando a Jaime Gosics. Posteriormente lo volverá a convocar para para el noneto dejando varios registros. Entre tanto Manzi sigue formando pequeños conjuntos e incluso el Octeto Marabú, con el cual grabará un CD de temas clásicos, tocándolos "a la manera de...".
Falleció joven, con apenas 50 años, en 1976, pero alcanzó a dejar las muestras de su talento, en todos los conjuntos que integró y junto a los más prestigiosos que supieron respetar sus valores. Creo que valía la pena recordarlo. Lo tengo muy presente durante sus años en las orquestas de Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese. Con ésta última grabaría temas como La bordona, Yunta de oro o Pata ancha. Ëste último, del bandoneonista Mario Demarco, lo registró la orquesta el 13 de mayo de 1957, con Osvaldo Manzi en el piano y acá lo podemos recrear. Y con su trío, lo escuchamos en el tango de Piazzolla: Adiós Nonino.
Pata ancha - Orquesta Osvaldo Pugliese
Adiós Nonino - Osvaldo Manzi - Trío
Dirigió su propia orquesta, luego de haber trajinado en las de Florindo Sassone, Joaquín Do Reyes, Manuel Buzón, Elvino Vardaro, Edgardo Donato, o Enrique Alessio. Militó con un trío en folklore pero volvería al tango para manejar el piano en las orquestas de Hugo Baralis y Héctor Artola. También acompañaría con su formación a Alberto Marino en 1954 y al año siguiente Troilo lo escogería como reemplazante de Carlos Figari, dejando su estela en 29 registros de la orquesta.
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El quinteto de Piazzolla. arriba. Manzi, Tirao, Díaz y Baralis. |
Lo vi varias veces cuando, en esa etapa también debió cubrir el puesto de Osvaldo Pugliese en la orquesta de este último. Era la época en que el hombre de Villa Crespo era perseguido por su militancia comunista, y en la sede del club Atlético Huracán, incluso se lo llevaron cuando subía al escenario. Entonces aparecían las flores en el piano y luego entraría Osvaldo Manzi (Manzione) para reemplazarlo, porque la detención de Pugliese se prolongaba en la cárcel.
Realmente no se notaba la ausencia del director porque su reemplazante tenía un estilo depurado y trabajaba codo a codo con los restantes músicos de la orquesta para mantener la llama de la misma sin que sus hinchas notaran la diferencia. En la evolución de su carrera, volvería a dirigir su conjunto, con Eduardo Rovira en el bandoneón y Fontán Reyes como cantor. Dejaron dos grabaciones valiosas: Febril, el tango instrumental de Rovira y Dolor milonguero, de Cobián y Cadícamo, que canta Fontán Reyes.
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Manzi, Baralis, Rodi y Alberto Marino |
Piazzolla lo llamó cuando comenzó a formar sus conjuntos renovadores del tango, sabedor de sus condiciones., reemplazando a Jaime Gosics. Posteriormente lo volverá a convocar para para el noneto dejando varios registros. Entre tanto Manzi sigue formando pequeños conjuntos e incluso el Octeto Marabú, con el cual grabará un CD de temas clásicos, tocándolos "a la manera de...".
Falleció joven, con apenas 50 años, en 1976, pero alcanzó a dejar las muestras de su talento, en todos los conjuntos que integró y junto a los más prestigiosos que supieron respetar sus valores. Creo que valía la pena recordarlo. Lo tengo muy presente durante sus años en las orquestas de Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese. Con ésta última grabaría temas como La bordona, Yunta de oro o Pata ancha. Ëste último, del bandoneonista Mario Demarco, lo registró la orquesta el 13 de mayo de 1957, con Osvaldo Manzi en el piano y acá lo podemos recrear. Y con su trío, lo escuchamos en el tango de Piazzolla: Adiós Nonino.
Pata ancha - Orquesta Osvaldo Pugliese
Adiós Nonino - Osvaldo Manzi - Trío
martes, 21 de marzo de 2017
Bien milonga
Los martes a la noche, nos espera esta milonga diquera y amiga de los bailarines que alternan en la zona de Madrid.
Con una selección super milonguera, un ambiente cordial y un piso que invita a dibujar.
Te esperamos.
Con una selección super milonguera, un ambiente cordial y un piso que invita a dibujar.
Te esperamos.
lunes, 20 de marzo de 2017
Torrente
Maravilla confesionaria de Homero Manzi, diseñada en la mente del poeta al ritmo de las ambiciones, deseos, obsesiones y temores del caudal sanguíneo de alguien que va y viene por las calles con su carga de desamor y angustia. Con su desesperación y sus fracasos, Homero nos deja un corpus poético de versos en cantidad y calidad, que estriba entre lo más recomendable del género. Decorado y gestos que atraviesan el tiempo. Es la representación cabal de la vida y sus evanescentes retornos.
Este tango, al que le puso una ajustada melodía el violinista Hugo Gutiérrez (también lo acompañó en Después, Llorarás llorarás, Eras el amor, Fruta amarga, Duerme y Tapera), revela esas páginas donde Manzi muestra una exaltación vital, con una fluencia de melancolía y agonía. El autor se refleja en el espejo de una decepción compartida, se sumerje en la espuma del cataclismo sentimental y la tormentosa relación del amor, que tanto lo salpicarían en sus cuarenta y tres años de vida.
En estos versos que nunca dejarán de alimentar nuestra emoción tanguera, confrontan sencillamente las pasiones, los gestos de sensibilidad contenida que al fin salen a la luz irradiando pulsiones de una manera constante. Y aunque el tango está colmado de representaciones de este tipo, la personalidad arrolladora de Manzi en sus distintas facetas de político, escritor, poeta, conferencista, hombre del cine, también nos deslumbra cuando se confiesa a tumba abierta en los lances del amor. Como en este hermoso tango.
Torrente- Lucio Demare-Horacio Quintana
Torrente- Aníbal Troilo-Alberto Marino
Este tango, al que le puso una ajustada melodía el violinista Hugo Gutiérrez (también lo acompañó en Después, Llorarás llorarás, Eras el amor, Fruta amarga, Duerme y Tapera), revela esas páginas donde Manzi muestra una exaltación vital, con una fluencia de melancolía y agonía. El autor se refleja en el espejo de una decepción compartida, se sumerje en la espuma del cataclismo sentimental y la tormentosa relación del amor, que tanto lo salpicarían en sus cuarenta y tres años de vida.
En estos versos que nunca dejarán de alimentar nuestra emoción tanguera, confrontan sencillamente las pasiones, los gestos de sensibilidad contenida que al fin salen a la luz irradiando pulsiones de una manera constante. Y aunque el tango está colmado de representaciones de este tipo, la personalidad arrolladora de Manzi en sus distintas facetas de político, escritor, poeta, conferencista, hombre del cine, también nos deslumbra cuando se confiesa a tumba abierta en los lances del amor. Como en este hermoso tango.
Solloza mi ansiedad...
también mi soledad
quisiera sollozar cobardemente.
Angustia de jugar y de repente
sin querer
perder el corazón en el torrente.
Se queja nuestro ayer...
se queja con un tono de abandono
que recuerda con dolor,
la noche del adiós
la noche que encendimos de reproches
y el amor pasó.
Esta revelación íntima revela una vez más la capacidad de Homero Manzi para comunicar la poesía en amplia escala, al realizarla en tiempo de tango, el género que escogió para transmitir su expresión de bardo y así llegar al pueblo directamente y no en libros de versos. Y tanto supo pintar las imágenes del barrio, del arrabal, de los personajes que habitaban aquellos sitios, como los percances del amor y el desamor, justo él que los vivió en profundidad y los va dibujando dolorosamente, en la catarsis final.
Adiós...
La triste y la más gris, canción de amor...!
Ayer...
el último y fatal, ayer final.
Fue mi desprecio, mi desprecio necio
fue tu amargura, tu amargura oscura.
Nuestro egoísmo nos lanzó al abismo
y nos vimos de repente en el torrente más atroz.
Torrente de rencor
brutal y cruel
que ya no ofrece salvación.
Son como cólicos de un amor desesperado en la reverberación emocional del poeta tras el secreto que esconden esas doloridas palabras. Es como un conjuro, como si los momentos vividos se hayan desvanecido en la nada y las palabras cruzadas durante el fogoso romance, nunca se hayan pronunciado. Es como un torbellino que ha atrapado a los amantes. La cognición tras la alteración del pensamiento por la emoción. El ritmo de la música y los versos forman una unidad que alimentan el significado. La poesía desfeliz se hace tango. Un tango enorme.
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Hugo Gutiérrez |
Se queja el corazón
se queja con razón
al ver lo que quedó de aquel pasado.
Perfume de rosal,
rumor callado de cristal
y todo es un nidal abandonado.
Solloza el corazón...
solloza como un niño sin cariño
sin abrigo ni ilusión.
Y vuelve del adiós
la tarde en que los dos fuimos cobardes
y el amor pasó.
Este tema que vuelve una y otra vez al ruedo tanguero de la pista de baile o de la emisora radial, tiene un registro que fue todo un hallazgo, y es la versión de Alberto Marino con la orquesta de Aníbal Troilo. Lo grabaron el 4 de octubre de 1944. Justo una semana más tarde, lo llevó al disco Lucio Demare con su orquesta y el cantor Horacio Quintana. También lo dejaron en la placa impresa Carlos Roldán con Canaro, Rivero con Baffa o Goyeneche con La Típica Porteña, entre otros.
Yo acompaño estas palabras con las dos versiones citadas de Troilo-Marino y la de Demare-Quintana.
Torrente- Aníbal Troilo-Alberto Marino
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