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sábado, 30 de enero de 2016

BIEN MILONGA

Día de milongueros; el sábado nos preparábamos temprano para bailar en vivo y en directo con esas orquestas que están vivitas y coleando en las milongas del mundo entero. Revivirlas todos los sábados y martes en la Casa de Aragón de Madrid, situada en la Plaza de la República Argentina nº6, es como un rito en el que nos transportamos a aquellos momentos mágicos, con la ayuda de la tecnología y la música envasada.

Arrancamos a las 21 horas y terminamos a las 0.30 los sábados. Los martes, Bien Milonga, va de 21 a 0 horas. El ambiente es fenomenal, la música genial y el piso de madera encerada ideal para dibujar garabatos en el piso, entre corridas, caminatas y giros para adornar la faena. Tenemos aire acondicionado o calefacción según lo demande la temperatura ambiental.


                                   
     

Con todos esos ingredientes el éxito de la noche  está asegurado y los adictos se retiran con la satisfacción de haber pasado una noche a puro tango y de haber disfrutado de la música que los alienta para mandarse a la pista.

Y hablando de milongueros, hoy quiero traer a una diosa del tango Alejandra Mantiñán, para calentar el ambiente y gozar con su arte. Hace rato que no la traigo al blog pero cada vez que la veo en acción me impregna de tal modo que me hace envidiar a los bailarines que la van acompañando en las distintas exhibiciones por el mundo.

Arranco por las hermosas y cálidas tierras de las Islas Canarias, donde la podemos ver con Aoniken Quiroga.

                                       
Y lucen sus conocidas habilidades con este tango: Mi dolor, por la orquesta de Juan D'Arienzo, cantando Osvaldo Ramos.


 Y los vemos ahora en la milonga Obelisco, de la calle Entre Ríos, en Buenos Aires.

                                                                                     
Y acá "la gastan" con la milonga Parque Patricios por la orquesta de Francisco Lomuto, cantando Fernando Díaz.

                                      

Ahora la vemos en el aniversario de la milonga porteña Aló Lola, bailando con Martín Ojeda.


En este caso se trata del tango En tus brazos. Lo interpreta la orquesta de Alfredo De Angelis con su cantor Oscar Larroca.

Y después de estas exhibiciones a preparar los remos para esta noche de milonga.                                        

jueves, 28 de enero de 2016

La década del cuarenta

Se trata de la década milagrosa, casi mitológtica del tango, en la que confluyeron músicos, poetas, orquestas, cantores y las multitudes que seguían a todos estos conjuntos y silbaban y canturreaban sus éxitos de la semana por las calles de Buenos Aires. Fué la época en que se crearon una parva infinita de páginas que siguen vivitas y coleando en el alma de los tangueros y milongueros, por esa fuerza romántica, contagiante, vibrante, que nos acompañan hoy día con un vigor maravilloso.

Y esos milagros se crearon por el estado de gracia de unos y otros. La transmisión, el contacto, el fervor tanguero de esa época irrepetible, de cuando el tango daba cátedra en los recintos noctámbulos del centro porteño, se expandía a través de la radio y los discos. Y fermentaba en los salones bailables donde congregaban a la masa milonguera que sentía un profundo llamado interior por esa música y  esos versos que los tenía atrapados en su alma. Dicen que una imagen vale por mil palabras y esta foto muestra en las puertas del Tibidabo, de la calle Corrientes entre Libertad y Talcahuano, a muchos de los grandes próceres tangueros de aquella época dorada, reunidos en una noche de tango que tenía, en este caso, a Aníbal Troilo como protagonista. 


                                  

Y ver juntos a Ángel D'Agostino, Enrique Santos Discépolo, Cátulo Castillo, Lito Bayardo, Pedro Laurenz, Adolfo Avilés, José Razzano, Juan Aníbal Vitale (Representante de Troilo), Pedro Maffia, Miguel Bucino, Adolfo Avilés, Homero Manzi, Ciriaco Ortiz, Homero Expósito, Francisco Lomuto, Roberto Fugazot, Anselmo Aieta, Aníbal Troilo, Lucio Demare, el ex boxeador Luis Ángel Firpo, José María Contursi y Francisco García Jiménez, parece casi un milagro.

Cuánto les debe el tango a esta flor y nata de un género musical que ha superado límites, barreras y fronteras para llegar al corazón de muchachos y muchachas, hombres y mujeres, que llevan en su corazón letras inolvidables, melodías que quedan registradas para siempre en su cabeza y en sus corazones. Qué locura maravillosa los unió en una cruzada  que a diferencia de muchos otros géneros musicales populares no se fue disolviendo por el óxido del tiempo, sino que continúan iluminando las noches milongueras de Buenos Aires, San Francisco, Tokio, Seúl, Sofía, Nueva York, Shangai, Bogotá, Roma y tantas grandes ciudades del mundo.

                                                     


Y se escriben más libros de tango que nunca en la historia. Y hay programas de radio destinados en exclusividad a esta música genial. Y hay blogs, webs, revistas y periódicos tangueros. Y aparecen orquestas rusas, italianas, japonesas, norteamericanas que revisitan los tangos y las modalidades de aquellas formaciones imbatibles de los: Troilo, Di Sarli, D'Arienzo, Pugliese, con las partituras y arreglos de aquellos músicos geniales, aunque con menos integrantes. Y aparecen nuevos cantores que toman la posta de aquellos grandes del cuarenta: Fiore, Rufino, Berón, Martel, Vargas, Chanel, Castillo, Floreal, Campos, Podestá, Marino, Goyeneche, Ray, Casal, Morán, Echagüe, Iriarte.

                          
     
Y los poetas que se mandaban cada día con versos nuevos y los seguimos cantando como si estuviesen de moda. Esta imagen me devuelve muchas cosas, y realmente es emocionante. Por eso creo que las palabras sobran y es mejor traer un par de temas que nos pongan en situación y nos trasladen a la magia de aquellas noches del centro donde se juntaban tantos talentos y despachaban tangos, valsecitos y milongas para la historia.


Y así, al voleo, extraido de entre  
tantísimo material, el tango de Domingo Federico y Homero Expósito: Tristezas de la calle Corrientes, por la orquesta de Miguel Caló con la inigualable voz de Raúl Berón.Lo grabaron el 2 de septiembre de 1942. Y por la orquesta de Aníbal Troilo con el impagable Fiorentino, este tango del propio Troilo y Enrique Cadícamo: Pa'que bailen los muchachos. Lo llevaron el disco -para suerte nuestra-, el 16 de abril de 1942.

Tristezas de la calle Corrientes - Miguel Caló-Raúl Berón

013- Pa'que bailen los muchachos - Troilo-Fiore


martes, 26 de enero de 2016

El baqueano

Agutín Bardi y Eduardo Arolas enfarolaron el tango y le hicieron dar un paso adelante con sus composiciones, que aún siguen sonando como modélicas y modernas. Bardi, tiene una obra considerable, y entre todos esos títulos que le dieron chapa de ilustre, hay varios que reflejan su infancia en el campo, donde naciera. Porque su lugar natal: Las Flores -donde también vió la luz Roberto Firpo, el mismo año 1884-, situado a 187 kilómetros de la Capital, era una pampa abierta con sus gauchos y sus distancias a cielo abierto, sus ríos y arroyos. Le quedaría grabado a fuego en las retinas y la mente del pequeño Agustín cuando sus padres lo mandaron a Buenos Aires, a la casa de unos familiares, con apenas 6 años de edad para realizar los estudios en la escuela primaria.

                                   


Vivió desde entonces en el barrio de Barracas, muy cerca donde se radicaría la familia de Eduardo Arolas, con quien compartiría tantos tangos y valses de Waldteufel para los capitanes que llegaban de ultramar y premiaban con grandes propinas a los dos compinches. Bardi comenzaría tocando la guitarra y con ella se luciría en la Comparsa de los artesanos, de su barrio, en las noches de carnaval.  Paulatinamente, y muy jovencito se fue pasando a la ejecución del violín y terminaría tecleando el piano, a al que se aficionaría definitivamente,  en los cafetines de la ribera boquense.

                                 


Vendrían su salto a a las casas de tango, los salones de baile y por fin al cabaret más lujoso de aquella época: el Armenonville,  alineándose en la orquesta de Eduardo Arolas, sentado al piano, con su bigotito y sus gafas quevedianas. A la vez, no perdería el tiempo y con mucho sacrificio se conchabó en una empresa de transportes en la cual trabajaría durante varios años.

En el ínterin iba goteando tangos que recibían el  beneplácito inmediato de las orquestas de su tiempo y de las que les sucederían. C.T.V., Lorenzo, Qué noche, Vicentito, La última cita, No me escribas, Madre hay una sola, Oiga compadre, La guiñada, Gente menuda, Polvorita, Independiente Club, El Paladín, Nunca tuvo novio, Tierrita; algunas con letras de diferentes poetas y otras solo en faz instrumental.



Pero también sus recuerdos le llevaron a esa pampa que merodeó de niño y a la cual algunas veces volvería. Y esos recuerdos los fue transformado en tangos de jerarquía que tendrían mucho éxito. Como Gallo ciego (por aquellas riñas de gallo que lo estremecieron), Pico blanco, Florcita, Cabecita negra, Golondrina, El cuatrero, Barranca abajo, El abrojo, Adiós pueblo, El buey solo, Misterio, El cuatrero, Se han sentado las carretas, El rodeo, Rezagao, El pial, El chimango, Chuzas o éste del título: El baqueano.

                                            

En su obra Facundo, Domingo Faustino Sarmiento, criado en el campo, en la provincia de San Juan, también recuerda y mitifica literariamente a estos personajes que asombraron su niñez: El rastreador y El baqueano. A éste último lo fija así en su recuerdo:

-Después del rastreador, viene el baqueano, personaje eminente y que tiene en sus manos  la suerte de los particulares de las provincias. El baqueano es un gaucho grave y reservado, que conoce palmo a palmo veinte mil leguas cuadradas de llanura, bosques y montañas. Es el topógrafo más completo; Es el único mapa que lleva un general para dirigir los movimientos de su campaña. El baqueano va siempre a su lado. Modesto y reservado como una tapia; está en todos los secretos de la campaña; la suerte del ejército, el éxito de una campaña, la conquista de una provincia, todo depende de él. (........)

                                            


Por supuesto lo describe mucho más detalladamente pero ésto ya nos da la idea del porqué del renombre de este personaje en aquellos años de peleas, contra los conquistadores, contra los indios, de unitariosy federales, de caudillos provinciales y gobierno bonaerense. Este gaucho cobraría fama legendaria. Agustín Bardi lo consagraría a su vez en un hermoso tango: El baqueano (o baquiano).

Lo grabarían Julio De Caro, Brodman-Alfaro,  Juan D'Arienzo, Aníbal Troilo, Osmar Maderna, el dúo Arias-Montes y otros conjuntos. Lo traigo por el conjunto de guitarras de Roberto Grela, grabado en 1968, y por  la orquesta de Aníbal Troilo, grabado el 12 de septiembre de 1969.

12- El baqueano - Roberto Grela y su conjunto

18- El baqueano - Aníbal Troilo






sábado, 23 de enero de 2016

Milongueando que es gerundio

Sábado asoleado y hay que preparar los tarros para esta noche de milonga. Bien lustrados y listos para una zaranda de las buenas. Porque en BIEN MILONGA se dan cita los buenos bailarines, esos que saben acariciar el piso con la suela y bailar con la cabecita alta, cuidando la figura, como lo repetía Miguelito Bucino en su tango Bailarín compadrito.

Bailás en la milonga con aire de importancia 
luciendo la elegancia y haciendo exhibición...

Y él la sabía lunga porque fue bailarín de escenario, con la orquesta de Francisco Canaro por provincias, o en países como Uruguay y Brasil. Luego terminaría siendo secretario del mismo Pirincho y tenía anécdotas como para mandarnos lungas charletas con él. Incluso nos hemos aconsejado varias veces en el Hipódromo de Palermo sobre el caballo "que no podía perder"...

                                                         


Ya saben que esta milonga se realiza todos los sábados y martes del año en la CASA DE ARAGÓN de Madrid, que está estratégicamente situada en la Plaza República Argentina nº6, en las confluencias de Serrano y Joaquín Costa. Comienza a las 21 horas y los sábados damos clases de una hora, apuntándose con anticipación.

Y para quedarnos con el tango puro de años atrás, donde mandaban efectivamente el baile al piso y la postura elegante, vamos a echar una miradita al pasado para ver cómo las gastaban  aquellos cracks de entonces.

Comenzamos con Virulazo y Elvira, la pareja de Mataderos que sirviera de ejemplo al actor norteamericano Robert Duvall para iniciarse en el baile del tango.

                                
Virulazo ya estaba mayor y no bajaba de los 100 kilos en el lomo, pero no se le pueden negar la elegancia y el dibujo del compás. Acá bailan La cumparsita, en Canal 9 de televisión.


Seguimos mirando a los grandes de antaño: Pepito Avellaneda. El capo de la milonga bailada.

                                                 
Lo vemos haciendo un contrapunto con Pocho Pizarro, ambos con sus parejas, en el Teatro Regio en 1991.

                                     
                                     
Y para cerrar esta vista Histórica, la gran pareja: Juan Carlos Copes y María Nieves.


                                    
                                       
                                            
 En el programa de Gerardo Sofovich se mandan con La cumparsita. Gran cierre.             

viernes, 22 de enero de 2016

Soy aquel viajero

La realidad histórica nos demuestra a diario que la llamada década del cuarenta, fue una febril reunión de compositores y poetas tocados por la varita mágica de la creación y la invención. Ello permitió que el tango, la gran música popular rioplatense, tuviese en Buenos Aires la llama que iluminó a toda una generación y enriqueció al género como pocas veces sucediera en otros planos semejantes, dentro de la música internacional destinada a la danza o a la escucha.

Fueron tantas, pero tantas las creaciones en ese lapso, que todavía hoy, tantas décadas después, siguen  iluminando el alma de los bailarines. Incluso, asombra que el campo de atracción y difusión de los mismos haya crecido hasta límites insospechados pese a que las grabadoras un día le cerraría sus puertas, dándole prioridad a la música pop: un género que en Argentina se fue diluyendo a la misma velocidad con que se popularizó y batió records de venta de discos.

                         
Héctor Grané y Alberto Podestá

Hoy, por ejemplo, extraigo este tema del pianista y compositor Héctor Grané y el letrista Justo Ricardo Thompson, que me parece encantador, máxime en la versión de Carlos Di Sarli con un Alberto Podestá cantando a media voz y luciendo los versos. Maravillosa alquimia del tango estos conjuntos inolvidables y vencedores del tiempo y la distancia que calentaron el ritmo de la ciudad porteña y llenaron los corazones con páginas de esta índole.

                                     
Héctor Grané en la orquesta de Pedro Laurenz junto al director, a su derecha.


Héctor Grané (Nacido en Maipú - Pcia. Buenos Aires en 1914) destacó netamente en la gran orquesta de Pedro Laurenz como pianista y arreglador, imprimiéndole al conjunto una sangre milonguera maravillosa. Desde 1936 hasta el 45 estuvo incluso como orquestador y su mano se nota en el arrastre de la orquesta, el punto alto de los arreglos y los solos que empinan a esa orquesta que lamentablemente grabó muy poco pese a la impresionante calidad que mantuvo en sus años felices.

Luego se fue con Alberto Podestá dirigiendo el acompañamiento de éste como solista y por fin le surgió una gran oferta para trasladarse a París Allí estaría al frente de una orquesta prestigiosa que grabó numerosos temas y viajará con ella por casi toda Europa, realizando también los arreglos de la misma, a costa de desaparecer del mapa tanguero de Buenos Aires, pese a sus grandes virtudes. Pero su tema Haydeé, sería revalorizado por Ástor Piazzolla que lo grabó con su octeto en 1957.




Con Justo Ricardo Thompson compondrían además otros temas exitosos como No no me abandones (gran creación de De Angelis-Julio Martel) y Esta noche al pasar (exitazo de Laurenz-Farrel y Tanturi-Campos).

                                                                                          
Contemplo desde el barco a la ciudad
sombreada por la luz que da el anochecer,
pronto el turbión de sus calles
me arrastrará, por encontrarte.
Y siento que la súbita emoción
aumentan la ansiedad
que traigo al regresar
otra vez con la esperanza
de atarme a tus besos, que no sé olvidar.

Así, con estas ilusiones trasnochadas, arranca el tango que hoy traigo al blog: Soy aquel viajero,  y que me parece sublime en la creación de Carlos Di Sarli con la voz de Alberto Podestá, en la grabación del 28 de mayo de 1947. También lo registraría Ariel Ardit con el quinteto de Andrés Linetzky. Y lo acompaño con esta otra obra  del dúo Grané-Thompson: No me abandones, por De Angelis con Julio Martel, registrado en disco el 17 de julio de 1945. Dos joyitas.

07- Soy aquel viajero - Carlos Di Sarli-Alberto Podestá

07- No me abandones - De Angelis-Julio Martel


miércoles, 20 de enero de 2016

Yo también

Este tango de Luis Visca y Luis Rubistein lo hemos bailado tantísimas veces en pistas porteñas y en europeas, porque es entrador y muy bailable, de los que se sacaba de la manga Rubistein para armarse de algunos dineros. Verseador de pluma fértil, malogrado su sueño de cantor -era tartamudo-, en sus apenas 46 años de vida le dió tiempo para montar una academia de la cual emergieron numerosos intérpretes de cine, teatro y radio, ayudar a sus hermanos y edificar una obra increíble que enfervorizó a tangueros y milongueras de ambos sexos. Ya fuera, silbando sus melodías, tarareando sus versos, o persiguiéndolo en el ritmo de D'Arienzo, con el alma fuera de borda.

Sus hermanos siguieron el mismo camino que el primogénito y consiguieron numerosos éxitos en los atriles de las orquestas típicas y cantantes. Firmaban con los seudónimos de Oscar Rubens y Elías Randal y la década del cuarenta les sirvió para auparse en lugares de privilegio por tantos temas suyos que consiguieron recibir los plácemes del público.

                               


Luis recibió la bendición de Carlos Gardel, que le grabaría tres temas: un tango, un vals y una canción. Respectivamente, Tarde gris, Amor pagano y Yo beso vuestra mano. señora. Vivió apenas 46 años pero le daría tiempo para escribir una ponchada de versos, incluso muchas veces poniéndoles música, como en Charlemos, Un crimen, Ciego, Sombra, Venganza, Ya sale el tren, Cuatro palabras, Tu perro pekinés, Cadenas, Ausencia, De antaño, Marion, Rebelión, Quien será, por citar algunos.

Pero además le pondría letra a Inspiración, ese hermoso tango de Peregrino Paulos (o de su hermano Niels, según éste) que en principio llevaba como título: 6º del R2. Fue en 1930 y a instancias de Pedro Maffia, en que Rubistein le arrimó los versos que consagraría Agustín Magaldi, cuando semejaba bastante difícil incluir una letra que pegara con la música. Y lo tituló: Inspiración


 Otros títulos suyos con diferentes compositores o poetas serían, por ejemplo: Nieblas, Dominio, Cautivo No me lo digas, Nada más, Castigo, Olvido, Rosa de tango,  Paloma, Tarde gris, Carnaval de mi barrio, Criolla linda, En tus ojos de cielo, Serenata, Un amor, Ya lo ves, Si tu quisieras. Y con estos temas, que son sólo parte de toda su extensa obra, está pintada la creatividad de este hombre que quería ser cantor y logró éxitos en todos sus emprendimientos.

Hoy traigo al Blog este tango que sigue dejando su estela en las pistas de baile, porque fue un exitazo en las grabaciones de Juan D'Arienzo con el cantor Carlos Casares,  del 9 de octubre de 1940 e incluso en la de Rodolfo Biagi con Jorge Ortiz, llevado al disco el 26 de diciembre de ese mismo año. Los milongueros, de parabienes.

Me estoy sintiendo viejo,
detrás del alba se va la vida.
Hoy me miré al espejo
y siento mi alma que está vencida.
Cuando el amor me acariciaba
siempre era joven porque soñaba.
Hoy estoy solo y en mi ocaso
siento el fracaso de mi vivir.

A José Basso se le ocurrió hacerlo resurgir con su orquesta y el gran Floreal Ruiz, veintitrés años más tarde. Y a fe que lo logró, porque es buenísima la adaptación e interpretación del conjunto de Pepe Basso y más digna de resaltar aún, la de Floreal en el canto. Una lección magistral, de las tantas que impartió este enorme cantor a lo largo de su carrera. Logra aquí empinar unos versos simples a los que le da vida con su gran dominio del fraseo, de la ligazón con la música y su fuerza interpretativa. Tenía 47 años cuando grabó este tango y me emociona al escucharlo una vez más.

Paren las orejitas.

13. Yo también - Floreal Ruiz-José Basso


lunes, 18 de enero de 2016

Quiero papita

Este tango fue compuesto por el violinista Ernesto Ponzio en los albores del siglo veinte y le adaptaría posteriormente unos versos una letra María Luisa Carnelli, usando como seudónimo habitual el nombre de su hijo: Luis Mario. En su primera época supo tener un estribillo que decía:

-!Quiero papita, / papita, tesoro!.../ ¡Dame papita...papita p'al loro!

                                          
Ernesto Ponzio

                                     
La trayectoria de este tango temprano, se puede percibir en las palabras que escribiera en 1910 el famoso escritor, poeta y periodista nicaragüense, Rubén Darío, en París.

                                   
                      
TANGO


   He aquí el crepúsculo. El cielo toma un tinte rojizo. El abejeo de las vías humanas se acentúa. Monsieur se viste. Madame inspecciona singularmente sus cabellos, sus hombros, sus ojos y sus labios. Los autos vuelven del bosque como una enorme procesión de veloces luciérnagas. La ciudad enciende sus luces. Se llenan las terrazas de los bulevares y se deslizan las fáciles peripatéticas, a paso parisiense, en busca de la buena suerte.

   Los anuncios luminosos, a la yanqui, brillan o fijan intermitentemente en los edificios y los tzíganos rojos comienzan en los cafés y restaurantes sus valses, sus cakewalks, sus czardas y su hoy indispensable tango argentino, por ejemplo:

Quiero papita... 

                            
                                       
                                    


Esta perlita ilustra un poco el vuelo que tomaran entonces los tangos de la guardia vieja, en la capital francesa, prolegómeno del posterior suceso europeo. Era cuando aquellos tangos iniciáticos comenzaban a esbozar sus formas. Ernesto Ponzio procedía de una familia de músicos, como su padre arpista y su famoso tío, Vicente que ya había dado muestras de sus capacidades con el violín.

Desde muy chico, Ernesto tocaba el violín y pasaba luego el platito para juntar unas monedas que llevaba a casa, dado que había fallecido su padre y la madre debía mantener a sus cinco hijos. Para siempre le quedaría el apodo que lo acompañó a lo largo de su carrera: El Pibe. Logró incrustarse prontamente en aquellas casitas: La de María la Vasca, también la de Mamita gracias al violinista Genaro Vázquez que no sólo le dió lecciones del instrumento, sino que además le fue consiguiendo lugares de actuación.

                                                   
Ponzio-Bazán cuando formaron orquesta
    

Así arrancó en La Batería, en el barrio del Retiro y luego formaría en Lo de Hansen en un trío con el citado Vázquez y el flautista Luis Teisseire.. También actuó con otro flautista de renombre, Juan Carlos Bazán, que lo acompañó en algunas aventuras e intentó ayudarlo. El Pibe Ernesto, siempre con la sonrisa campechana, bien empilchado y arreglado a la moda, siguió manteniendo aquel apodo y también su bien ganada fama de compadrito que se enfrentó con varios malevos de entonces y el resultado fue una muerte ocasionada por un enfrentamiento a balazos en un garito de Rosario que le costó muchos años se cárcel.

                                               
Su esposa Adele lo acompañó en todo momento y luego de reiterados pedidos de indulto pudo por fin volver a pisar la calle, gracias a los contactos con los políticos conservadores de Avellaneda. Había estado dicesiseis años alejado de los escenarios y no volvería a ser el mismo. Con su esposa regentaría un par de almacenes en Lanús y moriría a los 49 años dejando un puñado de tangos para el recuerdo: Don Juan, Ataniche, Culpas ajenas (con Jorge Curi, donde en los versos de éste, intenta expìar sus culpas) y otros menos reconocidos.

                                             

Ernesto Ponzio y su esposa

María Luis Carnelli le puso versos a Quiero papita, en 1932, a pedido del propio Ponzio. Y nos dejó una linda grabación de ese tango la Orquesta Típica Víctor, con Alberto Gómez cantando el estribillo, el 5 de abril de dicho año.

15- Quiero papita - Típica Victor - Alberto Gómez