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sábado, 28 de noviembre de 2015

Yo soy el tango

Este tango de Domingo Federico y Homero Expósito, bucea en aquellos tiempos iniciáticos, y bate de arranque:
Soy / el tango milongón / nacido en los suburbios / malevos y turbios...

Todos los mitos construídos en torno a la parte fundacional de la música porteña, inciden en las riñas, los cuchillos, los chumbazos, guapos y paicas, y le dan este tono infatuado al tango, que le viene bien para sentar baza entre tanto ritmo superfluo de quita y pon.


                                            

En estos momentos, en que se ha instalado para quedarse, en todo el orbe, los milongueros de siempre  tratamos de respetar la heráldica del tango y proteger su verdadera personalidad, que ya no es precisamente la de la leyenda bravía.Y así lo hacemos en BIEN MILONGA, la que realizamos todos los sábados y martes a partir de las 21 horas, en la Casa de Aragón de Madrid, sita en la Plaza República Argentina nº 6. de Madrid. Homero Expósito lo subraya más adelante.

 Hoy,
 que estoy en el salón,
me saben amansado,                                                               
dulzón y cansado
Pa'que creer,
pa'que mentir,
que estoy cambiado
si soy el mismo de ayer.

Escuchen mi compás:
¿No ven que soy gotán?

Sí, y así es cómo ha conquistado a tantos bailarines en el mundo entero. Nosotros damos clases auténticamente milongueras y tenemos buenos milongas de ambos sexos en nuestro reluciente reducto. Pero los invito a echar el vistazo sabatino por otros pagos lejanos, así campaneamos la salud del tango actual por tantas pistas de por ahí, ¿viste?

La brújula milonguera me lleva al Villa Malcolm de mi juventud temprana, donde mi amiga madrileña, Pepa Palazón, ha instalado su rancho para delicia de los milongueros. (¿Te acordás Pepa cuando te predije que no volverías, el día que te piraste para allá?). En este club la gran María Nieves de la leyenda, baila con Pancho Martínez Puey, el tango Jamás retornarás. por la orquesta de Miguel Caló, cantando Raúl Berón.

                                      


Me tomo el bondi aéreo y aterrizo en Moscú. El avión, por suerte, no se cayó, y allí veo bailar a la pareja Rodrigo Fonti-Majo Martirena. Se lucen con el tango Como se pianta la vida, por Enrique Rodríguez cantando  Armando Moreno, el Muñeco.


                                     

                                       
Y el fixture de hoy me manda a Duna Palota (Budapest-Hungría). Allí están Pablo Rodríguez y Corina Herrera  que se engrampan con La milonga de Buenos Aires, por la orquesta húngara, Tango Harmony.

                                   



Y yo, a casa que llueve y esta noche tengo que milonguear groso. Salute!                                    

jueves, 26 de noviembre de 2015

Orlando Goñi

La otra noche estábamos en la milonga y salí a bailar con una mujer. Apenas nos abrazamos para arrancar, y dimos los dos o tres primeros pasos, ella me susurró en la oreja:

Cómo me gustan estos tangos...! Me arrastran, me hacen volar...

Era la orquesta de Aníbal Troilo y una de sus primeras sus grabaciones de los años cuarenta y uno: Te aconsejo que me olvides, cantado por Fiorentino. Una maravilla total, genial, que repito constantemente en Bien Milonga, y que lleva a las nubes. No me gusta conversar cuando bailo (código milonguero), pero cuando terminó el tema y mientras esperábamos el siguiente le dije.

                                 
Francisco Fiorentino y Orlando Goñi


-Escuchá el piano de Goñi, seguilo, no falla nunca y es como una brújula que te orienta en la pista, pero a la vez te da un empujón emocional tremendo.

Ella comenzó a parar la oreja, atenta al piano, mientras seguíamos. Y al final me comentó:

-¡Qué maravilla! Nunca le había prestado tanta atención... ¡Qué genial! Te lleva de la mano...

                     
1933. Gobbi y Goñi en Mar del Plata, cuando tocaban con Alberto Pugliese (izq)


Así era este gran pianista, para mí el mejor de todos, respetando siempre a los grandes ejecutantes del piano que tuvo el tango, y que fueron muchos y notables. Si en realidad no ocupa un lugar más importante entre la gente, es por su desenfrenada bohemia que lo llevó a vivir a toda velocidad, con un desorden interno que lo conduciría tempranamente a la muerte, cuando tanto se esperaba de él.

Fue el cadenero de la primera orquesta de Troilo y las 71 grabaciones que dejó en su paso por la orquesta de Pichuco, son las que alumbran la chispa bailable en tantas pistas del mundo, porque son musicalmente maravillosas y genialmente milongueras. Tenía mucha influencia de Francisco de Caro, a quien iba a ver seguido con su entrañable amigo Alfredito Gobbi, cuando aquél actuaba con el conjunto de su hermano Julio. Pero, a la vez, también arrastraba influencias jazzísticas de la época, especialmente de Teddy Wilson según él mismo reconoció y que quedaban reflejadas en el swing de su zurda mágica y el sonido rítmico, romántico y milonguero que imponía con la diestra y que arrastraba a todo el conjunto, por su gran polenta.

                                                     
La orquesta de Troilo en la puerta del Germinal de la calle Corrientes. 1938.


Nació y se crío junto al Mercado Spinetto y de chico le tiró la música. Estudió piano y armonía con Vicente Scaramuzza, igual que su hermano José. A Orlando y a Alfredito Gobbi los convoca Anselmo Aieta para una suplencia con su orquesta, y allí fue la dupla de amigos con pantalones cortos, a fabricar su gran ilusión.  Luego hicieron un trío con el fueye de Domingo Triguero, y con 14 años y medio, se sienta en el teclado de la orquesta de Miguel Caló, reemplazando a Armando Baliotti en el cine Regio.

Estaría con Manuel Buzón en el cine Monumental, se alistó en el conjunto de Alfredo Attadía, y se reencontraría con su álter ego, Alfredo Gobbi, en la orquesta de Buzón. En la misma se alineaban: Orlando Goñi y Jaime Gosis en pianos; Alfredo Attadía y Aníbal Troilo en fueyes; Alfredo Gobbi y José Goñi en violines, y Agustín Furchi en el contrabajo. Seguirían con Gobbi en algunos sitios, como en Mar del Plata con Alberto Pugliese, toca con Ciriaco Ortiz y Troilo en Los Provincianos,  y en la orquesta de Juan Carlos Cobián vuelve a encontrarse con Pichuco.

Al disolverse esta orquesta y en una de las tantas reuniones a la violeta que hacían en la Pizzería Las cuartetas, Goñi le sugiere a Pichuco que forme orquesta propia. Una noche, después de la pizza, y estando en el Café Suárez de Esmeralda y Lavalle, el periodista deportivo (gran amigo mío, con quien estuve en Miami un par de veces) Manuel Sojit Corner, llega agitado y les dice que Salas, el empresario del Marabú estaba buscando una orquesta "para laburar dos meses allí"...

                                         


Fue Goñi quien más se entusiasmó y le trabajó la cabeza a Troilo para armar una orquesta. Y allí mismo se pusieron a confeccionarla. Pichuco, Toto Rodríguez, Roberto Gianitelli y Eduardo Marino serían los bandoneones; José Stilman, Reynaldo Nichele, Pedro Sapochnik, violines: Juan Fassio, contrabajo y Orlando Goñi al piano. Troilo quería traer de cantor de Rodríguez Lesende pero éste no quiso dejar sus compromisos y el mismo Goñi arrimó a Francisco Fiorentino. A Troilo le gustaban los cantores de voces moduladas que supieran "decir" la letra. "Esos que gritan no son cantores, son fruteros", solía comentar.

Fiorentino que había sido bandoneonista y sastre, se ocupó de encargar la confección de los trajes para todo el conjunto, aunque el propio Fiore, Goñi y Pichuco los usaban de distinta hechura y color.
"Fiorentino fue el hombre que nos enseñó a subir a un escenario. A mostrar al público una sonrisa cordial. Recuerdo cómo se preocupaba para que saliéramos bien peinados y bien jaileifes ante la mirada de nuestros seguidores", comentaría luego Troilo.

                                             


Goñi fue el alma, corazón y vida de esa orquesta genial. Lírico y canyengue, tocaba al unísono con los violines y los bandoneones con su mano derecha.  Con su mano zurda rellenaba todos los resquicios, demostrando su formidable pulsación, su gran tempo orquestal y ese fraseo recortado que tanto me estremece en la pista. Sus variaciones son un festín para los milongas, y Goñi, como ninguno, supo destacar los dibujos orquestales de Pichuco en el piano, arrastrando a toda la orquesta detrás suyo.

Estuvo en la orquesta de Aníbal Troilo desde aquel debut en la sección vermut del Marabú, en julio de 1937, hasta septiembre de 1943. Y nos dejó su polenta creadora en esos 71 temas que son un botín para la oreja y para inspirarnos en el encerado. Después... ¡qué importa del después!... si se nos apagó tan temprano debido a esa bohemia tremenda que lo fue aniquilando. Todos esperaban el debut soñado de su gran orquesta, en la que militaban Antonio Ríos, Roberto Di Filippo, Eduardo Rovira y Luis Bonnat en una impresionante fila de fueyes de primera línea; Rolando Curzel, José Amatriain,  Antonio Blanco y Emilio González en violines,  Domingo Donnaruna en contrabajo, y Goñi al piano y dirección. Una orquesta que apenas duró 15 meses con cantores como Raúl Berón, Fiorentino, Osvaldo Cabrera o Rodríguez Lesende, y que no dejó grabaciones, más que algún acetato que anda por ahí, perdido... Como se perdió en la vida y fue a morir a la casa de su amigo bandoneonista Juan E. Martínez, en Montevideo, con apenas 31 años...

                                         
La esperada orquesta de Orlando Goñi con Raúl Berón (parado arriba de Goñi)


Si para muestra basta un botón, vuelvo al tema que bailé con aquella milonguera y que me hace saltar de la silla al escucharlo. El tango de Pedro Maffia y Jorge Curi: Te aconsejo que me olvides, por la orquesta de Troilo, el increíble piano de Goñi y la hermosa voz de Fiore.  Lo grabaron el 16 de abril de 1941

Orejas y pies en guardia..!!


059- Te aconsejo que me olvides - Troilo-Fiore





martes, 24 de noviembre de 2015

Edmundo Rivero y la censura

En su libro subtitulado: El lunfardo y yo, Edmundo Rivero habla de los avatares de la censura y lo que sucedió con tantas letras de tango que se esfurmaron temporalmente porque no tenían arreglo en su métrica y sentido expresivo. Ahí tallaba la larga mano de los inquisidores de los años 40, detrás de los cuales estaba el Cardenal Capello, que fuera antes Arzobispo de Buenos Aires . Y Rivero lo recordaba así:

Censura hubo casi siempre

                                       


Para lo único que la mano venía pesada era para las letras lunfardas. Todavía se arrastraban algunas prohibiciones que venían desde la presidencia del general Ramírez. Celedonio Flores había sido uno de los más proscriptos y a lo mejor se murió de pura bronca. A veces había sido peor que prohibido: desfigurado hasta el disparate por remiendos que pretendían "moralizar" sus letras. Con Mano a mano, por ejemplo, se llegó a absurdos como éstos:

Recordando en mi tristeza
hoy te evoco y veo que has sido
en mi existencia azarosa
sólo una buena mujer.
Tu presencia distinguida
et.etc.

    Como si rechiflado o bacana fuesen una ofensa al pudor y, "pobre vida paria" tuviese algo que ver con el lunfardo.

                                

    La censura no permitió que mi repertorio de aquellos años con Troilo tuviera más letras reas, pero hay que recordar que la mayor parte de las orquestas tampoco solían hacerlas, quizás con excepción de D'Arienzo. Yo me iba a desquitar bastante pronto. El primer disco que grabé como solista, ya en el 50, fue Audacia, justamente de Cele, letra que había estado prohibidísima y en la cual el autor reflexionaba acerca de otras palabras aceptadas, como "partenaire"

Yo no manyo francamente
lo que es una "partenaire"
aunque batan que soy bruto
y atrasado, qué querés.
No ha de ser nada bueno
si hay que andar con todo al aire
y en vez de batirlo en criollo
te lo baten en francés.

   Ya en los tiempo de Troilo, Perón había empezado a dar vía libre al lunfardo, no podía dejar de percibir el ridículo de llamar La mala al tango La maleva. Las anécdotas de aquel tiempo eran incontables: se había llegado a proponer para El ciruja algo así como El hurgador de basurales. Claro que después la métrica no daba. Por algo la gente se había tomado ya en farra la cosa y bromeaba con que a la calle Guardia vieja se la debía rebautizar "Cuidado mamá"

     Perón, además, era bastante ducho en lunfardo. Su tango preferido, el que siempre pedía cuando yo cantaba, no era al fin de cuentas muy académico. Lo emocionaba casi hasta las lágrimas (y alguna ver fue sin casi) Cuando me entrés a fallar, esa historia del jovato y de la piba.

                                   
Edmundo Rivero (centro), cuando acompañaba en guitarra a las hermanas Omar
 
   También últimamente he tenido varias piezas con difusión prohibida por el COMFER, pero esa ya es otra historia, creo que también antigua.

Y yo, para recordar a este gran cantor que tuvo el tango, el lunfardo y la copla criolla, lo traigo en un viejo documento de televisión, donde narra cómo ensayaron y se largaron con Pichuco en La última curda. Y canta este tango inmortal acompañado por Leopoldo Federico en el fueye. Atenti.



Y mirá esta reliquia. Cantando en la película Pelota de trapo (1948), Cuando Me entrés a fallar, el tango que hizo llorar a Perón en Madrid, donde estaba exiliado,  al escuchárselo a Rivero. En la mesa, una gloria del fútbol, Ernesto Grillo y Armando Bo, el director, lo miran y se emocionan. 

                                                                               

sábado, 21 de noviembre de 2015

Valsecito criollo

Los valsecitos son la alegría de la milonga. Tres minutos donde florecen los cuerpos y los pies. La historia de la danza del tango es tan linda, tan interesante en todos sus bosquejos, que los músicos y cantantes supieron adosarle la milonga y el valsecito a los atriles. Sobre parecidos supuestos bailables, aunque el vals se bailaba al principio con simples giros. Fue a comienzos de los años cincuenta cuando se lo aderezó con figuras de tango, alternando con los giros.

Cuando suenan los valsecitos en los altavoces de la milonga, la pista se puebla de sonrientes parejas dispuestas a disfrutar al mango toda esa alegría, el candor, la sensación de fiesta que traen esos compases tan familiares al oído. Además el catastro tanguero acarrea una cantidad muy grande y sentimental de esos valsecitos que nos  transmiten alegría y amor. Francisco García Jiménez en su Valsecito criollo -que lleva música del ex pianista de D'Arienzo, Lidio Fasoli- lo expresa así.

                                      

Canción sentimental, / canción de amor y juventud, / humilde y bella flor / de mi inmortal barrio del sur. / Querido valsecito / de los primeros sueños, / de la primera novia, / de la ilusión azul... / Bailando con tu son /  iban los pies y el corazón; / dichoso de vivir / en la cabeza había un zorzal, / rimando con las notas / de tus violines tiernos, / de tus guitarras criollas / querido y viejo vals...

Y lo escucho por la orquesta de D'Arienzo del 37, y mi cabeza se va con esas notas alegres y emborrachantes de ilusión, de alegría. Por supuesto, lo he seleccionado para esta noche en BIEN MILONGA, la que desarrollamos todos los sábados y martes, desde las 21 horas, en la CASA de ARAGÓN de Madrid, en la Plaza de la República Argentina número seis. (Pza. de los Delfines)

Y como aperitivo, aprovecho para darme una vuelta por pistas lejanas para ver bailar a milongueros de todas partes que se han entregado en cuerpo y alma al tango.

Por ejemplo, podemos apreciar en el Shangai Tango Festival Chinese a Gustavo Lin y Catarina Chung. Se mandan con el tango Emancipación por la orquesta de Osvaldo Pugliese.





Y ahora pasando por Seúl (Corea) me engancho con la excelente pareja que forman Francisco Forquera y Carolina Bonaventura que se lucen con la milonga-candombe Tango Negro, por Juan Carlos Cáceres y su orquesta.

                                        

Y me quedo un rato en la Milonga "Nocturne" de Nueva York. Alli veo cómo se lucen Eleonora Kalganova y Michael Nadtochi, bailando precisamente el Valsecito Criollo, del título, por Juan D'Arienzo y su enganchadora orquesta.
   



 

Si estos valsecitos no te iluminan la giornata, apaga y vámonos.                                                                

viernes, 20 de noviembre de 2015

Que te importe que te llore

Lo hemos bailado mil veces con  la orquesta de Miguel Caló y la voz inigualable de Raúl Berón sublimando los versos, pero nos sigue dando un golpecito en el cuore cuando lo escuchamos o lo bailamos. Es de lo mejor que grabó Caló en su extensísima obra llevada al disco. Tiene todos los ingredientes para emocionar y el milagro de Osmar Maderna llevándonos en vilo desde su piano mágico, chopiniano.

Además era la época en que fue bautizada acertadamente como La orquesta de las estrellas. En la fila de fueyes alternaron figuras de la talla de Domingo Federico, Armando Pontier, Eduardo Rovira, Julián Plaza, Felipe Ricciardi, José Cambareri, Carlos Lázzari. En violines nada menos que Enrique Francini, junto a otros como Nito Farace o Antonio Rodio en su momento. Ariel Pedernera era el contrabajista. Y desfilarían en los años 40, voces como las de Berón, Podestá, Iriarte, Rufino, Arrieta y otros. Y para agregarle más polenta milonguera, Argentino Galván, era el arreglador.

                                          


Déjame mentir que volverás
que volverás con el ayer,
con el ayer de nuestro sueño.
Déjame esperarte, ¡nada más!
ya que comprendo que esperar,
es un pedazo de recuerdo.
Sé que este dolor, es el dolor de comprender
que no puede ser, esta esperanza que me ahoga.
Déjame llorar, siempre llorar
y comprenderte y esperar
al comprender que no vendrás.

¡Epa!, el tango lo firman Miguel Caló y Osmar Maderna, como firmaron otro muy parecido: Jamás retornarás, nuevo golazo de Raúl Berón y la orquesta. Y las dos letras se asemejan mucho. Tienen idéntico leit motiv. Además hay poesía en estas líneas y uno puede imaginarse a Homero Expósito "tirando algún cablecito", para unir los hilos del verso. Porque ni Caló ni Maderna eran precisamente poetas, aunque la llaga del destierro amoroso les puede haber afectado tanto como a cualquiera, y el desamor incita al verso.

                                                

                                         

Qué te importa que te llore,
qué te importa que me mientas,
si ha quedado roto mi castillo del ayer,
déjame hacer un Dios con sus pedazos.

Esta última frase es digna de un Expósito, un Bahr, un Cátulo o un José María Contursi. Y sigue...

Qué te importa lo que sufro
qué te importa lo que lloro...
si no puede ser aquel ayer de la ilusión
déjame así, llorando nuestro amor.

El resultado final, la obra de la orquesta, el cantor y el arreglador se transforma en una joya que relucirá por años en las pistas de baile, o en la escucha  junto al ordenador o la vitrola, con el matecito, las medialunas y los recuerdos. ¡Qué hermosura de tango!

                           


Lo grabó Miguel Caló con Raúl Berón y su orquesta el 30 de junio de 1942. Hoy el cuore se me desborda en nostalgias que me transportan a  las milongas de los cincuenta, con este disco trancendiéndonos su emoción, su música y sus versos.

Para quedarse con estos compases y esa voz inolvidable. Atenti.

049- Qué te importa que te llore- Miguel Caló-Raúl Berón




miércoles, 18 de noviembre de 2015

Tita Merello


Es un pedazo grande de la historia del tango, del cine, del teatro,de las revistas porteñas y de la televisión. Su historia personal resume fracasos y logros, amores y desencuentros y una tremenda frustración sentimental que arrastró durante muchos años. Su infancia no fue muy agradable tampoco y quizás estas circunstancias hace que su triunfo artístico, en todas estas facetas citadas, no le alcanzase para disfrutar de la revancha que su alma necesitaba.

                                           


Yo la traté brevemente, cuando compartimos distintos trabajos periodísticos en revistas de la Editorial Abril. Un día coincidimos en la cafetería de la Editorial. Se la veía mal anímicamente. Y recuerdo el dolor con que me dijo estas palabras.

 -¿Vos me imaginás a mí dando consejos amorosos a las jóvenes en esta revista? Justo yo que simbolizo todos los naufragios del amor y me moriré sóla... Sola como anduve casi siempre, aunque a veces aparentemente acompañada. Es cierto que el cariño de la gente, de colegas, del público, existió siempre, pero es muy triste ser una total desafortunada en el amor y eso es una carga muy, pero muy dura.. Y ahora doy consejos.... imaginate.

Me mató. La tristeza flotaba en sus ojos. Y sí, respondía cartas de lectoras que tenían esos problemas que tienen todos los seres humanos en los hermosos y brumosos caminos del amor.

                                           


Tita hizo de todo, casi siempre bien y en muchas ocasiones brillantemente. Como cantante de tango tenía una voz pequeña, de diseur, que se quebraba. Orillaba el estilo de Sofía Bozán, aunque con sus propios modus. Debutó en cine con la Película Tango (1933). Cantó en  1932 con la orquesta asociada de Ernesto Ponzio y Juan Carlos Bazán. Grabó con Héctor Varela y se ganó los fervores del público en los Sábados circulares de Pipo Mancera,  acompañada por el conjunto que dirigía el pianista Oscar Sabino.

La entrevista toca momentos políticos, que siempre irritan a los argentinos, pero acá lo que interesa es la figura de Tita de Buenos Aires y por eso traigo esta larga entrevista que le realizó Julio Maharbiz, la última que concedió Tita- en su propia casa-. Allí Mahárbiz la visita  para su exitoso programa Argentinísima, en 1994.

Un documento, que a mi juicio, vale la pena revisitar por el peso artístico que se ganó a pulso Tita.


                                        

                                             

lunes, 16 de noviembre de 2015

Tiburón

Me levanté esta matina con el tango de marrras en la cabeza, y me vino a la memoria esa especie de coro que hacían Magaldi-Noda, Buglione-Lareda, en la grabación del pianista, violinista y compositor Julio Pollero, que es también autor de la música junto al bandoneonista Luis D'Abraccio El chino.

Lo gracioso es que Dizeo firma los versos de ese tango con su apellido al vesre: Ozedi, cosa que en aquellos tiempos se estilaba. Y vale la pena rescatar la obra de este vate porteño hasta la médula, que llegó a firmar páginas de mucho peso en la música popular. Gardel, con quien estableció una compinchería entrañable,  le grabaría nada menos que once títulos: A medianoche, Copen la banca, Echaste buena, Jirón de pampa, Maniquí, Pan comido, Primero campaneala, Qué fenómeno, Que se vayan, Tan grande y tan sonso  y Viejecita mía.

                                            
Enrique Dizeo

Su trayectoria como autor está emparejada a músicos como Juan Maglio Pacho, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Alberto Pugliese, Juan Guido El lecherito, Juan Carlos Cobián,  José Canet, Juan Polito, Julio De Caro, Oscar Fresedo, Gabriel Clausi, Carlos Geroni Flores, Anselmo Aieta, Orlando Goñi, Sebastián Piana, Guillermo Barbieri, Alfredo Calabró, Ástor Piazzolla, Hugo Baralis, Edgardo Donato, Luciano Leocata, Alberto Hilarión Acuña, Víctor D'Amario, Miguel Caló, Florindo Sassone, Arturo Gallucci, Ernesto Famá y muchos compositores más, dado lo extenso de su obra.

El estilo de Dizeo se asemeja al de Esteban Celedonio Flores, aunque tenga algo menos de profundidad, pero el lenguaje es el de la calle que tan bien manejaba el Negro Cele. Los dos fueron muy burreros y así se los reconoce en temas como Canchero de Flores o Pan comido de Dizeo. Un amigo mío, publicista, estaba radicado en Lima -Perú- y allí nos juntábamos e íbamos al hipódromo de Monterrico. Tenía un caballo de carrera al que le puso el nombre de Pan comido, y yo le recitaba la letra que cantaba en forma genial Alberto Echagüe con D'Arienzo. A Dizeo me lo cruzaba muchas veces en el Hipódromo de Palermo.

                                       


Celedonio, que era un buenazo, le dedicó este verso bien reo a su amigo Dizeo, el calavera, devolviendo gentilezas y lo  tituló Punto alto, del que extraigo las tres primeras cuartetas, de un total de seis. A veces usando el lenguaje burrero.

No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague,
ni chorro que bien tapeao no resulte batidor,
ni bolita que no ruede, ni llama que no se apague
ni corazon que resista  al encanto de un amor.

Esto va pa'que no digas que me gasto haciendo espuma
que soy desagradecido y un cantor de dos por tres;
estaba juntando ideas como el pato junta plumas
para hacer una nidada como te la merecés.

Yo te tengo relojiado los mil en cincuenta y nueve
sé que vas a la distancia sin sentir el handicap
al que diga que tu musa por canera no conmueve
confunde Pepe el Herrero con Cyrano Bergerac.

Seguramente no es de los mejores tangos de Dizeo, pero me levanté con el mismo en el marote y no me lo podía despegar. Recuerdo cuando volvíamos de madrugada, después de la milonga con los muchachos de la barra y nos mandábamos en coro lo de "Y a las cuatro de la matina...con la piba...con la piba..."

                                               

La orquesta primera que lo registró fue la de Julio Pollero con las cuatro voces concertadas juntas. Este pianista y luego dedicado a la enseñanza del violín entre otras cosas, había nacido en Colonia - Uruguay,  y le puso música a tres temas que cantó Gardel. Una tarde, La última ronda y Uno y uno. Éste último forma parte de los mejores versos lunfardos de tango (letra de Lorenzo Traverso).

Luis D'Abraccio El chino, co-autor de Tiburón, integraba, como bandoneonista,  la orquesta de Julio Pollero cuando grabaron este tango, el 7 de septiembre de 1927. Posteriormente estuvo en numerosos conjuntos como de los Francisco Canaro, Juan Carlos Bazán, Francisco De Caro, José Martínez, Julio De Caro, Maglio y otras, teniendo incluso su propia orquesta.

Podemos escuchar Tiburón por la orquesta de Julio Pollero con el cuarteto de voces ya señaladas y también la versión que llevó al disco la orquesta de Domingo Federico, con el cantor Mario Bustos, el 23 de marzo de 1950.

02- Orq. Julio Pollero - Tiburón

02- Tiburón - Domingo - Federico - Mario Bustos