De aquellas figuras iniciales han desaparecido muchas, pero la originalidad de la sociedad de cuerpos, permite una infinita posibilidad de invención. Muchos pasos se han ido puliendo y mejorando, y sobre aquellas figuras se han ido tejiendo y mejorando dibujos, enriqueciendo lo que crearon algunos grandes bailarines como El Cachafaz, Tarila, El Negro Cotongo, el Mocho Undarz, Miguel Bucino, Antonio Todaro, Portalea, Lampazo, Cantinflas, Tim, Lavandina, el fino Ribera y tantos anónimos de aquella inmensa masa de milongueros porteños del 40 y 50.
El Cachafaz y Carmencita Calderón bailan en la película "Tango" |
Muchas de dichas figuras las legaron a sus sucesores sin tomar conciencia del servicio que prestaron al tango, porque ellos iban a jugar, crear y pasarla bien en la pista junto a las parejas de turno. Cuando un italiano bautizado artísticamente como Rodolfo Valentino baila el tango en aquellas películas mudas, le hizo un gran favor a la música rioplatense por la difusión mundial que le dio.
Pero, evidentemente no era el tango porteño lo que él bailaba, por desconocimiento y por no apoyarse en la supervisión de milongueros. Valentino popularizó en Europa especialmente aquella línea recta, ir de un punto a otro y regresar. Y los movimientos del tango argentino son totalmente distintos. Los que realiza la mujer son alrededor del hombre y los de éste en derredor de la mujer.
Son movimientos envolventes que derivan en desplazamientos circulares, envolventes, naturales. Figuras redondas. Lo importante del tango no es el lucimiento del hombre ni el de la mujer en forma individual, sino la estética de la pareja en forma conjunta, como si formasen un solo cuerpo. Esta interrelación es la que le da forma a una unidad total y es lo que deben perseguir aquellos/as que quieren bailar bien el tango.
Con el acoplamiento de ambos cuerpos en total armonía desaparecen los esfuerzos y el baile se transforma en una articulación singular, sin rigideces, donde cada uno de los integrantes de la pareja ha entendido que debe ceder, adaptarse y complementarse con su compañero/a. El mito de que el hombre indica órdenes y la mujer obedece y lo sigue, ha pasado a la historia del tango.
Es fundamental la comunión entre ambos cuerpos. Al estar fuertemente unidos en el abrazo de los cuerpos, los integrantes de la pareja están obligados a entenderse entre sí, a "comunicarse" en la traslación de los cuerpos en tiempo y espacio. Claro que deben asumir que el tango es Sentimiento y uno de los fundamentos básicos para poder bailarlo con intensidad y delectación es precisamente eso: Sentirlo.
Saber escuchar la música, distinguir la diferencia entre las partes rítmicas de cada tema y orquesta, respetar los espacios propios y los ajenos y gozar con una coreografía única, maravillosa.
Cuando el tango nació en las orillas de Buenos Aires, había mayor proporción de extranjeros que nativos en la Gran Aldea porteña. Y esta música rezuma la nostalgia de los inmigrantes que venían de tierras muy lejanas, la influencia afro en la danza, la soledad del gaucho, el exhibicionismo del compadrito, la insolencia de aquellas mujeres con su desprecio a una sociedad pacata y el crisol de músicas que arribaron al Río de la Plata.
El tango es una danza única que implica una aventura con final incierto. La única certidumbre que arrastra consigo es la misma que dice: "El que prueba el mate, vuelve..". Y el/la que decida iniciarse en el misterio y la pasión del tango bailado -una danza única-, no podrá detenerse ya y volverá por siempre a las pistas, al compás de un tango, una milonga o un valsecito porteño.
Allí encontrará a una pareja del sexo opuesto para que, una vez enlazados, aunque estéticamente autónomos en el trasfondo del alma, en la intención ornamental que acuña las figuras, hombre y mujer harán de este antiguo contrapunto: Armonía.
Dos voces de un mismo acorde coreográfico.
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