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lunes, 4 de diciembre de 2017

Danza maligna

Hoy me voy a meter en un batuque interesante con este tango que, en principio pareciera emerger de la temática europea, por la forma como trataban en general a los temas que venían del sur del nuevo mundo, caricaturizando con lenguaje exagerado, la réplica que inventaban por estos lares. Y lo más llamativo del caso es que se trata de un tango bien porteño, por el origen de sus autores.

El poeta que escribió los versos de Danza maligna fue Claudio Frollo, un seudónimo que escondía bajo el mismo, nada menos que a un juez de instrucción. Autor además de varios libros sobre temas de su profesión, e incluso algunos con anécdotas del ambiente tribunalicio. Se llamaba en realidad Carlos Attwell Ocampos, tenía mucho prestigio en el foro, y paralelamente con su trabajo, escribió bastantes poemas tangueros que tuvieron éxito, como Sólo se quiere una vez, tango con música  de Geroni Flores, que Gardel escogió entre muchos otros de notorio valor y grabó con las guitarras de Barbieri y Aguilar en 1929. También Floreal Ruiz con Troilo, dejó otra hermosa versión en 1946.

                             


Vale la pena recordar algunos temas de Frollo-Attwell Ocampos, como Escúchame Manón, tango con Francisco Pracánico, gran creación de Pugliese con Roberto Chanel, que colaboró en los versos. Jorobeta, creación de Agustín Magaldi, que junto a Pedro Noda musicalizaron el tema. El hermoso valsecito Marisabel,  de Geroni Flores-Frollo, en la versión de Tanturi-Castillo. O Amargor con Francisco Lomuto, que éste grabara con la voz de Fernando Díaz y Alberto Gómez con la Típica de Carabelli.

Pero ahora toca recrear este tango distinto que recuerdo en el título, después del repaso a la obra de de este autor reconocido por la calidad de su obra. Y Danza maligna tiene un texto algo endiablado como puede verse. Cuentan los que lo trataron, que el juez-poeta solía ir a bailar tango a los cabarets de moda en su época, intentando pasar lo más inadvertido posible. Y entre baile y baile iban surgiendo en la noche, la música, el ambiente, las parejas danzantes, su pluma y la idea que le flota en derredor. El pianista Fernando Randle le puso música a estos versos.

Se arrastran los compases compadrones
del tango que se encoge y que se estira.
Su música doliente pareciera
sentir que una amenaza se aproxima.
Viviremos los dos el cuarto de hora
de la danza nostálgica y maligna,
escuchemos latir los corazones
bajo el numen de Venus Afrodita.

                                   


Hombre ducho en el semblantear de los seres humanos, lo imagino sentado en su silla, campaneando lo que sucede a su alrededor, conversando con la pareja o el amigo de turno y elucubrando lo que se vive entre las parejas que se mueven al compás del tango que suena en los instrumentos de la orquesta. Le va encontrando la miga al diálogo de los cuerpos danzantes, la conversa entre tema y tema y la distopía generada en la irrealidad ilusoria y milonguera de la larga y movida noche.

Placer de dioses, baile perverso,
el tango es rito y es religión,
porque sus criollos son sus altares
y el sacerdote su bandoneón.
Quiero sentirme aprisionado
como en la cárcel de mi dolor,
guarda silencio mitad de mi alma,
que hay un secreto entre los dos.

Parece haber una lucha interna en los sentimientos del autor. Por un lado la emoción del baile, la sensación del roce amoroso que provoca el abrazo en la danza y por el otro la realidad que sobrevendrá con el final de la noche, la madrugada, las obligaciones...  Las primeras luces del alba harán desvanecer ese recinto mágico donde todo es ilusión, sensualidad, romance, transmisiones idílicas y fantasía.

Se arrastran los compases compadrones
del tango que se adueña de tu fibra,
el roce de tus rulos en mis sienes
será la extremaunción de mi agonía.
Te invito a penetrar en este templo
donde todo el amor lo purifica,
viviremos los dos el cuarto de hora
de la danza nostálgica y maligna.

                                 


Azucena Maizani, en su época de esplendor lo grabó acompañada por Orestes Cúfaro al piano, Roberto Zerrillo en violín y Manuel Parada en guitarra. Lo registró en Discos Brunswick en 1929. Imperio Argentina con orquesta lo grabó dos años más tarde. Francisco Lomuto con Fernando Díaz lo llevó al disco en 1932. Edgardo Donato lo grabó en forma instrumental. El sexteto Vale tango dirigido por Andrés Linetzky lo registró, cantando Victoria Morán, tal como lo hacían en un espectáculo llamado igual que  el tango de marras...

Y vale la pena escuchar la citada versión versión  de Azucena Maizani. Y también la de Enrique Rodríguez, cantando Armando Moreno, del 31 de julio de 1940.

 Danza maligna - Azucena Maizani

Danza maligna - Enrique Rodríguez-Armando Moreno

sábado, 2 de diciembre de 2017

El tango: Su evolución y su historia

Resultó siempre muy difícil establecer las coordenadas del nacimiento del Tango en Buenos Aires, porque los historiadores y periodistas  no se habían ocupado de esta danza y del género musical que inventaron los negros y lo hicieron popular los compadritos. Por tratarse precisamente de una danza considerada lasciva y promiscua, estuvo desde sus inicios sumergida en un manto de oscuridad y deliberada ignorancia. Un escritor e investigador culto, que analizó esos orígenes turbios, lo transcribió en artículos que publicó en el diario Crítica en el año 1913. Los firmaba con el seudónimo de Viejo tanguero, y hoy lo traigo al blog, gracias a la reconstrucción de mi amigo Oscar B. Himschoot, que los publicó en su revista del Club del Tango. Un documento fundamental.





Nadie hubiera pensado en aquellas épocas embrionarias de cosmopolitismo, que a través del tiempo y por acción refleja del movimiento progresivo, pudiera resurgir con violentos ímpetus aquella exótica danza que ideara un día la gente de color, en sustitución del endiablado candombe de legendarios africanos.

El tango, cuya partida de bautismo se registró en los anales populares del viejo barrio corralero (1), ha tenido insospechable resurgimiento. Es casi seguro que, en la voluminosa historia de los bailes nacionales, no existe un caso semejante al que hoy preocupa la atención pública, no solamente en su tierra natal, sino también en el extranjero, donde ha extendido sus contoneos con caracteres apasionados. Hasta hace pocos años, nadie se ocupaba de él, sino para condenarle por sus extravagancias de arrabal. Se le consideraba como baile genuino de gente bravia, de los que en cada mirada mandan envuelta una puñalada de desafío. Hoy la opinión ha cambiado y por el contrario, se le mira con simpatía, por la hermandad de viejas tradiciones con vidalitas y sentimentales estilos. A la negra condenación en que vivió durante años por innegable sentencia social de adversas teorías, le ha precedido un acto de gentil amnistía y amable exequátur reivindicatorio.

Se engendró en el bajo fondo, tuvo vida parasitaria con impurezas maleantes y resucitó a la corte palaciega con el calor de nuevas y exuberantes ansias. El republicanismo de sus progenitores que ignoraban las bellas prendas de este hijo nacido en dias aciagos y de lujurias nefastas, no sospechó jamás que pudiera regenerarse y rehabilitarse a la mayoría de edad para escalar los suntuosos recintos de añejos palacios, donde otrora brillara el oropel de nobles estirpes europeas.

Por eso, sus compatriotas le levantan hoy un pedestal de honor y le entonan himnos de alabanzas en desagravio a la injusticia con que fue tratado durante veinte años. Ahora que su nombre se impuso en los regios salones de naciones civilizadas, sus conciudadanos le otorgan carta de honestidad por el triunfo obtenido y le recepcionan con las trompetas de la fama.


Hasta ahora nadie ha puntualizado la historia de esta vieja danza, cuyos prestigios traspusieron los dinteles del viejo mundo, levantando admiración por los paises que más apáticos se mostraron siempre por los acordes de músicas ajenas al ambiente.
Ya que la nota social se concentra alrededor de ese baile que poco a poco ha ido ganando la voluntad de sus mismos detractores, queremos llevar el recuerdo a tiempos que fueron y traer a la memoria una sucesión de detalles, que si se han esfumado, no por eso dejan de ser menos interesantes para los que viven de las impresiones diarias.
El tango nació por accidente: fue un adefesio y luego tomó formas sugestivas y delirantes. Asi como los aires españoles tienen el ¡olé! de sus vibrantes nerviosidades, el tango tiene el ¡ah, criollo! con que se alienta y se aplaude a los maestros de la quebrada. Hagamos historia.

Corría el año 1877 y en el barrio del "Mondongo", como en aquel entonces se le llamaba a la parte sud del municipio, se había establecido el cuartel general de las sociedades candomberas, formadas por hombres y mujeres de color, cuyo origen se remontaba a la época de esclavitud. Existían algunas divisiones entre los asociados de mayor prestigio y, esto como es natural, hizo nacer enconos y rivalidades. Llegada la fecha de carnaval, salían a la calle con sus estrambóticos trajes chillones y sus enormes sombreros de plumas, bailando tras largas horas al compás monótono de candombes y masacayas. La supremacía que cada una pretendía ejercer, dio margen a enfurecidas rivalidades y con ello a sangrientos encuentros en plena via pública. La repetición de los sucesos, trajo como consecuencia la disolución de asociaciones belicosas y la clausura de sus candombes.


Ahogadas asi las expansiones africanas, se formaron centros de baile con los mismos elementos, naciendo a poco, el memorable tango, pero en una forma bien distinta de la que hoy se ejecuta. Las parejas en lugar de acercarse se separaban a compás, imitando las gesticulaciones y contoneos del pasado candombe. El nuevo baile se hizo general y a poco de ser difundido, lo tomaron para si los compadritos de arrabal y lo llevaron al barrio crudo de los corrales, donde ya funcionaban los peringundines con la tradicional milonga. El tango, llegó a formar una especie de divisa, tras la cual se escudaban los que cacareaban de diestros y valientes en el manejo del acero.

Asi pues, el que mejor bailaba, era el más "tauro" y el más requerido de las damas. La danza se arraigó con tal furor, que los intérpretes, empezaron a surgir por todas partes con diversas características, pero siempre bajo un plan de arte y de destreza.

Como en todas las cosas novedosas, no tardó en extenderse por otros barrios, trasportándose a las academias que, poco después empezaban a funcionar en Barracas, Solís y Comercio, Solís y Estados Unidos, de sangrienta memoria y por último en Pozos e Independencia, tal vez el más famoso por la gente de bronce que la frecuentaba y por el prestigio de las bailarinas que concurrían. Alli dejaron sentada su fama de súper tanguistas -como quien dice la Cavallieri en Europa- la parda Refucilo, Pepa la chata, Lola la petisa, La Mondonguito, Maria la vasca, la china Venicia, María la Tero y otras de originales apodos que ejercían el cetro de las preferencias arrabalescas. Esa academia, que se fundó en el periodo álgido de los entusiasmos tangueros, llegó a reunir elementos de distinta indole, afianzando su popularidad durante el corto periodo que vivió. A los ennegrecidos salones, asistía no solamente la gente de avería, sino hasta los que por ese entonces se denominaban "cajetillas", pero que en la interpretación del tango, resultaban más hábiles y maestros en el juego de los pies. Todavía se recuerdan a muchos de apellidos conocidos que ocupan altos puestos en la administración nacional y hasta diputados y militares que con el amor propio de buenos bailarines, disputaban el honor del triunfo en un entrevero. Indiferentes a cualquier crítica, no reparaban en codearse y hasta trenzarse en una de fierro a fierro con cualquier compadrito pendenciero.

Estas frecuentes escenas, pusieron en serios conflictos más de una vez al comisario Villamayor de la 18ª, quien, con la severidad de su carácter, consiguió poner a raya a los "pesaos" de San Cristóbal. Estableció la requisa de armas para cada asistente, pero como la prohibición exprime el ingenio, no faltaron quienes, haciendo gala de una habilidad extrema, conseguían colarse sin abandonar el instrumento de pelea.

Las crónicas policiales llegaron a ocuparse frecuentemente de los duelos criollos que se producían casi todas las noches y ésta fue la causa para que se clausurara tan peligroso punto de reunión. Por un "quítame de allá esas pajas", sallan a dirimir la cuestión, dos preferidos de cualquiera bailarina, una de esas chinas de abolengo patrio, cuya travesura consistía en poner a prueba la valentía de sus galanes.

Por aquel entonces había verdadero culto por el valor temerario y caballeresco de los combatientes, citándose casos en que uno de los duelistas resistía ir al encuentro, si su adversario no estaba en igualdad de armas. A propósito de estos sucesos nos decía cierto día un viejo empleado de policía:

-Figúrese, que una noche, salió desafiado Pancho el pesao de los corrales con otro que también tenla fama de guapo y al salir a la calle le preguntó: ¿Tenés armas?- A lo que el otro le contestó: ¡No, pero es lo mismo, porque te voy a pelear a trompadas!

-Esperate un momento -le dijo- que ya vengo. No te muevas de aqui -y salió corriendo hacia una ferretería que habla frente a la academia. A los pocos momentos regresó encontrando a su rival en el mismo punto.

-Bueno, aqui tenés para defenderte -le dijo, alargándole una daga de 40 centímetros de largo. Luego agregó: Ahora preparate porque te voy a poner un barbijo en la jeta pa que te acordés de mí.
Y en la obscuridad de la noche se trenzaron en terrible combate. Cuando acudimos de la comisarla, los dos estaban tendidos en el suelo, atravesados por más de veinte puñaladas.

Tal era la característica de aquellos tiempos, en que se respetaba al valiente y se condenaba a los malos pegadores, cuando éstos atacaban y herían por la espalda. El repudio que se sentía por un individuo de tales condiciones era peor que una condena por veinte años.

En la academia de Independencia y Pozos fue donde el tango tuvo su mayor apogeo, adoptándose un sistema cadencioso y acompasado que hoy no existe, porque se ha modificado enormemente, perdiendo el cachet típico que solo los bailes de aquel tiempo sabían imprimirle. Verdad es también que han desaparecido las bailarinas del pasado y que los mismos autores de tangos -a excepción de Bevilacqua, Pérez Freire y Solá, por ejemplo- han equivocado la verdadera armonía y composición de su origen. El negro Casimiro, que fue el primero en hacer conocer sus tangos a la par del mulato Sinforoso -un clarinete que tocaba solo de tanto empinar ginebrones-, fue quien dio mayor número de composiciones de esa índole, popularizándolas hasta en los organillos. El negro compositor llegó a ser de los mejores ejecutantes de Academia, por el cosquilleo que imprimía a su viejo y remendado violín. Casimiro fue un tipo popular, viéndosela actualmente por las reparticiones nacionales, haciendo de Martin Pescador, con ese carácter bonachón y amable que le caracterizaba. No faltan antiguos conocidos que de cuando en cuando le aflojan un "cínco" para un litro, como él llama, irónicamente a sus viejas aficiones de empinar el codo.


Antes que estas Academias, nombre que se les dio por la modernización del tango, existieron los célebres Peringundines en apartados barrios y entre ellos el de los corredores de la antigua plaza de Lorea, donde descollaba la fama de Carmen Gómez, una hábil milonguera, capaz de arremeter contra un cuadro de caballería. Fue éste el punto obligado de reunión de los soldados de un batallón de infantería que en este entonces ocupaba el edificio de la calle Alsina y Lorea. No pasaba noche sin que los milicos salieran trenzados a punta y hacha con los carreros y compadritos que frecuentaban la sala. Esto, cuando a las damas bailarinas no se les ocurría concluir la fiesta a tajos y puñaladas. Como a ninguna de ellas se les caía el "asador de la liga", en cuanto se sentían con ímpetus belicosos por exceso de la caña, la emprendían a planazo corrido con los tertulianos y despejaban la sala en menos de cinco minutos.

Este Peringundin se clausuró al poco tiempo debido a la estadística de crímenes que se registraban. Todavía le recuerdan muchos  hombres que ostentan cordones y galones ganados en los campos de batalla.

Por el año 1880, después de la revolución, el tango resurgió con mayor empuje, trasponiendo los limites de arrabal e implantándose en el centro de la ciudad. A pesar de haberse prohibido las casas de baile, consiguieron establecerse algunas de ellas en el tenebroso barrio de Corrientes, que, como se sabe, fue el foco de los antros del vicio. Adoptaron el sistema del organito tapado con un colchón, para que los ecos no trascenclieran a la vía pública y llegaran a oídos de la autoridad policial, cosa inverosímil porque lo sabía y lo consentía.

La "Stella di Roma", Corrientes y Uruguay, conocido por El baile de Pepín, fue el primero en establecerse y el que mayor auge tuvo por la atracción que ejercían las hermanas Balbina, Rosa y María. Más tarde surgió el "Scudo de Italia", donde ahora existe el teatro Apolo. La Benevolenza frente al Roma, la casa de Provin; el Puentecito y otros que tuvieron vida efímera, porque al cabo de cierto tiempo la policia concluyó con ellos, pero no sin que antes se hicieran ricos sus propietarios.

En este barrio el tango sufrió grandes innovaciones, cambiando no solamente sus figuras, sino también su elasticidad y contoneos, que fue la interesante característica de origen. Interpretado por muchachas en su mayor parte italianas, no se adaptaban al movimiento que le imprimían los criollos de cepa y fue entonces que se le dio el nombre de "tango liso". La modificación se hizo casi general, perdiendo el aire primitivo. Por tal motivo, muchos de los que allí bailaban fracasaban en las Academias. Sin embargo, aficionados de nombre como el flaco Saúl, por ejemplo, se identificó con los dos estilos y bailaba con igual facilidad en uno u otro salón. Mariano el bailarín, asiduo concurrente al Scudo de Italia, donde una Paulina tenía trastornado a toda la clientela, fue otro de los que ejerció el cetro de la popularidad, por la corrección con que se desempeñaba. Los amantes al tango le hacían rueda cada vez que ocupaba el patio de baile, para admirar y aplaudirle en la difícil ejecución de figuras que inventaba y que ningún otro podía imitar. Esos bailarines que fueron, son hoy personas de hogar y padres de familia que defienden honestamente sus intereses de hacendado y comerciante, respectivamente. Este último es dueño de un importante establecimiento comercial en la calle de Sarmiento a la altura de Carlos Pellegrini.

El tango siguió desenvolviéndose con entusiasmo hasta que las empresas del Politeama y el Skating Rink (hoy San Martín), lo llevaron a sus salas como exponente novedoso para el público grueso. Inútil es agregar que fue todo un éxito. El reinado de la danza duró dos años, al cabo de los cuales desapareció y con ella desaparecieron también los bailarines y bailarinas, muchas de las cuales se desparramaron por La Plata y pueblos de la provincia, donde las Academias hicieron irrupción. También alli tuvieron un triste fin. En el barrio de Tolosa, de la capital provincial, se instalaron algunas de ellas con el apodo de "La alpargatería",  debido a que las fundó un vasco alpargatero, pero como ocurrieran sangrientas escenas la policía se puso de acuerdo con la municipalidad y procedió a su clausura.

Esta es la historia real del baile que acaba de resurgir a la vida pública, adornándose con oropeles de papel picado para trasponer el Atlántico, imponerse en el extranjero y regresar luego a la patria con mantos de púrpura y laureles de cartón.

Tanto se ha hablado del tango, tanto se le ha ensalzado, que nos hemos visto obligados a tratar el tema con amplitud, puntualizando su evolución y presentándolo con desnudez de ropaje para que el público sepa cuál es su origen y quiénes lo inspiraron.

El tango es, en efecto, de suave ondulación, con ritmo acompasado y atrevido, pero tiene el inconveniente de no haber sido bien comprendido por los que pretenden volverle a la vida. Al estilo de todas las piezas bailables, tiene su medida y su compás, dentro del cual los ejecutantes deben ajustar el vaivén especial que le marca la música. La flexión es uno de los detalles más culminantes. Si el bailarín no le imprime esta cadencia, dentro de un verdadero tiempo, la pieza carece de interés. 

Si la bailarina, por ejemplo, no sabe ejecutar el doble juego de pies hacia atrás, no puede ser buena intérprete. El tango no se baila a voluntad y con rigidez. Hemos podido notar que una gran parte de los ejecutantes se apartan del compás, interponiendo movimientos que se riñen con el compás y la armonía. El paso adelante, la sentada sobre la punta del pie derecho y el zapateado, debe hacerse con arreglo a los tiempos marcados. En una palabra, cada figura debe concluir con el compás musical. Si se olvidan estas reglas, el valor artístico se pierde y decae.


La posición del bailarín con su compañera y la manera de tomar el brazo, es otro detalle importante para una buena ejecución. Veremos si en el concurso de esta noche en el Palace Theatre se cumplen estos pormenores.
Por nuestra parte nos proponemos hacer una crítica detenida sobre el particular, ya que el tango ha llegado a las alturas y se trata de imponer en los círculos aristocráticos.

Esta noche, pues, el viejo tango que con vergonzoso estigma llegó a la vida nacional, resurge como el viejo Fausto de Gounod a la aristocrática escena para hacer su entrada triunfal de niño bien, acicalado con la estirada indumentaria del impecable frac y gentiles manos enguantadas.

Artículo publicado en la Revista CLUB DE TANGO Nro.43  Julio-Agosto  2000

(1) se refiere al actual barrio Parque de los Patricios

jueves, 30 de noviembre de 2017

Adolfo R. Avilés

Figura de peso dentro de la historia del tango, uno de los temas que compuso -Cicatrices- junto a Enrique Maroni, continúa sonando en las modernas vitrolas, se baila en las pistas y lo cantan y silban los tangueros que retienen aquellas melodías de antaño. Adolfo Rafael Avilés (1897/1971), fue un porteño de ley, estudió  música en el conservatorio Williams, tocó el piano en la orquesta en la Asociación Cristiana de Jóvenes  y aunque dirigió al comienzo algún conjunto de jazz, militaría para siempre en el tango, desde que arrancara  en un trío con el violinista Antonio Arcieri y el bandoneón de Antonio Sureda.

Arrancó tocando en Radios y debutaría al frente de una orquesta típica en el Cine París. Comenzaría temprano su faceta de compositor que le daría grandes satisfacciones. Carlos Gardel le grabaría nada menos que siete temas: Los tangos Cicatrices, Desolación, La borrachera del tango, Micifuz y Tesorito; el foxtrot La canción del ukelele y las zambas Los rosales se han secao y Los ojazos de mi negra. Incluso mantuvo una buena amistad con el gran cantor.

                         
Adolfo Rafael Avilés


Hombre culto, de buen parlamento y muchas inquietudes, montó una casa de música en la calle Rioja, en la cual aprovechaba para hacerle escuchar a los clientes las novedades que le enviaban de la Editorial Perroti. Sus continuas intervenciones en radio le permitieron hacerse un hueco y gracias a su afición por el cine, se dedicaría tempranamente a exhibir sus cualidades en ese sentido, con comentarios que buscaban estimular a los aficionados.

De este modo se fue abriendo camino tempranamente y consiguió en 1935 la corresponsalía en Hollywood -la meca del cine- de El Diario. Allí alternaría con famosos, conseguiría grandes reportajes y crecería su fama. Pero al tango no lo abandonaría nunca. Estuvo estrechamente vinculado a SADAIC (Sociedad de Autores y Compositores), peleó por los derechos de sus compañeros y también ocupó puestos en la Comisión Directiva de la entidad.

                     
Carlos Gardel y Adolfo R. Avilés en Radio Splendid

Uno de sus éxitos fue el tango Mirando la lluvia, con versos del cineasta Leopoldo Torres Ríos, que grabó Osvaldo Pugliese con su orquesta y la dupla de cantores Chanel-Morán. Juan D'Arienzo le grabó en 1942 su tango instrumental: El amasijo, que había compuesto a los 19 años. Con Enrique P. Maroni hicieron: Nunca más te olvidaré, Sabañón, Mirando el humo, La borrachera del tango El poncho del olvido,  Micifuz, Entre sombras, Centinela, Al pasar, Caricias de mujer, Fruto bendito,  Como buscando tu vida, La carreta. 

Tuvo programas de radio dedicados exclusivamente al tango, en los cuales entrelazó reportajes muy seguidos por los amantes del género. En todas sus actividades prevaleció el buen gusto, la cultura y el acercamiento al público. Escribió en periódicos y revistas de buenas tiradas, donde también supo lucir su fértil pluma. En el mundo del tango siempre fue muy respetado y sus composiciones lucieron en los atriles de orquestas y cantantes.

                               
Cuando era corresponsal en Hollywood, con Catalina Bárcenas y G. Martínez Sierra


Con el historiador Luis Sierra, Lito Bayardo y Mauri Rubistein compartió un ciclo de audiciones sobre el tango en Radio Belgrano que tuvo mucha audiencia, por los comentarios y sapiencia de sus conductores. Adolfo R. Avilés tiene méritos más que sobrados para figurar en la galería de los hombres importantes del tango, en sus facetas de músico, compositor y divulgador del género. Así fue siempre reconocido y respetado en el ambiente y es un gustazo evocarlo en estas páginas.

                                         


Y lo recordamos también en dos de sus composiciones exitosas. La borrachera del tango (debido a la censura existente en ese momento se le llamó La embriaguez del tango). Lo grabó Aníbal Troilo con su orquesta, cantando Floreal Ruiz, el 27 de marzo de 1945. Y el citado Cicatrices, por el Sexteto de Carlos Di Sarli, con la voz de Santiago Devin, que llevaron al disco el 24 de enero de 1930.

La borrachera del tango- Aníbal Troilo-Floreal Ruiz

Cicatrices - Sexteto Di Sarli-Santiago Devin


martes, 28 de noviembre de 2017

Bien milonga

  Con su gemir de corazones
  los bandoneones lloran su pena,
  igual que yo sollozan ellos,
  porque en sus notas hay amores
  y por amores hoy sufro yo.
           Enrique Cadícamo



Los martes madrileños, los milongueros de ambos sexos tienen una cita imperdible en la Casa de Aragón, ubicada en la Plaza República Argentina nº6.  Desde las 21 hasta las 0 horas. Tenemos los ingredientes necesarios para que pases una velada de las que dejan poso y los testimonios de todos los que han dibujados sus pasos en la pista de madera de esta casa, lo pueden confirmar.

Bien milonga tiene su cachet entre las milongas de la Capital de España y por eso nos visita gente de otras latitudes para sentir el sacudón en el cuore, disfrutando de una selección musical súper milonguera y un ambiente cálido, por lo cual las 3 horas pasan volando y te quedan ganas de repetir.

                               

Sé que viendo a parejas que gastan suela con elegancia y savoir faire, se te empinan las ganas de milonguear debute. Entonces me hago un paneo por esas milonguitas del mundo, así vas juntando más deseos de aparecerte esta noche por Bien milonga.

Arranco en Kassel- Alemania. Allí, Marianna Koutandou y Vaggelis Hatzopoulos se lucen bailando esta milonguita: Flor de Monserrat, por la orquesta de Rodolfo Biagi, cantando Alberto Amor.



Y ahora vamos con un tango. Nos acomodamos en el Festival de Bari-Italia, y allí están, firmetex, Sebastián Arce y Mariana Montes, o sea, una marca de calidad. En este caso nos deleitan bailando Sollozo de bandoneón, por Ricardo Tanturi, su orquesta y Enrique Campos cantando los versos.

 

Y termino con otra delicatessen.  Me piro a una isla griega de ésas que tienen un encanto irrestible. Se trata de un Festival de tango en Molyvos, Lesbos. allí me encuentro a Los Totis: Christian Márquez y Virginia Gómez, que se mandan con este valsecito de la guardiola vecchia: Valsecito de antes. Lo ejecuta la orquesta de Juan D'Arienzo y se me piantan los remos, gambeteando muebles....

 
Ya sé... no me digás... tenés razón... la vida es ... ¡una milonga!  Y vení a disfrutarla mezclándote en la pista con nosotros. Te esperamos. ¡Dale!                                                                                                    

sábado, 25 de noviembre de 2017

El Polaco

Hoy el cuore me pide escuchar a este cantor del porteño barrio de Saavedra, que hizo historia en el tango, por su estilo, su voz, su manera de interpretar la letra de los versos de tango que cantó. Roberto Goyeneche mostró su calibre, desde su aparición en la orquesta de Raúl Kaplún. El gran violinista que  luciera en la orquesta de Miguel Caló, decidió probarlo cuando un músico de su orquesta lo trae a un ensayo.

En esa época Goyeneche se ganaba la vida conduciendo un taxi, también colectivos  y hasta un camión de la aeronáutica. Kaplún le da para empezar el tango Corrientes y Esmeralda, y apenas el rubio aspirante comenzó a cantar, el director para sus adentros, sentenció:
   -¡Éste es un fenómeno...!- como reconocería públicamente.

                                 


Y luego declararía:

-Así fue como Roberto Goyeneche debutó conmigo. Lo juro, cuando él se mandaba fraseando con la segunda de Mi tango triste,  a mí me corría un frío por la espalda, y poco menos que se me caía el violín de las manos. Él, entonces era menor de edad, tenía 18 años,  y para poder cantar en el cabaret con mi orquesta, su madre, María Elena le debió firmar un permiso especial. El padre había fallecido.

Sería Alberto  Podestá  quien lo recomienda a Horacio Salgán, que estaba buscando un cantor para hacer pareja con Ángel Paya Díaz, el crédito de Pompeya. Y en los cuatro años que está en la orquesta de Salgán, deja registros imborrables que van delineando al barítono de mediana tesitura, fabuloso oído musical, el timbre metálico de su voz y el fraseo inconfundible que de ahí en más lo consagrará definitivamente en su salto a la orquesta de Aníbal Troilo. Allí reemplaza a Jorge Casal y define claramente su magistral estilo de interpretación, diseñada por él mismo y que hará escuela.

                             

La historia del diseur que asombró en París, que, al perder caudal de voz, lo supera con esa gran personalidad, esos temblores emocionales, la marcación con el pie izquierdo golpeando en el piso, la manera de masticar las palabras  y sobre todo esa sensibilidad que alguna vez le hizo terminar los temas llorando.

Se despidió de este mundo a los 68 años, dejando un tendal de registros acompañado por varias orquestas. Y hoy escojo las palabras de Horacio Salgán en la despedida a uno de los más grandes cantores que ha dado el tango.

-"Conmovía a la gente"

   -Cuando Goyeneche comenzó a cantar en mi orquesta, todavía trabajaba como colectivero, en el año 1953. Entonces venía hasta la radio, en la calle Ayacucho, cantaba y después seguía haciendo el recorrido, después de haberlo descargado el vehículo de pasajeros, por una supuesto fallo mecánico..

   Tenía grandes condiciones como cantante, y como persona era excelente. Recuerdo, sobre todo, su corrección: tenía muy buena conducta, era muy tranquilo.Pero, además de tener una buena voz, Goyeneche era muy bueno diciendo las cosas.

   Cuando yo estaba buscando un cantor para mi orquesta, lo escuché al Polaco y me encantó. Era todo lo que yo necesitaba. Además se notaba al instante el amor por lo que estaba haciendo. Dentro de lo que es la expresión del canto, existen dos factores. Uno de ellos lo conforma las condiciones naturales; en este caso una gran voz. Eso puede ser muy importante en la ópera, donde la naturaleza de la voz humana es relevante y puede hacer  prescindir del segundo factor, que es el decir. Esto es fundamental en los géneros musicales populares, como el tango. Goyeneche tenía ambas condiciones. Por su manera de decir, podía llegar directamente a la gente y emocionarla. Esas cosas, si no se hacen con propiedad, no sirven, no funcionan.

                                     
Horacio Salgán con Ernesto Baffa y Roberto Goyeneche


    Los seres humanos tenemos ese mecanismo tan curioso que hace que nos guste vernos representados en el arte. Ver las cosas que nos suceden en la vida, representadas en una canción. Goyeneche era un gran intérprete, y sabía cómo trasladar esas cosas a la música. Más allá del dolor que me provoca su desaparición física, me da un gran gusto el poder hablar de las virtudes de este excepcional cantante argentino.

Y luego de la justas y exactas palabras de Salgán, vuelo con los recuerdos a las veces que lo escuché en vivo con Troilo, las inolvidables noches de Caño 14, o la velada del Teatro Colón en 1972, cuando cantó con la orquesta de Salgán.  Y creo que vale la pena evocarlo en su etapa con Horacio Salgán, precisamente.

Para ello escojo este tango campero de José González Castillo y José Bohr, que grabaran Salgán-Goyeneche en 1954: Por el camino.

Por el camino - Horacio Salgán-Roberto Goyeneche

También vale la pena recrear este tangazo de Juan carlos Cobián y Pascual Contursi: El motivo. El Polaco Goyeneche lo canta acompañado por Aníbal Troilo, a quien secundan José Colángelo al piano y Rafael del Bagno en contrabajo.

                      




jueves, 23 de noviembre de 2017

A Mercedes

Hoy vuelvo con otro valsecito que levanta la temperatura en las pistas de baile, da mucho juego a las parejas y además de la excelente interpretación de la orquesta de Juan D'Arienzo y el brillante cantor Héctor Mauré, aúna calidades en la música y los versos. Estos últimos le pertenecen a Venancio Clauso y la hermosa melodía al violinista Hugo Gutiérrez.

Ya en otras oportunidades hemos comentado que al músico citado, algunos le atribuían autorías ajenas que firmaba por su cuenta y que en realidad eran de Vicente Geroni Flores, quien las componía y  se las vendía. A mí me suena absurda tal teoría, por la cantidad y calidad de poetas que colaboraron con él en temas exitosos. El caso de Homero Manzi, Carlos Bahr, Cátulo Castillo, Homero Expósito, por citar algunos. Y me cuesta mucho creer que tales personajes admitieran semejante trasgresión.

Hugo Gutiérrez

Se da además el caso curioso, de que Venancio Clauso, fuera quien instó reiteradamente a Hugo Gutiérrez para que se presentase a un concurso de cantores, porque además del violín se manejaba muy bien en el tema vocal. Gutiérrez , a quien conocí en el café El Águila y charlé largo rato una tarde, junto con mi amigo que era ahijado suyo, se apuntaría a dicho concurso que patrocinaba el limpiavajillas Puloil y terminaría ganándolo entre unos tres mil postulantes. Toda una hazaña.

Y hablando del autor del poema que cito en el título, aunque haya quedado relegado en las bibliografías tangueras, lo cierto es que se trató de todo un personaje, nacido en 1896, que trabajó en periodismo, en programas radiales, compuso temas para películas y se apuntó, como prolífico autor, con temas populares que hicieron camino, como La marcha nupcial (con Armando Tagini), o el valsecito Para tí madre, con música del fueye José Mocciola, exitazos ambos de De Angelis con Carlos Dante.

Venancio Juan Pedro Clauso
                                       
Además compuso con Roberto Firpo, tangos que éste llevó al disco: Mascarada, Hilacha, De madrugada, La bordadora. Incluso firmó otros con Cátulo Castillo, Osvaldo Fresedo, Tito Ribero, Enrique Rodríguez,  Maruja Pacheco Huergo, Enrique Delfino, Antonio Polito y demás. Su valsecito Clyde, en sociedad con Héctor Bates estuvo en repertorios de Fresedo, Canaro, el sexteto de Di Sarli y Carabelli.

Pero hoy quería mostrar su aptitud para pintar la imagen de un amor juvenil perdido, añorado y vivificado con ternura. Lejos de esas estampas tangueras que acusan y buscan castigar la traición y la deslealtad. Estos versos rezuman cariño, nostalgia y belleza en la acuarela del valsecito que musicalizara Hugo Gutiérrez.

Gentil figulina, sutil y graciosa,
mejillas teñidas de vivo arrebol...
Tenía las manos de nieve y de rosa,                                  
había en sus ojos destellos de sol...
Se aunaban en ella la gracia francesa,
la sangre criolla que es toda pasión,
el alma española que es toda franqueza,
todo en ella era una ensoñación.

¡Mercedes cantaba! ¡Mercedes reía!,
la gracia del cielo sembraba en redor,
sus ojos chispeantes de ingenua alegría
hablaban a mi alma de cosas de amor...
¡Mercedes!, fragante varita de nardo,
ponía en mis horas aromas de paz...
¡Mercedes!, su ausencia es un dardo
que siento en mi pecho, porfiado y tenaz...

                       


En el capítulo final de los versos se produce la despedida inesperada y la consiguiente desazón que provoca la misma. Preguntas al destino, a la vida, a las circunstancias que rodearon el triste desenlace sin remedio. Pero la evocación sigue manteniendo el tono melancólico que no despinta nunca la imagen añorada del amor perdido para siempre. Incluso hasta culpándose de no haber alcanzado el nivel ideal para ella.

Razón de mi vida, su amor y sus besos
al irse... qué lejos me siento de Dios,
perdí para siempre su dulce embeleso,
se fue sin siquiera decirme un adiós.
Tal vez fuí muy poco...tan grande era su alma,
¿adónde habrá ido su nido a construir?
con ella se fueron la dicha, la calma
y sin ella no encuentro razón de vivir.


 Juan ´D'Arienzo lo llevó al disco, en una hermosa versión, con la citada voz de Mauré, el 27 de diciembre de 1943. Con el paso del tiempo, cuarenta y siete años más tarde, sigue manteniendo incólume su atracción, tanto para bailarlo como para solazarnos escuchándolo. ¡Atenti!

A Mercedes - Juan D'Arienzo-Héctor Mauré




martes, 21 de noviembre de 2017

Bien milonga

Compás floreado de tango
que al apretarme en tus brazos,
me está encendiendo en los  labios
una palabra de amor.
Otro tango si no es tarde
para bailarlo los dos,
si son de un ritmo que late
lo mismo que un corazón.
                      Carlos Bahr

Martes a la noche, tango en BIEN MILONGA, desde las 21 horas en la Casa de Aragón de Madrid (Pza. República Argentina nº 6). Y justito hasta la medianoche, cuando ya los cuores milongueros están a tope y los remos calentitos como dos choripanes recién salidos de la parrilla. Porque la música nos exalta, nos invita y nos lanza a la pista de madera sin descanso. ¿Planchar? ¿Pero... qué es éso?

                                  


Te vamos a dar el envión correspondiente paseándonos por distintas pistas europeas, así se te hace lunga la espera hasta las 21 horas. Comienzo el yiro y  me instalo en Bari-Italia, para que disfrutes con esta pareja de fenómenos que son Sebastián Arce y Mariana Montes. Nos sorprenden una vez más con su clase y este hermoso tema que bailan: La peregrinación, de Ariel Ramírez, con pasos de tango.

                           

Acto seguido, voy a darme una vueltecita por Dinamarca, uno de los primeros países que visité en este vecchio continente, en los años sesenta. Y en el Copenhage Tango Festival vemos a esa dupla que rezuma elegancia: Murat Erdemsel y Sigrid Van Tilbeurgh. Se mueven y giran a los compases del histórico valsecito, Rosas de otoño. Lo toca la orquesta de Carlos Di Sarli y canta Alberto Podestá.


                                        

Ahora me espiro a Moscú, pero no al Kremlin, sino a un festival de gotán. Allí Ruben y Sabrina Veliz, estimulados por los acordes del  conjunto ruso Solo Tango, se exhiben con esta milonguita. ¡De prima!

                                        
¿Y? ¿Te subió la tensión? ¿Le agarró velocidad a tu cuore? Lógico, tu cuerpo pide milonga y dale el gusto que esta noche te esperamos para que te desfogues en la pista. Andiemo!