Los milongueros nos sentimos muy identificados con Leopoldo Díaz Vélez, ese poeta que fue cantor, recitador y hombre del tango desde muy jovencito, influenciado por su padre, hincha de Gardel. Con él fue a verlo al gran cantor a un teatro de su barrio Norte, y el pequeño Leopoldo contaba con apenas 8 años de edad.
Como cantor, militó en orquestas importantes, animando milongas y recibiendo ese espaldarazo que dan las parejas bailando y transmitiendo la emoción que les producen, e iluminan, la música y el canto. Esta experiencia le sirvió -y cómo- para reproducir en tangos y milongas todo ese ambiente que hemos vivido en carne propia durante años y seguimos frecuentándolo como un antídoto para circunstancias adversas o poco atractivas.
Leopoldo Díaz Vélez |
La milonga y yo fue concebida a pedido de Tita Merello, que la cantaría en la película Esto es alegría. dirigida por Enrique Carreras y estrenada en 1968. Tito Ribero le puso música. El propio Leopoldo Díaz la cantaba con la orquesta de Armando Pontier en los bailes de Carnaval del Centro Lucense, en 1980.
Y es un tema más de Díaz Vélez dedicado al sitio donde se milonguea a tope. Algunas de sus creaciones que versan sobre el tema y que muestran su sensación al respecto, creo que quedan perfectamente claras: Muchachos, comienza la ronda, En el salón, A bailar el tango, Salimos a bailar, Mil novecientos diez, Muchachos se armó la milonga.
El poeta-cantor realza a los fantasmas de una época milonguera iniciática y es el nexo alquímico entre la mitología del pasado con sus paradas canyengues, y la temperatura emocional del presente que está viviendo. En toda esa chatarrería sentimental muestra a los eternos aspirantes a una gloria incierta. Alegorías de la vida humana con una atávica y diluvial simbología. Y la estirpe milonguera reviviendo en imágenes.
porque también soy milonga...
Nací en un barrio sencillo y querendón
y me fajaron al son de un bandoneón.
Cuando hubo bronca entre guapos
no siempre el más taura
quedaba de capo.
Se caminaba con aire sobrador,
Se chamuyaba al revés por diversión,
y era el piropo una industria nacional
florida y sentimental.
Con la milonga la voy de igual a igual
Somos del mismo arrabal.
entre perfume de rosas y jazmín,
y no hubo noche de plata
que no me prendiera
a la serenata.
Por amistades no me pude quejar
-desde el más taura al shusheta más bacán-,
Y pa´ bailar fue lo mismo en el salón
que el patio del corralón...
Con la milonga la voy de igual a igual...
Somos del mismo arrabal.
La interpretación de Tita Merello, merece ser recordada porque realza el valor de esta milonga.
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