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sábado, 1 de julio de 2017

Juan Carlos Thorry

Fue muchísimo más famoso por sus dotes de comediante, por la cantidad impresionante de películas que filmó, generalmente comedias, en la cual fungía de galán-protagonista, casi siempre, que como cantor o autor de temas de éxito. Su periplo cinematografíco abarca cincuenta años, desde su debut en El caballo del pueblo (1935), donde interpretó el papel que estaba destinado a Gardel. Incluso dirigió varios filmes, actuó en teatro, fue conductor en Televisión. Alternó en Comedias musicales de éxito, cantó en Estados Unidos, filmó en Venezuela, México, España.

Además de su ingente producción artística, también fue famoso por sus romances con artistas conocidas y hermosas, como su esposa Analía Gadé, con quien  se estableció durante un tiempo en España y entre ambos concretaron numerosos trabajos, antes de la separación. Previamente había estado casado con la hermana de la actriz Olga Zubarry. Tuvo otras cuatro compañeras, la última sería la actriz Alma Vélez, con quien fundó una Escuela de Teatro y tuvieron incluso su propio teatro, en la localidad de San Antonio de Padua (Buenos Aires), donde fallecería con 91 años de edad.

                                     


Pero hoy lo traigo al blog, porque su andadura inicial la fraguaría en el tango. Él mismo contaba que cuando estudiaba Derecho, con otros compañeros de la Universidad, por las noches acudían a los cabarets de moda y se dedicaban a bailar tango con las orquestas de moda. El bichito del tango lo traía desde su pueblo bonaerense -Coronel Pringles- porque su padre era guitarrero y se juntaba con músicos y cantores del pago y le enseñó los primeros gorjeos.

Se llamaba José Antonio Torrontegui. En uno de estos refugios nocturnos, el Florida Club, conocería a Osvaldo Fresedo con quien mantendría larga amistad. A su pianista José María Rizzuti le haría conocer un tango que había compuesto primariamente y lo llamó Pensando en tí. Rizzuti le pasaría el tema a la partitura, adecentándolo y de este modo debutaba como autor, para alegría suya y de su progenitor, a quien le hizo llegar el tema grabado por la orquesta de Fresedo, precisamente el 10 de mayo de 1927. El mismo Thorry interpreta los versos en aquel registro.

                                             


Saltando peldaños en su promisoria vida artística, en 1934, cantaba con la jazz del uruguayo Rudy Ayala y lo designaron como presentador de un espectáculo que se transmitía por radio París, haciendo ambas funciones. Allí conoce a Rodolfo Biagi que era pianista, entonces, de la orquesta de Juan Canaro, que actuaba con Ayala en el espectáculo. En un intervalo, mientras conversaban junto al piano, Biagi le hizo escuchar un tango que acababa de componer. A Thorry le gustó y le preguntó si podía ponerle versos, a lo que el pianista accedió. Rápidamente Thorry tomó apuntes y así nacía el tango Indiferencia que D'Arienzo grabó con la voz de Alberto Echagüe. Francisco Canaro se le adelantó seis meses y lo llevó al disco el 28 de marzo de 1939. Cuando Biagi forma su propia orquesta, lo graba, cantando Jorge Ortiz, cuatro años más tarde. La letra de Thorry llega cargada con una vividez oral, pasada por el tamiz de experiencias personales. Un paisaje interior de desolación.

                                         


El otro impacto en su trayectoria de autor tanguero, ocurrió a fines de 1939 cuando coincide con Edgardo Donato en radio El Mundo, donde presenta a la orquesta del violinista. Charlando antes de la actuación, Donato le hace escuchar un tema nuevo que había escrito y Thorry se entusiasma. Le pide que le deje escribirle una letra y si le gusta, la incorpora al tema. Con el vistobueno del director Thorry la termina en tres días y se la lleva, mereciendo la aquiescencia de Donato, cuando comprueba que música y versos casan a la perfección. El tango se llama Mi serenata, que el autor de la música graba con su orquesta y las voces de Lita Morales y Romeo Gavio (Gavioli), el 11 de enero de 1940. Lo  repetiría más tarde con Podestá-Almada. También lo registrará, entre otros Francisco Canaro con Francisco Amor. Y Osvaldo Pugliese con Miguel Montero y Jorge Maciel lo renueva fenomenalmente y lo graba el 2 de septiembre de 1955. Lo bailé en vivo varias veces con la orquesta.

 Otros temas que firmó Juan Carlos Thorry fueron, el vals Mamá, yo quiero casarme, con Julio De Caro y Carlos Marcucci. Tu amor y mi obsesión, con Leo Lipesker. Qué importa, con Ricardo Tanturi, en cuya orquesta militó como primer cantor de la misma. Tu promesa, una canción campera con Rodolfo Biagi. Vida querida, con Eduardo Scalise, tema del cual se sintió muy orgulloso.

                                               


Paralelamente a sus trabajos en cine, teatro y televisión, también despuntó su amor por la música popular, como presentador de "Grandes valores del Tango", durante mucho tiempo. Fue locutor, animador radial con el seudónimo Juan de la Púa y sobre todo un tipo muy querido en el ambiente por su permanente jovialidad.

Hoy lo recuerdo tangamente con dos de sus temas. Vida querida, por Osvaldo Fresedo con su orquesta y Ricardo Ruiz. Y Mi serenata, por Osvaldo Pugliese y las voces de Maciel y Montero.

Vida querida- Osvaldo Fresedo_Ricardo Ruiz

Mi serenata - Osvaldo Pugliese-Maciel-Montero


jueves, 29 de junio de 2017

Desencuentro

Esta hermosura de tango llegó en 1962, cuando el género estaba de capa caída y sólo lo sostenían temas como Desencuentro, para mayor gloria del Polaco Goyeneche y Roberto Rufino, en sendas grabaciones de estos dos jilgueros criollos con la orquesta de  Baffa-Berlingieri y Pichuco, autor de la música, respectivamente. Se aliaron precisamente Troilo y Cátulo Castillo en la composición del tema que sigue dando dividendos por ese heroísmo de cotidianeidad que tienen tantas letras de tango, acompañadas por la música precisa que las realza aún más.

Antes habían enchufado entre ambos otros golazos como María, en 1945. Milonga del Mayoral, Retrechera -habanera-, Una canción y Patio mío, en 1953.  La cantina, en 1954. La última curda, de 1956. A Homero, dedicado a Manzi, en 1958. Vals del carnaval (1961). Y a mí qué, de 1962. Le siguieron: Milonga de la Parda y El último farol, de 1969. Fujiyama para Virginia Luque en 1988. Y Testamento tanguero, que no tuvo difusión.

                                       
Cátulo Castillo y Aníbal Troilo, una maravillosa sociedad autoral


La alianza entre estos dos pilares del tango se extendió al teatro donde consiguieron éxitos notables con espectáculos como El Patio de la Morocha, Caramelos surtidos o Tango en el Odeón. La obra construída por estos personajes básicos, fue muy importante para mantener encendida la llama de la música popular porteña, y gotear durante más de cuarenta años éxitos insoslayables que reviran en un viaje espiritual por el tiempo debido al magnetismo y empatía de ambos. Destellos de escritura y frases afortunadas y el toque cromático de la música que las acompaña. El lenguaje musical  perfila y da más relevancia a lo que transmite la letra.
 

Estás desorientado y no sabés  

qué “trole” hay que tomar para seguir. 

Y en este desencuentro con la fe

querés cruzar el mar y no podés.
La araña que salvaste te picó
¿qué vas a hacer?
Y el hombre que ayudaste te hizo mal
¡Dale nomás!
Y todo el carnaval
gritando pisoteó,
la mano fraternal
que Dios te dio.

Tremendas palabras que fijan la desazón e incertidumbre del ser humano, ante la insolidaridad, los males que afligen a la sociedad, el personaje angustiado, asustado del porvenir, desalojado del presente. Cátulo enfoca el desconcierto derivado del recóndito comportamiento de la sociedad. Hay más instrumental clásico del poeta: la inmediatez, la memoria, la resistencia, la erosión moral.

¡Qué desencuentro! 
¡Si hasta Dios está lejano! 
Llorás por dentro
todo es cuento, todo es vil.
En el corso a contramano
un grupí trampeó a Jesús...
No te fiés ni de tu hermano,
se te cuelgan de la cruz...
                                    
Los seguidores del tango, a lo largo del tiempo, saben que las voces, los temas, son los que nos tocan el corazón. Y eso lo hace la poesía: tocarnos el cuore, así como sucede también con muchos temas instrumentales o la música que acompaña a las versos, contrapunteándolos, como en este caso y tantos otros. Por eso los poetas saben mirar a la gente y a la historia y así han sembrado páginas memorables como este Desencuentro que hoy me ocupa y que tiene su lugar ganado en el corazón del pueblo.
 
Quisiste con ternura, y el amor                            
te devoró de atrás hasta el riñón.                     
Se rieron de tu abrazo y ahí nomás              
Te hundieron con rencor todo el arpón.
Amargo desencuentro,
porque ves que es al revés...
Creíste en la honradez
y en la moral...
¡Qué estupidez!
Por eso en tu total
fracaso de vivir,
ni el tiro del final
te va a salir.

Tremendo final. Sé que Pichuco se entusiasmó muchísimo cuando leyó los versos completos y se esmeró en la composición.Lo grabaría con su orquesta y Elba Berón en los cantables, el 9 de febrero de 1962. El 5 de junio de 1963 lo registraría con un retornado y pletórico Roberto Rufino. Por su parte, Roberto Goyeneche, convertido en cantor solista, lo instaló como pieza clave en su repertorio y lo hemos gozado tantas veces, en la interpretación de este tango, que vale la pena volver a verlo y escucharlo. Lo cantó con acompañamientos varios, pero acá podemos verlo, secundado por Néstor Marconi y su conjunto, en el Cine Teatro Öpera de la calle Corrientes.

                                  


  

martes, 27 de junio de 2017

Bien milonga

Y nunca mejor dicho. Sí, Ismael Spitalnik quiso afirmar con el título de su tango, el alma milonguera que tenía el tema que había compuesto. Luego sonaría a música celestial en las versiones de Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo y sus orquestas. Igual que nos invita al baile, todo el material que seleccionamos para los asiduos concurrentes a nuestra milonga de los martes -Bien Milonga- en la Casa de Aragón de Madrid.

Es la música que hemos mamado desde siempre, la que nos movilizó a la milonga en nuestra hermosa juventud. Cuando en Buenos Aires había concurrencias impresionantes a esa fiesta del pueblo que acudía a clubes, salones y confiterías para bailar en vivo con las grandes orquestas o con los discos que guardaban las alhajas musicales que hoy suenan en las milongas de los distintos países y continentes que se han agregado a la cofradía.

                                     

Para demostrarlo y como aperitivo de la milonga de esta noche, me doy una pasegiatta por esas pistas del mundo donde disfrutan y aprecian el sentimiento que nos une a hombres y mujeres milongueras, y que saben cultivar esa emoción que nos invade, cuando suena la música familar a la oreja y el cuore.

Y arranco con esta pareja amiga, Leo y Eugenia, que supieron  dejar una linda estela en Madrid y en Italia, para afincarse con su escuela en Metz, Francia. Acá podemos verlos en el Festival de Kerallic, en la Bretaña francesa, organizado por Le Temps du Tango. Y bailan con su elegancia y savoir faire, el valsecito Temo, por la Típica Victor, cantando Mario Corrales.

                                      
Y sigo con mis paisanos argentos. Aunque no hago distingos en el arte de bailar tango y la prueba es que por esa columna han desfilado bailarines de todos los países. Los que saben valorar el arte que encierra esta danza. Ahora los invito a presenciar cómo se pasean por la pista Sebastián Achával y Roxana Suárez. Están en el festival de Lödz, Polonia y  se mueven Bien D'Arienzo con esta orquesta y el tango Yapeyú.

                                        
Y cierro con una milonguita que baila la pareja integrada por José Fernández y Martina Waldman, campeones mundiales de Tango Escenario. Se trata de La milonga de Buenos Aires por la orquesta de Francisco Canaro, cantando Ernesto Famá. Y se me van los remos se me van...

                                        

Supongo que te habrá subido la tensión... Vení a descargar esta noche en Bien Milonga. Ci veddiamo.

lunes, 26 de junio de 2017

Emilio Balcarce

Tocar el violín durante veinte años con Osvaldo Pugliese no sería tan destacable, si no se tratase de unas de las orquestas más geniales que ha dado el tango y que  renace cada noche en las pistas milongueras del mundo. Emilio Balcarce se llamaba en realidad Emilio Juan Sitano y aunque cargaba 93 años en sus espaldas, seguía dirigiendo la Orquesta Escuela de Tango y formando jóvenes músicos para ejecutar  la música rioplatense, cuando lo sorprendió el adiós a este mundo.

Nacido y criado en el barrio porteño de Villa Urquiza, el maestro Pugliese solía definirlo certeramente: “Tiene las esencias tangueras a flor de piel”, y ello mismo podría servir de epitafio a la tumba de este violinista, bandoneonista, compositor, director y arreglador que a los 17 años de edad ya dirigía una orquesta de jóvenes mayores que él. Al mayor que tenía 32 años, lo llamaban “El viejo Lalli”, lo que indicaba la precocidad de sus integrantes, e incluso del cantor, Alberto Demari, que años después se incrustaría en la historia grande del tango con Aníbal Toilo como Alberto Marino.   

                            


Curiosamente, a pesar de haber estudiado el violín a instancias de su padre que se peleaba con un modesto mandolín para darle cuerda a su  afición por la música, terminaría amigándose también con el bandoneón que compraría su progenitor y gatillándolo a escondidas de éste. Siendo un adolescente debuta como violinista en el conjunto de Ricardo Ivaldi y enseguida pega un salto de calidad alineándose en la fila de cuerdas de Edgardo Donato, el autor de A media luz

 Cuando el cantor Alberto Castillo, ídolo de multitudes, emprende su carrera solista en 1943, desvinculándose de la orquesta de Ricardo Tanturi, le confía la dirección de su conjunto. Esto explica la pronta madurez del joven que lleva en sus venas este arte enredado con la vida y que le permite tocar su instrumento, armonizar y hacer arreglos para el grupo. Lo mismo le sucederá con su amigo Alberto Marino que se aleja de Aníbal Troilo y le encarga el manejo orquestal al músico que surgió con el fervor de la generación de 1940 y a la que representó hasta el final. 

                                           
Dirigiendo la orquesta que acompañaba a Alberto Castillo.

Porque a todo ello le agregaría su faceta de brillante compositor, e iría sembrando páginas memorables como Si sos brujo, Bien compadre, Que habrá sido de Lucía, Por una muñeca, Cuando caigan las hojas, El apronte, Luna y misterio, Vamos tropilla,  Embrujo de la ciudad, Por dos caminos, Sideral,  La conciencia, o El tobiano, con un aire pampeano este último, que era lo que le pedía Pugliese a sus músicos. Balcarce en sus décadas militando con el gran maestro, se impregnaría de la marcación milonguera que se identifica con la onomatopeya yumba (acentuación en el primer y tercer tiempo de cada compás de cuatro) y que rápidamente distinguen los bailarines. 

El maestro de Villa Crespo lo convocó a su orquesta en 1949.  La integraban Camerano, Herrero, Carrasco y Balcarce en violines, Aniceto Rossi en contrabajo; Ruggiero, Gilardi, Caldara y Castagniaro en bandoneones y Pugliese al piano. Balcarce aportará también sus capacidades como arreglador, y en ese sentido, sus trabajos más relevantes serían Bien compadre, en 1949, El tobiano, Pasional, Si sos brujo, Caminito soleado, Por una muñeca,  La bordona, Nonino, Candombe blanco y Cardo y malvón, entre los varios que realizó a lo largo de sus veinte años en el conjunto.


Era la única orquesta que trabajaba como cooperativa, y todos los integrantes componían, arreglaban, orquestaban y cobraban según su trabajo. Y cuando a Osvaldo Pugliese se lo llevaban detenido por sus ideas (era miembro del Partido comunista) y lo tenían unos meses en la cárcel de Villa Devoto o en un barco anclado en el puerto por la dictadura militar, la orquesta seguía actuando sin pianista y con un clavel rojo en el piano colocado por uno de sus miles de hinchas ruidosos y exaltados que los seguían a todas partes. 

                                            



Llegó un momento en que el tango estaba cercado por los milicos a los que les apestaba lo nacional popular y la cultura, y el mismo Pugliese les dijo que la orquesta no podía sostenerse y allí con la escisión de seis grandes músicos, nació el Sexteto Tango en el que militaría Balcarce, con aroma apugliesado pero con marcación rítmica distinta. Con la orquesta o el sexteto recorrería el mundo y serían atracción enorme en Japón donde estuvieron varias veces. Conoció a su esposa Lidia en un baile en el Club San Lorenzo de Almagro, él dirigiendo su orquesta y ella cantando en la Jazz Santa Anita, como Linda Baxter.

En su larga trayectoria dentro de la música popular, tuvo su propia orquesta con Jorge Durán como cantor, también formó otra con Amadeo Mandarino, y además de notable autor, fue reclamado por conjuntos de fuste en su brillante faceta de arreglador. Colaboró en este sentido con las de Francini-Pontier, Alfredo Gobbi, Aníbal Troilo, José Basso, Leopoldo Federico y otras destacadas. Porque además de sus estudios de violín, también estudió armonía, contrapunto y fuga con el maestro Juan Ehler.

                                       


Ya estaba retirado y radicado en Neuquén cuando un músico joven, Ignacio Varchauvsky,  decidió formar la orquesta Escuela de Tango en el año 2000 y le confía el timón del conjunto patrocinado por la Municipalidad. Y allí estará hasta el 2008, ahora con el fueye, dirigiendo, enseñando, trasmitiendo su instinto, su “polenta”, y sus grandes conocimientos:

-La transmisión del tango ha sido oral. Hay pocos arreglos escritos. Si yo quiero indicar cómo se hace un ligado tengo que cantar. Lo único que podemos escribir es rubato (tiempo robado) o muy expresivo , o cosas por el estilo, pero eso no basta para imprimir la idea porteña de tocar. La idea es que los muchachos asimilen el sabor, la expresión y los acentos de esas orquestas típicas, no para copiarlas sino para que tomen como punto de partida de su propio desarrollo- decía en una nota de Clarín-, explicando su brillante trabajo en la orquesta Escuela de Tango. 

Todo su talento queda expresado en el dibujo de ese tango maravilloso: La bordona -que Troilo grabó en tres oportunidades y sin borrarle una sola nota al arreglo de Balcarce-. Hermoso tema, con esa reminiscencia de frontera urbana, la solercia milonguera y el dramatismo de la ciudad. De la ciudad  porteña que lloró su despedida, como llora a los que supieron transmitirle su honda sensibilidad tanguera.  

Podemos ver a este notable y querido personaje del tango dirigiendo por última vez a la Orquesta Escuela de Tango, y presentado por Ignacio Varchauvsky. 

                                                 





sábado, 24 de junio de 2017

Chiqué

La primavera se despidió dejando el horno encendido y ya estamos metidos en la canícula europea. En Madrid, el termómetro está plantado y no nos da tregua, aunque baje pocos milímetros algún día. La playa nos está llamando y el mes de julio es ideal para darse unos chapuzones en el Mediterráneo o el Cantábrico, según los gustos. O en mares lejanos. O por ahí...

Por eso finalizamos Chiqué esta noche de sábado, en la capital de España, hasta el mes de septiembre. Porque además, la CASA de ARAGÓN, nuestro refugio milonguero, cierra sus puertas durante el mes de Agosto como todos los años. Hoy daremos las hurras, al finalizar la milonga y regresamos en un par de meses. De todos modos nos queda BIEN MILONGA, los martes durante todo Julio y el resto del año, gracias a los feligreses que nos acompañan permanentemente..

                             


Y pese a los rigores de la solana, no pierdo la costumbre de rumbear por milongas lontanas para que sigas templando el ánimo y te ataquen las ganas de lanzarte al ruedo al compás de un tangazo, un milongón o un valsecito, de esos que te hacen girar envuelto en compases con la pareja de turno.

Por eso,  voy a apostar fuerte para que no se te derritan las ganas de bailar. Son Murat Erdemsel y Sigrid Van Tilbeurgh, dos consagrados, danzando, precisamente,  en Lausana -Suiza- un valsecito: Quisiera amarte menos. Lo interpreta la orquesta de Francisco Canaro, cantando Ernesto Famá.



Sigo. Ahora te conecto con los grosos maestros Miguel Ángel Zotto y Daiana Gúspero, que se presentan en una exhibición en Amberes - Bélgica-, hace unos días,  con una milonguita:  No hay tierra como la mía, en la versión de la orquesta de  Francisco Canaro con Ernesto Famá.       




Y me planto en Karlsruhe - Alemania- con la gran pareja: Sebastián Arce-Mariana Montes. En este caso bailan el tango: El cuarteador, por la orquesta de Aníbal Troilo, cantando Francisco Fiorentino.



                                          
  Te piace? Bueno, aprestá tus armas milongueras y le damos el ¡Hasta septiembre! a CHIQUÉ cette nuit.                                     

                     

jueves, 22 de junio de 2017

La cumparsita cumplió cien años

Y goza de inmejorable salud. Y sigue sonando en las milongas de todo el mundo, en películas, en competencias olímpicas, en rellenos de televisión. Es el tango por excelencia, el que nos une, el que nos identifica, el que bailamos para cerrar la noche milonguera, como inventaron los discjockeys de fines de los cuarenta en Buenos Aires y se sigue haciendo hoy.

Como toda página de éxito, encierra además numerosas anécdotas, enigmas no definitivamente aclarados, controversias y frases para todos los gustos. Sabemos que Matos Rodríguez, su autor, lo diseñó malamente en  la Federación de Estudiantes del Uruguay, para los carnavales de 1917, y pensado como una marchita carnavalera. Con dos dedos lo tecleaba en el devastado piano de la Federación y la musiquita acompañaba a la banderola que los presentaba como "La cumparsita" Por el camarero italiano de las Vaquería del parque urbano, que, al paso del grupo repitió en su cocoliche: "Ahí va La cumparsita". Sería éste el nombre final de la comparsita que desfilaba por la calle montevideana.

                                           

                                                     

Gerardo Matos Rodríguez tenía entonces 20 años, estudiaba arquitectura, aunque nunca progresó en los estudios y la bohemia se apoderó pronto de su espíritu calavera. Su hermana Becha, le ayudó a escribir en el pentagrama, lo que Becho -como le llamaban familiarmente a Gerardo- tocaba con sus dos dedos en el piano familiar.  Y ésta al final, le dijo que "parecía un tango".
-Sí, me salió un tango - afirmaría luego el autor de La cumparsita-

   -El tango ya pentagramado, se lo llevaron los muchachos y  mi tío Armando Matos a Roberto Firpo -contaba Gerardo-, quien precisamente ese año actuaba en el famoso café La Giralda, que se encontraba donde hoy se levanta, majestuoso, el Palacio Salvo.

                                            
                                             

                                                      
Y agregaba:
    -Firpo casi se muere cuando vio la obra de mi querida Becha, porque me enteré que la música se divide en compases y que los sostenidos y bemoles que tan prolijamente anotó mi hermana delante de cada nota, debería, por una ley conocida por todos menos por mí, ponerse al principio de cada pentagrama...
    -De cualquier manera, buen clásico y conocedor de lo que había llegado a sus manos, Firpo me propuso retocar el tango, que él se comprometía a hacerlo y que después de ser impreso como de Firpo y Matos Rodríguez, ya que a mí, como era comprensible, nadie me conocía como compositor...
    -¡Oh videncia del Tato Pekín, como cariñosamente me apodaban mis amigos en aquel tiempo!... No entré por el aro y rehusé la colaboración y, por lo tanto, el injerto del nombre de Firpo en mi primera obra musical.
    -De modo que le pedí a Carlitos Warren, el pianista del "Moulin Rouge", que me adecentara la partitura.

Toda esta historia está contada en el libro que realizara sobre la vida del autor de La cumparsita, su sobrina nieta Rosario Infantozzi Durán.
                                 
                               
              

El estreno del tango por la orquesta de Firpo, ocurrió el 19 de abril de 1917 en La Giralda. Y así prosigue el relato que realiza en nombre de Gerardo Matos Rodríguez,  su sobrina nieta.

    -Venía en un tranvía 35 una noche anterior en varios días a la fecha anunciada para el estreno y no imaginaba que Firpo, entusiasmado con aquel tango, adelantara el momento de su primera ejecución. Me bajé en 18 y Andes y me dirigí a La Giralda como lo hacía todas las noches. A medida que me acercaba, me asaltó una duda. ¿sería el tango que estaba escuchando el mío? No podía ser, todavía. sin embargo, ya próximo a la entrada del local por 18, me detuve emocionado....

    -Era La cumparsita. No sabía qué hacer. Me asusté. Me asusté de verdad. Fue tan grande la emoción o el miedo, que no me animé a entrar. Vacilé, di vueltas y cuando noté que la orquesta  había finalizado la ejecución, entré al café, pero lo hice por la puerta de la pasiva. Me pareció que si lo hacía por la entrada principal, a la vista de todos, me iban a aplaudir o a gritar aquellos que sabían que yo era el autor. (...) Esa noche hubo varios bises y -en total- los acordes de La Cumparsita se escucharon durante más de media hora.

                                                      

                                    
En 1924, estando Matos Rodríguez en París para cubrir como periodista las Olimpíadas de 1924 ("cuyas crónicas me las escribían mis amigos... yo las leía"), se encuentra en un cabaret con Francisco Canaro, -"que estaba obteniendo un fenomenal éxito en el recientemente inaugurado "Florida Dancing". Muy contento se me acerca y me dice:
    -¿Sabés Matos? Incluí en mi repertorio tu Cumparsita, con el agregado de un contracanto con serrucho, ¡y está haciendo roncha!
    -Quedé gratamente sorprendido. pero la segunda sorpresa no fue tan agradable, ya que me sigue contando Canaro que dos letristas porteños, Pascual Contursi y Enrique P. Maroni, le habían puesto letra a mi partitura y la habían incluído en un sainete titulado "Un programa de cabaret". ¡Qué atrevimiento! ¡Aprovechar MI música y sin siquiera pedirme permiso!

    -Contursi, un argentino que llegó al Moulin Rouge (que regenteaba mi padre) medio muerto de hambre, descubrió el filón de ponerle letra a todos los tangos, que hasta entonces no las tenían. Recién empezaba la moda del tango-canción (Con Contursi, agrego yo). Los tangos se bailaban (...)
    -Ya para entonces, la moda del tango-canción exigía que La cumparsita tuviera una letra para reemplazar a la otra. Por lo tanto, y con el mismo espíritu del amo que prefiere él mismo a un animal mancado, así me decidí, me encerré una noche y le escribí una. Un espanto. Fue una letra mal parida, escrita sin ganas, a regañadientes. La cumparsita nació sin letra y así debió haber seguido, pero no tuve otro remedio. El 9 de noviembre de 1926 depositaba en la Biblioteca nacional mi nueva letra.

Hasta acá, he refritado textualmente los párrafos que Rosario Infantozzi Durán le adjudica a su tío abuelo Gerardo Matos Rodríguez. En otra nota he referido que una tarde-noche, saliendo del diario La Razón, donde trabajábamos, con Coco D'Agostino -sobrino de Ángel-, nos topamos con Roberto Firpo que venía de explicar a otros periodistas su participación en La cumparsita.

                                    
Roberto Firpo dirigiendo su orquesta típica

Y hoy día es muy fácil comprobar que se hacen arreglos de cualquier pieza musical y se le introducen variantes como asegura haber hecho Firpo con La cumparsita. Lo mismo con los versos que Pascual Contursi le introdujo sin autorización. Incluso, el tango seguía teniendo un compás de menos en la primera parte. Por ello, en 1930, la revista El alma que canta realizó un concurso para rellenar ese vacío. Lo ganó el bandoneonista Luis Moresco, y desde entonces muchas orquestas usan ese relleno, así como otras introducen sus propias variaciones enriqueciendo al tango de los tangos. El más conocido. El que ha sido grabado por todas las orquestas típicas importantes. Y por las de casi todo el mundo, de otros géneros.Y la Justicia estableció un acuerdo lógico entre Matos Rodríguez, Contursi y Maroni. Y el autor pudo recuperar los derechos de su obra que le había vendido a la Editorial Breyer por 50 pesos, cuando tenía 20 años..

Todo este anecdotario, las diatribas que despachó Piazzolla contra La cumparsita, diciendo que era el peor tango que se había escrito,  para terminar grabándolo cuatro veces y tocándolo en muchas actuaciones, no hacen más que enriquecerlo y mantenerlo en el podio de privilegio. Bailar La cumparsita es un hermoso masaje al cuore. Y apenas han pasado cien años de su estreno y seguirá otro siglo en el primer plano por ese no sé qué, ¿viste?, que tienen algunas obras fundamentales.

Los invito a escucharlo una vez más. Por ejemplo a Sabina Olmos y Charlo cantando La cumparsita a dúo, con Charlo, además, tocando el acordeón. Y a continuación la orquesta de Carlos Di Sarli, en la tercera versión que registrara de La cumparsita. el 20 de junio de 1955. Ayer se cumplieron 62 años de esta grabación.

La cumparsita- Sabina Olmos-Charlo

La cumparsita- Carlos Di Sarli




  

martes, 20 de junio de 2017

Bien Milonga

Sí, nuestra aquerenciada milonga se llama como el hermoso tango del bandoneonista, arreglador, director y compositor, Ismael Spitalnik. O sea, un nombre bien tanguero y bien milonga, porque está armado para el disfrute de los bailarines. Ya sabés que si la música no funca a tono con los milongueros, que son quienes la necesitan para su inspiración, el tono del baile decae y mucho.

Otra materia  en que estás dándole un cable a tierra a la gente que acude a estas veladas, es aportar una buena pista de madera, que es lo que distingue a las milongas de postín. Y si lográs mantener un ambiente entrañable entre los concurrentes, papita p'al loro. Tenés los deberes hechos y lo único que resta es pasarla bomba, milongueando y chamuyando con los amigos. Al calor lo combatimos con el aire acondicionado y unos tragos fresquitos. ¡Y chau pinela!

                                 


Vamos entonces a yirar por esas milongas que se han extendido como una gran  mancha de aceite por el mundo entero, cosa de ir preparando el ánimo para esta acalorada nochecita de junio. Siempre es estimulante ver a buenos bailarines en exhibiciones, que no es lo mismo que el baile del salón, pero para eso estamos nosotros. Y los profesionales nos entretienen con sus diabluras en Festivales.

Comienzo con Ariadna Naveira y Fernando Sánchez, que en este caso están en el Tango Festival Roots, que se desarrolla en París, la capital francesa. Y la pareja baila el valsecito: Adiós querida, por la orquesta de Juan D'Arienzo, cantando Héctor Mauré.

                                     

Ahora me toca dar un garbeo por Moscú, ciudad que visito seguido, gracias a la gran labor de Sebastián Arce que ha logrado obtener un nivelazo en los bailarines que ha tenido bajo su  control y consejos. Los buenos profesores son los que consiguen esto y es de agradecer. Vemos hoy en el Show Casse realizado en el Kremlin-Moscú, a Petr Likhachev e Irina Ostroumova, que se lucen bailando ese tangazo: Entrador, por la orquesta de Alfredo Gobbi. ¡Muy bueno!


Y cierro con una pareja-italo-argentina. El sólido Aoniken Quiroga, que está establecido en la península itálica con su Academia de tango, baila  en el Mariposa Tango Festival, con la italiana María Filali una milonga: De antaño. Interpretada por la orquesta de Juan D'Arienzo, con la voz de Alberto Echagüe.  Y la disfrutan al mango.

                                        

                                   
Y no me digás que no te embalaste y que no te agarraron ganas de picar pa' la milonga. Dale... te esperamos.